REENCUENTRO DE HERMANOS P3
ESTOS CAPÍTULOS RECIENTEMENTE LOS ESTOY SUBIENDO AQUÍ. ERAN LOS QUE DEJÉ DE PUBLICAR Y QUE COMPLETAN LA HISTORIA.
Nota
Texto entre " ", pensamientos de los personajes.
Texto entre «», consciencia o voces de personajes terciarios.
PVO POPP
Durante mi regreso al campamento, pensé en decirles que hay un monstruo que tiene la capacidad de oler a los humanos y que la pulsera es capaz de camuflar a una persona, (esto en caso de que insistieran en acompañarme). Lo único cierto que diría es el horario en que se visualiza la entrada del volcán, (por lo de las noches perpetuas).
Al llegar, puse mi mejor cara para que no notaran mis ojeras a causa de la falta de sueño, aunque el enojo de Maam por no haber llegado anoche, fue lo que la distrajo de mi pobre estado.
Verla molesta es algo que no quiero llevarme como recuerdo, por eso me le acerqué y agaché mi cara para juntar nuestras frentes. En esa posición le conté la mentira que idee y debo decir que incluso yo me creí mis palabras, (aunque en una parte del relato casi cometo el error de exponer a las diosas, pero sortee el asunto diciendo que alguien me indicó cómo evitar que el monstruo me detecte).
Al sentir que estaba más tranquila, fui a buscar la pulsera en mi bolsa de viaje. Maam se acercó y lo que dijo me demostró que no la convencí para nada y tuve que contarle sobre la diosa que está arriesgando su vida para proteger a Dai, pero nuevamente se molestó y me apresuré a abrazarla.
–Si te llevo conmigo, tengo miedo de perderte si cometo un error.
Afiancé más el abrazo porque no le estaba mintiendo, (perderla a ella sería peor que morir).
Su cabello desprendía un rico aroma a flores y lo aspiré al tener la absurda idea de que podría recordarlo en mi último aliento de vida. Mi lado cursi también salió a luz y pasé mi mejilla por su cabeza.
–Pase lo que pase, quiero que sepas que eres muy importante para mí... No sé si podré regresar, pero si no, por favor, no sufras... Tienes contigo a la persona que más adoras y por él debes ser valiente... ¿me prometes que serás muy feliz? –le dije modulando mi voz para hacerla suave.
–Si no vuelves, nunca podré ser feliz –sentí que sus lágrimas mojaron mi ropa y la apreté más a mi cuerpo.
–No digas eso –besé su frente –puedes llorar unos días, pero tienes qué sobreponerte y luchar por Hyunckel... Me cae muy mal, sin embargo, reconozco que te ama y que hacen muy bonita pareja –esas palabras le hicieron otra grieta a mi corazón, pero en verdad quiero que sea feliz.
Me reí para contagiarle mi ánimo, pero en vez de alegrarse, lloró más fuerte.
–¡No llores, por favor! –limpié sus lágrimas con mi dedo –mejor ayúdame a cocinar un delicioso platillo que estuve ideando desde hace varios días.
La solté para tomar su mano y la insté a caminar así hacia la laguna donde obtenemos peces.
Pesqué seis de buen tamaño y después nos dirigimos a buscar otros ingredientes, (frutos y hierbas, que son difíciles de conseguir a causa de los químicos que desprende el volcán).
Me estaba esforzando en hacerla olvidar que pronto nos separaríamos para siempre y por fortuna creo que lo estaba consiguiendo.
En el campamento, yo me dediqué a preparar una especie de sopa para quitarle el horrible sabor a los pescados, pero como no estaba seguro de qué tipo de hierbas recogimos, lanzaba trozos indiscriminadamente porque esperaba que el aroma me indicara que el condimento había quedado bien.
Maam limpiaba el pescado y le hacía unos cortes, pero al ver la cantidad de hierbas que arrojaba a la olla, me dijo que dejara de hacerlo.
–Es que no sé qué diablos son estas cosas, pero como huelen muy bien, supongo que mejoraran el sabor al pescado –me quitó el cuenco donde las tenía antes de que arrojara otra hierba en la olla –¡oye!, no arruines mi platillo –contesté fingiendo enojo y me estiré para recuperar el cuenco.
–¡Lo hago por el bien de mi estómago! –lo sujetó más fuerte.
En cuestión de fuerza física, Maam me gana por mucho, pero mi duro entrenamiento con Skadi parece haber dado buenos resultados, pues sin mucho esfuerzo conseguí impedir que me quitara el cuenco, pero al jalarlo la hice perder el equilibrio provocando que los dos cayéramos en el suelo.
Nuestras miradas se conectaron y me pareció ver que sus ojos se dirigieron a mis labios, (un pensamiento estúpido porque Maam jamás sentiría ningún tipo de atracción hacia mí).
Inmediatamente vino a mi mente el recuerdo del beso que deseaba darle en el palacio de Vearn; en el que mi valor me abandonó en el último minuto y terminé picando su nariz para aligerar el ambiente. También recordé que en la villa de Nayle, fue ella la que trató de besarme y es por este último recuerdo que esperé a ver hasta dónde la haría llegar su alma caritativa.
Lentamente acercó su rostro al mío.
"¿En serio llegará hasta el final?... no debí decirle que tal vez no volvería. Por esa clase de errores, siempre hago que surja su lástima por mí".
Mis mejillas se colorearon y mi cuerpo tembló conforme desaparecía la distancia entre nuestros labios.
Su respiración ya golpeaba mi boca, (al igual que la mía a la suya), y por un instante me pareció que su cuerpo también temblaba, (seguramente por obligarse a hacer algo que realmente no desea).
Cerró sus ojos a casi nada de que nuestros labios se unieran. Esa fue mi oportunidad para terminar con su sacrificio y en un rápido movimiento de mi parte, la alejé y de nuevo quedamos sentados.
Aunque la salvé de cometer un error del que se arrepentiría después, Maam iba a dejarse llevar por la tristeza que le provoca verme humillado, pero antes de que se pusiera a llorar, sujeté su cara para que me mirara.
–Un primer beso sólo debe ser dado a la persona que amas –le sonreí amablemente –yo no soy esa persona para ti.
Su silencio me demostró que estaba en lo cierto. Para Maam únicamente soy como un hermano pequeño al que siente que debe proteger, mientras que Hyunckel es el hombre por el que siempre ha suspirado de amor.
Faltaban pocas horas para la noche y no quería su lastima como último recuerdo, así que me dediqué a decir tonterías para hacerla olvidar el mal momento y como ayuda extra desperté a Merle. Con ella me es más fácil crear conversaciones triviales, y con las bromas que hacía respecto a situaciones bochornosas que sufrimos antes de conocernos, en poco tiempo Maam recuperó su buen ánimo.
En la tarde le conté a Merle lo mismo que le dije a Maam y al contrario de la escasa confianza que me tiene la mujer que amo, Merle me alentó para que luchara por mi deseo de encontrar a Dai.
La noche se presentó muy rápido y el último paso que tenía que dar antes de irme, fue informarles que el lugar a donde voy tiene la desventaja de que el tiempo transcurre más lento y como no quiero arriesgarlas a un ataque, las llevaría a cualquier lugar al que quisieran ir, pero como es típico en Maam, se negó rotundamente.
–¡Yo no voy a ningún lado! –contestó segura –al menos aquí puedo percibirte con más facilidad y...
–Mi decisión no está a discusión, Maam –caminé hacia ella con la mirada seria –¿dónde quieres que te lleve?
–¡No me moveré! –se cruzó de brazos y me desafió con la mirada.
–¡Maldita sea! –exclamé realmente molesto –¡está bien!... entonces yo elijo.
La tomé del brazo e invoqué mi hechizo de teletransportación para llevarla al castillo de Papunika y en cuanto pusimos un pie en el piso, me apresuré a regresar con Merle, (no quería darle explicaciones a Leona).
Ahora venía la parte difícil.
La conexión que comparto con Merle seguramente ya la previno; aun así, puse unas gotas en un vaso con agua y se lo ofrecí.
–Desde anoche no logro saber lo que has estado haciendo –aceptó el vaso y miró su contenido con demasiada atención –incluso ahora no puedo saber lo que piensas, pero te conozco y has planeado algo diferente para mí, de lo contrario me habrías llevado al mismo lugar donde está Maam.
–No tengo inconveniente en que sepas todos mis secretos, pero hay algunos que no son míos y no se me permite contárselos a nadie.
–No te angusties. No te estoy pidiendo explicaciones –me miró al tiempo en que dirigió el vaso a su boca –te conozco y no hay nada que hagas con maldad –se tomó el contenido y luego me entregó el vaso –confío en ti plenamente.
Cerró los ojos y enseguida se desvaneció; alcancé a sujetarla y la cargué para después trasladarnos a la montaña de Eira.
–Los humanos se complican mucho la vida –Skadi estaba parada en el marco de la puerta con los brazos cruzados –esa niña es mil veces mejor que la otra, pero eres tan tonto, que no la valoras.
–A las dos las valoro por igual. Lo único diferente es la manera en que las quiero.
–Y por eso eres idiota –descruzó los brazos y se nos acercó –nosotras nunca sentiremos esa emoción llamada amor, pero conocemos cómo funciona y he llegado a la conclusión de que algunos humanos se aferran a lo que otros también desean.
–Amé a Maam antes de que ella se enamorara de Hyunckel. Si el orden hubiera sido diferente, tal vez te daría la razón.
–Supongo que jamás te entenderé –giró para entrar a la montaña.
–Sí lo harás –le hablé animado –cuando todo esto termine y Dai esté bien, tendrás la oportunidad de recordar lo que sentías siendo humana.
–Por el bien de tu mundo, lo mejor es que no recuerde lo mucho que odio a los tuyos –respondió sin mirarme y con un tono de furia en sus palabras.
Skadi me dejó tan confundido, que Eira tuvo que venir para llevarme a donde dejaría a Merle, (que era una habitación recién creada por ella para que esté cómoda).
Luego de cerciorarme por décima vez que mi compañera estuviera bien, esperé junto a las diosas que el portal apareciera. Ninguno tenía ganas de hablar y nos mantuvimos en silencio, pero eso no evitó que las observara.
Eira estaba de pie, en una pose relajada y con sus manos entrelazadas, (como si estuviera en plena oración). Su rostro no reflejaba miedo, sino decisión. Por otro lado, Skadi tenía su habitual postura de brazos cruzados. Sus ojos estaban cerrados, y aunque aún me cuesta sentir presencias, me pareció que estaba expandiendo su aura.
"¿Cómo es que dejó de ser lobo?", en silencios incómodos, siempre se me da el pensar tonterías, "es obvio que si se encontró con la hermana menor, ella fue la que le quitó el hechizo del monstruo", di por terminada mi diatriba mental con la respuesta más lógica.
La luz de la luna iluminaba la montaña y en esta ocasión, sus brazaletes resplandecían más que nunca y eso me produjo un extraño sentimiento de pena, pero no entendí la razón.
–¡Ya está aquí! –Eira pronunció como autómata y enseguida nos cegó un resplandor dorado.
De esa intensa luz se empezó a materializar una puerta con símbolos iguales a los del portal maligno y otros que no reconocí.
La puerta se abrió y la luz se desvaneció.
Sin aviso, Eira y Skadi, corrieron adentro, (yo lo hice unos segundos después).
Bajamos por unas larguísimas escaleras de piedra idénticas a las del portal del otro volcán. Todo el lugar estaba oscuro, pero las diosas liberaron sus auras y su resplandor lo iluminó.
Al acercarnos a otra entrada, escuchamos sonidos de batalla. Skadi se adelantó en el instante en que una llamarada de fuego salía del hueco y me sorprendió verla tomar su forma de lobo para después adentrarse en ella.
Al ser fuego del Inframundo, su calor hizo que mi piel se quemara aún sin ser tocado por las llamas, pero de inmediato sentí alivio gracias a una barrera que colocó Eira alrededor de nosotros.
–Una vez que entremos, mi atención estará puesta en tu amigo y mi hermana –estaba frente a mí, pero no volteó a verme –¡lo siento!, tendrás qué estar atento porque desde ahora debes protegerte solo.
–Te dije que no te preocuparas por mí, Dai es lo más importante y lo único que te pido es que lo salven.
–¡Lo haremos! –su dulce voz tenía un tinte de seguridad que me indicó que su apariencia tranquila esconde una gran guerrera.
La última ayuda que me dio fue la de envolverme con su barrera para que las llamas no me hicieran daño.
Una vez adentro, el calor era sofocante y ni la barrera lograba evitar la sensación de dolor en mi piel.
Un estruendo me hizo dirigir la mirada más adelante y quedé impresionado al descubrir a los seres que estaban luchando en el centro de una especie de coliseo.
Dos mujeres eran las que lanzaban las llamas para atacarse. Una de ellas tenía su túnica blanca manchada de sangre y aunque su cuerpo se notaba poderoso, (incluso más que la complexión que adquirió Maam al convertirse en guerra de artes marciales), estaba cubierta de múltiples heridas y moretones.
El rugido de Skadi me obligó a dejar de lado esa pelea para concentrarme en ella, pero todo dejó de importar en el momento en que mis ojos enfocaron a mi pequeño amigo.
Dai estaba con Eira. Su aspecto era el mismo que tenía la última vez que lo vi, salvo por varias heridas nuevas que me imagino causó la explosión, o quizás los enemigos con los que se ha enfrentado en este lugar.
Eira había colocado su barrera alrededor de los dos y su aura azul envolvía a mi amigo, (seguramente para curarlo).
Una horda de monstruos y demonios golpeaban la barrera, pero Skadi los lanzaba por los aires con su ventisca de hielo y a los que lograban evadirla, los atacaba con sus flechas. El problema es que eran demasiados y si destruía diez, aparecían veinte para relevarlos. De seguir así, Skadi se cansaría.
Estaba decidido a ir a ayudarla, sin embargo, la luz dorada que ya empiezo a reconocer frenó mi intento.
De la misma manera que sucede con Skadi y Eira, la luz tomó forma humana y apareció una chica de larga cabellera negra, vestida con un atuendo de sacerdotisa, ataviada de diversas joyas y con brazaletes iguales a los de las otras diosas.
Al observarla con más atención, me di cuenta de que era una de las mujeres que estaban peleando en el centro.
De cerca sus heridas se veían más profundas y mientras me preguntaba cómo es que un cuerpo frágil ha soportado tanto tiempo esa clase de dolor cayó de rodillas, y de no ser porque que me hinqué para tomarla en mis brazos, se hubiera golpeado en el suelo.
–Al fin te conozco en persona, hechicero –esa voz era de otra persona.
Alcé la mirada y me desconcerté porque me pareció ver que era la misma chica que tenía abrazada, pero esa impresión no duró más que unos segundos, porque la apariencia de esta mujer era muy diferente, (incluso atemorizante).
Sus alas de murciélago son lo que la definen como un demonio, su piel es lila, sus ojos dorados son bonitos, (lo digo muy a mi pesar), lo que sí es igual a la chica es su largo cabello negro azabache, (su ropa mejor la ignoro por mi bien mental porque parece que no lleva nada encima).
–Te recomiendo que me entregues a esa mujer –señaló a la chica –te traerá desgracias si la tienes cerca de ti.
–¡Ni loco le entregaría a un demonio a la persona que ha mantenido a mi amigo con vida! –le contesté seguro y empecé a liberar mi aura mágica, pero en lugar de molestarle, la vi sonreír.
–Te llamas Popp, ¿verdad? –mi orgullo no me permitió responder –pensé que eras elocuente, pero no quieres contestarme –se agachó para mirarme más de cerca –esa mujer fue muy lista al hacer que vinieras –estiró su mano con la intención de tocar mi cara, pero me alejé bruscamente –sabes, eres la discordia que ocasionará que el mundo de los humanos sea destruido por uno de su misma especie, por eso no puedo matarte ni a ti, ni a tu amigo, y esa diosa que sostienes protectoramente es la que...
La chica me empujó para lanzarle a la demonio un ataque de llamas, pero alcanzó a volar lejos para evitar salir lastimada.
–Skadi –gritó la joven –¡ayúdame con Koré!
La forma lobuna de Skadi se abalanzó sobre la mujer demonio y por increíble que parezca sus ojos dorados reflejaron temor y no era para menos, las fauces de la loba se incrustaron en su brazo haciendo que saliera un gran chorro de sangre.
–¡Eres una traidora! –le reclamó Skadi a la demonio luego de soltarla –¿por qué retienes al humano de corazón puro?, sabes bien que es nuestro deber protegerlo.
–¡Hermana! –la chica se levantó y caminó con dificultad hacia la loba –¡llévate al hechicero con su amigo!, yo me haré cargo de Koré.
–Querida Skadi –la malvada mujer descendió al piso y aunque usaba su magia para curarse, su herida continuaba sangrando –recuerda que esos malditos humanos fueron los que te convirtieron en esclava y por diversión dejaron que los monstruos casi te mataran... Astrid nunca entenderá tu dolor porque jamás convivió con esos seres miserables, pero tú sí sabes que no vale la pena protegerlos.
–En eso te doy la razón –Skadi se fue acercando a la demonio –sin embargo, ahora somos creaciones con el único propósito de mantener el mundo de los humanos con vida... lo que yo quiera no es importante.
–Yo puedo cambiar eso –se nota que le tiene mucho miedo porque se apresuró a poner distancia –si me dejas cumplir con mi plan, todos ellos morirán... Los monstruos y los demonios no son mejores, pero tu sufriste por culpa de los humanos y además, también fuiste tú la que me dijo que la muerte en manos de los monstruos, habría sido más misericordiosa que la vida que te dio el Dios de los humanos.
No entendía nada de su conversación, (o tal vez, no quería entenderla), pero no tuve tiempo de seguir analizándola, porque la joven sujetó mi brazo y me obligó a correr junto con ella.
–¡No podemos dejar a Skadi con esa demonio! –le grité e intenté que me soltara, pero es muy fuerte y no conseguí liberarme.
–Skadi tiene el poder suficiente para enfrentarla y en esa forma lobuna su magia astral incluso es capaz de matarla –contestó sin dejar de correr.
–Si eso fuera cierto, entonces ¿por qué casi muere la vez que estuvo aquí?
–Porque cometí el error de quitarle el hechizo del monstruo sin saber que mi poder le dificultaría las cosas... para mantener a Dai con vida, tuve que hacer que el tiempo avanzara más lento, pero eso afecta a Skadi. Con sus movimientos más lentos, mi hermana no fue capaz de evadir los ataques del enemigo y tampoco pudo cambiar a lobo.
Iba a hacer otra pregunta cuando vi que estaba a unos pasos de donde se encuentra mi mejor amigo.
La alegría que sentí le dio a mi cuerpo la fuerza necesaria para soltarme de la chica y volé con rapidez para que los enemigos no lograran detenerme.
–¡Dai! –grité con todas mis fuerzas.
–¡Popp! –él también gritó y se zafó de los brazos de Eira para gatear hacia la barrera.
Los dos empezamos a llorar.
Tenía tanto tiempo sin verlo, que no me había dado cuenta de que lo extrañé mucho más de lo que pensaba.
Al llegar me hinqué para estar a la altura de mi amigo y por fin pudimos abrazarnos cuando Eira disolvió la barrera.
–¡Sabía que serías tú el que vendría por mí! –dijo llorando más fuerte.
–¿Quién si no yo, te buscaría hasta el fin del mundo? –le dije de broma –¡eres un idiota! –esto sí se lo dije en serio –¡no debiste golpearme para morir solo... por esa tontería, he vivido lleno de culpa y dolor.
–¡Lo siento! –su arrepentimiento se mostró en el temblor de su voz –no quería volver a arriesgar tu vida, además, ese era mi deber como Caballero Dragón.
–¡Chicos! –la joven se hincó a lado de nosotros y tocó mi hombro para que la mirara –es muy bonito verlos felices por haberse reencontrado, pero tenemos que salir de aquí antes de que el verdadero enemigo se presente.
–¿De qué verdadero enemigo hablas? –le pregunté, sin embargo, no fue necesario esperar a que respondiera.
El gruñido que se dejó escuchar fue enorme, (signo inequívoco de que no se trataba de una criatura pequeña).
El aura azul proveniente de Eira cubrió el lugar y mi quijada se abrió como nunca, debido al asombro de ver que todos los monstruos y demonios fueron prácticamente evaporizados.
–¿Quién... quién es ella Popp? –miré a Dai y vi que estaba tan sorprendido como yo –he luchado muchas veces con esos monstruos y aunque los he derrotado, me tardo varios minutos.
–Ella es...
–Pequeño Dai –la chica se adelantó a responder –Eira es una de las personas de las que te platiqué –dijo sonriente –ojalá hubiera podido traerlas antes. De ese modo no te habrían herido por culpa de mi debilidad –su sonrisa se desvaneció al decir lo último.
–Creí que su herida había sido provocada por la explosión –la miré acusadoramente –¿no se supone que eres la más fuerte de las tres?, ¿por qué permitiste que lo hirieran?
–No es su culpa Popp –Dai jaló mi ropa para tranquilizarme –Astrid fue la que detuvo el tiempo para salvarme de morir en la explosión, pero como yo no tenía nada de magia y ella estaba herida, esa criatura que escuchaste aprovechó nuestra debilidad para trasladarnos a un volcán en donde se encontraba esa mujer demonio.
–La criatura es un Dios demonio al que Koré sirve –la chica tomó la palabra –no pertenece a esta dimensión y tiene como objetivo...
Otro gruñido de esa criatura, (más cerca que antes), interrumpió su explicación.
Dai se levantó con mucho esfuerzo para ponerse frente a mí y la chica lo imitó.
Era evidente que ninguno de los dos estaba en condiciones de luchar y nuevamente me sentí como un inútil al comprender que si Dai, siendo un Caballero del Dragón, ha tenido dificultades para mantenerse con vida, ¿qué podría hacer yo con mi diminuto poder?
Skadi llegó con nosotros. Su hocico tenía sangre, pero no era de ella; al buscar con la vista a la demonio, la encontré tirada en el suelo prácticamente desangrándose.
Eira se acercó a la loba y ambas se colocaron frente a Dai y la chica.
Si hace poco me sentí un inútil, teniendo a cuatro personas en la primera línea de combate fue un duro golpe a mi orgullo y tuve que aceptar que nunca he merecido ser del grupo de Dai. Mi escasa ayuda no le sirvió para nada en la batalla contra Vearn y ahora mismo soy el que menos habilidades tiene comparado con las diosas humanas.
–Popp –Eira fue la que se dirigió a mí –¡llévate a tu amigo!... el ser que se está acercando es muy poderoso y mi magia celestial no será capaz de dañarlo.
–Pero Eira... –me puse de pie con la intención de ir con ella.
–¡No seas imprudente, Popp! –me regañó Skadi –tu deseo es salvar a tu amigo y así únicamente vas a ocasionar que muera porque ni él tiene la fuerza suficiente para enfrentarse a ese Dios del Inframundo.
El gruñido de la criatura se escuchó a escasos metros de un orificio detrás de la demonio y junto con él se empezaron a oír cientos de gruñidos más.
De otros orificios salieron monstruos y en pocos minutos todo el lugar estaba invadido por ellos.
Eira volvió a liberar su aura cuando algunos se nos lanzaron para atacarnos y de nuevo los desintegró sin problema.
–¡Magia celestial! –una escalofriante voz retumbó en el sitio –teniendo una base humana, me sorprende que hayas podido usarla con tanta facilidad, pero debes saber, que aquél que te convirtió en diosa sólo te está usando como sujeto de pruebas... el más pequeño de mis ataques lastimará tu débil cuerpo humano y morirás enseguida.
Un aura roja con negro apareció y cubrió el cuerpo de la demonio. Las heridas que tenía desaparecieron y la maligna mujer se puso de pie para posteriormente caminar hacia nosotros.
–¿Acaso creen que es justo que se les haya dado la orden de proteger a una creación de los dioses que físicamente es más fuerte que ustedes? –su mirada estaba en Skadi y Eira –desde que las convirtieron en objetos protectores, sus vidas dejaron de valer, pero si me entregan al Caballero Dragón, entre las tres le daremos al Dios de los humanos el castigo que merece por haber jugado con nosotras.
–Antes quizás te lo habría entregado –Skadi respondió –pero ahora que he visto que es un niño, pienso que es injusto que los humanos hayan puesto su esperanza en él sin importarles si muere por ellos.
–Mi padre lo puede liberar de esa carga –la demonio se hincó a la altura de la loba, aunque mantuvo su distancia –no lo quiero para matarlo, es más, en este juego que ideamos, el Caballero del Dragón, el hechicero y el verdugo que crearemos para destruir a los humanos, serán los únicos sobrevivientes de esa raza egoísta y miserable.
"Hace rato me llamó hechicero sin que yo la haya visto antes y ahora vuelve a mencionarme... ¿por qué nos necesitan a Dai y a mí?, ¿cuál es el juego del que habla?", sé que es una situación tensa y no debería pensar en otras cosas, pero no puedo evitar analizar todo lo que están diciendo.
El aura oscura llegó a nuestros pies y vi que el cuerpo de Dai languideció y me apuré a sujetarlo.
–¡Dai!, ¿qué te pasa? –grité angustiado porque había perdido el conocimiento.
–Ya casi no puedo mantener el hechizo que detiene su tiempo y la herida en su corazón lo está matando –la chica se hincó frente a nosotros –¡llévatelo!, nosotras intentaremos que los monstruos y ese demonio no los sigan. Una vez que salgan de aquí, cualquier magia curativa podrá salvarlo.
Por primera vez me di tiempo de verla a los ojos. El color que tiene es un hermoso azul cielo y fue su mirada melancólica lo que consiguió que la obedeciera.
Sujeté a Dai fuertemente y les di la espalda para volar hacia la puerta por donde entramos.
Ni los gruñidos de los monstruos, ni las explosiones o el calor de las llamas del inframundo, consiguieron detenerme.
Una onda expansiva nos alcanzó y varios trozos de piedras se incrustaron en mi espalda, pero aunque me dolía, seguí volando.
La luz del sol se colaba por la entrada del volcán y me permití sentir alivio porque pronto saldríamos de ese lugar.
–¡Espera, Popp! –Dai habló sin abrir los ojos –¡detente!
–Ya casi salimos. Si me detengo, perderemos tiempo valioso y necesito curar tu herida.
–Sé que sientes que la energía vital de las tres diosas está desapareciendo –por fin abrió los ojos y me dedicó una mirada de súplica –la demonio tiene razón... no es justo que ellas mueran por mí... Popp, te lo ruego, no seré capaz de soportar el saber que sobreviví a costa de la vida de otras personas.
–Falta poco para salvarte –le dije desesperado por su necedad –una vez que te curé, podemos volver si así lo deseas.
–Cuando salgamos de aquí, Astrid explotará el volcán con ayuda de sus hermanas... ese es el plan que ideó junto conmigo, pero aunque acepté llevarlo a cabo, la realidad es que no quiero que nadie muera.
–¡Es su decisión! –aumenté la velocidad –Skadi lo dijo, aún eres un niño... todos podrán verte como el héroe que tiene el deber de salvar al mundo, pero para mí siempre has sido únicamente Dai y no permitiré que la persona a la que considero como un hermano, muera porque cree que es su deber sacrificarse solamente por ser un Caballero del Dragón.
–Esa mujer dijo que no me quiere muerto –su aura se liberó y se soltó de mis brazos –hay un secreto entre esa demonio y Astrid. No tengo tiempo de decirte todo lo que vi, pero confió plenamente en tu capacidad de encontrar respuestas y en tu inteligencia para salvarme de cualquier peligro.
–¿Qué demonios estás planeando? –la desesperación cubrió mi voz.
–¡Descubre lo que en verdad quiere esa mujer maligna!... siempre se me hizo extraño que no dañara de gravedad a Astrid si las dos tienen el mismo poder, pero lo que sea que haya planeado, se vino abajo cuando ese Dios demonio apareció.
Ambos nos miramos fijamente con la intención de cambiar la idea del otro, (yo no quería arriesgarme a perderlo de nuevo), pero algo captó mi atención.
–El tiempo no avanza –dije de repente y Dai me miró sorprendido –debes tener razón... la única que puede detener el tiempo es esa chica a la que llamas Astrid, pero si dices que la demonio y ella tienen el mismo poder, ¿por qué esa mujer no anula el hechizo?
–Porque si lo hace, la herida que tengo en el corazón me matará en segundos.
La energía vital de la chica disminuyó al grado de que ya casi no se sentía y los dos nos miramos con preocupación.
–Lo que dije de Astrid quizás te provoca desconfianza, pero hay un hecho innegable y es que de no ser por ella, yo estaría muerto.
–¿Cómo esperas que confíe en esa chica cuando expresaste esas dudas?
–Primero tienes que descubrir si son ciertas o fue mi imaginación.
–Das por hecho de que no vas a salir.
–Si queremos salvarlas, alguien debe ser el anzuelo... Tú no puedes porque en este momento tu energía es mayor que la mía y eres el único que podría sacarlas de aquí, pero sin el hechizo de Astrid, yo moriré.
–Y piensas que la demonio usará el hechizo para mantenerte vivo, ¿no? –suspiré frustrado –volvemos a las apuestas arriesgadas.
–A ti es al que le gusta apostar en condiciones precarias –se burló y le sonreí –una cosa más, ¡cuida a Astrid! –apreté los puños ante su petición –sé que te estoy pidiendo demasiado, pero cuando conozcas su historia, comprenderás por qué me identifico con ella. También necesito que descubras cuál es el plan que tiene esa mujer demonio que nos involucra a los dos.
–Me estás dando una misión muy complicada –coloqué una mano en su cabeza y revolví su cabello –¿acaso piensas que tengo que resolver todos los problemas en los que te metes?
–Eres mi estratega personal –respondió sonriente –Popp –rápidamente cambio su actitud a una de seriedad –si lo que pienso es cierto y la demonio me mantiene con vida, no nos veremos en un largo tiempo, pero quiero que sepas que confió en que volverás a encontrarme.
–Eso ni siquiera lo dudes –me agaché para estar a su altura –siempre voy a encontrarte, sin importar dónde te encuentres... eres mi hermano del alma y por verte bien, daría mi vida sin dudarlo.
–Yo no quiero que mueras por mí, por eso te golpee aquella vez... También eres un hermano para mí –sus ojos se cristalizaron y supe que tenía que evitar que la tristeza lo invadiera.
–No es bien visto que los hombres lloren como niños –estiré su cachete y me reí al ver que frunció el ceño.
–Dijiste que soy un niño, entonces el único que se ve mal llorando eres tú –apuntó con un dedo mi cara y me puse rojo al descubrir que una lágrima bajó por mi mejilla.
–¡Yo no soy un adulto! –grité avergonzado –apenas tengo dieciséis.
Dai se rio y eso me hizo reír también.
"En verdad eres la luz de esperanza para todos", dije en mi mente, "contigo siempre encuentro el valor de enfrentar lo que sea y además, me hace muy feliz saber que confías en mí".
–¡Bien! –me erguí y Dai me imitó a pesar de sus heridas –¡vamos de nuevo a adentrarnos al infierno!
–¡Sí! –me acerqué para que se apoyara en mí –Popp, cuando veas a Le... –carraspeó –...a los demás, diles que no se preocupen por mí y que sólo deben esperar a que vengas a salvarme.
–¡Más vale que tengas razón y que esa demonio te mantenga vivo!
–Yo soy el más interesado en que mi teoría sea cierta, ¡créeme!
–Me imagino... seguramente no quieres verte como el maestro Aván y estás deseando ir con tu hermosa princesa para cumplirle como el caballero que toda mujer espera.
–¡No es por eso! –su cara se tiñó de rojo –¿quién habló de Leona?, yo no... no tengo tiempo de pensar en el amor.
–Hace un momento ibas a mencionarla, pero decidiste nombrar a todos en general –desvió la mirada y me reí más fuerte –Leona te extraña –apagué mi risa y le hablé con sinceridad –mientras estés solo, recuerda que tienes un motivo muy poderoso para no rendirte.
Su vergüenza no lo dejó responder, pero sé que Dai ansía ver a Leona nuevamente.
"Al menos tienes la dicha de ser correspondido y eso es lo que te dará fuerzas para soportar lo que sea".
Con ese último pensamiento, regresamos a lo que sería nuestra nueva despedida.
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