RETÓRICA: ACTO DE PRESENCIA; MEDIEVO
En las tinieblas, el silencio se apodera de mí, en la oscuridad; cual manto negruzco, quedo enredado en su yugo, en la viscosidad de su esencia, de su implicancia, de su inmediatez. Escribo entre las líneas del suspiro, ensimismado y cautivo; vivo por la fragancia putrefacta que ve su engendra en la desdicha y la morbosidad. Quema el fuego fatuo con sus llamas espectrales, de tales grados, de tales fuerzas; con ejerza se superpondrán entre la melodía demoniaca: Abrasando mi ego, incinerando mi amor; mermando mis restos, calcinando mi don. Es la protesta de mi espíritu, que intenta desesperadamente huir del purgatorio de Dante, como alma penante, cuestionando con alevosía su cordura, su fe, su suspensión: "Es presa de un sesgo, de la maquinación".
Cree entenderme el mortal, en sus relatos y flagelos de moral: la sombra es mustia, arisca, desdichada, insustancial; no otorga medios, no acepta charlas, no da aval. Se encripta en "El Código de Hammurabi", se programa en Anticetera y su mecanismo irracional: "El Alfa y el Omega, la cumbre apoteósica; el manuscrito del hombre con firmas utópicas". "¡Siembra hiedra, da Alcázar! ¡Vino el rey a su recinto, alza el pan!", no te piden ambigüedades, imploran beneplácito; son tan torpes los plebeyos, enigmáticos. Él se anticipó y renegó ante el clérigo, delegó a trovadores narrar festines: "Avivar rencor". "Qué mentor tan impropio, tan impío; se extirpa del pecado con falacias, lo maldigo", "Es tan cruel el tal tirano... ¡Tan verdugo! ¡Tan señor!"; así musita la tumba, así exclama el deudor, dan por puesto el manifiesto del pedante opresor: "Acogedor".
Son fábulas del Medievo, de arlequines, de rumor; son abyectas tantas crónicas, nefastas, carentes de valor. Que mencionan al gitano, al caballero, al nigromante, al mago, al confesor; que idolatran a la virgen, al santo, al aciano, al soñador. Me pregunto con encono, con las dudas, con cuestión: "¿Qué serán de sus misiones, de las cruzadas, de tal visión?". No hallo mención, pronta respuesta, verdad en palabras u oración; se han mentido, miran el trono, ¿no son austeros?, no son color. La humareda, la niebla fúnebre; ellos se aclaran, atisban el cielo: lo que observé. Sin puritanos no me acostumbro, pasan los lustros y sigo aquí, encerrado en la disyuntiva de la retórica, no aprendí; si mis temores se masifican: "No comprendí", si mis risas hoy son tormenta: "Lo asumí".
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro