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Capítulo 3

Siete segundos me toma reaccionar, segundos donde he estado esperando una respuesta, algo que me diga que lo que estoy viendo no es cierto, pero para hacer más intenso mi sufrimiento, Yuntae me muestra aquella sonrisa ladina y maliciosa que tanto aborrezco.

Mi estómago se contrae a tal punto que siento como si me faltara el aire, aunque siento mi cuerpo temblar no creo posible moverme. Solo me quedo confundida mirando al hombre frente a mí. Aquel que después de haberle quitado la bolsa y desvelar su rostro se convirtió en un completo extraño para mí.

Él mantiene su vista en el piso incapaz de mirarme; sin embargo, puedo notar lagrimas cayendo de sus ojos y mojando su rostro. Encuentro mi voz y decido hablar, pero no sé qué decir, solo miro con los ojos cristalizados al hombre que en alguna vez confié.

¿Es verdad? ¿Tú lo hiciste? Es lo único que logro decir, guardando la esperanza de que me diga que no, pero él se mantiene en silencio. Dime que no fuiste tú Mi voz sale ahogada y temblorosa.

Él levanta un poco su rostro, su mirada triste y decaída lo dice todo.

Lo siento, Eunji murmura haciendo que mi alma caiga derrotada al suelo. Desvío mi mirada hacia el suelo tratando de asimilar lo que está pasando. Mi vida se ha resumido en dos cosas: confiar o no confiar, y ahora me doy cuenta que él es una de esas personas en las que no debí confiar—. Eunji, perdóname yo no...

¿Por qué? exclamo con ira. ¿Por qué lo hiciste? ¡Por qué me quitaste lo único que me quedaba! Mi voz se rompe y se me hace inevitable llorar tras recordar ese día. Cada golpe que recibí fue doloroso, pero lo es más  saber que, al que consideré mi amigo es el hombre que me arrebató a mi hijo.

Yuntae se acerca a él quedando posicionado entre nosotros.

¿Qué creíste? que podías jugar a mis espaladas y salirte con la tuya. Te recuerdo Sooho que nadie me traiciona y queda con vida, tu más que nadie debería saberlo sentencia y Sooho lo mira con odio.

¡Eres un hijo de perra, Vante! reclama Sooho. Como puedes decir que yo lo hice, cuando tú sabes perfectamente que pasó ese día.

¿Vante? No entiendo que mierda está pasando.

¿Qué pasó? intervengo.

Ese día yo no estaba bien intenta explicarme Sooho y Yuntae añade con rapidez.

Te drogaste. Cuando te enteraste de que ella estaba esperando un hijo mío, armaste todo un plan para matarme junto a la policía y en el proceso quisiste desquitarte de Eunji por no haberte escogido, fue así como decidiste golpearla.

¡Eres un bastardo! Sooho se libera de los escoltas Y trata de abalanzarse hacia Yuntae para golpearlo, pero éste rápidamente saca una pistola y le apunta con ella en la cabeza consiguiendo que Sooho se detenga.

¿Quieres morir? cuestiona Yuntae, sin dejar de apuntarlo. Teníamos reglas, Sooho y las rompiste murmura dejándome confundida, todo lo que acaba de decir tiene relación conmigo, pero siento que hay un contexto mucho más oscuro detrás de todo.

Yuntae parece estar calmado pero la manera en que habla demuestra que está muy enojado.

Eunji me llama y lo miro confundida aun sin procesar la situación. ¿Qué quieres que haga con él? pregunta y no me atrevo a contestar.

Sooho me mira con tristeza e intenta acercarse a mí, pero el sonido de un disparo lo detiene, asustada observo que en el hombro izquierdo de Sooho una mancha carmesí aparece.

Yuntae coloca la pistola sobre la sien de Sooho y presiona con fuerza el cañón aún caliente en esta. Sooho reprime su enojo, sin embargo, no deja de mirarme en ningún momento. Yuntae mira a sus escoltas los cuales sostienen a Sooho de los brazos obligándolo a retroceder.

Llévenselo y enciérrenlo ordena quitando su arma. Yo iré luego para arrancarle la piel Sonríe de lado mientras sus hombres se llevan a Sooho.

Mi respiración se vuelve errática y lágrimas inundan mis ojos a tal punto que nublan mi visión y mi cuerpo cae al piso sin fuerzas, todo me da vueltas; aunque intento respirar para no volver a tener un ataque, el dolor es más fuerte que yo y hace que llore destrozándome con cada recuerdo.

Yuntae se arrodilla a mi lado y me rodea con sus brazos con firmeza. Sin poder evitarlo lo abrazo y hundo mi cabeza en su pecho mojando su camisa con mis lágrimas, cada parte de mí se siente tan bien en sus brazos, como si mi cuerpo reconociera y extrañara el suyo.

***

Deslizo mi dedo por el cristal del de la ventana, debido al clima frio está empañado y puedo trazar líneas en él. Mi nombre junto al de Yuntae encerrados en un corazón es el resultado de mis patéticos sentimientos por él.

Llevo un rato sentada aquí en la ventana, solo mirando a la nada. Desde que desperté hace como una hora estoy así, no recuerdo en que momento me dormí ayer y eso me hace pensar que tuve un ataque después de lo de Sooho y que Yuntae me inyectó un calmante, no me agrada eso, no me gusta que él me duerma cada que me da un ataque.  En el hospital solían hacerlo y con el tiempo dejaron de inyectarme y mejor me enseñaron a controlarme, pero ahora con Yuntae creyéndose psiquiatra estoy segura que querrá hacerlo todo el tiempo y eso de alguna manera le da poder sobre mí.

Aun se me hace imposible creer que Sooho fue quien me golpeó aquella vez, su mirada de arrepentimiento todavía me penetra el alma ¿Por qué me hizo eso? Se supone que siente algo por mí, pero entonces por qué hacerme sufrir.

Mis pensamientos son interrumpidos por la presencia de Yuntae, el cual ingresa a la sala y se acerca a mí.

—¿Aburrida? pregunta frente a mí mientras toma agua de una botella. Su cuerpo sudado humedece por completo su camisilla y shorts deportivos. Cuando me desperté lo encontré haciendo ejercicio así que me vine a apreciar mi encierro.

Tú qué crees inquiero sin ánimos y él sonríe. Quiero salir Yuntae expreso aún sentada en un cómodo sillón y con una taza de té caliente en mi mano izquierda.

Él hace una mueca cuando nota el corazón dibujado en la ventana con nuestros nombres, pero se limita a decir algo, solo sacude la parte de atrás de su cabello con su mano al tiempo que me mira con curiosidad.

¿Para qué quieres salir?

Para distraerme, es aburrido estar encerrada todo el día.

En el hospital también estabas encerrada.

—No es lo mismo. Allá por lo menos tenía con quien conversar aquí solo estás tú y no es que seas muy abierto.

—¿Para qué quieres conversar conmigo?

—Para conocerte, no sé nada de ti, cada vez que creo conocerte resulta ser una mentira.

Yuntae se recuesta sobre la pared y se cruza de brazos sin dejar de observarme.

—No sé si lo recuerdas Eunji, pero cuando estabas en tu mundo, yo solía contarte cosas de mí, sobre mi niñez, todo lo que sufrí por la muerte de mi madre y a veces sentía que me escuchabas No me gusta hablar de eso con otras personas, pero como sabía que tú no podías responderme me sentía bien al decírtelo.

Lo miro sorprendida por la forma tan suave en la que habla, su mirada es cálida y no detallo ningún rastro de burla o maldad detrás de su expresión. Solo calma.

Entonces es cierto lo que pasó con su mamá, no es una mentira.

—Eunji, a veces me pongo a pensar en cómo sería mi vida si no fuera un asesino, seguro nunca te hubiese conocido. —Muestra una sonrisa.

—¿Por qué lo dices?

—Porque no querría secuestrarte y hacerte daño.

Una sonrisa amarga se escapa de mis labios.

—Me voy a bañar, cuando termine nos vamos —dice de repente dejándome confundida.

—¿Que?

—No dijiste que querías salir —inquiere así que asiento en respuesta—. Bueno, arréglate —dice señalando mi pijama rosa. Ya ha pasado medio día y yo aún en pijama.

Él comienza a caminar hacia la habitación así que sin poder evitar expresar mi emoción lo sigo. Apenas llegamos él se despoja de su ropa sudorienta y se queda desnudo frente a mí.

—Vienes —invita con una sonrisa pícara y yo niego de inmediato. Su cuerpo recién ejercitado se ve aún más provocativo, pero no puedo hacerlo.

—Ya me duché —digo evitando caer en la tentación y él asiente para luego adentrarse al baño.

Con suma rapidez me cambio de ropa a unos jeans y una blusa negra junto con una chaqueta de cuero; también recojo mi cabello en una cola alta y utilizo unas botas de tacón.

Desconfiada voy a la cocina y tomo un pequeño cuchillo, el cual guardo en mi bota derecha. Espero un rato en la sala hasta que Yuntae aparece vestido con un traje formal, zapatos y pantalones clásicos y una camisa blanca con los botones del pecho abiertos. Con ese toque elegante que lo caracteriza camina hacia mí y me ofrece su mano.

—Vamos —dice ya frente a mí, pero no le doy mi mano.

— ¿Adonde? —cuestiono cruzándome de brazos y él sonríe divertido.

—Si no quieres venir no lo hagas, no es como si te fuera a suplicar —murmura encogiéndose de hombros y me da la espalda para comenzar a caminar. Ruedo los ojos y lo sigo, después de todo no quiero quedarme sola otra vez.

Ya afuera el sol me recibe junto con una vista no muy agradable de los escoltas de Yuntae rodeándome como moscas. Le hago una señal a Yuntae quien les indica que se alejen y luego ambos nos subimos a un auto. Él conduce mientras yo observo la ciudad a través de la ventana.

—Yuntae —susurro y lo miro con curiosidad—. ¿Por qué nunca mencionas a tu padre? —pregunto y pasan unos segundos en completo silencio. Justo cuando pienso que no me va a responder, lo hace.

—Lo único que tengo para decir de él, es que no fue un buen padre. —Su voz es seria y noto como sujeta con fuerza le volante.

—¿Por qué?

—Él tiene parte de la culpa de que yo sea quién soy ahora, si tan solo nunca me hubiese abandonado después de la muerte de mamá quizás...

—¿Quizás qué?

—Quizás no tendría que cargar con tantas muertes.

—¿Sufriste demasiado?

—Me han sucedido tantas cosas Eunji, que si te las contara quedarías horrorizada, nadie sabe eso porque no me gusta que sientan lastima de mí, de mi pasado.

Me quedo callada mirándolo, su cuerpo está muy tenso y rojo. Es como si estuviera reprimiendo sus sentimientos o eso creo yo.

Yuntae me lanza una mirada rápida y noto en sus ojos tristeza. Una profunda y dolorosa tristeza que me derrite. Quisiera abrazarlo con fuerza y decirle que lo amo, que no me importa lo que es, ya que lo único que quiero estar a su lado, pero algo me detiene y es el hecho de que quizás solo esté fingiendo.

Trago saliva y concentro mi vista en el camino.

*

Me bajo del auto y me quedo confundida por el lugar al que me trajo. Un club nocturno, pero no parece cualquier club, no, más bien el más grande y popular de Gangnam. Hay una larga fila de personas queriendo ingresar y cuatro guardias de seguridad impidiéndolo.

Yuntae me sujeta de la mano y me arrastra con él hasta la entrada del lugar. Para mi sorpresa los guardias se abren paso de inmediato y nos dejan pasar como si nada.

—¿Para qué me trajiste a este club? —cuestiono sorprendida por la inmensidad de su interior. La música electrónica retumba fuertemente apenas entramos.

Yuntae se acerca a mi oído.

—Dijiste que querías saber cosas de mí, ¿no? Pues bien, esto es parte de mí. Soy el dueño de este y otros más —confiesa con una sonrisa orgullosa y yo lo miro boquiabierta—. Me gano la vida honradamente —bufa y me indica que camine.

Para mi sorpresa resulta que estamos en la segunda planta ya que hay una baranda que nos muestra la planta inferior donde hay personas bailando y en el centro del lugar está el DJ. Yuntae me lleva consigo hasta una mesa desde donde se puede observar muy bien la plata inferior.

—Espérame aquí, tengo que resolver unos asuntos —informa haciéndome sentar y luego se aleja, me quedo mirando hacia donde se dirige y descubro que entra a un salón apartado en que también entran otros hombres con pinta de mafiosos.

—¡Heol! —exclamo deduciendo que además de asesino, Yuntae también es un mafioso.

Sé que no debo adelantarme a nada, pero con Yuntae nunca se sabe, ya no sé qué esperar de él.

Varios minutos pasan y él nada que regresa, ya llevo varias copas de vino y por eso que tengo ganas de ir al baño. Salgo con prisa hacia el baño y después de preguntar a miles de personas donde está, lo encuentro.

Termino y cuando me dispongo a salir escucho el nombre de Yuntae. Es la voz de una mujer así que decido escuchar la conversación.

—Sí, yo pensé que era una broma cuando me dijeron que él estaba aquí.

—Casi me muero cuando lo vi —murmura otra voz femenina—. Sí, pero vino con una tipa.

Arrugo mi entrecejo al escuchar que me dijo tipa.

—Sí, la vi. Es una ridícula su vestimenta es un asco y ni siquiera usa maquillaje.

Ambas se ríen y yo abro un poco la puerta para ver quiénes son. Solo alcanzo distinguir un poco de ellas, pero lo importante es que puedo ver quién está hablando.

—Yuntae es un hombre muy atractivo, incluso podría ser un idol con esa cara tan perfecta que tiene, como para que salga con una chica como ella que parece tan simple.

—¿Estás celosa?

—Celosa de esa. Si a simple vista se nota que todo su cuerpo y rostro son gracias a las cirugías; además, he estado muchas veces con él y estoy segura de que esta noche volveré a ser suya.

Creo que todo el vino que me tomé, está haciendo efecto porque una ola repleta de emociones me invade y la que más sobresale es el enojo. Salgo del cubículo encontrando a dos chicas vestidas como prostitutas mirándose en el espejo. Ellas captan mi presencia y se quedan pasmadas. Miro con frialdad a la chica del vestido rosa la cual parece asustada.

—Piérdete —ordeno entre dientes y ella obedece rápidamente.

La otra chica sonríe de lado y se cruza de brazos mostrando una postura arrogante.

—¿Quién eres? —masculla con orgullo.

—Soy la esposa de Yuntae —espeto con furia y no se en que momento, pero creo que es gracias a la adrenalina, me abalanzo sobre ella y con fuerza impacto su cabeza contra el espejo haciendo que este se rompa y de la cabeza de la mujer comience a salir sangre.

Ella asustada grita e intenta alejarme, pero presiono más su cabeza con tras el vidrio roto y con mi cuerpo la inmovilizo impidiéndole escapar. Rápido saco el cuchillo de mi bota y se lo coloco en el cuello...

*

Hace mucho que no bailaba, esto era algo que me gustaba mucho y ahora que estoy en este club no pienso desaprovechar la oportunidad.

Muevo mi cuerpo al ritmo de la pista mientras mi cuerpo se roza con el de otras personas en la pista de baile hasta que siento que alguien me abraza por detrás y me apega a su cuerpo. Sorprendida, volteo encontrándome con Yuntae quien me mira con diversión y lujuria.

—Y ese vestido, ¿de dónde salió? —susurra en mi oído y yo le sonrío mientras continúo bailando para demostrar que este vestido me queda mucho mejor a mí. He llegado a creer lo que dijo Yuntae una vez, que el rojo me luce.

—Lo tomé prestado de una de tus ex-amantes —confieso deslizando mis manos entre su cabello y sujetándolo con fuerza para atraer su boca hacia la mía. Por un instante me permito disfrutar del dulce sabor de sus labios sin arrepentirnos, sin temor, solo deseo.

Él me sujeta con firmeza de la cintura apegándome a su cuerpo de una forma posesiva mientras con su boca y lengua me hace una invitación para llegar a las puertas del paraíso y cometer un acto pecamino frente a los ángeles, hacer todo lo que nuestros más retorcidos deseos nos exijan hasta que seamos enviados al infierno a quemarnos en las llamas de la lujuria y saciar la sed de sexo que ambos sentimos.

Una muy tentadora invitación que gracias mi estado de ebriedad acepto sin meditar las consecuencias. Yuntae desliza sus manos por todo mi cuerpo de una manera tan exquisita que me provoca unas descargas eléctricas en mi zona baja, él conoce muy bien todas las partes sensibles en mi cuerpo, sabe cuál es ese es punto exacto que me eleva a mi máximo nivel de placer. Frente a todos siento como Yuntae desliza su mano debajo de mi vestido logrando llegar a mi entre piernas y con suma delicadeza roza en forma circular mi clítoris por encima de mis bragas provocando que se me escapen unos gemidos, los cuales él caya usando sus labios. Totalmente excitada me dejo llevar y con mi mano acaricio su miembro erecto por sobre la tela de su pantalón, pero como aún me queda algo de cordura lo convenzo de que lo haremos, pero no aquí, claro que no tampoco soy una exhibicionista.

Ambos salimos del club y nos introducimos a la carretera en su auto. Me doy cuenta que apenas está anocheciendo y que será difícil salir de esta situación en la que me metí por culpa del alcohol. Aprieto las piernas sentada en el puesto de copiloto mientras me mantengo en silencio arrepintiéndome de haber tomado.

Llegamos y sin decir ninguna palabra Yuntae me sujeta de la mano y me arrastra hasta el interior de la casa, la cual está un poco oscura. Camino con dificultad detrás de él tratando de seguirle el paso y cuando estoy por decirle que me suelte, él lo hace primero.

Nos quedamos en la sala y para mi sorpresa Yuntae comienza a rodar la pequeña mesa que está situada en el centro de los dos sofás, dejando un amplio espacio y me hace sentarme en el piso sin decirme una sola palabra. Él se retira hacia la cocina yo me quedo esperando muy confundida a que aparezca.

Luego de un rato lo veo caminar hacia mí con varias cosas en sus manos; una botella de vino y dos copas con cubitos de hielo, velas y un cuchillo, ese último objeto hace que me ponga en alerta. Mi cuerpo se tensa al ver como él toma asiento a mi lado y deja los objetos en el piso, todos menos el cuchillo.

—No te asustes —murmura de repente, sin mirarme—. Solo es para abrir la botella. Es que no encontré el sacacorchos —explica, pero yo no dejo de tener miedo.

Él sujeta la botella de vino y con la ayuda del cuchillo la abre de una manera muy increíble y escandalosa. Ya con la botella abierta comienza a servir en un sola copa el vino. En la otra están los cubitos de hielo, también, enciende las velas que trajo dándole a la sala un aspecto romántico y acogedor. Se acomoda cerca de mí y toma un trago, dejándome con la incertidumbre de ¿Qué es lo que planea hacer?

—¿Eunji, como te sientes ahora mismo? —pregunta dejándome extrañada.

—¿A qué te refieres?

—A esto —Él coloca su mano sobre mi muslo y la desliza lentamente hasta llegar cerca de mi intimidad—. Te gusta ¿verdad?

Asiento.

—Me gusta estar contigo Yuntae, pero es doloroso —expreso mirando como éste sigue acariciándome.

—Exacto, veras Eunji. —Deja a un lado la copa de vino y en su lugar toma la copa con hielo y las velas, las cuales enciende—. Nuestra relación es complicada, y me he estado esforzando por comprender tus sentimientos. Me ha costado mucho, pero creo que mostrarte a la conclusión a la que llegué, pero primero necesito que te desnudes —inquiere y aunque dudo, lo ahogo. Me deshago de toda mi ropa quedando expuesta ante él.

—Acuéstate en el piso —ordena y yo solo lo obedezco, pues tengo mucha curiosidad. Él también se despoja de su elegante y cara ropa.

—¿Qué vas a hacer? —Me atrevo a preguntar, pero él no me responde solo toma otro trago de vino y de inmediato se acerca mi rosto dejando un salvaje beso en mis labios y con el cual me obliga beber el vino de su boca. El duce sabor de la bebida se complementa a la perfección con la suavidad de sus labios.

Se separa no sin antes morder mi labio inferior, de una manera agresiva y sensual.

—Yo soy una persona fría ¿No es así? —cuestiona posicionándose sobre mi cuerpo a horcajadas y acercando la copa con hielo. Asiento comenzando sentir un cosquilleo en mis manos y una presión en el abdomen—. Ok, algo así —inquiere poniendo un cubo de hielo en mi pezón izquierdo. Doy un pequeño quejido al sentir el frio contacto contra mi piel de inmediato mi pezón se endurece. Sorprendida por la acción intento cuestionar, pero él vuelve a besarme y de nuevo me hace beber vino de su boca mientras disfruto del movimiento brusco de su boca contra la mía.

Él se separa dejándome ansiosa y una vez más coloca un cubo de hielo, pero en mi otro pezón. La sensación excitante aumenta.

—Pero, durante el sexo es así —dice quitando los cubos de hielo y dejando caer sobre mi pezón izquierdo una gota de cera caliente.

Suelto un jadeo ahogado al sentir una sensación caliente sobre lo que estaba enfriando mi piel. Sin darme tiempo de nada él vuelve a dejar caer otra vez la gota de cera sobre mi pezón derecho y esta vez me retuerzo. Mi espiración es agitada y mi piel se ha erizo por completo.

Intento hablar, pero Yuntae me toma por sorpresa introduciendo su miembro en mi intimidad y entrando de una sola estocada, sin dolor solo placer. Mi nivel de excitación es tan alto que no hace falta más estimulación y él lo sabe.

Da fuertes estocadas mientras con una de sus manos me sostiene las manos por sobre mi cabeza impidiéndome moverlas y con la otra mano me sujeta el cuello, además de que me besa salvajemente.

—Te duele, pero te gusta —susurra en mis labios con la respiración hecha un desastre—. Y a mí me gusta ver cómo te quemas. —Da un fuete succión a mi labio y se separa bajando por mi abdomen al tiempo que desliza su lengua por toda mi sensible piel. Me apoyo sobre mis codos y veo como el sumerge su rostro en mi intimidad e introduce su adictiva lengua en mi interior. Mis gemidos se escuchan con más intensidad mientras él aprieta con sus manos mis muslos dejando marcas en estos.

Yuntae se detiene y para mi horror veo como pone un cubo de hielo en mi clítoris y planea dejar caer la cera caliente en mi zona más sensible.

—En eso se basa nuestra relación, es un círculo vicioso entre el placer y el dolor.

***

Despierto totalmente desorientada y exhausta. Lentamente voy recordando lo que paso anoche al tiempo que me levanto de la cama. Descubro que estoy desnuda y que gran parte de mi cuerpo está cubierto por la cera de las velas color rojo que Yuntae anoche se le ocurrió implementar a nuestro acto sexual. Aunque no fue mala idea, me gustó y mucho, pero tengo el cuerpo cubierto de cera.

Después de quitar la cera pegada a mi piel voy al armario y tomo una camiseta blanca de Yuntae la cual me coloco junto con unas un short. En eso escucho un ruido proveniente del baño.

— ¿Yuntae, eres tú? —cuestiono con recelo y camino hacia el baño. Sin meditarlo mucho decido abrir la puerta, pero me llevo una gran y horrenda sorpresa.

Es el, Yuntae está frente al espejo y su torso descubierto está manchado de rojo. En sus manos sostiene un cuchillo enorme y el brazo de una persona. Contengo la respiración detallando que en la bañera hay un cuerpo descuartizado. Hay una persona cortada a pedazos en la bañera y todo el lugar está manchado con un tono carmesí.

Horrorizada me quedo viendo la escena sangrienta, pero Yuntae sin mirarme o emitir algún sonido cierra la puerta en mi cara. Reacciono cuando escucho el seguro de puerta y me alejo del baño. Corro hasta la sala temblado de miedo. Llevo mis manos hasta mi rostro cubriéndolo por unos segundos y luego las deslizo por mi cabello sin saber qué hacer.

—Hola —escucho una voz maulina detrás de mí y por el susto pego un respingo. Me doy la vuelta con las manos sobre mi pecho y visualizo a la persona frente a mí—. Es un gusto poder verte al fin, cuñada. 

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