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Capítulo 5

Advertencia de contenido no apto para personas sensibles.

Asustada, intento que me suelte dándole golpes, e incluso trato de gritar por ayuda, pero él me cubre la boca con su mano y pega todo su cuerpo sobre el mío haciendo que quede aprisionada entre él y la pared del callejón.  

—Eunji espera, no voy a hacerte daño —dice con una expresión de preocupación. Su rostro está lleno de moretones y su brazo izquierdo tiene un cabestrillo indicando que tuvo una fractura.
Dejo de forcejear y éste libera mi boca. 

—No confió en ti —expreso con rabia, pero él niega con desesperación. 

—En quien no deberías confiar es en Yuntae. Te recuerdo que el malo aquí es él, no yo. 

—Tú también me lastimaste. 

Él acerca su rostro al mío tanto que puedo sentiré su respiración. 

—Y no sabes cómo lo lamento, pero no tuve otra opción. Tienes que creerme Eunji. 

—No. Y ahora suéltame.

—Ok, lo haré, solo para que entiendas que yo no soy tu enemigo, él sí, hagas lo que hagas no confíes en Yuntae, te lo digo por tu bien. 

—¿Y crees que si debería confiar en ti? 

—Déjame mostrártelo. Ten —Me enseña un papelito y rápidamente lo guarda en los bolsillos de mi chaqueta—. En esa dirección, podremos hablar, pero sobre todo te mostrare quien es realmente Yuntae. Solo te pido que confíes en mí, yo jamás te volveré a hacerte daño.

—Suéltame.   

Sooho me libera y da unos pasos lejos de mí. Por segunda vez me fijo en el mal estado en que se encuentra, su ropa está sucia y con pequeñas manchas de sangre. Su cabello castaño esta húmedo y grasoso. Su rostro pálido y debajo de aquellos ojos grandes y expresivos hay una sombra gris. Luce como si estuviera huyendo. 

Me quedo mirándolo hasta que este comienza a caminar hacia el otro lado del callejón, mientras cubre su cabeza con la capucha de su sudadera gris. Lentamente desaparece de mi campo de visión hasta dejarme sola. Decido irme así que volteo y me asusto cuando lo primero que veo es la cara de Yuntae mirándome.  

Sin saber qué hacer y como no quiero que descubra el papel que me dio Sooho, actúo con normalidad. 

—No me digas que pensabas huir, Eunji —bufa con una sonrisa de lado.
Creo que no alcanzó a ver a Sooho. comienzo a caminar para salir de este callejón en silencio, él camina a mi lado mientras me sostiene del brazo para obligarme a seguir caminando. Llegamos hasta la calle principal en donde hay demasiadas personas transitando.
Yuntae me indica donde está su auto y ambos dirigimos a hacia este. Después de un buen rato mirando a través de la ventanilla mientras conducía solo para ignorarlo y tratar de pensar a que se refiere Sooho, llegamos a casa. 

Apenas entramos éste me empaja con fuerza haciendo que caiga al suelo, de inmediato me pongo de pie sintiendo algo que no quiero sentir, miedo. Temor de que se vuelva a repetir la historia. Lo miro y al recordar lo que sentí cuando vi la foto de mis padres comienzan a invadirme sentimientos de enojo, dolor e ira. Así que llena de rencor tomo un florero de la mesa y se lo lanzo, hago lo mismo con todo lo que hay en la cocina y más me enfurece al ver que él solo evade los objetos. 

El intenso dolor de cabeza vuelve a invadirme, el fastidioso zumbido y la falta de aire me atacan, ahora es tan fuerte que quisiera arrancarme la cabeza para que pare. Escucho las voces de mis padres juzgándome y culpándome. En medio de mi visión borrosa veo sus cuerpos decapitados. El pecho me duele.   Quiero que pare, no quiero sentirme débil, no ahora. 





 YUNTAE

Ver como tira de su cabello mientras grita que lo siente me causa mucha satisfacción, la locura mezclada con un poco de frustración y mucho dolor en su máximo esplendor. Eunji es una excelente representación de todos esos sentimientos que me gustan y por los cuales asesino personas.  Si supiera que no intenta hacerse daño hasta la dejaría hacerlo, pero no es así. 

Ella comienza enterrarse las uñas en sus brazos y cuello con tanta fuerza que logra romperse la piel. Voy hacia ella y le sujeto los brazos para impedir que siga lastimándose. Eunji está tan fuera de sí que no mide sus movimientos o fuerza, no es la primera vez que tiene un ataque, pero si en la que más ha dañado su propio cuerpo y pensar que se molesta conmigo cuando yo lo hago. Me está costando mucho reprimirla porque no deja de retorcerse y lanzar agolpes. 

La cargo y sostengo con fuerza para así poder caminar hasta la habitación que es donde tengo las inyecciones con calmantes, a pesar de que está muy descontrolada logro traerla y sin perder mucho tiempo, saco la jeringa del primer cajón de la mesa de noche y se la pongo en el brazo. Como los efectos tardan unos segundos en reflejarse la sigo inmovilizando, puedo sentir como poco a poco deja de luchar, deja de gritar y mejor aún, deja de llorar. Me molesta como todo el tiempo está llorando, no sé dónde le salen tantas lágrimas. 

Ella pierde fuerzas así que la cargo hasta la cama y la acuesto sobre esta. Tomo asiento y detallo cada una de las heridas que se ha hecho, las más notables están en sus brazos, pero hay unas cuantas preocupantes en su cuello. Noto algo en su frente así que con cuidado aparto su flequillo y descubro que también tiene un golpe. ¿En qué momento se golpeó la cabeza si solo la vi tirando de su cabello? A este paso ella misma va a terminar matándose. 

Me levanto y voy a hacia el cuarto de baño, tomo el botiquín de primeros auxilios y un corta uñas. Regreso hasta la cama y le quito la ropa dejándola solo en ropa interior. Por un instante me distraigo mirando sus cicatrices, aquellas que yo mismo he hecho y que solo embellecen mucho más su cuerpo. La única que no me gusta es la que tiene en la muñeca porque me recuerda que Eunji pretendió disponer de su vida, cuando yo soy quien decido cuando va a morir. 

Saco algodón y lo mojo con alcohol para así frotarlo sobre sus heridas una por una, al finalizar las cubro con banditas. Con Eunji es la única que hago esto y para mi sorpresa no me desagrada. Finalizo con las heridas y continúo esta vez, cortando sus uñas que están demasiado largas, ahora entiendo porque desperté esta mañana con la espalda llena de marcas. 

Termino y nuevamente me dirijo al cuarto de baño para botar los algodones sucios de sangre. Lo arrojo a la basura y cuando levanto la vista me doy cuenta gracias al espejo que tengo arañazos en los brazos y parte del pecho. 

—Vaya esas uñas son un peligro —murmuro mirando mi reflejo. Me quito la camisa y desinfecto los arañazos, luego regreso a la cama con Eunji. Me acuesto a su lado y la observo dormir, analizo su lenta respiración y me causa un cosquilleo ver como las venas de su cuello están coloradas debido al maltrato. Me encanta su piel tan pálida, es muy fácil que se haga una marca con solo hacer presión ligeramente. 

Siempre he querido atar su cuerpo con nylon, apretarla tanto que se marquen y esas venas tan bonitas se hinchen. Que su rostro tome un color morado y que mientras trate de respirar solo me esté mirando a mí. Creo que estoy teniendo una erección, como me gustaría hacer eso y muchas cosas sádicas, pero no lo hago porque sé que puedo matarla. 

Llevo mi mano hasta su rostro y acaricio sus mejillas, esas donde tiene unas casi imperceptibles pecas.  Le doy un beso en los labios y me acomodo mirando hacia el techo. De repente siento que ella se mueve y me abraza, dejando parte de su cuerpo sobre el mío. 
¿Qué mierda es lo que tiene Eunji, que no me deja matarla? 


*** 

Desenrollo la toalla de mis caderas quedando en ropa interior. Saco unos pantalones y una camisa negras del armario, me visto y también añado una gabardina negra. Casi toda la ropa que hay en mi armario es de este color, mi favorito porque me identifico con este, el negro es la ausencia de color y en mi hay ausencia de sentimientos. Casi lo mismo. 

Me coloco mi reloj y unas botas estilo militar, me dispongo a salir, pero noto que Eunji aún está dormida. Ya ha pasado muchas horas y el efecto del calmante debió haber terminado. ¿Me abré pasado de dosis? No lo creo, yo nunca me equivoco. Sin darle más importancia salgo de la casa y me subo a mi auto. 

Conduzco hasta llegar a un edificio, en el cual vive actualmente Snail. Subo hasta el último piso y después de marcar la contraseña y poner mi huella, entro, me causa fastidio el lugar tan mediocre donde vive este imbécil, un edificio abandonado que parece estar a punto de caerse, con todo el dinero que le pago debería por lo menos manda a reparar el ascensor, eso de andar subiendo y bajando escaleras teniendo ascensor no es lo mio. 
Ya adentro lo busco como siempre frente a sus computadoras jugando video juegos. 

—Snail —llamo su atención tomando asiento sobre su escritorio. Éste me mira y quita sus audífonos—. Y ¿qué me tienes? 

El chico frente a mi suspira y niega. 

—Nada, aún no aparece —informa tratando de no mover mucho su cabeza y por supuesto haciendo gestos de dolor, que irritante. 

Parece que los batazos que le dieron mientras estaba atado de manos y colgando del techo no fueron suficientes para quitarle lo estúpido, debí ordenar que lo golpearan más. Tomo de su escritorio un muñeco de Iron man edición limitada mientras él balbucea que no lo rompa, como si no fueran suficientes todos los que tiene de colección en la repisa junto a su cama. 

—En primer lugar, es tu culpa que se escapara —le recuerdo—. Así que, si no aparece pronto adivina que pasará —Coloco al muñeco frente a su cara y seguido le arranco la cabeza. 

Snail suelta un chillido y me arrebata el muñeco de las manos. 

—¡Que hiciste! Era mi favorito —lloriquea. 

—Ya, no llores —Le doy una palmadita en el hombro y éste se queja—. Te compraré otro. 

—Tienes razón perdóname —dice para luego dejar el muñeco roto en su lugar inicial y me sonríe, que fácil es contentarlo—, pero hiciste que me golpearan muy fuerte —Hace una mueca de tristeza. 

—Lo sé, pero ¿Quién tuvo la culpa? —inquiero colocando un tono de voz suave. 

—Yo. 

—¿Por qué? 

—Por decir cosas que no debo, es que me emocioné porque era la primera vez que me dejabas hablar con mi cuñada. 

—¿Y cómo lo vas a remediar? 

—Encontrando rápido a Yohan. 

—¡Muy bien! te mereces una galleta —lo felicito y le acaricio la cabeza, tal como lo haría una persona normal con un perro. 

—No, mejor cómprame dos versiones del muñeco que me rompiste —expresa con mucho entusiasmo. 

Escucho el sonido que producen los tacones acercándose así que volteo encontrándome con ella. Ignoro su presencia hasta que ella misma se hace notar. 

—¿Qué te pasó? —cuestiona corriendo hacia Snail y detallando todos los moretones en su cuerpo, lo revisa de la cabeza a los pies muy preocupada y como Snail no se atreve a responderle, entiende la situación—. ¿Por qué lo golpeaste otra vez? —Se gira a verme y yo me encojo de hombros. 

—Fue su culpa, me desobedeció —Es lo único que respondo. Me pongo de pie y de inmediato ella baja la cabeza—. ¿Dónde has estado metida? —cuestiono haciendo que ella trague saliva. 
Me fijo en que su maquillaje está un poco corrido y que, aunque tiene una buena cantidad de perfume, el olor a alcohol está presente. Además, lleva un vestido eso significa que estuvo de fiesta. 

Sin que se lo espere sujeto su cuello asustándola y de paso también a Snail quien se pone de pie, pero como el cobarde que es no se atreve a hacer nada, solo se congela. Aprieto mi agarre en su cuello y la empujo hasta chocar con la pared. Su cabello cae cubriendo su rostro así que con la mano que tengo libre se lo aparto. 

—Estuviste de fiesta cuando te ordené que buscaras a Yohan —susurro y ella niega asustada—, ¿acaso quieres terminar como él? —Señalo a Snail y luego libero su cuello. 

—Lo siento, perdóname —murmura recuperando el aliento. 

Snail corre a abrazarla y ambos me miran con temor, eso me gusta, pero tampoco puedo hacer que me odien, al menos no por ahora. Dejo salir una respiración exagera y luego llevo mis manos a mi cabeza despeinándome un poco el cabello. 

—Lo siento chicos —Finjo arrepentimiento—, es que todo este asunto de Yohan me está haciendo enfadar —Noto como éste par de tontos me creen y vuelven a caer una vez más. 

—Snail, puedes dejarnos un rato a solas, necesito decirle algo —expresa ella y el nombrado accede. No sin antes llevarse su muñeco roto. 

Ya solos, tomo asiento en la silla en la que estaba sentado antes Snail, la cual es la única silla de este lugar. Veo como ella se quita su abrigo color beige y lo deja en el piso para seguido sentarse sobre mis piernas. 

—Vante, te extraño —susurra acercando su rostro a mi cuello y va dejando besos en este—. Hace cuanto que no estamos juntos —Enreda sus dedos en mi cabello mientras desliza su lengua por el lóbulo de mi oreja—, ¿qué tu no me extrañas? 

Lleva su boca hasta la mía e intenta besarme, pero rápido la detengo tirando de su cabello con fuerza hacia atrás. 

—No —respondo y con brusquedad la beso, ella recibe a la perfección mis movimientos y comienza frotar su delgado cuerpo contra el mío. El beso no dura mucho ya que le indico que baje y ella lo hace sin oponerse. 

Desabrocha mis pantalones liberando mi miembro erecto y llevándoselo a la boca, hace movimientos con su lengua mientras succiona y su mirada se dirige hacia mí. Respiro hondo al tiempo que le sostengo el cabello para poder seguir apreciando su rostro, el hecho de que se parezca tanto a ella me excita de una manera muy enferma, pero no me importa después de todo fue ella misma quien vino a mí. 

Sonrió al recordar la primera vez que Eunji lo hizo, aunque la obligué me gustó lo nerviosa que estaba y que mantuvo sus ojos cerrados todo el tiempo, pero lo que más me gustó sin duda fue la cara de sorpresa que puso cuando me vine en su rostro. Eso no lo voy a olvidar jamás. ¿Qué estará haciendo ahora? ¿Ya habrá despertado o seguirá dormida? 

Sin darme cuenta termino trayendo a Eunji a mis pensamientos así que no logro concentrarme en lo que está pasando ahora mismo; si no que solo la visualizo durmiendo desnuda sobre mi cama, y como consecuencia no logro disfrutar lo que esta chica castaña está haciendo así que la detengo. 

La separo de mi miembro y comienzo a cerrarme el pantalón. Ella me mira con mucha confusión e intenta acercarse a mí para besarme, pero de nuevo la detengo. 

—¿Qué pasa? —cuestiona dándose por vencida—. ¿Se debe a Eunji?  

—Piensa lo que quieras —digo con desinterés por lo cual ella se enfurece. 

Comienza a caminar de un lado para otro mientras desliza una de sus manos entre su cabello que cae sobre sus hombros desnudos debido al escote de su vestido rojo, que combina con unos tacones de ajuga del mismo color. 

—Desde que ella apareció, me hiciste a un lado —se queja señalándome con su dedo de una manera muy despectiva, a esta tonta se le olvida que soy mayor que ella—. Eunji es como un parasito y no sabes cómo quisiera cortarle el cuello. 

Me cruzo de brazos y aprecio lo rojo que se han puesto sus mejillas debido a la rabieta que está haciendo. 

—No te atreverías —reto. 

—Si lo haría —declara acercándose a mí y colocando sus manos alrededor de mi rostro—. Y lo haré si sigues rechazándome. 

Aparto sus manos de mi cara y me pongo de pie. 

—No puedo creer que me estés amenazando, por una ridícula obsesión —expreso con burla y ella se enoja aún más. Decido ignorarla e irme, pero cuando me dispongo a hacerlo ella se traviesa en mi camino. 

—¿Vas a ir con ella?

—Si, después de todo es mi esposa —digo provocándola y al ver como se queda pasmada me rio. Paso de su lado dejándola con todo su enojo.

—¡No sé cómo puedes estar con esa zorra! —La escucho gritar—. ¡La próxima vez que la vea le voy a arrancar la cabeza y con la piel de su cuerpo haré una alfombra para pisarla cada vez que quiera...! 

No dejo que termine de gritar cuando rápido me abalanzo sobre ella y la empujo contra la pared haciendo que se golpee la espalda, seguido le doy un puñetazo en el rostro y sin darle tiempo de reponerse sujeto su cuello apretándola con tanta fuerza, que ésta comienza a lloriquear mientras se asfixia. 

—Intenta hacerle algo y yo mismo te descuartizo —amenazo apretándola más fuerte hasta que ella trata de pedirme disculpas, pero como está casi sin aire se le dificulta. 

La suelto y esta me abraza llorando. Le acaricio la cabeza para intentar calmar su estorboso llanto, con delicadeza la abrazo y me acerco a su oído. 

—Sabes que te quiero —Ella levanta la cabeza un poco y me mira con los ojos rojos. Con suavidad le acaricio el pómulo que es donde la golpeé y le doy un beso en los labios—. Te quiero mucho, hermanita —susurro sobre sus labios y siento como esta sonríe. 

—Yo también te quiero. Perdóname.

Esta es la diferencia que hay entre las dos, Eunji cada vez que hago esto da la pelea, lucha con sus pocas fuerzas, pero en cambio mi hermana que es una asesina altamente entrenada, solo se congela. Cree que con su sumisión logrará satisfacerme y aunque no niego que me guste, no es divertido. 

—Sé que te acostabas con Yohan —susurro haciendo que ella entre en pánico, sostengo su cabeza con mis manos mientras ella intenta excusarse.

—Yo... no...—Le indico que haga silencio lamiendo sus labios.

—Tranquila, siempre lo supe así que no tienes de que preocuparte —Le muestro una sonrisa y me acerco a su oreja, la cual muerdo—. Por qué no utilizas eso para atraerlo.

Ella sin dudarlo asiente y vuelve a abrazarme. 

—Eso haré. 

Me separo de ella y me dirijo a la salida. Ya afuera me encuentro con Snail esperándome, los dos tenemos cosas que hacer así que sin perder más tiempo bajamos varios pisos hasta llegar al sótano, que es por el momento, mi cuarto de tortura. Digo por el momento ya que estoy construyendo uno mejor y mucho más grande del que tenía en la mansión, esa que tuve que hacer explotar luego de que sacaran a Eunji, lo bueno fue que quemé ese lugar con un montón de policías dentro. 

Sonrío Inconsciente al recordar como salían envueltos en llamas mientras gritaban de agonía. Sin duda una maravillosa vista con olor a carne quemada. 
Entramos al sótano donde hay cinco de mis aprendices esperando con obediencia y al fondo hay dos hombres, corrijo, victimas. 

—Fuera —ordeno a mis hombres quienes de inmediato se marchan. Observo fascinado los futuros cadáveres sentados cada uno en una silla de hierro, atados en el cuello, pies y manos con alambre de púas. 

Me aseguro que esté bien apretado el alambre de las manos haciendo presión sobre estos con mis zapatos. Los escucho quejarse, pero me decepciona que lo hagan, después de todo vienen del mismo lugar de donde yo me convertí en lo que soy, recuerdo que entrené con ellos cuando éramos jóvenes, sin embargo, ahora no hacen más que lloriquear. Y qué decir de los que maté la semana pasada, acababan de salir de la academia, pero murieron con facilidad, ni siquiera me entretuvieron que desperdicio. Ya no los entrenan como antes. 

Me cambio de ropa a unos Jeans y un impermeable trasparente, no quiero ensuciar mi ropa porque tengo que salir a la calle y además mi ropa cuesta más que sus vidas. Tomo de la mesa una pinza y coloco una silla frente a ellos. Le indico a Snail que sé que grave toda la conversación así que él se coloca detrás de mí con una cámara en su mano. 

Tomo asiento decidiendo con cuál de los dos debo comenzar, uno de ellos, el de la izquierda, está temblando mientras que por debajo de su silla caen gotas de orín y eso que aún no he empezado. Eureka. 

Estas cosas son las que me emocionan así que puedo decir con orgullo que mi trabajo me apasiona. 

—Hagamos algo, ustedes cooperan y yo seré considerado —inquiero amenazándolos con la pinza en mis manos—. Los dejaré libres a cambio de un poco de información. 

—Crees que te diremos algo, bastardo. ¡No eres más que una basura! —habla el de la derecha y como no me interesa saber sus nombres los llamaré gallina y atrevido. 

—Sí, estoy seguro—le respondo sin dejar de mirar a gallina—, sabes dónde está la nueva sede de la academia —cuestiono y éste mira a su compañero con inseguridad. 

—Escuché que Yohan, tu mano derecha te traicionó, debes estar muy triste —se burla el atrevido, pero lo ignoro. 

—Tienes tres segundos para decirme donde está la nueva sede o sino comenzaré. 

—Puedes hacerlo, ambos preferimos morir antes que decirte una sola palabra. 

—Ok —Saco mi arma de la parte de atrás de mi pantalón y sin importarme le disparo a gallina en la cabeza. Haciendo que el atrevido se sorprenda—. Era claro que ese imbécil no sabía un carajo, pero —Lo miro con una sonrisa de satisfacción—, tu sí. 

Guardo mi arma de nuevo, al dispararle tan cerca provoqué que un gran agujero se hiciera en su cabeza, sus sesos son visibles ahora así que aprovecho esto. Introduzco mi mano en el agujero y saco partes de su cerebro para acto seguido acercarme al atrevido y comenzar a metérselos en la boca obligándolo a que se los trague.     

—Vamos come, no sabe mal al contrario es delicioso —digo mientras lo obligo a masticar y como no me es suficiente, con rapidez le arranco una uña logrando que éste quiera gritar y enseguida le introduzco a la boca más partes del cerebro de su compañero, esto hace que se esté ahogando al no poder mover bien la cabeza gracias al alambre en su cuello. 
Me rio a carcajadas mientras que Snail me anima. 

—Comencemos de nuevo ¿Dónde está el malnacido de tu jefe? —exclamo con firmeza, pero éste niega. 

—No te diré nada —dice después de tragar, su rostro esta sucio de sangre al igual que su ropa—, no eres más que una basura traidora y cuando te encuentren pagarás por todo lo que has hecho.

Sonrío pues me causa gracia lo que ha dicho. 

—Sí, entonces por qué se esconden, ¿a qué le temen? —Vuelvo a sonreír—. Ah sí, a mí. 

Comienzo a arrancarle una por una sus uñas con la pinza y lo escucho quejarse hasta que en sus dedos no queda ni una sola uña. El tipo trata de recomponerse respirando profundo, pero aun no estoy satisfecho. 

—Snail, tráeme el cortapuros —le ordeno y éste lo hace mientras sigue grabando. Me da la pequeña herramienta y veo como el tipo pone una expresión de preocupación. 
Dejo la pinza en el suelo y procedo a abrirle los pantalones pasa sacar su miembro, el cual con su tamaño demuestra cuán asustado está. 

—¿Vas a hablar? —inquiero y éste niega tragando saliva. Con lentitud pongo el cortapuros en su miembro y luego de varios segundos termino cortándolo. Un pequeño chorro de sangren fluye mojando sus pantalones. 

Una sensación de adrenalina me invade cuando lo escucho gritar de dolor mientras llora como un niño pequeño. Me gusta mas no es suficiente, de nuevo le indico a Sneil que me traiga algo, esta vez un hacha. 

Me pongo de pie sosteniendo el hacha y veo como éste comienza a balbucear cosas. 

—No te diré nada. 

Me encojo de hombros mientras observo con detenimiento la cicatriz que tiene en el dorso de su mano derecha, tres puntitos que yo le hice una vez cuando éramos niños al clavarle un tenedor. 

—Respuesta incorrecta —Levanto el objeto en el aire—. Tranquilo aun seguirás hablando —digo y con fuerza dejo caer la afilada hoja sobre su mano, separándola de su brazo. Sin detenerme hago lo mismo con su otra mano. 

Reposo el hacha en el piso mientras respiro hondo disfrutando de esta sensación, es hermoso, mi cuerpo se estremece con solo escuchar el exquisito sonido de los huesos quebrándose revueltos con sus gritos de dolor. Mi pecho se hincha al inhalar el olor a sangre, y algo que huele mejor que nada, miedo. Que delicia. 

Voy hacia la mesa y cambio de juguete, esta vez elijo un bate decorado con alambre de púas a su alrededor. Me dirijo hacia el tipo que está retorciéndose de dolor, y coloco sobre sus brazos el bate. Dejando que sienta el alambre y por supuesto lo anticipe. 

—Tienes otra oportunidad —Le informo viendo como su cuerpo tiembla. Pero el muy testarudo no habla y es cuando noto que está intentando morderse la lengua para suicidarse. 

Miserable rata cobarde. 

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