Parte 2 T3 Papás los amo
Narrador
El cielo, feliz y resplandeciente, brillaba con un sol suave y cálido, como si el mundo no compartiera la misma incertidumbre que sus habitantes. Después de separarse y que cada uno volviera a su casa, se veía a Sasha y Anne caminando juntas por las tranquilas calles, el silencio entre ellas era palpable, pero no incómodo. Ambas estaban muy cerca, casi rozándose, pero ninguna encontraba las palabras, nerviosas por lo que les esperaba en casa. Anne deseaba con todo su corazón ver a sus padres, abrazarlos y sentir la seguridad de estar de vuelta, mientras que Sasha, aunque lo disimulaba, se sentía reacia y llena de dudas. No sabía si, después de todo lo que había vivido, podría sorprender a sus padres o hacer que estuvieran orgullosos de ella. Las preguntas sobre si sería suficiente rondaban en su mente, haciendo que el silencio se volviera más pesado con cada paso que daban.
Anne: -suspirando mientras caminan- No puedo creer que estemos de vuelta después de todo lo que pasó… la pelea con Belos… todo fue tan caótico. Y, de alguna forma, aquí estamos, en casa. ¿Cómo crees que pasó?
Sasha: -mirando al suelo- No lo sé, Anne. Todo pasó tan rápido, ese resplandor al final… y de repente estábamos en Royal Woods. Pero… ¿y ahora qué? ¿Cómo se supone que volvamos a la vida normal después de todo lo que vimos?
Anne: -mirando al horizonte- Quiero una vida normal. Quiero volver a mis padres, a la tranquilidad. Pero, al mismo tiempo... esta aventura, fue divertida, ¿sabes? Aunque… [pausa] ver a la gente cercana morir... eso no es algo que puedas olvidar. Darius, Everwolf, Raine… todos a manos de Kikimora. Y Eda, Lilith… Belos acabó con ellas.
Sasha: -sincera, con la voz temblando- Lo sé. Esas pérdidas pesan mucho. Pero, Anne… lo que me sigue quemando por dentro es que, en medio de todo… yo... terminé matando. Me prometí que no sería así, pero esta aventura me cambió, y… maté a alguien.
Anne: -deteniéndose y mirándola a los ojos- Sasha, no es tu culpa.
Sasha: -sacudiendo la cabeza- Sí lo es, Anne. Fui yo la que atravesó a Manson con mis espadas. Puedo verlo cada vez que cierro los ojos. Eso no se va, por más que quiera.
Anne: -tomando su mano- Manson era un monstruo. Estabas protegiendo a los demás, a mí. No fue algo que quisieras hacer, pero tenías que hacerlo. Eso no te hace mala.
Sasha: -con los ojos vidriosos- No lo sé, Anne… sigo sintiéndome culpable. Pero tenerte a mi lado… eso me ayuda.
Anne: -acercándose un poco más- Yo también lo siento, Sasha. No sé qué hubiera hecho sin ti. Tal vez ninguna de las dos tenga las respuestas, pero lo que sí sé es que estoy aquí para ti. Y siempre lo estaré.
Sasha: -mirándola a los ojos- Lo mismo digo. No sé qué haré con todo esto, pero... contigo aquí... todo se siente un poco menos pesado.
Narrador
Ambas se abrazan en silencio, el peso de sus experiencias compartidas se desvanece momentáneamente, en un momento de comprensión mutua. La cercanía entre ellas se vuelve más profunda, mientras el calor de su apoyo mutuo se transforma en algo más, algo más suave y reconfortante.Anne y Sasha continuaron caminando en silencio, sus pasos suaves acompañados por el suave sonido del viento. Al llegar a la casa de Anne, ambas se detuvieron. Sasha, con una sonrisa ligera y algo de tristeza en sus ojos, se despidió con un leve abrazo antes de seguir su camino. Anne observó cómo se alejaba, y luego dirigió su mirada a la puerta de su casa. Sus manos temblaron ligeramente mientras levantaba el puño para golpear. No hubo palabras cuando sus padres abrieron la puerta. Sus rostros pasaron de sorpresa al alivio y, sin decir nada, simplemente la envolvieron en un abrazo fuerte, mientras las lágrimas silenciosas caían de sus ojos. Anne, sintiendo el calor familiar, se permitió también derramar algunas lágrimas, sabiendo que, al fin, estaba en casa.
Mamá de Anne: -preocupada pero feliz- ¡Anne! ¿Dónde has estado? ¡Estábamos tan preocupados! ¿Qué te pasó? ¿Por qué te fuiste? ¿Estás bien?
Papá de Anne: -rápidamente- ¿Estabas con alguien? ¿Te secuestraron? ¡Dios mío, Anne, no sabes cuánto te hemos buscado!
Anne: -sonriendo nerviosamente- Lo siento mucho, de verdad... lamento haberme ido así. Es... es una historia muy larga. Prometo que les contaré todo, pero no ahora... necesito procesarlo también.
Mamá de Anne: -con lágrimas en los ojos- No importa cuánto tiempo tarde, lo importante es que has vuelto. Pero estamos tan felices de verte aquí... ¿Estás bien? ¿Te duele algo? ¿Necesitas ir al médico?
Papá de Anne: -emocionado- No importa dónde hayas estado, hija. Lo importante es que estás a salvo. Vamos a prepararte algo para que te sientas mejor. Lo que quieras, te lo preparamos.
Anne: -con una sonrisa suave- Gracias, papá, mamá. Estoy bien. Solo... me gustaría descansar un poco, y luego les cuento todo, ¿vale?
Mamá de Anne: -acariciándole el cabello- Claro, cariño. Lo que necesites. Vamos a hacerte tu comida favorita, solo relájate.
Papá de Anne: -sonriendo- Hoy es tu día, Anne. Solo dinos qué te gustaría comer y lo haremos.
Anne: -aliviada- Con solo estar con ustedes ya es suficiente.
Narrador
Anne entra a su casa y respira profundamente, sintiendo que todo sigue siendo exactamente como lo recordaba: la misma calidez, los mismos muebles y ese inconfundible aroma a hogar. Es como si el tiempo no hubiese pasado, como si su mundo hubiera esperado intacto su regreso. Su madre se dirige de inmediato a la cocina para preparar la cena, mientras su padre, atento, sirve una taza de chocolate caliente y se la ofrece a Anne. Ella sonríe y agradece, abrazando la taza, pero su mirada refleja pensamientos lejanos, recuerdos intensos de todo lo que había vivido. Se arropa con una manta y se sienta en el sofá, sintiendo por primera vez en mucho tiempo un alivio en la calma de su hogar. Su padre, al notar la mezcla de emociones en su rostro, se sienta junto a ella en silencio, transmitiéndole su apoyo y esperando pacientemente hasta que ella se sienta lista para hablar.
Anne: -mirando el chocolate, como perdida en sus pensamientos- Papá… ¿me podrías contar sobre el día en que nací?
Señor Boonchuy: -sorprendido, sonriendo un poco- Vaya, esa sí que es una pregunta inesperada. Pero claro, Anne, si eso quieres saber... -se acomoda y sonríe con cariño- Fue uno de los días más especiales de mi vida, y no podía esperar a verte, estaba tan ansioso. Apenas me dejaron quedarme, pero… ya sabes cómo soy, insistí. Tu mamá estaba en el trabajo de parto, y yo, carcomido de impaciencia en la sala de espera, no podía ni sentarme.
Anne: -escuchando con interés- ¿Y cuando me viste por primera vez?
Señor Boonchuy: -con ojos brillantes de emoción- Fue… un momento mágico, Anne. Cuando la enfermera te trajo a mí y te tuve en mis brazos… -se ríe suavemente- sentí que el mundo entero cabía en ese pequeño instante. Eras tan pequeña, pero tan fuerte. No podía dejar de mirarte y pensar que había llegado la persona que más iba a querer en la vida.
Anne: -pausando, un poco triste- ¿Y… mis abuelos? ¿Sabían que nací?
Señor Boonchuy: -suspira y mira al suelo- No, Anne. Mi familia… ellos no estaban de acuerdo con mi decisión de emigrar aquí con tu mamá. No he tenido contacto con ellos desde entonces. Pero... [le toma la mano] nunca me ha importado. Yo tengo a mi propia familia aquí, contigo y con tu mamá, y nada me hace más feliz.
Anne: -con una pequeña sonrisa- Y… ¿me amas, papá?
Señor Boonchuy: -mirándola con profundo cariño- Más que a nada, Anne. Eres lo más importante para mí.
Narrador
La madre de Anne termina de preparar la comida y la coloca con cuidado en el horno, dejando que el cálido aroma llene la casa. Luego, se dirige hacia el sofá, donde su hija está sentada envuelta en la manta, su padre a su lado. Al sentarse junto a Anne, su hija la mira con una mezcla de nostalgia y ternura en los ojos, como si quisiera aferrarse a ese momento. Anne siente un nudo en la garganta, y las lágrimas asoman a sus ojos. Sin decir una sola palabra, su madre le acaricia el rostro y la envuelve en un abrazo suave, como si fuera aquella bebé que sostuvo hace tantos años. La mece con delicadeza, acariciándole el cabello, mientras Anne cierra los ojos, dejando que el amor de su madre calme su alma cansada.
Anne: [mirando a su madre con una sonrisa suave] Mamá, ¿me contarías sobre el día en que nací?
Señora Boonchuy: [sorprendida, pero sonriente] Claro, querida. Fue... el día más hermoso y agotador de mi vida. [acaricia el cabello de Anne] Recuerdo sentirme tan feliz, y a la vez tan asustada. Cuando te vi por primera vez, sentí un amor tan grande... como si todo mi mundo estuviera ahí, mirándome. Eras preciosa, Anne, y toda la espera, el dolor… todo valió la pena en ese momento.
Anne: [intentando contener las lágrimas] Y… ¿te sentiste feliz, verdad?
Señora Boonchuy: [notando el tono de Anne, con un gesto de preocupación] Anne, por supuesto que sí, pero… [se mira con el señor Boonchuy] cariño, ¿por qué tantas preguntas sobre esto? ¿Está todo bien?
Señor Boonchuy: -mirando a Anne preocupado- Anne, ¿está pasando algo que no nos has contado?
Anne: -con los ojos vidriosos, incapaz de responder- Yo… yo… -las palabras no le salen, solo los recuerdos de su viaje y las pérdidas-
Señora Boonchuy: -sujetándola con firmeza y ternura- Anne, estamos aquí. Puedes decirnos lo que necesites…
Anne: -rompiendo en llanto- No sé si puedo… Hay tanto…
Narrador
Anne intenta contenerse, pero todo se desborda dentro de ella. Los recuerdos de su enfrentamiento con Hettie Cutburn, aquella líder rota por la pérdida de sus hijos, surgen vívidos. La furia en sus ojos, la batalla por sobrevivir, y luego, la inesperada redención de Hettie al salvar su vida en un acto final de sacrificio. Anne siente el peso de esa historia y de tantas otras que no puede compartir, pero tampoco quiere dejar en silencio. La necesidad de proteger a su madre del dolor se enfrenta a la carga de llevarlo sola. ¿Cómo podría explicar que enfrentó la muerte? ¿Que sus amigos podrían haberse visto obligados a decir que no había vuelto? Su pecho se oprime al pensar en todo lo que guarda dentro, y en un instante de desolación, Anne se abraza a su madre, como si así pudiera aligerar aquella carga que la consume en silencio.
Anne: -tomando aire y mirando a sus padres- Mamá, papá… hubo… cosas que pasaron. Fue difícil… -titubea, pensando cómo expresarlo- Vi y viví cosas que ni yo misma pensé que existían… en lugares que nunca imaginé que pisaría.
Señor Boonchuy: -con rostro de preocupación- Anne… ¿a qué te refieres?
Anne: -mirando al suelo, con voz quebrada- Tuve que enfrentarme a personas peligrosas… había quienes querían lastimarme, a mí y a los que me rodeaban. -se detiene, apretando los labios- Hubo momentos en que… estuve a punto de perderlo todo.
Señora Boonchuy: -tomándola de la mano con fuerza- Oh, mi niña… ¿por qué no nos dijiste nada? ¿Por qué no nos dejaste ayudarte?
Anne: -traga saliva, luchando contra las lágrimas- No quería que se preocuparan. Pensé que, si volvía, sería como si nada de eso hubiera pasado, y que podríamos seguir adelante, pero... casi no lo logro, mamá. De verdad, por poco no regreso… -se le rompe la voz-
Señor Boonchuy: -con el rostro pálido- Anne… solo pensar que podríamos haberte perdido…
Anne: -mira a sus padres, con una sinceridad dolorosa- No quiero irme otra vez. No quiero separarme de ustedes… ya no quiero correr esos riesgos. Lo que más me importa ahora es estar aquí, con ustedes. No quiero volver a estar lejos.
Señora Boonchuy: -abrazándola con lágrimas en los ojos- Nunca más, Anne. No importa lo que pasó allá, lo único que importa es que estás aquí, con nosotros. Nadie podrá separarnos.
Señor Boonchuy: -acariciándole la cabeza, tratando de mantenerse firme- Te prometo que vamos a estar a tu lado, Anne. Ahora y siempre.
Anne: -finalmente permitiéndose llorar, aferrándose a ellos- Gracias… no saben cuánto necesitaba escuchar eso.
Narrador
Anne se aferra a sus padres con todas sus fuerzas, sintiendo por fin una paz que parecía haber olvidado. Sus manos tiemblan un poco, pero el calor de sus padres y la familiaridad de ese abrazo la tranquilizan. Todo el peso de las pérdidas y las batallas queda en suspenso; por unos instantes, solo existen ella y sus padres, juntos y seguros. Mientras tanto, en otro lugar de la ciudad, Sasha llega a un edificio elegante, de cristales relucientes y decoraciones sofisticadas, muy distintas a su aspecto. Cubre sus heridas y los rasguños que le arden en la piel, notando las miradas de las personas impecablemente vestidas que la observan con extrañeza. Un botones, vestido con esmoquin y sin poder disimular su curiosidad, se acerca a ella con cuidado, preguntándole con cortesía.
Botones: -mirándola con escepticismo- Disculpe, señorita, ¿usted es…?
Sasha: -impaciente, cruzando los brazos- Soy Sasha. Estoy buscando mi habitación, ¿vale?
Botones: -palideciendo, con una expresión de sorpresa y nerviosismo- Oh… la señorita Sasha Waybright. -baja la voz- Lamento no haberla reconocido, es solo que… bueno… casi nadie la ve por aquí.
Sasha: -suspira, mirando alrededor con incomodidad- Sí, genial. Oye, ¿sabes dónde está mi madre?
Botones: -con un tono dubitativo y bajando la mirada- Su madre… no ha regresado hace ya varias semanas, señorita.
Sasha: -quedándose en silencio, con los ojos algo tensos- ¿Mi madre no ha vuelto? ¿Y mi padre?
Botones: -asintiendo rápidamente- Su padre está en la suite, señorita.
Sasha: -intentando disimular su preocupación- Perfecto… gracias. -Se aleja rápidamente hacia el ascensor, mientras el botones la observa en silencio-
Narrador
Sasha camina apresurada por el pasillo hacia la suite, casi sin prestar atención a los lujos que la rodean, y abre la puerta con fuerza. El interior del lugar se ve igual de impecable, ordenado y terriblemente vacío, sin ningún rastro de calidez, igual que siempre. Su mirada recorre el salón hasta encontrar a su padre, sentado cómodamente en su sillón de cuero, bebiendo un exclusivo whisky Blue Label de Johnnie Walker. Cuando ella se planta frente a él, su padre solo levanta la vista con una sonrisa casi indiferente y deja escapar una suave risa, como si la situación le resultara algo cómica, antes de dar otro sorbo, ajeno a cualquier tensión que Sasha pudiera traer consigo.
Sasha: -con un tono que intenta sonar fuerte- Padre, he vuelto.
Anton: -sin dejar de mirar su vaso- Qué bien. ¿Podrías dejarme en paz, Sasha?
Sasha: -herida pero decidida, queriendo impresionar- Es que… quería contarte lo que he vivido. Estuve en otro mundo… en Amphibia, y luego en otro aún más raro, lleno de magia y… [trata de ver alguna reacción en él] y volví, pero fue difícil, hubo peleas y...
Anton: -riendo suavemente, con tono desdeñoso- ¿Estás loca? ¿No estás un poco mayorcita para inventar estupideces así?
Sasha: -sintiendo un nudo en la garganta- No, padre. Todo fue real, quiero que lo entiendas. Quiero que entiendas que hice cosas… cosas que pensé que te harían sentir orgulloso.
Anton: -molesto, gesticulando para que se calle- Ya basta, Sasha. ¿Por qué no me dejas en paz de una vez?
Sasha: -en un tono más bajo, tragando la amargura- Y… y mi madre. ¿Sabes algo de ella?
Anton: -sin rodeos, con un tono despreciativo- Esa perra se largó. Tal como la prostituta que es. No entiendo cómo puedes extrañarla.
Sasha: -en shock, susurrando- No… no puede ser cierto…
Anton: -se encoge de hombros y toma otro trago- Créelo. Y mejor para nosotros, ahora todo estará más tranquilo. Nos deshicimos del estorbo.
Sasha: -con voz quebrada- Pensé que… después de todo esto, tal vez pudieras sentirte orgulloso. De lo que hice, de todo lo que pasé…
Anton: -con una sonrisa fría- No pienso sentirme orgulloso de cuentos, Sasha. Menos ahora que no tengo que lidiar con la imbécil de tu madre. -mira el vaso y sonríe- Al fin todo podrá estar en orden.
Sasha: -levantando la voz, apenas conteniendo las lágrimas- Padre, yo..
Anton: -interrumpiéndola, levantando la mano y dándole una bofetada- ¡Silencio!
Narrador
Sasha, aturdida y con el rostro ardiendo por el golpe, siente cómo su padre la agarra brutalmente del cabello y la arrastra por la sala. Intenta resistirse, pero la fuerza de él la supera; cuando la arroja al sofá, apenas logra mantener el equilibrio antes de recibir otra bofetada que la hace ver luces blancas y sentir un sabor metálico en la boca. La valentía que había tenido hasta hace un momento se convierte en una mezcla de miedo y desesperanza. Sus ojos, antes llenos de determinación, ahora se apagan mientras intenta asimilar la frialdad y desprecio de su propio padre, incapaz de entender cómo alguien a quien buscó desesperadamente hacer sentir orgulloso pueda ahora tratarla de esa forma. Sasha, perdida y sin saber qué más hacer, se queda inmóvil, el dolor físico y emocional fundiéndose en su interior como una pesada carga.
Sasha: -con la voz rota, susurra- ¿Por qué eres así conmigo...? ¿Por qué no puedes quererme?
Anton: -suspira con impaciencia, alzando los ojos- Sasha, eres una máquina. Y como tal, necesitas ajustes. Si te doy libertad, te desarmas. Y no tengo tiempo para un desastre en mi casa.
Sasha: -lo mira sin entender, el dolor en su pecho intensificándose- Entonces dime… el día que nací, ¿qué pensaste? ¿Acaso sentiste… algo?
Anton: -sin un ápice de suavidad, responde con frialdad- Pensé en lo que pensé cada día después: que eras un recordatorio. Un pedazo de ella, con su misma cara, sus mismos gestos, que me repugna a cada instante. Te moldearé hasta que eso desaparezca.
Sasha: -un susurro apenas sale de los labios de Sasha- ¿Por qué nunca me apoyaste, papá…?
Anton: -esboza una sonrisa amarga, y con una mirada dura le responde- Porque todo lo que haces es decepcionante, Sasha. Si hubiera sido más duro contigo, tal vez no serías tan frágil, tan débil. Solo eres un error viviente, y eso es lo que eres para mí.
Narrador
Sasha se desborda en lágrimas, la figura de su padre borrosa y desdibujada entre el dolor y el miedo. En un instante, la imagen de Manson se superpone a la de Anton: ambos, perfeccionistas despiadados, siempre exigiendo, siempre criticando. Sin pensarlo, un impulso incontrolable la hace empujar a su padre, quien cae con violencia sobre una mesa de vidrio que se rompe bajo su peso, el estruendo llenando la habitación. Sasha retrocede, sus manos temblando, el corazón latiendo con fuerza, y revive el horror de aquel momento oscuro, cuando había matado a Manson en un estallido de furia. Sin pensarlo dos veces, Sasha gira y huye de la suite, aterrada de volver a cometer un acto irreversible, sus pensamientos mezclándose con miedo y dolor mientras corre sin mirar atrás.
Sasha: -corre por el pasillo, sus pasos resonando en el suelo, murmura entre lágrimas- Lo siento... lo siento, papá. No quería... no quería hacer esto... -Se detiene un momento, girando hacia la puerta abierta de la suite, con la voz rota- Perdóname. Siento no haber sido lo que querías.
Anton: -desde adentro, la voz resuena fría y cargada de desprecio- No me vengas con disculpas, Sasha. Solo eres otra decepción. Húyele a tu vida, ¿qué más se puede esperar de ti? Igual que tu madre... la misma cobardía. ¡Vete y no vuelvas!
Narrador
Sasha tiembla al escuchar las palabras, pero ya no responde. Se da la vuelta y sigue corriendo, sintiendo como si las paredes se cerraran sobre ella, llevándose consigo la última chispa de esperanza de reconciliación que guardaba.
Sasha corre sin rumbo fijo, dejando atrás las luces frías de la ciudad. No le importa el dolor de sus pies descalzos, las ramas que rasguñan sus brazos, ni los charcos helados que salpican su ropa. Las lágrimas mezcladas con la lluvia la nublan, pero sus piernas no se detienen. Finalmente, se tambalea hasta la puerta de una casa conocida y golpea, desesperada, sin fuerzas para articular una palabra. Anne abre, y al ver a su amiga empapada, cubierta de barro y sangre, con la mirada perdida y rota, no pregunta nada. Simplemente la envuelve en un abrazo firme, sosteniéndola antes de que Sasha se desmorone completamente en sus brazos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro