Capítulo 14 - Gonzalo
Mando hacia atrás el asiento y pongo música suave mientras me recreo una y otra vez en la Amaru que conocí hoy. La pienso en sus distintas etapas y no puedo evitar sentirme orgulloso de ella, pero no parece suficiente, lo que nace en mi pecho cuando la pienso es mucho más que eso.
En algún punto me quedo dormido y cuando amanece me encuentro con un chico observándome a través del cristal. Me despierto un poco desubicado, me arreglo el cabello y coloco el asiento en su lugar antes de bajarme.
—Hola —saludo.
Me mira con hostilidad y su rostro se me hace conocido.
—Hola —responde en su lengua nativa—. ¿Qué haces aquí?
—He venido con Amaru y los médicos —explico y pone mala cara.
—No deberían estar aquí, este no es lugar para ustedes.
—Solo queremos ayudar.
—No los necesitamos —replica.
—Amaru está ayudando a la curandera para que las personas que están enfermas se sientan mejor —digo para intentar convencerlo.
—Amaru es una traicionera, se ha ido de aquí para intentar convertirse en una de ustedes y no se da cuenta de que nunca lo logrará, ha negado sus tradiciones y sus raíces —responde enfadado.
—¿Por qué dices eso? Estoy seguro de que ella está muy orgullosa de pertenecer a la tribu.
—Tú eres el culpable, ella se enamoró de ti y se perdió. Yo traté de que se olvidara, pero no pude, tú le hiciste una marcación...
—¿Una qué?
Escupe en la tierra a mis pies y se marcha.
Creo que lo reconozco en el momento en que lo hace, es el chico que Arua señaló que había salido con ella.
¿Amaru enamorada de mí?
Pienso en eso, pero no tiene ningún sentido, entre nosotros nunca sucedió nada y yo nunca la vi con esos ojos. Al menos no antes.
Arua se acerca a mí con una infusión caliente y me la pasa.
—¿Qué sucede?
—Nada —respondo quitándole importancia, pero las palabras del muchacho retumban en mi cabeza durante toda la mañana mientras miro y ayudo a los médicos en su trabajo.
Cerca del mediodía y luego de participar de una comida tradicional con canciones y rituales de agradecimiento, nos despedimos y volvemos al pueblo. No sin antes asegurarles que estaremos regresando una vez a la semana y que ante cualquier urgencia pueden buscar a los médicos en el pueblo. La curandera abraza a Amaru y le dice algo al oído, también le entrega un saquito de tela que se lo cuelga por el pecho.
—¿Qué es? —pregunto cuando nos estamos yendo.
—Una mezcla de semillas que ella cree que me protegerán de los malos espíritus.
Asiento y ella también lo hace.
—A lo mejor funciona —digo pensando en la rabia que parecía emanar aquel muchacho.
—Espero que lo haga —responde ella con una sonrisa dulce.
Regresamos al pueblo y yo les recuerdo que tenemos una cena pendiente en mi casa, pero la postergamos para otro día por el cansancio de los chicos.
Arua y yo vamos a la estancia y cuando estamos por despedirnos, le pregunto.
—¿Qué significa cuando alguien dice en tu lengua que le has hecho una marcación a una persona? —pregunto.
—Tiene que ver con un ritual que se hace en el momento de la unión de un hombre y una mujer, lo que sería el equivalente al casamiento —explica—, en un momento de la ceremonia, el sacerdote marca con una tinta roja vegetal una figura sobre el cuerpo de la mujer, luego hace lo mismo sobre el cuerpo del hombre. Esa marca simboliza que desde ese momento se pertenecen el uno al otro y que son solo uno para el resto de la vida. En el lenguaje común, decir que has hecho una marcación a alguien tiene que ver con que esa persona se ha enamorado de ti y ya nadie más existirá en su mundo... Nosotros muy pocas veces nos juntamos con alguien por amor, así que enamorarse se considera algo demasiado poderoso. ¿Por qué?
—Ese chico que dijiste que salía con tu hermana...
—Naran.
—Ese mismo... Hoy se acercó temprano y me dijo que ella era una traidora, estaba enfadado y quería que nos fuéramos de allí. Me dijo que yo la había marcado...
—Bueno, la verdad es que eso también tiene que ver con otra creencia de la tribu. Antes se pensaba que todos guardábamos dentro de nosotros los secretos de las generaciones anteriores de la tribu, de hecho, había rituales para traspasar los conocimientos de padres a hijos. Y si dos personas que no eran de la misma tribu se hacían amigos o se hacían muy íntimos, uno de ellos podía robar toda la información del otro. Eso llevó a muchas disputas en el pasado, pero hoy en día es un pensamiento arcaico. Hay muchas personas que se han mezclado con gente de otras tribus y no ha pasado nada... Naran es un hombre muy conservador, su padre era uno de los sacerdotes más importantes del pueblo, supongo que tiene algunas creencias antiguas muy marcadas. Además, a lo mejor estaba celoso por la relación que tenías con mi hermana. Él quería unirse a ella.
—Oh...
—No deberías hacerle caso, a mucha gente le costó mucho comprender tu relación con Amaru, algunos pensaban que solo te aprovecharías de ella, estaban seguros... En aquella época había mucha desconfianza, pero hoy todos te respetan y saben lo mucho que has hecho por ayudarnos. Naran está dolido porque para un chico de la tribu, que una mujer lo rechace es como una ofensa o una humillación. No supera que ella no lo haya aceptado...
Asiento y nos despedimos. Por un minuto me imagino a Amaru casada con ese chico y algo se me clava en el pecho. Siempre fue una niña llena de sueños y ganas de comerse al mundo, ¿acaso es tan malo que haya salido de su pueblo para lograrlo? ¿Por qué por eso sería una traidora si ahora estaba ayudándolos? La vi trabajar con respeto y cariño, todos allí deberían sentirse orgullosos.
Entonces solo puedo recordar la de veces que me sentí completamente perdido cuando se trataba de lograr comprender las diferencias culturales entre nosotros. A lo mejor nunca lo haría...
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