El encuentro
El sol resplandece como nunca este día, los pájaros cantan y yo aquí, practicando levitación para eliminar a los seres oscuros de la noche.
Somos cuatro chicos a los que nos llaman los elementales.
¿Por qué tengo que equilibrar una piedra sobre otra? No tengo idea. Nuestro guía es peor que mi profesora de historia.
"Durante el eclipse solar del año 2024, ocurrieron hechos no visibles para los mundanos pero, este año resulta un gran cambio para los seres mágicos. Cuando el día se vista de un velo negro, el ser frío saldrá de su cautiverio para reunir fuerzas y con la luna teñida de sangre, será el fin de los tiempos para ambos mundos. Por esa razón, lo seres celestiales enviarán cuatro piedras sagradas para que cuatro seres especiales ayuden a acabar con uno de los más grandes males de la historia."
—¿Me estás escuchando? —preguntó nuestro guía con sus ojos fijos en mí.
Típico.
—¿Y a mí que me importa los demás? —alegué —. Nadie nunca hizo nada por mí —confesé.
—Hace tres meses que venimos trabajando en ello y tienes un gran potencial pero, tu actitud no ayuda a nuestra causa —decía una y otra vez. Hecho que para mí, tenía menos sentido.
El no sufrió los días del secundario.
—¿Nuestra causa? Oiga, yo no elegí ser esto —dije formando un pequeño remolino en la palma de mi mano, apagándolo con solo pensarlo —. Tengo cosas más importantes.
—¿Ser la reina del baile escolar? —se burló mi querido hermano sin una sonrisa dibujada en su rostro, sus ojos marrones estaban fijos en mí, cruzado de brazos como si la mala de la película fuera yo.
Necesito salir de aquí.
Nuestro guía me detuvo con una barrera invisible. Alcé mi mano derecha para tirar todas las pelotas de energía en aquel galpón con grandes ventanales. Mi plan no era destruirlas, quería que se distrajera un momento para poder salir por la puerta principal. Eso sucedió. Mientras todos utilizaban sus poderes que provenían de la naturaleza para no provocar un caos.
Aunque hoy me siento más cansada de lo común. Cada noche que tengo esos sueños con aquel sujeto apuesto, en las que bailo en un palacio y creo que somos pareja o casados ya que, siempre nos encontramos en una misma habitación.
Al salir de la academia invisible para todos los demás, tuve una sensación extraña en mi pecho. De nuevo creo que esa persona me observa desde lo lejos.
Vi una sombra en lo más alto de un edificio cuando me marchaba a casa. Ignoré las preguntas de mis amigos y volé a una velocidad que los mundanos no pueden ver. Llegué ahí arriba a la velocidad de la luz y ya no estaba. A pesar de eso, su esencia seguía allí. Quizás era él. Logré verlo en la esquina del restaurante abandonado. Volé con todas mis energías hasta allí. Nada.
—¡Da la cara si eres valiente! —grité creyendo que aparecería.
Esperé por varios segundos más, nunca nada ocurrió. Al contrario, vi a mi mejor amiga caminar casi corriendo hacia donde yo estaba.
—¿Estás loca?
—Es probable. Me lo dicen todos ¿Y ahora qué hice? —pregunté pensando en todo lo que había discutido con Gabriel.
—¿Acaso soy la única que comprende la gravedad del asunto? —cuestionaba llevándose las manos a la cabeza.
—No. Mi querido hermano también —comenté seria.
—¿Por qué hablas así de él? Parece muy correcto.
—Vive con él 24 horas y después dime qué te parece —sugería una gran verdad que desconoce —- ¿Qué sucedió?
—Como siempre, se enojó porque te fuiste y creo que ya sabe que no vas a volver por hoy —dijo colocando sus manos en los bolsillos de su chamarra por el fuerte frío que está azotando la ciudad.
—¿Y tú qué haces aquí?
—Me mandó a cuidarte, dijo que hay un ser oscuro andando por aquí, aunque no sabe quién es.
Rodé los ojos por las claras explicaciones que nos ha brindado desde que apareció en nuestras vidas.
—¡Cuánto sabe! —exclamé con gotas de sarcasmo —- ¿Vamos de compras? —sugerí aburrida —. Eres mi mejor amiga y tengo que renovar mi armario. Éste invierno trae muchos cambios geniales —comenté luego de ver el estupendo catálogo que me envió Estela, quien tiene la mejor tienda de la ciudad.
A continuación, no logré escuchar lo que decía mi amiga pues, aquella sensación extraña que nace de vez en cuando de mi pecho expandiéndose a todo mi cuerpo, había cobrado más vida que nunca. Sentía esa presencia del techo, más que nunca. Ahora que lo pienso mejor, creo que es el mismo sujeto apuesto de mis sueños que parecen reales; son tan extraños como eróticos. Dirigí mi mirada hacia todos los rincones posibles y no pude verlo, pero su esencia está cerca.
—¡Natasha! Natasha! —me llamaba mi amiga chasqueando sus dedos cerca de mis ojos.
—¿Qué? —pregunté saliendo de mi ensimismo.
—¿Qué te sucede? —inquirió preocupada —. ¿Si quieres vamos al departamento?
—No, no. Debe ser que me bajó la presión —mentí. No tenía más remedio —. Vamos.
Luego de dos horas de caminar por el centro comercial, nos compramos varias prendas. Nos subimos a un taxi que nos llevó al edificio donde comparto mi departamento con mi mejor amiga. Subimos por el ascensor. Vico apretó el botón cinco, que era nuestro piso. Caminamos por el pasillo y como tenía tantas bolsas en mis manos, la castaña abrió la puerta de nuestro pequeño hogar. Aventé las bolsas sobre mi cama.
—Te dejaron un regalo —me entregó una caja —. Lo dejaron hoy en la mañana afuera pero, me olvidé de decirte. Tenía tantos nervios por el examen de filosofía.
—Gracias.
—Voy a darme una ducha. Si llamaba Ezequiel, no estoy —comentó buscando prendas en el armario.
—¿Qué pasó? ¿Mal chico? —pregunté de curiosa que soy.
—No es malo pero...
—No es Gabriel —nombré a nuestro gruía y parecía salir pequeñas lucecitas de sus ojos.
—¿Se nota tanto? —preguntó un poco preocupada, con sus mejillas más rojas que un tomate.
—No, me di cuenta porque soy tu mejor amiga desde el jardín de infantes y eres como mi hermana. No te preocupes, no me gusta, lo detesto y nunca te haría daño con algo así —confesé con sinceridad.
Vico fue a bañarse. Mientras tanto, tomé la caja dorada con un lazo rosa, se lo quité encontrando un vestido de encaje blanco, con un gran escote en la parte delantera. Parecía bordado con finos hilos de oro.
Lo saqué de allí mirándome en el espejo con aquella prenda y esas visiones cobraron vida como nunca antes.
Escenas diferentes se presentaban en mi mente, viéndolas como si yo estuviera allí o como alguien que recobra la memoria.
"Caminaba por un pasillo con un estilo rococó, con todas las alfombras y cortinas bordadas en oro. Los colores pasteles abundaban en aquel sitio. Al final me cruzaba con alguien de una mirada cautivante y su color brillaba más que las mismas esmeraldas. Era tan misterioso con tanta personalidad que, me quedé muda."
"En un cuarto, me probaba aquel vestido de raso bordado en oro. Mi piedra favorita. Me observaba como me quedaría ante el espejo ovalado y él se encontraba detrás de mí. Se acercaba a mí con una suave tranquilidad, sembrando besos tiernos como candentes en mi hombro que quedaba al descubierto con aquel vestido amarillo seco. Comenzaba a correr la otra manga hacia abajo, dirigiendo así sus besos hacia mi otro hombro. Mi corazón comenzaba a acelerarse, queriendo más. Me daba la vuelta y nuestros labios se unían como uno solo, pidiendo a gritos solo una cosa, placer."
"Era de noche. Lo buscaba por todos los rincones del castillo. Estuve horas sin saber nada acerca de él y lo encontré tras un gran árbol con un anciano muerto, manchado de sangre su lado izquierdo. Mi gritó provocó que lo soltara cayendo al pasto, vi la mirada apagada de ese hombre. La persona de pie vestía sus mismas ropas, llevé mis manos a mi boca al ver por la luz de la luna a mí ser amado con los ojos negros y la boca manchada de sangre. Al parpadear, su color natural regresó. Se acercó a mí pero, yo no pude alejarme. No por miedo. Creo que el shock no me permitía huir de la situación. Lágrimas comenzaron a desbordar de sus mejillas.
—Yo no elegí ser esto —habló rompiendo el hielo con su voz profunda."
Tiré el vestido hacia un costado. No comprendía nada la situación. Mi vida es una completa locura. Todo marchaba bien. Soy bailarina profesional, la más aplicada de la clase, estoy en el club de teatro. El eclipse cambió mi vida un 180 por ciento, ahora tengo poderes que puedo controlar bastante bien. Nuestro guía es un ogro conmigo y esos sueños que se acrecentaron más con la presencia del vestido del ser misterioso que lo haya dejado. ¿Cómo es posible que esto recobre mis sueños? No soy normal, lo sé. Lo único que quiero es una explicación a todo esto.
Una ráfaga de viento abrió el gran ventanal del recibidor que está junto al dormitorio. Me levanté para cerrarla. Sin embargo, alguien ya había entrado por allí cerrándola a su paso.
Era él. No era un hombre alto, su cabello oscuro con algunas ondulaciones en sus puntas. Sus ojos grandes ojos verdes se habían clavado en mí, floreciendo una vez más, aquellos sentimientos con mayor intensidad pues, se encontraba a pocos centímetros de mí.
—Hola amada mía —dijo acercándose con pasos suaves hacia mí. Ni siquiera me moví. Acarició un mechón de mi cabello, sembrando besos en mi cuello de los que no logré resistirme. No puedo apartarme de él —. ¿No me temes?
Negué con la cabeza.
—¿No fueron solo sueños? —pregunté. Aunque ya sabía la respuesta.
—No.
Acarició mi mejilla con dulzura y pasión.
Escuché que mi mejor amiga quería abrir la puerta del baño. Seguro que se trabó como siempre. Quería ayudarla pero, él me acercó a su cuerpo al apoyar su mano en mi cintura. Mi mano izquierda se posó en su pecho sintiendo su suave piel, gracias a los botones desprendidos de su camisa negra. Nuestras respiraciones chocaban y él parecía sacarme una radiografía de mi cuerpo.
—¿Eres tú al que debemos destruir?
No podía creer que el hombre de mis sueños fuera el ser más malvado de todos.
—¿Tú que sientes?
—Que te conozco de toda la vida. Eras mi marido en mis sueños y un...
—Dilo —ordenó casi en susurro,
—Vampiro.
—No quiero que te vayas —confesé.
—No lo haré...si me acompañas.
Me tomó de ambas manos sin dejar de mirarme.
—Iré a donde tú quieras.
—¿Qué haces Sarah? —preguntó Vico lanzando una bola de agua a Joaquín.
Recordé su nombre después de tantos años.
Con mi mente tomé aquella bola encerrándola en una esfera invisible de aire, tirándola a un costado de la habitación.
—¡Amiga él es el enemigo! —alzó tanto la voz que, provocó un eco en el lugar.
—La duquesa ha recobrado sus recuerdos y no parece querer estar aquí —intervino mi querido hombre de ojos verdes.
—¡Tú callate! La has embrujado demonio de la noche. No te das cuenta que tú eres la duquesa con la que éste vampiro se obsesionó hace 500 años atrás. Natasha, eres mi mejor amiga; como una hermana pero, no permitiré que ayudes a ese malvado —comentaba dolida más, no quería apartarme de él.
Con un leve movimiento de mi mano, la tiré contra la pared.
—Lo siento pero, lo que siento por él es demasiado fuerte. Nadie me entiende y él me conoce a la perfección.
Intenté explicarle.
—Recapacita amiga —me rogaba entre lágrimas.
Ya había tomado mi decisión. Mis sentimientos por el conde son más potentes que cualquier otra cosa en el mundo. Lo tomé de la mano sin dejar de mirarla, desaparecimos en el aire.
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