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ESCUCHO

LAS COSAS PASAN POR ALGO, Y LOS ACONTECIMIENTOS ESTAN DISPUESTOS A ENTRAR POR UNA PUERTA Y QUEDARSE COMO RECUERDOS.

Siempre se daba un baño antes de salir por la puerta de su casa, se quedaba sobre pensando las cosas dentro de esta, una mancha en su estómago y una sonrisa en el espejo.

Su reflejo le decia lo que quería una mujer que lloraba, que sufría, sus ojeras mostraban más de lo normal.

Bajo la cabeza y callo ante su reflejo, respiraba profundo, veía sus lágrimas y se pedía disculpas.

Lo recordaba,lo veía tocando la puerta de su habitación con un ramo de flores.


-Te ves hermosa - decía mientras le gritaba por no ponerle la suficiente sal a la comida.

-Te amo- decía y le pegaba por no saber echo lo que el quería, en un giro a la cocina.

La golpea a tres vueltas de las escaleras después de decirle que la odiaba y le daba un beso en la frente para pedir disculpas después de verla decaída.

Su casa ya no era la misma, cocinando para el, logrando para el, entendiendo para el, ¿le pertenecía a el?.

Se levantó ya salía del agua, el agua blanca, le hacía perder las lágrimas y seguir con un poco de esperanza.

Su cuerpo limpio, sus heridas echas cicatrices, lo secaba poco a poco, ponía crema sentía su piel ceniza y rasposa.

Respiro profundo y comenzó a cepillar su cabello se sonrió a si misma, eligió su ropa, salió a tomar el periódico, jamás lo leía y no tenía ganas de hacerlo.

Lo recogía y lo dejaba a lado de la venta para después venderlo, leía libros donde el héroe y el villano eran uno, solo como su propia villana al dejar que la tocaran y su propio héroe al defenderse de los ataques, escuchaba la contestadora y la radio, odiaba la mala sintonía de la televisión.

Al terminar las 9:00 salía de casa con una gran sudadera puesta a pesar de no tener frío, tomaba su bolsa y una libreta que siempre llevaba consigo, respiraba profundamente antes de salir, tomaba el metro como todos los días la gente salía corriendo disparada y finalmente llegó al trabajo.

-tenemos la historia pero ella no quiere hablar con nosotros - mire a mi jefe unos 1200 al mes la historia iba bien, el descenso de la compañía hacía que cada semanas por lo menos se despidiera a alguien, respire profundo y seguí escribiendo en la libreta, sabía las noticias antes de ser las, la cámara se desplegaba al enlace que su flash capturaba.

-Somos reporteros- dijo Eduardo al ver qué no podía ni reinscribir una matanza en Cuernavaca.

-Y con quién quiere hablar entonces - leí las hojas y los testimonios que tenían esa conmovedora historia, que cambie la visión del espectador ante un echo, que en pleno siglo 21 seguía ocurriendo.

-A ti- me miró con cautela y desprecio me quite los lentes y dejé la pluma a un lado.

¿por qué yo?, pensé, el paso por lo mal que me sentía y la inseguridad de mi cuerpo transcurría por algo que dolía entre los golpes ocultos debajo de la ropa, que me hace especial.

-seria la mejor historia hasta hoy, ¡vamos!- dijo ella detrás de mi, tome la libreta y la cerré acomodando la pluma.

-No nos reiremos de una historia triste que aparenta ser conmovedora- respondí con un gran nudo en la garganta.

-Claro que no- contestó Eduardo.

-Un asesino serial, mata a la mitad de un pueblo sin ser visto- dijo, creando un nombre y moviendo sus manos.

-uno solamente- pensé aunque en realidad lo dije.

-Solo hazlo y tu salario subirá un 10%, si la mujer quiere que la entrevistes tu adelante - lo mire entre risas.

-Y no piensa el por qué quiere que yo lo haga- trague saliva.

-Tal vez sabe que tú la entenderías- respire profundo, ante ese comentario.

-Ya lo hice- todos me miraron.

-Y por qué no dijiste nada- sonreí.

-Por que esa es mi historia- solo salí y me dirigí a la casa de la mujer.

En cuento supe de su existencia no puede evitar llegar a verla, mis manos temblaban como la primera vez que la vi y mi prudencia se perdía en el frío del lugar.

Su casa estaba echa de madera, entre el cerro, laminas en el techo, deje el auto a mitad de camino y me adentre hacia haya había estado aquí antes, el olor a humedad, las hiervas altas animales de granja por doquier.

Al llegar ella estaba sentada en una vieja silla de madera, la vejez se veía en su cara, sus manos y sus ojos.

-Valla creí que nunca vendrías- se levanto y abrió la puerta, sonreí con la voz quebrada.

-Hola- dije entrando detrás de ella.

-Se por que estas aquí solo que no entiendo, si tu quieres una historia por que mandar a los demás y no escuchar de viva voz- le sonreí ante el comentario.

Mi propio oído estaba dispuesto a escucharla por horas, deje las flores aunque se caían los pétalos, formaban un pequeño comino.

-Ya avía escuchado su historia tal vez no lo recuerda con claridad - me miró mientras acomodaba el sillón.

-tal vez dejaste que te olvidará y es por eso que has venido a recordarme- me senté cuidando su casa tenía un olor a viejo y al mismo tiempo, a vida.

-Podemos empezar- respire profundo y comencé a escucharla.

-¿Por qué escribes?- me dijo mientras sacaba mi pequeña libreta.

-Usted también lo hacía o, ¿no?- me miró con una sonrisa y le entrego su libreta.

-Hace tiempo que no te veía querida- se refería a ambas.

-te sirvió de ayuda - sonreí

-Claro que si... claro que si

-Cuando escribo es para no olvidarlos, si los recuerdos o mi vida me come mi propia enfermedad me mata poco a poco.

Recuerdo el momento en que escuche de ellos la forma en la que las personas a tu alrededor se reúnen a escuchar, la misma historia una y otra vez no tenía la enfermedad, pero le daba miedo llegar a ella o que ella me encontrará, esconderse no es fácil y pedir ser invisible tampoco, hay acciones y maneras que te hacen entender que para la humanidad no puedes ser absolutamente nada, pero para una familia puedes serlo todo.

Así como el temor a la muerte la ironía del miedo o visualizar recuerdo poco común, crees que es lindo cuando te mata poco a poco el simple echo de volver a estar ahí, y escribí mucho.

-Lo que sea que tú hayas vivido es merecedor de aprender, no importa que tan malo sea, es merecedor de dejarlo atrás- mire al suelo y se acerco a mí.

-Eres merecedora de todo, todo lo bueno y no de los golpes que el pudo haberte dado.

Vamos por pasos y toma asiento tal vez una caja de pañuelos y una taza de café, respira profundo y con fuerza toma aire y espera como la desolación del paradero de los sueños, comienza a dar forma.

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