XI
Afortunada noticia, te he esperado mucho, ¿lo sabés?
Italia, Roma.
Julio.
2017.
BAYLENA.
Entonces las semanas pasaron luego de aquella trágica noticia donde los vampiros reinaban cada vez más a la querida Italia y el periódico. Investigaciones más investigaciones, suposiciones, lupas, imágenes, todo aquello que le encantaba a Aro y a Afal, también al malnacido llamado Victor, daban vueltas en mis benditos días.
Cada vez que uno de ellos citaba a todos por más noticias, yo solo anhelaba que me tocase la hora de matar a uno de esos monstruos asquerosos.
Debia admitir, que cada vez que Aro, Afal o Victor se presentaban al escritorio de Nibeil Freullain, no hacían más que traer muertes y venganza por parte de los hermanos Valentine's.
Solo se sabia que, después de la muerte de Lebel Valentine, alias el destripador, se habían desencadenado crimen tras crimen, inocencias arrebatadas y muertes por doquier.
Y eso no hacia más que hacerme sentir una asesina, una codiciosa como Victor me había nombrado semanas atrás antes de abandonar la oficina de Nibeil.
Repasaba una vez tras o otra las escenas de esa noche, los disparos, las siluetas y mi triunfo, pero todo me llevaba nuevamente a donde me encontraba: la oficina de Nibeil, esperando a que llegase Victor con una nueva noticia.
Fue entonces que las grandes puertas de mármol abrieron sus brazos como hace tres semanas atrás cuando recibimos la noticia que empeoró todo nuestro panorama.
Victor fue el primero en hacer su jugosa presentación con uno de sus usuales sombreros negros de seda y su camisa blanca junto a un chaleco del mismo material que el sombrero. Su rostro resplandecia frescura y tersidad a su máximo limite, aunque dudaba que esa fuera la cima.
-Lamento la demora... -camino en dirección al escritorio de Nibeil, siendo observado de manera juzgante por el nombrado.
-Victor, hijo... -comenzo a decir, pero se detuvo abruptamente. Sus ojos se perdieron más allá de la presencia del crío- y compañía. -finalizó con sus labios en una fina línea palida.
Observe hacia atrás, dejándome llevar por la impresión de Nibeil.
Un joven muchacho que no aparentaba más edad que Victor, se cruzó de brazos, arrugando ligeramente su smoking negro como la noche. Su corto cabello azabache le daba un aire apagado y serio, algo asi como Afal. Más allá de sus ojeras violáceas pero tenues, pude ver sus gatunos ojos grises observándome con desdén. Sus cejas pobladas y rectas se mantuvieron ligeramente fruncidas antes de desviar la mirada hacia Nibeil.
-Buenos días, señor Nibeil.
-Hace mucho tiempo no le veía por aquí, Damien.
-Tenía cazas pendientes, señor.
Nibeil sonrio de manera amable. -Me lo imagino -rapidamente me señalo con una de sus arrugadas y palidas manos-. Ella es Baylena Dimonti, la mujer que derrotó a Lebel Valentine hace tres semanas.
-He oído de usted, señorita. No me han contado más que miles y miles de palabras. -por un momento su mirada se cruzo con la de Victor y luego volvió a mi- Mi nombre es Damien Flair, cazador encubierto e investigador, aunque en esta casa me reconocen más como el mejor amigo del hijo de los Freullain.
Algo me olia mal en él, cómo si me diera una mala espina porque, a simple vista padece de misterio, pero ahora sabia la razón: era el mejor amigo de el crío.
-Un gusto. -respondi, volviendo mi vista al frente, donde el señor Nibeil sonreía gustoso por la presentación.
-Aprovechando que... -Victor hizo una breve pausa, observandome con una ceja elevada- que la cazadora inglesa-aprete mis puños que descansaban en mi falda al oir como me llamaba con desprecio- está aqui presente, me hare el honor de dar las noticias correspondientes.
-Dime, por favor, que ya no hay más desgracias. -ruega el señor Nibeil.
-No seas ingenuo, padre; las desgracias están por doquier, y en donde menos te lo esperas.
-Un mundo sin desgracias, no es un mundo, señor. -Damien se acercó hasta el escritorio, posandose al lado de su amigo.
No evite girar los ojos. Lo que faltaba, seguramente una replica del crio, pero poeta. O... espera... ¿el crio tambien es poeta?
-Bien, si me dejas proseguir, papá, les diré todo lo que hemos hallado con los agentes.
El nombrado hizo un gesto para que continuara:<<Bien, -se puso de pie extrayendo de su saco negro unas fotografias y pedazos de periodicos- todos sabemos que hace tres semanas, exactamente despues de la muerte de Lebel Valentine, Roma ha sufrido varios ataques hacia su gente: mujeres, hombres, y no precisamente muertes, sino más inyecciones de impure, y esto solo quiere decir una cosa: más monstruos.
Fue entonces que, con suma elegancia y sutileza, depositó en el escritorio toda la evidencia que tenía en sus manos.
Lo único visible en las fotografías en blanco y negro era un gigante edificio.
-Hace unos días se han podido localizar varias muertes por la zona del teatro Devozione. Inmenso, lleno de gente poderosa, incluyendo lo inimaginable. Veinticinco muertes se han registrado por el área, y lo único que nos deja en las manos, es el hecho de que allí puede haber rondando un posible vampiro.
-Entonces... ¿esto quiere decir que allí pueden estar los hermanos Valentine's?
-Iba a ese punto, papá-respondió, Victor, acercándose al pequeño pedazo de periódico que mostraba la foto de un cuello-. Mira, aquí el periódico está mostrando a una de las víctimas que yacían por el teatro Devozione.
Todos nos acercamos a inspeccionar el papel, incluyendo el extraño amigo de Victor.
En mis ojos se vio la imagen de un cuello delgado, lo que me dio a entender que era el de una señorita, en el se veía un pequeño círculo, que, seguramente era sangre, pero como el periódico también era blanco y negro, no podía decirlo a ciencia cierta.
-¿Lo ven? No es una mordida, es una inyección, pero... lo extraño del hecho, es que la víctima está muerta-me observó de reojo, sonriendo de manera casi imposible de notar-. Esto me lleva a la conclusión de que matan gente en venganza.
-Eso ya lo sabíamos, Victor. No hay necesidad de repetirlo. -le dije, fulminando su rostro burlesco.
-Tranquila, Baylena, no hay necesidad de atacarnos justo ahora.
Gire los ojos, ignorando su voz con aquel tonillo de grandeza.
Nibeil carraspeo su garganta, llamando la atención de todos. -Esto solo quiere decir una cosa, muchachos...
Se puso de pie. Su rostro detonaba felicidad, lo pude notar por sus ojos azules llenos de un brillo extraño que se le generaba cuando oía algo de vampiros.
-Hemos, por fin, encontrando el paradero de esos animales. -exclamó con orgullo.
-He encontrado. -se aproximó a corregir Victor. En mi lugar, solo me dedique a no prestarle atención, porque, sabía que a él le encantaba ser el centro de ella.
Ignorandolo, el señor Nibeil dijo: -Y solo tenemos un objetivo: el teatro Devozione.
-Y con eso hago mi presentacion. -dije, emocionada por la grata noticia.
-Así mismo, señorita Baylena. Cuanto antes mandare a que inspeccionen el lugar. -tomó asiento en su respectiva silla de escritorio, que debía de admitir, le quedaba como su trono.
El estruendo de las puertas se oyó por tercera vez en el día, robando la atención de todos los presentes. Aro deslumbró en presencia con su carismática sonrisa coqueta y sus ojos verdosos.
-Hola, señor Nibeil, lamento la tardanza. -se disculpó, acercándose al escritorio para estrechar la mano del nombrado.
-Tranquilo, de hecho, lo único que se ha perdido es de una excelente noticia.
-... ¿Excelente noticia? -sus ojos destellaron curiosidad y duda.
-Así es, por fin han dado el paradero de un posible Valentine.
La sonrisa del rubio Aro se ensancho, pero sus ojos traicioneros pronto delataron su interés hacia alguien en especial cuando estos se desviaron a Victor y compañía.
-Victor. -dijo el nombre del crío al aproximarse a estrechar su mano, pero sus ojos no veían a quien tenia enfrente, sino al mejor amigo de este.
Damien.
Aro nunca se quedaba con los brazos cruzados...
-Aro-respondió el crío con su usual tono egocentrico y su sonrisa malévola que me ponía de los pelos-. Mira, te presento a un nuevo integrante de nuestro equipo.
-Hola, un gusto... -Damien le observó frío por unos segundos y luego le regaló una pequeña sonrisa de boca cerrada junto una de sus manos palidas para estrechar la de Aro.
-Damien, mi nombre es Damien.
-Genial... -susurré, sin poder evitarlo, poniéndome de pie. Al obtener la mirada de Nibeil, me aproximé a despedirme-. Tengo algunas cosas pendientes por hacer -menti-. Temo que debo despedirme por hoy.
-Fue un placer, señorita. La veremos en la cena de esta noche.
Sin esperar más, me di la vuelta, apresurada por salir de allí. Una vez que cerré la puerta detrás de mí, suspiré.
Sentía que si me daba la vuelta, me encontraría con aquellos ojos retadores y burlistas.
Fuera de peligro, comencé a caminar con tranquilidad, pero esta fue arrebatada cuando oí las puertas abrirse nuevamente detrás de mí.
-No creí que dejarías tan rápido el ring, británica. -le oí decir y mis pasos cesaron.
-Y yo no pensé que fueras a caer tan rápido en mis garras, crío. -sonreí aunque él no fuera capaz de verme.
-Intentaré no indagar en lo que se supone que hayas querido decir. -pude escuchar sus firmes pasos hasta llegar a mi lado.
-Tal vez se te queme la cabeza intentándolo, idiota. -seguí mi camino, pero esta vez con Victor junto a mí.
-Creo que no sere yo a quién se le queme la cabeza este día, cazadora. -farfullo.
Le mire de reojo. Sabía que tenía algo entre las manos.
-No preguntare qué quieres decir. De seguro la excitación puede más que tu mente malévola.
Una sonrisa de boca cerrada gobernó sus labios. -¿Y si quizás estas van de la mano?
-Por favor, ni me lo digas. Es repugnante.
-Te encanta.
-¿Ah, si? ¿Y tú sabés lo que me encanta? -cese mis pasos, posándome frente a él. Su rostro fresco se hundió de confusión ante mí acción, luego cambio a picardia pura.
-Eres igual o peor de malévola que yo, británica...
-¿Sabés? -le interrumpí- Me encantaría...-sin aviso previo, tomé con mis manos el cuello blanco de su lisa y planchada camisa- que un vampiro te arranque pelo por pelo, ojo por ojo, dedo por dedo, diente por diente y que te descuartice cada parte de tu esbelto y perfecto cuerpo con sus filosos y aterradores colmillos.
-A mí también me encantaría que te hagan eso, británica, pero tampoco viajemos en el tiempo -sin vacilar tomó mis manos acercándome de un tirón a él, cómo lo había hecho aquella noche en su biblioteca-. Mira qué pequeñita te ves ante mí, Baylena. -ignoré el hecho de cómo mi nombre salió luego de tanto tiempo desde su fría y arrogante voz.
Y era ciertamente verdad... Victor tenía un poco más de mi altura, quizás una cabeza de diferencia. De alguna forma ese gesto y esa frase que le acompañó, me enfureció de pies a cabeza, ¿la razón? Él siempre trataba de hacerme sentir inferior ante su presencia.
Yo no iba a darle el gusto. Eso jamás.
Le di un brusco empujón, haciéndolo retroceder varios pasos.
-Te diré algo, Victor-acomodé el cuello de mi traje alrededor de mi pecho-. El día que yo sea inferior ante ti, ¡será muerta!, aunque, para sernos sinceros, hasta muerta voy a ser capaz de opacarte. Maldito crío.
-¿Tú? ¿Opacarme?-sus iris negros se enterraron en los míos como dos amenazantes espinas de rosas-Una cazadora que se emborracha en un bar de mala vida jamás podrá opacarme, no a mí. -dictaminó con un usual tono ácido.
-No me retes, Victor. Sabes muy bien que soy mucho mejor que tú.
-Sigue mintiendote, Baylena, pero hasta en nuestro oficio tu eres la bruta y yo el pensante.
Reí de una manera amarga, porque, a decir verdad, una risa sincera jamás me saldría ante tal demonio. -Desde la primera vez que me viste en este lugar, fuiste tú quien demostró ser el más débil -entrecerré los ojos, pensando si decir lo que tenia guardado en la punta de mi lengua, pero no debía pensarlo dos veces; Victor había sido muy hiriente hacia mi en muchos aspectos y encuentros-. Déjame a mí ser la bruta; no careces de fuerza ni siquiera de la mental, por eso es que tu padre no te deja ser parte de los cazadores, crío.
Su rostro se vio perdido al igual que sus ojos, dejando mis palabras en la deriva de si lo que dije estaba mal o bien, pero sabia que ni siquiera había sido un tercio de lo hiriente que era.
-Ahora, si me disculpas, tengo cosas más importantes que hacer, antes que ponerme a discutir con un hijo lo suficientemente rencoroso con su padre como para que se desquite con alguien que le arrebató su lugar.
Y con eso, di mi salida triunfal de la batalla, pero sabia muy bien que no de la guerra; el muchacho que dejaba pasos atrás, era uno muy vengativo y puedo decir que de los más listos.
Por un momento analice su rostro de hace unos segundos, dejando una imagen en mi cabeza de un Victor desorientado e ido.
Pero mas tardar, borre esa clase de pensar sobre su imagen, él era Victor, un pobre muchacho de veinte que se desquito con lo primero que vió: la nueva cazadora de las misiones, y eso no se lo iba a dejar pasar por alto tan rápido.
...
Fue entonces que la noche cayó, y la noticia me tomó en mi alcoba. El negro vestido largo de seda descansaba en mi cuerpo, acoplándose a mi alta figura al igual que unos hermosos zapatos de aguja del mismo tono. Y la gran noticia de que hoy tal vez iría de caceria, destelleaba en mi mente.
El señor Nibeil se había apresurado lo suficiente como para que hoy fuera la noche para investigar el teatro Devozione y su panorama. Y claro, yo debia acompañar a mis fieles colegas.
Sali casi que volando de la habitación cuando llego Borión a avisarme que todos me esperaban escaleras abajo.
Baje de manera lenta, tratando de no pisar el largo de mi vestido negro, debia de ser bastante cuidadosa; hacer el ridículo bajo los ojos atentos de los agentes, no era algo que me favoreciera.
No evite entrecerrar mis ojos confundida.
Entre todos los agentes que me esperaban junto a mis dos colegas y Nibeil, se encontraban Victor y Damien lo suficientemente elegantes como para irse a un lugar.
Mantuve la calma, tratando de no intuir más de lo innecesario. Pero apenas mis ojos se encontraron con los de Victor, mi calma se esfumo como la arena en la palma de una mano. Estaba preparada para una guerra de miradas, pero me encontré demasiado perdida. Mi ceño se frunció ligeramente cuando sus ojos me inspeccionaron de pies a cabeza y luego apartaron la mirada.
-Señorita Baylena, se ve esplendida. -la voz de Nibeil robó mi atención mientras se posaba en el último peldaño de la escalera, ofreciéndome una de sus manos junto a su esposa quien me regalaba una dulce sonrisa. Sus dientes blanquecinos hacían juego con su hermoso vestido color hueso.
-Estoy lista. -sonrei, sintiendo esas mariposas en el pecho que se me presentaban a la hora de matar vampiros.
-Nosotros también. -Victor se adelanto unos pasos hasta llegar a nosotros. Su smoking negro satén hacia constraste con su piel sumamente palida.
El señor Nibeil se apresuro a extender cinco tarjetas doradas hacia Victor. -Clase VIP, como lo pediste, hijo.
En ese instante el momento se congeló por completo, mostrándome la simple acción de Victor tomando las tarjetas con una sonrisa formándose en sus labios.
-Supongo que ya estamos listos para marcharnos. -observó a Nibeil y luego a los tres chicos detras de nosotros.
-Los escoltaremos hasta la limusina -se ofreció la señora Freullain, tomandome del brazo. Le observe con una sonrisa forzada, mientras caminabamos hasta la salida de la mansion-. Estás preciosa. -me susurró. Su aroma dulce inundo mi nariz.
-Muchas gracias, señora Freullain. -agradeci, observando hacia adelante.
Fue entonces que sus pasos se lograron percibir mas lentos que antes, obligandome a caminar a su par, le observe de reojo. Su rostro se veia serio mientras miraba a los demas caminar frente a nosotras.
El silencio reinó en nuestro panorama. Al parecer nadie se habia percatado de que ambas estabamos lo suficientemente alejadas.
-Baylena...-me llamó y me obligue a verle.
-¿Si?
-Necesito que me hagas un gran favor. -parpadee varias veces, tratando de asimilar el hecho de que la señora Freullain me estuviera pidiendo un favor a mi.
-Claro, pidame lo que desee.
-Cómo sabras... -comenzo a decir en susurros- mi hijo nunca ha ido a una mision como las que te asignan a ti, de hecho, soy yo quien a dado el mandato de que Victor nunca participe en ese tipo de trabajos...-espere silenciosamente a sus palabras- Creo que me iria un poco de las ramas, pero es más que notorio el simple hecho de que Victor no es nuestro hijo, ¿entiendes? pero lo cuido como uno, ya que es lo unico especial que hemos tenido Nibeil y yo.
No es nuestro hijo...
Aquella frase resono sobre todas las otras en mi cabeza.
Asenti de manera lenta, entendiendo para donde iba la conversación.
-El hecho es... -su mirada se perdió por unos segundos, sus ojos observaban los míos, como si quisiera transmitirme su preocupación- que necesito que lo cuides con tu alma si asi fuera posible...
Aquello hizo estragos en mi sistema. ¿Qué lo cuide con mi alma? Pero si yo odiaba a Victor con mi alma. Si estuviera presente la minima posibilidad (esperanza) de que este sea devorado por un vampiro, no dudaria en disfrutarla.
Sin embargo, no fue lo que salió de mis labios en ese momento. -Tranquila, prometo cuidarlo como mi propia vida, señora Freullain...-fue entonces que el valor de mentir se perdió por un instante. ¿Cómo mentir ante una madre de corazon y su calma en caos? por un momento no senti correcto lo dicho. Su hermosa mirada dulce ahora estaba en un anhelante deseo de proteccion.
-¿Confiare en tu palabra, Baylena?
En ese instante, la señora Freullain parecia ser una pequeña niña a la cual no le quedaba de otra que sentirse segura bajo una palabra de algun adulto.
No podia ser cruel, no debia... queria que ella se sintiera segura bajo una simple palabra. Pero el hecho era que, ¿realmente cuidaria a ese crío?
-Confie en mi palabra. Lo cuidare. -no supe si menti en realidad, solo sabia que la fachada desesperada y anhelante de la señora Freullain, me habia envuelto todo el cuerpo, asfixiandome.
¿Era esto lo que un adulto sentia con un niño indefenso que solo buscaba protección?
-Muchas gracias, Baylena. Estoy muy agradecida. -me sonrió de oreja a oreja. Era una hermosa sonrisa de felicidad pura.
Una sonrisa de boca cerrada se creó en mis labios.
-¡Apresúrense, le signore ! -la voz del señor Nibeil llamó la atención de ambas, haciendonos caminar un poco más rapido.
Cuando llegamos hacia la limusina, la señora Freullain me echo una mirada complice antes de guiñarme un ojo.
-¿De qué me perdí? -Nibeil alzó una ceja, observandonos.
-Nada especial, cosas de damas. -le contestó la señora Freullain, para luego depositar un suave beso en su mejilla.
Observé hacia el interior de la limusina, donde los chicos me esperaban mientras hablaban entre ellos. Aunque unos ojos oscuros bajo la oscuridad del coche, lograron llamar mi atencion.
Habia algo, o mejor dicho... algo habia cambiado. Cuando observé a Victor, una clase de extraño panorama me envolvio. Sabia que cuando estuviera cerca de él, la voz de la señora Freullain resonaria en mi cabeza, y aquel pequeño secreto de los Freullain, estaría presente en todo momento.
-Me despido. -observe a la señora y al señor Freullain, quienes me saludaron rapidamente.
Sin dudar me adentré al coche, recibiendo una sonrisa de ambos.
-¡Cuidense! -la voz de la madre de Victor nos sumió a todos antes de que arrancase la limusina, dejando la imagen de ambos en el olvido.
Observe hacia adelante una vez el viaje se habia tomado. Aquella mirada oscura nunca dejó la mía, y odie en ese momento el haberme sentado frente a Victor.
-Te dije que no sería yo quien se quemase la cabeza este día, Baylena... -me dijo.
Ignorandolo, observe a los chicos hablando con Damien lo suficientemente entretenidos para no escuchar las palabras de Victor. Lo cual agradeci silenciosamente.
Cerré mis ojos y respiré hondo. Queria olvidar por un segundo de que sería la niñera de Victor esta noche.
...
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