Sátiro
El supuesto macho, agazapado entre los callejones de la ciudad; fantaseaba con la damisela de suaves ademanes y rubio cabello.
Entre la oscuridad, arrebató su alma. Se llevó consigo sus deseos y su buen vivir, condenándola a existir en desgracia.
Solo porque su antídoto... Era el orgasmo.
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