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Capítulo 7

EUNJI

Abro los ojos y veo gigantescas llamas mezcladas con una espesa estela de humo negro, como si hubiera una horrible nube de fuego sobre mí, la cual no puedo dejar de mirar porque es tan hipnotizante como lo es mirar el hermoso rostro de Yuntae. Un fuerte pitido en mis oídos no me permite analizar lo que está sucediendo, es como si todo estuviera pasando en cámara lenta y sin sonido.

Los escombros del edificio están convertidos en pequeños trozos de bloques y vidrio, el resto son cenizas, cenizas que caen sobre mi cuerpo.

Intento moverme, sin embargo, un gran trozo de la pared está sobre mis piernas, esto me impide tener movilidad, en eso descubro que a mi lado está Yuntae inconsciente. Con dificultad me giro hacia él y trato de despertarlo, pero mi corazón se detiene cuando noto una gran mancha de sangre en un costado de su frente.

—Yuntae, Yuntae —Agito sus hombros, pero éste no se mueve—. ¡Yuntae despierta! —Lagrimas salen de mis ojos al ver que a pesar de mis intentos por despertarlo éste no reacciona—. ¡No te mueras, por favor despierta! —Con un fuerte dolor en el pecho, coloco mis dedos sobre su cuello para medir su pulso y suelto el aire al sentir sus débiles latidos.

Con cuidado trato de levantarme y ya casi sentada observo que estamos sobre el techo de un auto, y que por la fuerza de la caída este se ha hundido. Sobre nosotros hay un montón de escombros, pero nada tan grande como para aplastarnos. Toco mi oído izquierdo y descubro que de su interior brota mucha sangre, debido al sonido de la explosión mis tímpanos han salido perjudicados. Aparto de mis piernas el escombro que cae al suelo haciéndose pedazos.

Logro bajarme del auto a pesar de que mis piernas no están en buenas condiciones, y tomo del suelo el arma de Yuntae guardándola en la parte de atrás de mis pantalones y mientras observo el cuerpo de Yuntae muy herido mi audición va regresando. Esto me permite escuchar el sonido que hacen las sirenas de las ambulancias. Dándole un último vistazo a Yuntae decido ir a buscar ayuda, es así que con mucha dificultad y aún sin poder escuchar bien camino hasta el otro lado del restaurante.

Justo en la entrada hay un montón de camiones de bomberos, y ambulancias. Camino hasta una enfermera que veo salir de una de las ambulancias.

—Señorita, por favor ayúdeme —exclamo ya frente a la mujer la cual rápido me sostiene—. Mi esposo está muy mal herido, sálvelo por favor —lloro con angustia a lo que ella siente y llama a su compañero, al cual el indica que traiga una camilla.

—¿Dónde está? —pregunta y yo le señalo la dirección.

—En el estacionamiento, sobre un auto —Ella y su compañero corren en esa dirección junto con la camilla y no puedo evitar mirar como los bomberos sacan cuerpos calcinados desde el interior del restaurante.

Todo es un caos en medio de las llamas ardientes que amenazan con propagarse. Noto que a pesar de que los explosivos tuvieron lugar en un costado del segundo piso, eso ocasionó que las cocinas también explotaran y crearan otro gran incendio, justo donde había una buena cantidad de personas, las cuales ahora mismo están siendo sacadas muertas y las pocas que han quedado con vida, tienen partes de su cuerpo quemados.

En mi estado de shock revivo las imágenes de cuando Yuntae se abalanzó sobre mí y caímos al vacío en medio las llamas. Todo fue tan rápido. Reacciono al ver como la enfermera trae consigo a Yuntae acostado sobre la camilla. Mi corazón se encoje al darme cuenta que casi todo el lado izquierdo de su cabeza está cubierto con sangre.

Con mucha rapidez y precisión el hombre sube la camilla al interior de la ambulancia al cual me subo junto con a la enfermera, la cual cierra las puertas y de inmediato su compañero comienza a conducir.

La mujer revisa a Yuntae en todo el cuerpo descubriendo que hay un gran trozo de vidrio incrustado en su pierna. Ella con cuidado revisa su cabeza de instala el medidor de signos vitales. Mientras ella lo revisa yo espero ansiosa y preocupada.

Luego de un rato ella detiene el sangrado de ambas heridas y lo deja descansar. Noto que su mirada es preocupada así que me inquieto aún más.

—Disculpe, ¿él va a estar bien? —cuestiono y ella se acerca mi con un pañuelo y una botella de algodón.

—No sabría decírtelo, pero es mejor que estés preparada para todo —dice comenzando a limpiar mi oído. Sus palabras me causan dolor

—¿Quiere decir que podría morir?

—Sufrió una fuerte contusión en la cabeza que le causó una conmoción cerebral, aun no puedo decirle que tan malo es, pero sí el cráneo tuvo alguna ruptura habrá graves consecuencias. En el peor de los casos, la muerte.

Escuchar eso hace que algo muy dentro de mí se estremezca, y mi pecho duela. Siento como mi boca tiembla y mis ojos se humedecen. Es tan horrible sentir de nuevo esta sensación, la de perder aun ser amado. Me sucedió cuando me enteré de la muerte de mis padres y abuela, ahora está volviendo a suceder. Yuntae podría morir.

—¿Cómo es que terminaron sobre el auto?

—Estábamos discutiendo y cuando todo exploto él se lanzó sobre mi provocando que cayéramos sobre el auto.

—Se nota que te ama mucho —dice ella de repente.

—¿Qué?

—Tu esposo, él te salvó la vida —Termina de limpiarme el odio y le da una mirada a Yuntae—. Por lo que me cuentas y sus heridas, es claro que te abrazó para protegerte porque sabía que al caer podrías golpearte y él prefirió usar su cuerpo para protegerte.

Me quedo procesando las palabras de la enfermera, que después de ver el verdadero rostro de Yuntae se me hace difícil creer que pueda llegar a hacer algo bueno por otra persona que no sea el mismo. Pero verlo así inconsciente con sangre saliendo de su cabeza a pesar de tener una venda cubriendo la herida, me hace creer que en realidad puede que el interior de Yuntae no solo es un pozo negro, tal vez ...

De repente el sonido alarmante de la máquina de signos vitales chillando de forma escandalosa hace que me asuste. Yuntae está teniendo un ataque al corazón. Entro en pánico mientras veo como la enfermera corre hacia él y comienza a reanimarlo con ayuda de sus manos haciendo presión sobre su pecho con fuerza y rapidez.

—Ven aquí —grita la mujer así que me acerca a ellos—. Necesito que lleves la cabeza del paciente hacia arriba —me indica y rápido lo hago, pero al estar más cerca me doy cuenta de que Yuntae no está respirando. Su piel esta tan fría como el hielo.

Las fuertes compresiones de la mujer se repiten una y otra vez sin resultados. En la imagen de la maquina solo hay una línea recta que hace que quiera llorar.

—¡Yuntae, no te mueras! ¡No me puedes dejar! ¡No te mueras! —Mis gritos de angustia y desesperación se pierden con el sonido de la máquina que indica que el corazón de Yuntae no está latiendo.

Pasan un rato y nada que logramos reanimarlo hasta que veo como la mujer quita sus manos del pecho de Yuntae con la respiración hecha un desastre. Me mira y veo en sus ojos eso a lo que tanto le temo. Me separo del cuerpo y me quedo sentada sin poder creer lo que está pasando. ¡Yuntae está muerto! Yuntae está muerto!

Llevo mis manos temblorosas hasta mi boca y trato de ahogar el llanto mientras mi mirada se mantiene fija en su cuerpo pálido. La enfermera sigue de pie frente a él, quizás preguntándose ¿Qué ha salido mal?

En medio de todo el caos y el movimiento de auto veo como la enfermera se voltea a mirarme con una profunda tristeza y como si fuera en cámara lenta veo a Yuntae levantarse de la camilla y con un cuchillo en su mano atraviesa el cuello de la enfermera desde atrás.

Me paralizo teniendo frente a mÍ a Yuntae despierto, como si nada y asesinando a una persona que solo lo quiere ayudar. El cuchillo atraviesa el cuello de la mujer, pero aun esta con vida así que Yuntae saca el cuchillo y comienza a apuñarla en el mismo lugar hasta que el cuerpo cae lleno de sangre.

Horrorizada por lo que acaba de pasar me quedo mirando como Yuntae simplemente se acomoda la ropa y parece molestarse porque está sucia y rota como resultado de la explosión. Se quita todos los cables y se pone por completo de pie y comienza a buscar algo.

—Eunji, ¿dónde está mi arma? —Lo escucho hablar aún sin creerlo. Éste me mira con ansiedad—. ¿Dónde está mi arma?

Reacciono y le doy el arma, la cual recibe con mucha felicidad. Lo veo guardar el cuchillo en las botas estilo militar que lleva puestas.

—¿Cuánto tiempo ha pasado desde la explosión?

—No... no estoy segura... creo que... bastante porque había bomberos y médicos tratando de salvar vidas.

Las palabras salen de mi boca en automático mientras proceso que lo que está pasando no lo estoy imaginando, es real.

Él toma de nuevo asiento y parece pensativo.

—Ven aquí, tengo el hombro dislocado —Él se toca con cuidado el hombro derecho así que me pongo de pie, aunque el brusco movimiento hace que me tambalee—. Necesito que lo acomodes.

—Te va a doler —Mis estúpidas palabras son ignoradas, así que solo me ubico a su lado y le sujeto el hombro que sí, está muy dislocado—. ¿Quieres que cuente hasta tres? —propongo y él me da una mirada de solo hazlo.

En eso recuerdo lo que me dijo su hermano, que él no siente dolor. Con eso en mente lo hago y me sorprende que en realidad no le afecta, ni siquiera se inmuta.

—Dejé mis armas y la máscara en el auto —dice, para después lanzarme una de esas miradas que me indican que cometerá una gran locura. En medio del estrecho espacio de la ambulancia él se dirige hacia la ventanilla que comunica con el conductor. La abre un poco y se asoma con precaución sin embargo la vuelve a cerrar y se acerca a mí—. Necesito que hagas que el conductor se detenga.

—¿Cómo piensas que voy a lograr eso?

—Inventa algo, eres buena en eso —Lo que dice me hace enfurecer ya que no parece importarle que estuvimos a punto de morir por su culpa—. Date prisa, no tenemos mucho tiempo antes de que ellos nos encuentren.

—Ellos ¿Quiénes?

—Tu amiguito Sooho y unos perros sarnosos —responde mientras se coloca junto a la puerta—. Hazlo.

Pensativa, deslizo mi mano sobre mi flequillo apartándolo de mis ojos y me acerco a la ventanilla. La abro despacio y logro visualizar al hombre conduciendo a toda prisa en medio de una utopista muy transitada.

—Disculpe —balbuceo y miro de reojo a Yuntae, a quien le parece muy entretenida esta situación porque comienza a reírse de mí.

—¿Qué sucede? ¿Y la enfermera Chyul? —cuestiona mirándome por el retrovisor.

Comienzo fingir que estoy desesperada y no sé qué hacer.

—Ella está teniendo una emergencia, me pidió que le dijera a usted que necesita ayuda —miento y el hombre me observa con confusión.

—Qué es lo que sucede ya casi llegamos al hospital, ella lo puede estabilizar—dice tratando de calmarme, pero entonces finjo más desesperación.

—¡Por favor, si no la ayuda mi esposo va a morir!

—Está bien, tranquila ya voy.

El hombre con precaución se detiene a un lado de la carretera y rápido se dirige hacia la puerta de atrás, justo donde Yuntae lo está esperando con el cuchillo en sus manos.

Apenas el hombre abre la puerta e ingresa Yuntae se abalanza sobre este apuñalándolo varias veces hasta que lo mata y deja caer el cuerpo sobre el de la enfermera.

—Ven —Me toma del brazo y me arrastra hasta que salimos de la ambulancia. Ya afuera veo como muchos autos pasan a nuestro lado a toda velocidad sin prestarnos atención. El viento es fuerte y helado, esto me provoca escalofríos mientras Yuntae se encarga de cerrar bien las puertas.

Termina y se dirige hacia la parte de adelante así que lo sigo. Lo veo entrar y cerrar la puerta.

—¡Piensas dejarme aquí! —exclamo con indignación desde el otro lado de la ventana y él pone los ojos en blanco.

—No, jamás haría eso —Me muestra una sonrisa de lado mientras señala la otra puerta—. Vamos, sube.

Corro hasta el otro lado y entro sentándome en la zona del copiloto. Enseguida él arranca volviendo a introducirnos en la autopista. Ya más calmada me permito apreciar que a pesar de que una persona ha explotado a unos metros de mi aún estoy con vida y, sobre todo, lo más importante, a Yuntae lo quieren matar sea como sea. Él asegura que se trata de Sooho, pero si es así no está solo, alguien lo está ayudando, alguien más poderoso y que parece conocer a la perfección a Yuntae. ¿Quién es esa misteriosa persona?

En silencio miro a Yuntae mientras conduce y recuerdo que mencionó un nombre, Wang Hani, ¿Quién es?

—Ya se estaban tardando —habla, sacándome de mis pensamientos. Yuntae saca su arma y sigue conduciendo con su otra mano.

En eso siento un fuerte golpe que me hace gritar. Observo por los espejos de las ventanas que hay varios autos detrás de nosotros y uno de ellos acaba de empujarnos. Por suerte tengo el cinturón de seguridad o si no hubiese a travesado el parabrisas.

Otro golpe con mucha más fuerza y seguido varios disparos atraviesan la ambulancia. Rápido ambos nos agachamos y Yuntae comienza a acelerar. Todo dentro de la ambulancia se hace pedazos a medida que nos siguen disparando.

Yuntae gira y trata de perderlos, pero se le hace imposible. Son en total tres autos negros que obviamente son más rápidos que una ambulancia.

Después de una horrorosa persecución ellos consiguen darle a una de las llantas y esto causa que Yuntae pierda el control del auto y como todo un maniático, conduce y dispara al mismo tiempo hasta que de repente chocamos violentamente contra otro auto...

Reacciono y veo todo al revés, noto que Yuntae está despierto y rápido trata de salir así que intento hacer lo mismo. Me quito el cinturón esto provoca que caiga y me golpee el hombro y la espalda.

Casi sin aire siento como me jalan hasta lograr sacarme de la ambulancia la cual está destrozada. Ya afuera Yuntae me ayuda a ponerme de pie lo cual se me hace difícil porque me duele todo el cuerpo.

Mientras veo como hemos ocasionado un gran accidente en cadena que ha evitado que los autos que nos persiguen queden atascados a unos metros de distancia.

Yuntae aun sujetándome, le dispara al motor de la ambulancia y una pequeña corriente de gasolina comienza a salir.

—¡¿Qué haces?! —cuestiono con temor.

—Una distracción —Es lo único que responde antes de volver a disparar y provoca que el combustible se encienda y convierta en una llama de fuego. Rápido comenzamos a correr lejos de ese lugar hasta que escucho un ruido ensordecedor que nos manda directo al suelo.

No pasa ni un segundo cuando él me jala para que me levante. Mientras lo hago miro a mi alrededor y solo veo fuego. Quiero entrar en pánico al ver las llamas y sentir el calor quemar mi piel, pero Yuntae no me lo permite porque me obliga a correr sujetándome de la mano.

Después der un buen rato corriendo entramos a la fuerza aun fábrica de alimentos. Con todo lo que está pasando no me había dado cuenta de que Yuntae no ha saltado mi mano desde que comenzamos a correr.

Seguimos corriendo hasta llegar a una zona donde hay muchas maquinas gigantescas, hornos, estufas y cilindros. Me libero del agarre de Yuntae y me detengo cansada así que comienzo a dar respiraciones profundas, mientras lo hago Yuntae aprovecha para mirar si aún tiene balas su arma, pero termina descubriendo que solo le queda una. De repente se aproxima hasta mí y puedo ver con claridad que la herida en su cabeza se ha ensangrentado de nuevo y debido a eso su rostro luce pálido.

Su ropa está tan sucia y rota que parece un mendigo y ni que decir de lo sucia que esta su piel. No me quiero imaginar cómo estoy yo.

—¿Crees que los perdimos? —cuestiono con la respiración entre cortada y él niega.

—No, estarán aquí dentro de poco así que debemos seguir corriendo.

—Por qué no pides ayuda, no sé a tu hermano y ese montón de guarda espaldas que tienes en casa.

—Mi celular está muerto, no tengo como contactarme con él.

Esas palabras y la tranquilidad con la que las dice me provocan un ataque de histeria.

—¡Me estás diciendo que el asesino más peligroso de Corea lo están está cazando y tiene miedo! —exaspero.

—No tengo miedo, solo estoy pensando.

—¿En qué piensas?

—En cómo evitar que te maten, y por si no lo has notado te he estado salvando todo el tiempo así que ya deja de quejarte y mejor sigue corriendo —habla con fiereza y me da la espalda tratando de quitarse la venda de la cabeza.

—Qué haces déjatela puesta —digo poniendo frente a él.

—Necesito que vean la sangre.

Cuando ya casi se la ha quitado escuchamos ruido muy cerca de nosotros.

—Corre, ya están aquí —susurra y deja caer la venda ensangrentada al piso.

Ambos empezamos a correr de nuevo, nos escabullimos entre la maquinaria cuando escuchamos los disparos otra vez.

Cada vez están más cerca y son muchos. de vez en cuando volteo y veo hombres vestido con un camuflaje de soldado y las dichosas máscaras, pero todas son de color rojo. ¿Qué mierda significan los colores en las máscaras? ¿Acaso siguen un rango?

Una bala me roza el brazo y sigue su dirección rebotando en un horno que esta frente a mí. Muerta de miedo sigo corriendo hasta que el camino se nos acaba, delante de nosotros hay una puerta de salida de emergencia, pero está muy bien sellada.

—Tranquila —dice mirando a nuestro alrededor —. Puedo abrirla, pero necesito tiempo.

Escucho las voces de los enmascarados cada vez más cerca y mi corazón retumba con intensidad. A pesar de que están cerca aún no son visibles porque hay mucha maquinaria entre nosotros y ellos.

—¡Yohan, en serio crees que puedes atraparme! —grita Yuntae haciendo que yo entre en pánico, como se le ocurre dar nuestra ubicación, ahora si nos van a matar.

—¡Crees que no! —Escucho la voz de Sooho muy cerca—. ¡No te has dado cuenta que entraste en una trampa y además estás herido, vi la52 venda con tu sangre!

Yuntae intenta destrabar la puerta mientras mantiene una conversación con Sooho.

—¡No creíste que esa sangre es mía verdad, vamos me conoces yo no cometo errores! —se burla.

—¡No! ¿Entonces de quién es? ¡De tu mami!

—¡No imbécil, de tu amada Eunji!

Abro los ojos sorprendida y miro que las sombras que se estaban acercando se han detenido.

—¡Mentira, eso es mentira!

—¡Si no me crees es tu problema, pero ella está muy mal herida y necesita ir al hospital con urgencia!

Me acerco al oído de Yuntae mientras él sigue intentando abrir la puerta.

—¿Que estás planeando? —susurro y él me guiñe un ojo.

—Háblale y dile que estás herida.

—No voy a hacer eso.

—Hazlo, si quieres seguir con vida —ordena y no muy convencida decido hacerlo.

—¡Sooho, soy yo! —grito, temblorosa.

—¡Mierda Eunji! ¿Estás bien? —El cambio en su voz me sorprende, antes sonaba con mucho rencor y ahora lleno de preocupación.

—¡No, durante la explosión me golpeé la cabeza y tengo una herida abierta! —miento y por fin Yuntae logra abrir la puerta.

—¡No deberías estar con él! —Escucho a Sooho gritarme y seguido escucho varias voces reclamándole por qué no avanzan.

También veo como Yuntae le arranca una de las mangueras a un cilindro dejando salir el gas.

—¡Sooho, estoy perdiendo mucha sangre! —expreso fingiendo dolor. En eso Yuntae me indica que salgamos y como ellos no nos pueden ver lo logramos.

Antes de cerrar por completo la puerta escucho que Sooho grita a sus hombres que huele a gas y seguido Yuntae dispara volviendo a hacer lo mismo que con la ambulancia.

Lo último que escucho son gritos y una fuerte explosión mientras corro lejos de ese lugar hacia la carretera.

Yuntae saca de sus bolsillos un pequeño objeto y lo observa al llegar a la acera.

—Espero que estés funcionado o si no ya todo el mundo habrá visto mi rostro —expresa y vuelve a guardar lo que recuerdo es lo que bloquea las cámaras de seguridad que estén a su alrededor.

En eso un señor vestido de traje que ha presenciado todo sale corriendo hasta donde esta los autos estacionados a unos metros de nosotros. Está por subirse al suyo y escapar así que Yuntae corre hacía el hombre y lo amenaza con su arma.

—Deténgase —le ordena ya junto a él y este al ver el arma comienza a lloriquear de miedo.

—Por favor, no me mates, te juro que no vi nada —suplica poniéndose de rodillas frente a Yuntae.

Yo por mi parte observo si alguien más nos ha visto pero la calle está muy solitaria.

—¿Este es tu auto? —pregunta Yuntae señalando el vehículo gris a su lado.

—Sí, sí, es mío... pueden llevárselo, pero no me maten —dice sin parar de llorar y rápido saca las llaves y se las extiende a Yuntae, el cual las recibe de inmediato.

Se coloca detrás del señor y guarda su arma.

—Eunji, encárgate —ordena tomándome por sorpresa.

Me acerco mientras el señor se pone a rezar.

—No estarás refiriéndote a eso, ¿verdad? —inquiero y él me sonríe tierno.

—Tienes que hacerlo, él ya conoce tu nombre —El señor al escuchar eso se asusta e intenta ponerse de pie para huir, pero Yuntae lo detiene con una fuerte patada en la espalda que provoca que le señor caiga al suelo boca abajo—. Vamos tienes que darle uso a esa navaja.

Me sorprendo al entender que Yuntae ya se había dado cuenta que tengo su navaja. Aunque él tiene razón el señor ya ha visto mi rostro y conoce mi nombre. Será mejor hacerlo si no quiero ir a la cárcel por culpa de Yuntae.

El pobre hombre es obligado a ponerse de rodillas una vez más.

Saco la navaja y me quedo mirando al señor que más o menos es de la edad de mi padre, y al igual que él, morirá y yo seré la culpable. Doy unos pasos y cuando me posiciono detrás de su espalda le entierro la navaja en el cuello y aunque me niegue a creerlo, no se siente nada mal esta sensación. Saco la navaja y de inmediato la vuelvo a enterrar con más fuerza sintiendo como la carne se abre y la sangre sale.

Saco de nuevo la navaja e inconsciente quiero volver a hacerlo, pero Yuntae me detiene apartándome un poco y es cuando caigo en cuenta de lo que he hecho. He asesinado a alguien y me ha gustado.

—Esa es mi esposa —dice Yuntae sujetándome de la barbilla para que lo mire solo a él. Su hermosa sonrisa hace aparición nublando mi mente por unos instantes.

Me dirige hasta el auto me indica que suba, lo cual hago y después él hace lo mismo. A través de la ventana veo el cuerpo de ese señor tirado en la acera en medio de la calle, y justo detrás de él una fábrica cubierta en llamas.

El auto arranca alejándonos de ese infierno que hemos ocasionado.

*

Ya en casa camino con mi pijama puesta después de haber tomado una ducha por más de una hora. Estoy cansada y me duele todo el cuerpo. Mientras me seco el cabello con una toalla voy hasta el cuarto en donde está Yuntae. Me quedo recostada en el marco de la puerta mirándolo mientras él se encuentra sentado frente al escritorio manteniendo una conversación con su hermano.

A pesar de todo lo que ha sucedió esta noche lo que más retumba en mi cabeza son las palabras de esa enfermera, ella aseguró que Yuntae me salvó y lo hizo porque me ama. ¿Esa alma perversa me ama? No lo creo, aun así, mi tonto corazón no puede evitar emocionarse.

Él termina la llamada y noto que después bañarse aún no ha limpiado sus heridas, así que me acerco hasta él.

—Quieres que se te infecten las heridas —murmuro abriendo el botiquín de primeros auxilios que está sobre la mesa y tomo el algodón, pero cuando me dispongo curar sus heridas, él me sujeta de las caderas y hace que tome asiento sobre sus piernas quedando frente a frente y con mis piernas a cada lado de sus caderas.

No reniego porque estoy cansada y solo me limito a ver la gran herida que tiene en la cabeza. Aparto su cabello para ver mejor y descubro que es más grande de lo que me había imaginado y sigue sangrando.

—Tienes que llamar un doctor —inquiero preocupada y mi mirada es atraída por sus ojos a los cuales descubro observándome con descaro.

Con cuidado deslizo el algodón alrededor para limpiar la sangre que sale.

—Ya viene uno en camino —dice y con delicadeza coloca su mano en mi cuello atrapándolo por completo—. ¿Te asustaste al ver que no despertaba?

No sé por qué, pero mis ojos se cristalizan y me comienza a dolor el pecho.

—Te vi, tu corazón se detuvo —hablo con la voz entrecortada mientras él mantiene su mirada oscura y penetrante sobre los míos—. Moriste... moriste frente a mí.

Quita su mano de mi cuello y toma la mía para colocarla sobre su pecho, justo en donde se encuentra su frio y negro corazón.

—Puedes sentir los latidos —me pregunta y para mi sorpresa no, no logro sentir nada. Niego muy confundida—. Es porque no tengo, aquí en este cuerpo no hay nada latiendo.

—¿Qué?

—La razón es simple, no tengo corazón porque te lo entregué a ti. Tú lo tienes y solo a ti te pertenece.

Una risa tonta sale de mi al escuchar eso, él también comienza a reírse.

—Creo que ese golpe en la cabeza te volvió un psicópata cursi —bromeo todavía riendo y decido seguir limpiando la sangre.

—Okey, me rindo —Se ríe tierno—. Puedo controlar muy bien mi respiración para que mi pulso sea imperceptible para esas máquinas.

Asiento en señal de entendimiento. En eso gracias a que está descamisado puedo fijarme en los moretones que tiene en el hombro derecho, los cuales fueron resultado de su dislocación.

—¿Cómo es eso de que no sientes dolor?

Él suelta una larga respiración con pereza.

—Cuando era niño los médicos me diagnosticaron con ausencia de una parte del Cromosoma 6, que extrañamente me hace inmune al dolor —me explica dejándome más perdida que antes, pero al menos me ha contado la verdad.

Sigo limpiando la sangre mientras él solo se queda revisando las cámaras de la policía a las cuales tiene acceso, en ellas no sale nada de lo que pasó. De repente Yuntae comienza a sentirse mareado y lentamente va perdiendo el conocimiento mientras yo solo me lo quedo mirando.

Entonces los monstruos como tú también sangran y se desmayan.

Eres inmune al dolor, pero no eres inmortal.

Que interesante información.

Holis nuevamente.

Está vez aparezco para decirles que tengo ganas de hacer un apartado de curiosidades del primer libro de la saga Monsters LA SONRISA DEL MAL y si tienen algunas dudas pueden dejarla por aquí o por donde quieran y las estaré contestando en el apartado, además de darles algunos spoilers de lo que se viene con la saga.

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