Capítulo 23
*sorry, tuve un accidente en moto y aunque no fue grave, si me golpeé la cabeza por eso no había podido seguir escribiendo. Adémas de que se me olvidó lo que iba a escribir. Jajaja lo que me faltaba.
Hela
El viento frío que congela mis mejillas y el sonido del agua chocando contra el muelle de madera a mis pies me cauda una sensación de tranquilidad. Arropada en mi chaqueta y con las manos introducidas en los bolsillos en busca de colar observo como en medio del extenso mar frente mí, va apareciendo la silueta de un enorme barco.
—Está hecho, las armas están aquí —murmura Vante a mi lado.
—Así es, pronto seré libre —balbuceo, el viento poco a poco se va calentado a medida que el sol va apareciendo en el horizonte. Sin embargos sigue agitando m cabello suelto con la misma intensidad.
—Cuando será la entrega —cuestiona mientras el barco llega al puerto y los hombres sobre este, dejan caer el ancla.
—No lo sé, me pidieron que guardara las armas hasta que ellos se pusieran en contacto de nuevo. Sé que tienes prisa por identificar su escondite, pero puedes esperar unos días más.
Lo miro y me doy cuenta que no soy la única con frio, él también tiene las orejas y los labios rojos. Aunque fue inteligente y además d usar una chaqueta, se puso una bufanda en el cuello y unos guantes en las manos.
—Veré que puedo hacer —expresa con una sonrisa de medio lado.
—Ok.
Dejo de mirarlo y me dirijo hasta donde están los autos estacionados. Traje varios para guardar las armas. Yohan y varios de los hombres que trabajan para Vante están descargando el armamento y colocándolos en los autos para después llevarlos a una bodega en donde esperarán hasta que pueda entregárselos a los grandes jefes.
Yohan ya le informó a su contacto sobre la llegada del barco y solo le dijeron que esperara. Yo puedo hacerlo, pero no sé si Vante pueda. Se ve claramente que está ansioso por matar a esos tipos.
Han pasado varios días desde que mi hijo lo conoció y para mi sorpresa a Vante se le da muy bien el papel de padre. Ha estado muy al pendiente de Ash y eso me pone nerviosa. Nunca sé que es lo que está pensando así que trato de mantener la distancia con él, pero a veces resulta complicado.
Entro al auto en los asientos de atrás y me encierro. Acomodo mi cabello al tiempo que siento como mi cuerpo se va calentando. Por la ventana veo todo el movimiento de afuera, es tan ajetreado y caótico que una figura en completa calma llama mi atención. Vante se ha quedado en el muelle mirando hacia la nada. Lo único que alcanzo a ver es su espalda y los movimientos bruscos de su cabello rebelde que juega con la brisa. Se ve tan solitario que cualquiera pensaría que se encuentra sufriendo, pero en realidad, solo debe estar planeando su siguiente movimiento. Quizás esta emocionado porque cada vez está más cerca de su objetivo.
Un rato después ya hemos terminado el descargue y Yohan ha ido a guardarlos a la bodega, yo me encuentro en mi apartamento cocinando el desayuno. Tuve que despertarme temprano para ir al muelle que no me dio tiempo de desayunar así que estoy muriendo de hambre ahora mismo.
Mi hijo aun duerme y Alessia ha ido a la casa nueva la decorar la habitación de Ash. Ya la mayoría de los muebles han sido trasladados así que el apartamento se ve un poco vacío. Estoy segura de que a mi hijo le encantará la nueva casa, es muy grande y tiene un hermoso jardín en donde podrá jugar.
Mis pensamientos felices son interrumpidos por Vante quien ha terminado de hablar por teléfono así que toma asiento sobre el mesón, ya que no hay ni una sola silla.
—Ah, tengo tanta hambre que me comeré todo lo que hagas —expresa sonriendo y yo lo miro mal, sin dejar de cortar las frutas.
—Si tienes tanta hambre prepárate tú mismo algo, estoy cocinando para mi hijo, Yohan y yo.
Él se pone serio.
—Veo que lo tratas muy bien, aunque no se lo merezca.
—Yohan se ha sabido ganar mi cariño, además tú no eres quien para decir si él se merece algo o no.
Lo veo bajarse del mesón y colocarse a mi lado.
—Comprendo... ¿tienes arroz cocido?
—Creo, revisa la olla —señalo la olla arrocera y este lo hace. Él encuentra un poco así que lo saca y pone en una taza.
Yo sigo preparando un lindo desayuno para mi bebé mientras él se pasa de un lado a otro detrás de mí, con el pretexto de buscar los utensilios hace contacto físico a menudo yo solo lo ignoro.
Espero a que los panes se tuesten y decido comerme una mandarina. El sonido del arroz friéndose llama mi atención, miro por encima de mi hombro y ve a Vante adicionándole unos huevos a la sartén en donde está fritando el arroz junto con unas verduras.
Esta muy concentrado en lo que hace, y se muy clamada. No parece alguien capaz de herir o matar a alguien.
—Vante —lo llamo y él me mira de reojo—. Me gustaría hablar contigo.
—Lo estás haciendo —Se ríe con ironía, pero yo sigo seria.
—No, no me refiero a tus estúpidas actuaciones para agradarle a la agente. Quiero hablar con el verdadero Vante, no más máscaras, ni actuaciones, el verdadero tú.
Él deja de mezclar el arroz y se gira para verme.
—Adelante, te escucho.
—Por qué me hiciste todo ese daño en el pasado, ¿Por qué?
—Alguna vez has deseado tanto algo que si no lo tienes sientes que vas a morir, bueno... Desde que era joven, hay algo que no me ha gustado nunca, y es que algo que yo quiero o deseo no sea mío. Así que siempre me obsesiono con obtenerlo y tú no fuiste la excepción. Me obsesioné tanto contigo que perdí el control. Quería que hicieras todo lo que yo te decía, pero tu solo huías, ni siquiera porque estabas enamorada de mi te querías quedar a mi lado así que solo te encerré. Quería hacer contigo todo lo que yo quisiera, pero luego tú te encerraste en tu cabeza y de ahí no te pude sacar. Por eso siempre estaba enfadado, porque aun cuando te tenia a mi lado, no eras del todo mía.
Doy un suspiro tratando de alejar los recuerdos de ese infierno que viví por su culpa, pero se me hace difícil. El vuelve a concentrarse en su arroz y a mí me saca de mi trance el sonido de la tostadora. Reacciono y saco los panes para comenzar a preparar los sándwiches.
El silencio incómodo que dejo nuestra conversación se hace más grande. Solo me limito a seguir con el desayuno hasta que los siento parado detrás de mí. No me muevo y el tampoco. Solo está detrás de mí y por eso no puedo ver su rostro. Pero si puedo sentir como su respiración roza mi nuca.
—Por qué no me das otra oportunidad —inquiere con la voz profunda y rasposa—. Te prometo que esta vez será diferente.
—No creo que se pueda, sabes lo que yo necesito y tú no puedes dármelo... además estoy con Yohan.
—¿Estás enamorada él?
—Sí, lo estoy... lo quiero demasiado.
—¿Lo quieres o lo amas?
—Lo amo —me apresuro a contestar.
—¿Tanto como me amas a mí? —Me quedo en silencio pues no sé qué contestar. En ese siento que él se acerca más a mí. Su cuerpo entra en contacto con el mío y eso me pone tensa—. Entonces prefieres estar con Yohan cada noche, supongo que tu cuerpo ya ha olvidado lo que sentía cuando yo lo acariciaba —Su voz en mi oído me pone nerviosa.
Él coloca sus manos sobre mis brazos desnudos y comienza a deslizar sus dedos sobre mi piel con lentitud. Es me provoca escalofríos.
—No me toques —balbuceo, pero este no me hace caso y sigue tocándome además de que cada vez más me aprisiona contra su cuerpo.
—¿A quién prefieres? A ese tonto que no te satisface o a mí, que muero por poseerte cada minuto del resto de mi vida.
Trago saliva al sentir como sus labios rozar mi oreja.
—Vante, no me pongas a escoger... porque no te gustará mi respuesta —dijo con firmeza y éste deja de tocarme.
Se aleja unos pasos y yo aprovecho para seguir con lo mío. Sé que Vante sigue causando estragos en mi interior por no puedo dejarme llevar. Eso es muy peligroso. Una vez que eso pase, quizás ya no hay vuelta atrás.
La tensión en el ambiente se extingue cuando veo a mi bebé aparecer en la cocina, medio dormido y con el cabello alborotado. Sonrío al ver su pequeño cuerpo cubierto por un lindo pijama azul de ositos panda. Corro a cargarlo y lo lleno de besos mientras que Vante nos observa con seriedad.
***
Yohan conduce mi auto siguiendo el de Vante quien está siendo acompañado por Snail, ya es de noche y estamos entrando a la zona roja de Seúl. Un lugar tan peligroso como depravado. Es mi primera vez visitando este lugar así que estoy algo nerviosa. Apenas ingresamos a las estrechas calles veo por la ventana del auto las mujeres semi desnudas cada una en su caja de cristal. Parecen muñecas en su cajita trasparente esperando que un hombre entre a cogérselas. Las luces rojas que iluminan el sector se van incrementando a medida que nos acercamos a los clubes. Nos detenemos frente a uno que tiene pinta de ser el más visitado.
Bajo del auto dándome cuenta que incluso hay jóvenes drogándose en la entrada. Muchos de esos degenerados me quedan viendo y seguro piensan que soy una pervertida más que viene a este tipo de lugares. Creo que la ropa que llevo puesta tiene mucho que ver. Según Vante usar un vestido ajustado y revelador con un maquillaje provocador me hará pasar desapercibida. La única que se tuvo que vestir así fui yo, ya que tanto como Yohan, Vante y Snail están usando ropa normal. Solo están aplicando la de Superman. Usando lentes para que nadie los reconozca. Yo hasta tengo que usar una peluca rubia.
Todos nos acercamos a la entrada y Vante conversa un poco con el vigilante. No pasa mucho tiempo cuando nos dejan ingresar. El interior es horrible, está lleno de gente ebria y drogada que tiene sexo con varias adolescentes, incluso hay chicos prostituyéndose. Es difícil caminar entre este montón de pervertidos que me miran como si quisieran comerme, gracias al cielo los chicos me protegen. Ver todo esto me hace pensar en qué demonios estoy haciendo aquí. Hace unas horas, cuando Vante y Yohan discutían sobre venir para encontrar a esos tipos, yo me emocioné en mi papel de jefa y los obligué a traerme, pero ahora me arrepiento.
Caminamos hasta una especie de cuartos separados solo por unas persianas y entramos a una. Hay un olor demasiado fuerte que me pica la nariz, además el olor está mezclado con una especie de humo que impregna cada rincón. Yohan me pone su abrigo y desde el fondo de mi alma se lo agradezco. Nos sentamos en un sofá de cuero que parece sucio, en el reposa brazos alcanzo a ver una mancha seca de un líquido blanco. Y no creo que sea de droga.
Mirando a mi alrededor descubro a Vante mirándome con una sonrisa divertida en su rostro. Se debe estar divirtiendo mientras yo la me la paso mal por venir a un lugar que me recuerda mis traumas. Maldito.
—Chicos, aquí al lado están esos tipos —informa Snail en un susurro, mientras señala detrás de él.
Yohan mira con curiosidad mientras Vante solo se limita a asentir.
—Y bien, jefa, ¿qué planeas hacer? —dice en un tono de burla que me molesta.
No podemos hacer mucho, pues solo tenemos que seguirlos y que ellos mismos nos lleven a la organización. Es un trabajo fácil.
—Por ahora solo grabemos su conversación y hay que intervenir sus celulares.
Snail se pone manos a la obra y con una Tablet y unos audífonos inalámbricos dedica a seguir mi orden.
—No dicen nada interesante, solo hablan de sus vidas de casados...—dice con decepción.
Me acerco al oído de Yohan teniendo un mal presentimiento.
—No crees que hay algo extraño —susurro y este asiente.
—Sí, es demasiado sencillo, el hecho de que solo tengamos que sentarnos a esperar me pone nervioso, algo no cuadra.
—¿Una trampa?
—Talvez. Es demasiado pronto para saberlo. Lo mejor será que estemos alertas.
Nuestras miradas coinciden en silencio. De repente Snail se pone pie algo alterado.
—¡Oh!, parece que hay más personas junto a ellos, es una voz masculina y les dice que ya tienen su pedido. Se están yendo.
Rápido nos ponemos de pie y cuando salimos los vemos dirigirse hacia un lugar entre la multitud. Los seguimos por unas escaleras que llevan hacia la parte de abajo, y también hay algunas personas que suben y bajan. Al final de las escaleras vemos un pasillo ancho con muchas puertas. La iluminación es terrible así que me cuesta caminar. Nos detenemos un par de puertas antes y los vemos mirarnos con desconfianza. Al lado de los dos tipos hay tres más y son muy grandes.
Rápidamente Vante abre una puerta y nos hace entrar al cuarto. Esto da la impresión de que me voy acostar con mis tres acompañantes.
Vante toma asiento sobre la cama mientras que Yohan, Snail y yo abrimos la puerta un poquito y observamos con cuidado.
Snail sigue intentando escuchar lo que hablan.
—¿Qué sucede?
—Escucho voces femeninas, son quejidos, pero muy silenciosos. Deben estar drogadas.
—En definitiva, se trata de esos tipos —menciona Yohan.
—Sí, entonces hay que seguir siguiéndolos, para ver a donde llevan a las chicas —expreso sintiéndome mareada.
No sé qué me pasa, estoy segura que tomé mi medicamento está mañana así que quizás se debe a que he estado soportando demasiado. Tomo asiento en la cama tocándome la frente. Estoy sudando demasiado. El hecho de que estemos en un sótano en donde abusan de adolecentes me da escalofríos y nauseas. Mi cuerpo se ha puesto frio.
Yohan se da cuenta de mi estado y se me acerca preocupado.
—¿Estas bien? ¿Qué tienes?
—Creo que me voy a desmayar, no sé, tengo náuseas y mucho dolor de cabeza.
—Mierda, sabía que este lugar no era bueno para ti. Debemos irnos ya.
—No, si nos vamos esos tipos escaparan.
—Pero tú, no estás bien.
—Si quieren pueden irse, mi hermano y yo continuaremos siguiéndolos —propone Snail con inocencia.
—Sí, hagamos eso —exclama Yohan intento ponerme de pie. Yo con dificultad me levanto, pero aun en sus brazos me niego.
—No, no confió en Vante —intervengo y miro al nombrado que pospuesto tiene una actitud fría—. Sin ofender —le digo y este me hace una mueca.
—Ok, entiendo tú punto, pero tampoco puedes irte sola, está muy mal.
—Entonces yo la llevaré —propone esta vez Vante poniéndose de pie. Yohan se niega y aunque yo también quiero hacerlo, de repente Snail escucha algo.
—Esperen, están moviéndose, dicen que irán a ver el trasporte. Es nuestra oportunidad.
—Yohan, tienes que seguirlos, por favor. Vante me llevar a casa y estaré bien... si vez que desaparezco o me pasa algo ya sabes que hacer —inquiero para que Vante sepa que si rompe nuestro trato todo el mundo sabrá quién es y verán su verdadero rostro.
Yohan suspira ansioso y finalmente acepta. Me entrega a los brazos de nuestro enemigo. Le lanza una mirada seria y mientras Vante me sostiene de mala gana, Yohan me da un beso en la frente y se va junto con Snail.
Unos segundos después nosotros dos salimos del cuarto. Vante me sostiene ya que me es difícil caminar, mi pecho duele demasiado, siento como una presión que no me deja respirar bien. A medida que vamos subiendo las escaleras me voy sintiendo peor. La música a todo volumen no ayuda. Vante prácticamente me está cargando.
Pensé que había superado mis traumas, pero parece que aún no, quizás el estar es un ambiente similar y ver a esas chicas en mi misma situación me hizo recaer. Logramos salir y antes de entrar al auto vomito. Lo hago hasta u ya no sale nada y de repente la visión se me nubla. Pierdo la fuerza en mis piernas, pero Vante logra sostenerme antes de caer.
Con mi visión borrosa veo como él me mete al auto y ya adentro me quita la peluca, al cual está sucia de vomito. Siento como con un trapo me limpia la boca mientras dice algunas cosas. Como estoy muy débil no lo echo y cierro los ojos. Tengo mucho sueño.
¿Qué es esto? siento como si estuviera siendo cargada. Mi cuerpo aún está un poco débil. Escucho el sonido que produce el presionar un teclado y luego el de una puerta abriendo. Abro los ojos y con dificultad veo a mi alrededor. Es una habitación blanca con muebles muy finos y ordenados. Este no es mi apartamento. Reacciono con brusquedad agitando mi cuerpo, pero unos fuerte brazos me detienen.
—No te muevas así, podrías caerte —murmura Vante mientras aún me sujeta en sus brazos.
—¡Bájame! —exclamo molesta ya recuperando mis sentidos.
Él me deja el suelo y yo logro mantener el equilibro en mis tacones. Como pude ser tan tonta, estuve débil y en sus manos por un buen tiempo.
—Supongo que ya te sientes mejor —dice quitándose su abrigo y colocando sobre un mueble.
—Por qué me trajiste a este lugar, debiste llevarme a mi apartamento.
—te veías realmente mal, pese que sufrirías una especie de ataque como las otras veces, así que imaginé que no querías que Ash te viera así, por eso te traje a este hotel... tranquila, está muy cerca de tu apartamento.
Lo miro con desconfianza. De repente siento un sabor amargo en mi garganta.
—¿Qué me diste? No es normal que me desmayara así de repente. ¿Qué fue lo que me diste?
—Yo nada, después de vomitar frente al auto te desmayaste, no tengo nada que ver.
Camino hasta el baño de la habitación y mirándome en el espejo descubro que me veo fatal. Mi maquillaje se ha dañado por el sudor y ya demás estoy pálida. Abro la llave del lavabo y me limpio la cara con agua.
Regreso con Vante y lo veo acostado en la cama de una forma muy relajada, sus largas piernas están afuera de la cama haciéndola lucir más pequeña de lo que es. Camino hasta la puerta e intento abrirla. Para mi desgracia no sé el código.
Me giro hacia Vante quien ya se ha sentado sobre la cama y me mira con una expresión que no sé cómo descifrar.
—Dime el código —ordeno seria.
—¿Por qué? ¿Quieres irte?
—Sí, tengo que regresar con mi hijo —Lo dicho hace que él ría con amargura—. Rápido, déjame salir.
Él se pone de pie y camina hacia mí, aunque no sé ve molesto sí parece estarlo. Ya frente a mi levanta una de sus manos y la lleva hasta mi rostro. Su dorso roza la piel de mi mejilla izquierda con suavidad y su mirada para de ser fría a ser triste.
—Porque me haces esto, Hela... no ves que te extraño. Lo único que quiero es estar a tu lado, pero tu solo me apartas...
De verdad planea lucir inofensivo y miserable frente a mí, esto debe ser una broma.
—No me toques —Abofeteo su mano y con un empujón lo aparto de mi—. no pienso jugar tu jugo mental, quieres mostrarte una vez más como alguien que sufre por dentro, pues me da igual, he visto esa imagen tuya muchas veces, he visto como derramas lagrimas sin llorar de verdad, como finges que te duele el pecho cuando ni siquiera eres capaz de sentir dolor. Di lo que tenga que decir, pero no voy a creerte.
Él se mira la mano y parece pensativo. Su rostro enserio se ve afligido, aunque un detalle es extraño, él no está llorando como aquella vez. Vante da un suspiro y se lleva la mano al rostro cubriéndose por unos instantes.
Se da la vuelta y lo único que puedo ver es su enorme espalda, esta me da mal espina.
—Ya ni siquiera sientes lastima por mí —concluye sonando nostálgico.
—Tú mismo me dijiste que detestabas a la gente que te veía con lastima. Por qué debería yo sentirla, si no significas nada para mi
—Supongo que lo que dijiste cuando me torturaste era cierto, ya ni siquiera me odias, me has olvidado por completo.
—Si.
De nuevo lo escucho suspirar. Enserio estoy nerviosa, quiero irme de aquí.
—Entonces te da igual si yo muero.
—Así es, si pudiera yo misma te asesinaba —balbuceo entre dientes, pero él alcanza a escucharlo.
—Bueno —dice al tiempo que extiende en su mano una pequeña navaja esa misma que uso para dejar las marcas en mi espalda. Me pongo en alerta al ver eso, y por instinto retrocedo chocando mi espalda contra la puerta. Vante se da vuelta y camina hacia mí—. Demuéstralo.
Me asusto y planeo mil formas para quitarle la navaja, quizás con una llave en su mano, pero no sé di me dé tiempo. En mi nerviosísimo levanto mis manos y de repente él muy veloz, atrapa mi mano derecha y la me obliga a tomar la navaja, enseguida coloca su mano sobre la mía y direcciona mi mano hacia su cuello.
—Si tanto quieres deshacerte de mí, hazlo ahora. Clava esta navaja en mi cuello y atraviésame.
Perpleja veo como la hoja de la navaja se entierra en su cuello así que no hago presión alguna. En realidad, él mismo es quien se está hiriendo. No sé qué hacer, pero Vante parece dispuesto a matarse. Lo veo en su oscura mirada.
No sé por qué, pero mientras veo como la hoja se introduce más y más y la sangre comienza a salir salpicando sobre su ropa, una sensación de ahogo me invade. La ansiedad recorre cada centímetro de mi cuerpo y comienzo a moverme. Con mi mano libre sujeto la suya y comienzo a tratar de sacar la navaja. Lo hago con todas mis fuerzas, aunque él se niegue y siga intentado matarse.
—¡¿Por qué haces esto!? —reclamo alterada sintiendo como mis manos se van mojando de su sangre.
—Te he dicho muchas veces que tú eres la única que puede matarme, así que hazlo. Mátame y se feliz como tanto quieres.
El usa su otra mano y la hoja de la navaja por el movimiento que hacemos se rueda y corta más de su piel. La línea ya es demasiado grande y de seguro pronto terminara cortando su vena.
—Espera, dijiste que solo yo podía matarte, pero en realidad tú mismo lo estás haciendo —expreso con angustia y él me mira confundido.
En eso suelta mis manos y cierra los ojos. Está dejando que yo lo haga. La navaja está incrustada en su cuello así que la saco. Por supuesto que la herida es inmensa y por eso la sangre fluye como un torrente. Esta misma me salpica en el rostro debido a la cercanía.
—¿¡Te volviste loco?! ¿Qué mierda querías hacer? —reclamo en gritos de enojo y el solo se queda inmóvil.
—Dijiste que ya no me que amabas y como no puedo tenerte, qué sentido tiene vivir.
—Que patético te has vuelto en estos últimos años, Vante. Ya no te amo y si quiero matarte, pero aún no, te necesito así que deja de comportarte como un niño malcriado.
Mis palabras salen serias y con dureza, parece que ya se me pasó el nerviosismo. De verdad que este hombre me pone mal. Miro su herida y se ve realmente grave así que lo obligo a sentarse en la cama. Parece que no es tan profunda, pero si es ancha, incluso puedo ver el interior. Rápido le limpio la herida con agua y unas sábanas. Para evitar que se siga desangrando usando la navaja, corto un trozo de sabana y se la enrollo en el cuello.
Él se mantiene en silencio mientras atiendo su herida y solo me mira con tristeza. Nos e si estaba actuando, pero de verdad que está loco. Va a necesitar sutura urgente y quizás hasta le quede una cicatriz grande si no nos damos prisa en ir al hospital.
—Talvez no fue hoy, pero si algún día quieres matarme, no lo dudes y hazlo... Yo no te lo impediré —murmura aparentando ser sincero.
—Lo tendré en cuenta. Ahora hay que irnos, yo a mi casa y tú al hospital
—No, no quiero ir a ese lugar de nuevo. Quiero quedarme contigo —dice y me sujeta con sus brazos aprisionando mi cuerpo.
De nuevo se está comportando como un niño mimado. ¿Qué carajos pasa en su cabeza?
—Suéltame.
—Déjame abrazarte por lo menos, no sabes lo mucho que te extraño.
Me abraza con más fuerza y en el acto coloca su cabeza sobre mi hombro, el cual besa. Mi corazón comienza latir desenfrenado.
—¿A mí o mi cuerpo?
—A ambos.
—No te creo.
—Es cierto que ahora mismo solo deseo cogerte, pero es porque estoy más familiarizado con tu cuerpo, ya que tú nunca me perteneciste por completo al contrario de tu cuerpo —Él levanta su rostro un poco y lo acerca al mío, quedándose a solo unos centímetros de distancia—. Eso no quiere decir que no extrañe a mi esposa. ¿Qué no oyes sinceridad en mi voz cuando hablo?
—Nunca has sido sincero conmigo.
—Por qué crees que no? Te dije que era mi culpa, todo esto es mi culpa, así que por favor mírame a los ojos, aunque sea solo esta vez... dime lo horrible que soy, pero que siempre me amarás.
Él aprovecha mi estado de confusión y comienza rozar sus labios contra los míos. Es una sensación muy placentera que me hace querer más, además también Vante usa sus mansos para acariciarme cuerpo, acción que me pone sensible. Nuestras miradas se cruzan por un segundo y de repente me dejo llevar por mis deseos y lo beso.
Cierro mis ojos mientras él con suavidad le da ritmo a nuestro beso. Extrañan tanto sus labios que ahora que los he podido tocar siento mucha satisfacción al mismo tiempo que siento como me hundo cada vez en ese pozo del que se supone salí hace tres años. Él es tan asfixiante que me ahogo. Sus besos son demasiados calientes, pero por alguna razón no queman. Solo me hacen querer más y más.
Siento la necesidad de respirar, pero la intensidad del beso no me lo permite, le solo se aferra a mis labios que no me deja tomar aire. En eso siento su lengua mis labios como pidiendo permiso para entrar y así reacciono.
Con un movimiento brusco me aparto de él terminando el beso. Un beso que nunca debió suceder. Perpleja por lo que acabo de hacer me quedo mirándolo mientras él solo tiene una mirada confundida. Elevo mi brazo derecho y con el dorso de mi mano me limpio la boca pensando en lo que significa que lo haya besado yo primero. Esta acción parece no agradarle a Vante que intenta volverme a sujetar, pero rápido me alejo de él.
¿Cómo pude hacer esto? sigo siendo tan ingenua como para dejarme llevar. Yohan tenía razón... Yohan.
Las náuseas y el mareo que sentí en ese club han regresado, mi cuerpo quiere temblar, pero no se lo permito. En cambio, trato de actuar como si nada y le doy la espalda comenzando a caminar hacia la puerta. Tengo quedarme prisa en llegar al departamento y tomar mi medicamento.
—Dime el código —ordeno con la voz en un hilo. Él dice el código y rápido salgo ese lugar.
Corro por los pasillos del hotel. Siento como las lágrimas emergen sin control mientras tomo el ascensor. Salgo a la carretera vuelta un desastre bajo la curiosa mirada de algunas personas que me miran como si supieran que he perdido la razón.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro