Capítulo 1.
1
Child, wake up
Child, release the light
Wake up now, child
.
De pronto se vio a sí mismo rodeado de paredes de piedra, como si estuviera andando por el corredor de un antiguo templo, aunque se sentía inquieto mientras iba lentamente por aquel sitio. Al girar a su derecha noto una fila de antorchas iluminando su camino; sin embargo aquel túnel carecía de ventanas y, como no podía ver qué había afuera de aquel sitio, fue que aceleró el paso.
Sentía que había dado rodeos entre esos pasillos sin llegar a ninguna parte, en especial, a la salida del lugar. Percibía como si estuviera dentro de un castillo aunque, dentro de esa visión, él sabía perfecto donde estaba, como si algo entre su mente consciente e inconsciente conociera su ubicación exacta. Fue así que se escuchó un rugido ensordecedor.
Un animal gruñó detrás suyo haciéndolo huir buscando la salida, corrió hacía la izquierda sin éxito ya que solo había antorchas aquí y allá iluminando el pasillo de piedra, al finalizar este tomó la derecha nuevamente oyendo el rugido que tanto temor le había causado. No quería voltear a ver qué lo seguía, sentía un pavor enorme pues solo sabía que se trataba de un horror sin nombre. Entonces, noto que llevaba un fino hilo de seda gruesa atado en una de sus muñecas el cual venía de algún sitio detrás de él sin animarse a buscar, solo sabía que llevaba la muñeca atada con ese cordón.
En ese punto despertó respirando agitadamente. No era la primera vez que soñaba con aquel laberinto, de hecho, eran varias noches al mes en que se soñaba así mismo ahí dentro sin saber cómo llegó o cómo salir, lo único que lo hacía despertarse por fuerza era el rugido terrible que escuchaba detrás de él. Sintiendo un poco de sudor en la frente fue que se levantó yendo directo a la ventana de la amplia habitación. Al descorrer la cortina vio claramente los jardines traseros de la enorme quinta iluminados por la brillante luna llena en el cielo.
—Aún falta para el amanecer... —se dijo desesperanzado en un suspiro.
Encendió un grupo de velas que estaban en un candelabro cercano tomando asiento en la silla de madera clara y tapicería fina que tenía al paso, lo inquietaban sus noches y pasaba horas tratando de entender las visiones de su cabeza. Nunca llegaba a conclusiones realmente útiles, no entendía a que se debían esos malos sueños aunque tampoco creía en profecías o en imágenes supersticiosas. Solo era consciente que llevaba unos pocos meses soñando terrores nocturnos.
Tratando de olvidarse de semejantes visiones puso su atención en una carta recibida aquel mismo día por la mañana, un documento venido desde muy lejos, el cual leía con distracción y poco interés. Se trataba de una carta enviada por su padre desde la lejana Christiania*, fechada exactamente una quincena atrás en la que le expresaba su deseo de que volviera a casa pues pronto sería momento en que él, su primogénito, debiera ocuparse del negocio y granja familiar. Que ya había pasado demasiado tiempo gastado en París y nada tenía que hacer en un sitio lejano, lleno de malas costumbres y perdición:
"Es momento, Einar, de que vuelvas y tomes el lugar que te corresponde pues, bien sabes, que ya estoy entrado en años. Maritt te ha esperado con anhelo desde hace varios meses, estando convencida de que podrá ganarse tu afecto y atenciones. Será una esposa encantadora que acompañará tus días..."
—Volver, ocuparme del negocio familiar y tener una esposa... —se decía carente de entusiasmo ya que por esas tres razones es que había dejado su ciudad natal, trasladándose a París, para gozar de otros placeres.
Aunque esa noche se hallaba sin compañía, solo sería esa ya que tenía programada una cena en la casa de la Condesa de B... y no pretendía pasar otra noche en una fría cama solitaria. La realidad era que pidió un tiempo a su padre ya que no estaba seguro de poder ocuparse de las responsabilidades que este le confería, de hecho no deseaba hacerlo y, en más de una ocasión, se lo dejó saber sin resultados positivos. Einar tenía un hermano menor, Haakon, quien bien podría ocuparse de dichos asuntos cediéndole a la prometida sin ningún alboroto de por medio.
Maritt era bonita y muy agradable, aun así él no deseaba comprometerse, ni con ella ni con nadie que le fuera impuesto. Creía que habiendo llevado una vida disipada los últimos meses, su padre habría desistido de la idea de matrimoniarlo y dejarlo al frente del negocio. Estaba muy equivocado, al viejo Herr Kielland no le importaba la reputación sino el trabajo duro.
La vida en una granja rodeado por pescadores de bacalao no le atraía en lo más mínimo, aunque era un negocio más que redituable él hubiera preferido mil veces ser comerciante a granjero, pasar semanas navegando rumbo a Inglaterra para comerciar en sus bonitas costas sureñas o bien surcando el mar hacía Dinamarca u Holanda.
—No importa lo que diga mi Señor Padre —se dijo doblando la carta para devolverla a su sitio—, no volveré a casa. París es hermoso como para cambiarlo por la aburrida y fría Christiania.
Tras levantarse de la silla fue directo a la ventana a ver si ya había pasado más tiempo y, corriera con la buena fortuna de que el amanecer estuviera cercano. Contempló un momento su imagen en el frío vidrio observando sus cabellos claros y despeinados mientras sus ojos dorados y avispados se reflejaban con fuerza. Aún faltaba para el amanecer por lo visto.
Sin más remedio tuvo que volver a la cama, solo quedaba tratar de conciliar el sueño e intentar descansar lo más que se pudiera.
.
París, Francia
1742
Una noche amena en el teatro de la ópera era justo lo que necesitaba luego de una tarde entre comidas y almuerzos en casa de diferentes amistades que había hecho ya en ese tiempo. No estaba seguro del por qué los franceses lo encontraban tan agradable, en especial, las chicas parisinas que no dejaban de acercarse a charlar con él de esto y lo otro. Einar encontraba toda esa situación francamente deliciosa. Nada como recibir constantes invitaciones a comer, almorzar y cenar así como a fiestas y reuniones, todo eso era del total agrado del joven de cabellos claros y ojos dorados.
Se habían reunido en el teatro de la ópera, tanto Einar como dos o tres buenas amigas suyas, su interesante condesa y sus dos hermanas. Los cuatro se acomodaron en el palco de las jóvenes mientras reían amenamente sobre nada en particular, intercambiando impresiones sobre la reunión de la cual venían.
—Fuiste el invitado más solicitado en la reunión de hoy, ni una sola de nuestras amigas se alejó —indicó muy sonriente la Condesa de B... tomando el brazo de Einar al tiempo que este sacaba los gemelos para ver a los demás palcos sin soltar la mano de la bella mujer.
—Lo único que hice fue sonreír y seguir la conversación que se llevaba a cabo, no creo haber hecho nada fuera de lo ordinario —respondió el joven con la mirada fija en su agradable compañera escuchando las risas discretas de sus jóvenes hermanas.
—Nada de eso Einar, siempre eres bien recibido en todas partes. No me sorprendería que dos o tres de mis mejores amigas intentarán ganarse tu afecto y atenciones.
—Esas son tonterías —indicó sin perder la sonrisa— pues mis atenciones no son mejores ni más valiosas que las de otros amigos tuyos.
—Créeme que nadie en la sociedad de París piensa de esa forma, tu presencia es la más codiciada de la ciudad. A propósito, ¿volverás a casa conmigo esta noche? —preguntó la mujer bajando la voz sin quitar la mirada de su acompañante.
—Por supuesto, por ningún motivo tendría el atrevimiento de privarme de tu compañía tan deseable —le dedicó una larga mirada que no ocultaba sus intenciones pues anhelaba pasar la noche a su lado ya que era una amante complaciente y excepcional.
Einar dejó a la joven por un momento acercando los gemelos a su rostro, así confirmó que esa noche había varias caras conocidas entre los asistentes del teatro; él había compartido algunas comidas, cenas y fiestas con esas personas, así mismo algunas de las bonitas asistentes le dedicaban agradables sonrisas desde sus palcos. Nuevamente el joven se sentía complacido y halagado por aquellas miradas y sonrisas. Sin embargo, sentado en el palco al lado de la Marquesa de C... se hallaba un joven rubio a quien no recordaba haber visto antes, podría decir que era la primera vez que lo veía y este, de igual forma, le devolvió la mirada acompañada por un breve saludo.
—¿Quién es el hombre que está sentado en el palco justo frente a nosotros? —Einar aprovechó que la Condesa de B... llevaba consigo un amplio abanico así que lo uso para tratar de verse lo más discreto al preguntar esto— No lo había visto en el teatro anteriormente.
—Déjame pensar... —dijo ella observando a través de los gemelos con la mayor discreción posible— No lo recuerdo, me parece que no lo había visto antes aunque parece un petit maitre de lo más ordinario. Creo que llamaste su atención ya que no deja de mirar hacia aquí.
—¿De verdad? Vaya, que desagradable. No me agradan ese tipo de personas tan adornadas y extravagantes.
—No prestes atención querido.
Su charla fue interrumpida por el inicio de la función de esa noche. No obstante la bella música no fue suficiente para distraer la mente de Einar que, constantemente, iba y venía evocando las imágenes de sus inconfesables terrores nocturnos; así el desconcertante laberinto con sus antorchas aparecía como visión a tiempos entre las voces de los cantantes en el escenario. Lo que más lo atemorizaba era el rugido que siempre se escuchaba detrás de él obligándolo a interrumpir su sueño, de igual forma el detalle del cordón atado en su muñeca era inquietante. ¿Qué podría significar aquello?
El joven colocó una pierna sobre la otra al tiempo que dejaba los gemelos de lado por un momento, se recargó en su muñeca sin atender nada más a su alrededor incluso la bella joven sentada en la silla contigua lo observó por un instante a través de sus ojos azules y avispados, ella se daba cuenta de que algo estaba mal, aunque lo mejor era esperar a que hablara por sí mismo y revelara aquello que llevaba días atormentando a su amante. Luego desvió la mirada hacía el frente notando como aquel bello petit maitre de cabello rubio y ojos azules no dejaba de mirar a Einar con interés.
—¿No crees que es mejor que volvamos en seguida? —sugirió la Condesa al aún distraído Einar a quien pareciera costarle volver a la realidad al finalizar la función.
—Si, yo creo será lo más conveniente —respondió el joven, la ansiada noche al lado de la hermosa chica sería bueno para olvidarse por un momento de sus inquietudes, no deseaba estar solo en esos momentos.
Fue así que mientras iban escaleras abajo rumbo a la puerta principal del gran teatro de ópera, que sus ojos notaron al atractivo joven de hacía un momento, este iba pocos pasos delante de ellos y, por lo visto, no parecía estar acompañado. Por atrás pudo apreciar sus largos cabellos rubios perfectamente peinados y recogidos así como el bello atuendo azul claro que alcanzaba a apreciar. Durante unos breves instantes, Einar sintió un fuerte deseo de acercarse al hombre y preguntar quien era, de saber sobre él, aunque mitigó su inquietud ya que estaba en compañía de la mujer a quien había deseado ver desde su último encuentro.
—Haré que nos traigan el coche enseguida, ¿está bien querido? —indicó ella con suavidad.
El solo asintió levemente aún buscando con la mirada al rubio petit maitre que parecía haber desaparecido en medio de aquella concurrencia pues ya no lo vio más mientras esperaban el coche, el cual llego pasados unos cuantos minutos más mientras sus tres acompañantes charlaban amenamente intercambiando puntos de vista sobre la función que acababan de ver. Einar estaba tan distraído mirando los rostros alrededor suyo, que no sintió cuando su acompañante lo sujetó del brazo llevándolo al vehículo.
El coche los llevó por las calles de la silenciosa ciudad hasta la bonita casa propiedad de la noble francesa, apenas llegaron fueron recibidos por el portero quien abrió el enrejado permitiéndoles el paso. Tras cruzar la puerta principal, las hermanas más jóvenes se retiraron a sus habitaciones mientras que, tanto Einar como la Condesa, iban silenciosos rumbo a la habitación donde solían tener sus encuentros.
.
Einar nuevamente soñó con el laberinto, de igual forma vio en sus visiones los otros elementos que lo desconcertaban: el rugido ensordecedor y en su muñeca estaba el hilo de seda gruesa; nuevamente no tuvo tiempo de ver hacia donde llevaba aquel cordón ni de dónde venía el rugido. Despertó luego de varios intentos ya que no podía abrir los ojos notando que la cortina de la habitación estaba descorrida, tratando de no molestar a su compañera se levantó de la cama cubriéndola con la manta, tras colocarse el camisón fue con paso lento hacia la ventana notando con pesadumbre que, nuevamente, faltaba mucho para el amanecer.
—¿Estás bien? —la voz de la joven vino justo detrás de él.
—Si, a veces no puedo dormir.
—Me pasa con cierta frecuencia, también tardo horas en conciliar el sueño. Ven a la cama.
Aún con la escasa luz, Einar era capaz de ver claramente los rasgos suaves y lozanos en el rostro de la Condesa, sus ojos azules y hermosos así como sus rizos rubios. No la pretendía por nada pues la chica no solo era bella, además llevaba ya cierto tiempo siendo viuda; como en todos los casos, ella se vio desposada muy jovencita, a los quince años, y luego de dos años de infructuoso matrimonio su infame marido falleció por una cuestión de mala salud. Pasados cuatro años de luto fue que la conoció en una de las fiestas a las que ambos asistían con regularidad, ella estaba retomando la vida en sociedad y a Einar llego el rumor de que la joven era bien acomodada gozando de cierta cantidad de rentas al año que le darían estabilidad de por vida. Él llevaba también una cantidad de dinero consigo con la cual podría mantenerse una larga temporada, no obstante los recursos monetarios se acabarían en algún momento.
Los dos se atraían además de todo, así que una alianza con la joven era de lo más conveniente para asegurar su estadía en Francia gozando de una vida lujosa y acomodada. A ella no le importaba que él no tuviera títulos nobiliarios mientras fuera su compañero así que, sin prestar atención a los malos comentarios de otros miembros de la sociedad de París, se unirían en un futuro cercano: él, un extranjero de cuna desconocida y ella, una viuda a la que ningún hombre respetable daría una segunda oportunidad debido a su vida disipada.
Einar se recostó a su lado acariciando su rostro, era hermosa e igual de joven que él, tan solo le llevaba un año lo que había ayudado a que se entendieran en muchos sentidos.
—Recibí una carta de mi padre —comenzó a decir mientras ella lo observaba en silencio—, quiere que regrese a Noruega y me haga cargo de los asuntos familiares.
—¿Qué respuesta le has dado?
—Ninguna, no deseo volver. Nada hay para mi allá y mi hermano Haakon se puede encargar de todo, así que no necesito nada de mi padre, ni su granja ni su dinero.
—A pesar de eso, ¿algún día me llevarás a conocer tu tierra?
—Solo si lo deseas porque nada interesante hay para ver y sería complicado llegar a la ciudad. Mejor recorramos Francia, prefiero pasar una temporada con tus hermanas en el campo que visitando una aburrida ciudad pesquera.
La joven rió un poco mientras los dos se unían en un largo abrazo. Luego de que ambos terminaran extasiados el uno del otro, se quedaron profundamente dormidos hasta altas horas de la mañana.
.
Continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro