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VI


La gran discoteca.


15 de Julio.
2017.
Italia.

BAYLENA.

El tercer disparo fue nuevamente a la cabeza del blanquecino maniquí de practicas. -¡Toma! -Aro se acerco con los cartuchos de balas nuevos, gritando por el aturdor del cuarto y ultimo disparo.

-He terminado por hoy.-dictamine.

Gire a verle antes de guardar en el estuche oscuro el arma plateada la cual relucia en mis manos. Su rostro palido estaba contraido en la confusion viva. 

-No has practicado mucho hoy. -respondio a mi duda silenciosa, quitandose las orejeras y los anteojos. Sus ojos verdes recorrieron mis movimientos.

-No puedo quitarme de la cabeza el hecho de que hayan astigios inyectados de impure.

Su mirada se perdio por unos cortos segundos, tal vez recordando las palabras del señor Freullain.-Si... yo tambien he estado pensando en ello-su rostro ido cambio a uno de horror-. Los vampiros de aqui han dejado el placer y hambruna para convertir esto en un experimento.

La piel se me erizo por un instante. 

-Es realmente descabellado. -retire los anteojos y orejeras de mi, depositandolas en un pequeño escritorio del lugar.

-Si la cazadora admite eso, entonces estamos en serios problemas. -sonrio y no evite acariciar lentamente su mejilla caliente.

-No seas miedoso. Sabes que haremos justicia por ella.-sus ojos verdes se llenaron de algo que pude detectar como melancolia y emocion.

-Lo creo. Creo en tu palabra, Bay. -tomo mi mano, entrelazando nuestros dedos.

Emma era una fiel promesa de venganza y justicia para Aro y para mi, y tambien... una justificacion para la matanza de vampiros. Su pequeña hermana era identica a el, y tambien fue su pase para la organizacion, aquella que refugia a los que tienen sed de venganza y rencor, pero sobretodo, dolor. Pero, al ver la mirada de Aro, caia en cuenta que el no entraba en esas descripciones inhumanas.

Y por eso estaba yo. Yo las sentia en las venas, en la sangre, en la carne... en mi alma.

Porque ellos me lo habían arrebatado todo.

Unos extraños y pesados ruidos se oyeron en el piso "normal" de la gran mansión, logrando quitarme de mis pensamientos.

-Ven, acompáñame a ver lo que está ocurriendo arriba. -su cara triste perdió ese rastro, sustituyéndolo por curiosidad pura.

Asintió y sin oponerse, me siguió como un perro asustadizo en los pies de su dueño.

Los pasillos de la agencia debajo de todo, eran oscuros, iluminados con una luz blanca que me recordaba a los hospitales desolados. Las paredes eran reforzadas de metal, los suelos de cemento. Era un verdadero bunquer.

-¿Dónde está Afal? -preguntó el rubio.

Su pregunta y duda me tomó desprevenida, como un pellizco repentino. Eleve una ceja, inconsciente.

-Supongo que en el piso superior. Sabés que se la pasa leyendo en habitaciones oscuras.-deduje, recordando aquella costumbre extraña de Afal.

Frunció su ceño levemente, y luego asintió un poco ido. Su silencio fue fúnebre.

Eso llamo mi atención.

-¿Ocurre algo? -observe fijamente sus ojos gatunos, pude ver un ápice de ojeras debajo de ellos, como si no hubiera dormido en toda la noche.

No obtuve respuesta de su parte.

-¿Aro? -le llame, trayendo a este a la tierra nuevamente. Le miré los ojos en todo momento; sabía que si él me mentía, lo vería en aquellas enormes y verdes esferas.

-Iré a buscarlo. -y sin más, se retiró del pasillo largo, desbordando un inusual aire desesperado.

Estaba deduciendo el hecho de que Aro habia descubierto un poco de aquel secreto que Afal tanto se esmeraba en esconder. No iba a urguear entre ellos, porque la simple idea de que hablen a oscuras en una habitacion era simplemente irreal y, seguro, tentador para mi colega de cabello azabache.

Suspiré.

 Los ojos me ardían de cansancio, pero eso no evitó que mi mente anhelara sentir lo que Afal por Aro o lo que un ser humano por otro. Sentir... atracción, como el imán al metal, como el vino a las uvas y el queso, como mis balas al cráneo de un vampiro.

El hecho era que mi oficio no me lo permitía. Era una asesina, ¿algo tan frio como mi pecho se podía calentar al ver a alguien a los ojos? ¿Mis manos callosas podían revelar el tacto de un cuerpo desbordando atracción por mi?

En ese instante me vi rodeada de preguntas ingenuas, como una loca enamorada que aún no se enamoraba. Qué irónico. Qué cruel. Una asesina que atraviesa cráneos a disparos, preguntándose sobre el amor y la atracción.

Apreté mis puños en frustración y camine hasta la salida del lugar, pero, justo cuando iba a tomar escaleras hacia arriba, pude ver una puerta alejada del pasillo, sus paredes vidriosas me revelaron la silueta alta de Victor, yendo de un lado a otro, mirando fotografías y periódicos. 

Se inclinó hasta la gran mesa frente a él, y esparció las fotos, luego se alejó de allí para caminar pensativo alrededor de la habitación. Se veía tan desviado de la realidad, vagando en escenarios incriminatorios e ideas, estaba tan segura de ello.

Logre percatarme que me había quedado estancada observándole.

Mire al frente y sin quedarme ni un segundo más, camine escaleras arriba. 

Abri la puerta y pude encontrarme con un sinfín de empleados corriendo, trabajando y exhaustos. 

Entonces era verdad, habría una gala aqui en la mansión Freullain.

Segui mi camino, tratando de no chocar contra ningun empleado.

-Señorita Baylena-Borión llegó de algun lugar perdido-. Estuve buscandola.

-¿Buscandome?

-Asi es, el señor Nibeil debe de hablar con usted y sus colegas urgente. -fruncí el ceño. La curiosidad tomó de mis riendas.

-¿Sobre qué? -le segui el paso.

-Eso lo deberá descubrir usted. -respondio, y sin mas, entramos a la oficina.

-Baylena. -Nibeil apunto con su mano el asiento frente a él, invitandome a tomar asiento.

Pude ver a mis dos colegas sobre los sofas esquineros de la habitacion, iguales de curiosos que yo.

-Lamento haberlos asustado-comenzo a hablar-. Estoy consciente que la palabra urgencia en nuestro mundo es una alarma- al ver que ninguno de nosotros no dijo ni una sola silaba, prosiguio, satisfecho-. Pero los he citado hoy por el hecho de que una mision aguarda esta noche.

-¿Mision?

-Si, aunque en realidad es una breve pero importante investigacion en la que deben ir los tres.

-Yo no hago investigaciones, señor. -interrumpi, obviando el hecho de no ir.

-Lo sé. Pero no iran a cualquier lugar, sino a uno minado de vampiros, de corrupcion, humanos, sangre y alcohol.

Aquello logro llevarse toda mi atencion.

-¿De qué estamos hablando exactamente?

-Un club de discoteca. Él más famoso. El cual se rumora que se encuentra al mando de uno de los hermanos Valentine's.

Cruce las piernas, mas que interesada en la propuesta de Nibeil.

-Estariamos arriesgando la vida de mis dos colegas, señor Nibeil. Con todo respeto, creo que no es una buena idea.

-Son dos de los mejores investigadores. Usted la mejor cazadora. ¿Qué podria salir mal?

Aquella pregunta quedo disparada en el aire por unos breves segundos. ¿Qué podría salir mal? Me lo pregunté una y otra vez, y, aunque sabía que yo no sufriría los mismos daños que mis colegas si pasase algo, les mire, buscando alguna respuesta de parte de ambos.

Las miradas de ambos parecian convencidas, de hecho, afirmativas a la propuesta del señor Nibeil.

-¿Qué debemos hacer?

-Hallar las acusaciones y rumores que se dictan del lugar. Si no encuentran nada extraño alli, entonces quedara fervientemente descartado.

La propuesta era simple y facil, pero el peligro en el que rondariamos seria... catastrofico.

-No deben asesinar a nadie, solo cuidarse las espaldas y... hallar.

...

Y... hallar...

La voz de Nibeil retumbaba mi mente a medida que nos acercabamos a la discoteca en un auto oscuro y blindado conducido por un agente que me atrevo a decir no era el fiel Borión.

Las luces rojas del caos escapaban detras de unas grandes puertas custodiadas por un guardia gigante y temido, riendose de los que aun no entraban a la fiesta.

Salimos los tres a la par del coche. Algunas miradas se posaron en nuestro lugar, pero no reparamos en ellas, en lugar a eso, nos aproximamos al inicio de la fila, llevandonos algun que otro insulto por colarnos.

El guardia nos inspecciono.

Agradeci no llevar el logo de la organizacion a un lado de mi traje.

-VIP.-Solte, seria, restregando los tres pases VIP que el señor Nibeil nos habia entregado.

El calvo guardia asintio en respuesta y se aparto, dejandonos la entrada abierta a nuestra merced.

El olor a cigarros, alcohol y sudor se sintio por doquier. Las luces rojas apuntaban a las strippers en los altos tubos plateados, estas llevaban extrañas mascaras y ropa interior diminuta.

La gente era... demasiada. Apretados, bailando una electronica que se oia hasta el tope que podia llegar a romperte los timpanos si te pasabas mas de una hora en el lugar.

Risas femeninas se oian en microfonos junto a la musica.

Era...

El verdadero infierno.

O quizas un paraiso para un hombre.

-Bien. Hora de la fiesta, chicos. -susurro, Aro, observando un pasillo oscuro a su lado.

Los tres nos dirigimos a este. La musica aqui llegaba, pero en menos densidad. Pude percibir unos sonidos extraños, pero no entre a investigar mas de ellos.

Sabia que no me agradaria saber lo que hacian las personas aqui entre las paredes del pasillo oscuro, asi que simplemente me dedique a ignorar y mirar hacia el frente

Los sonidos eran simplemente desagradables, como el crugir de un degollamiento o unas viceras siendo investigadas.

Seguimos caminando, viendo la eminente oscuridad del pasillo, sin saber a donde nos llevaba en sí, era como ir en un barco a la deriva; no sabias que podias encontrarte en el camino.

De repente los sonidos dejaron de oirse. Mi atencion se acaparo en unas grandes escaleras negras, las cuales se encondian detras de unas cortinas brillosas custodiadas por más guardias.

-¿Lo sienten? ¿Sienten el hedor que hay detras de aquellas cortinas?-Afal no evito susurrarnos levemente.

Olfatee de una manera disimulante, ya que el hombre cuidando aquel sector, nos observo cauteloso.

El olor. No, no. Mejor dicho, lo que estabamos buscando. Aquel hedor oxidante, ese que es presente al oler la sangre, no importa que tipo, pero siempre esta alli, acompañandola.

-Sangre. -susurre, mirando las escaleras como si estas tuvieran la respuesta del porqué estabamos aqui.

Caminamos hasta las escaleras, pero antes de adentrarnos, el hombre nos aparto. -¿Qué creen que hacen?

Observe hacia todos lados, como si no se estuviera refiriendo a nosotros. -¿Que qué hacemos? Entrar, ¿no lo ve acaso?

-Es sector restringido, no pueden estar aqui-solto con una voz rasposa y fria que me hizo pensar si realmente estabamos hablando con un guardia o un asesino serial-. A menos...

-¿A menos?

-A menos que tengan el pase VIP.

Sonrei. Parecia que el pase VIP aqui te daba ciertas posibilidades valiosas, algo asi como un Dios. La tarjeta en mi mano era mas que un pedazo de plastico, quizas algo mas valioso que los tragos en el bar o la musica y las prostitutas.

Por un momento me pregunté cómo hizo el señor Nibeil para conseguir aquellos tres pedazos de plasticos.

Pero no era momento de preguntas.

-Tres pases VIP, señor. -restregue victoriosa las tarjetas frente a sus ojos que se lograban distinguir sin la luz como unos oscuros y abismales hoyos de la nada.

Complacido por lo que le habia mostrado, se deslizo hacia un lado, dandonos paso a la entrada de las escaleras. Farfulló un:-Pueden pasar. -y sin esperar más, subimos los escalones.

El hedor se intensifico notablemente. ¿Cómo el olor putrefacto de la sangre podia ser tan fuerte? Era leve, si, pero aqui pasaba los limites.

Al llegar hasta el final de los escalones, los cuales quizas eran unos dieciseis, pudimos notar como el ambiente habia cambiado tan drasticamente, como si el lugar se tratase de otro, como si no estuvieramos en una discoteca de malamuerte.

Las luces eran tenues, casi no percibia una luz, el hedor era presente, dando a entender que este era su nucleo. Habian grupos de personas en sofas esquineros bebiendo y riendo, pero me llamo la atencion que lo hicieran casi que silenciosamente, como si estuvieran guardando grandes secretos detras de risas.

A nadie se le lograba ver el rostro, pero sabias, no, de hecho, lo sentias, sentias que ellos estaban alli y que tal vez eran personas extrañas como iguales de poderosas y malas.

A lo lejos de todo, se pudo ver algo brilloso caminar entre las mesas, viniendo hacia nosotros. De pronto, una mujer con mascara de ciervo se revelo ante nosotros, con un vestido ajustado lleno de brillos, estaba segura que este no le quedaba mas abajo del trasero.

-¿Desean una mesa? -su voz era melodica y seductora.

-Si, por favor. Que sea la más apartada. -respondió Afal con un tonillo un tanto sensual.

Mis amigos sabian hacer su trabajo, y si eso requeria dejar su orientacion sexual para conseguir respuestas a sus investigaciones, entonces eso harian.

La mujer asintio y luego desaparecio por donde habia llegado: de la nada misma.

-¿Desde cuando te atraen las mujeres?-fue lo unico que pregunto Aro, dirigiendose hacia donde se encontraba la mesera llamandonos.

No dude en girar hacia Afal, observandole atonita. Aro no sabia sobre los gustos de Afal.

Afal solo se dedico a caminar hacia la mesa. No me quedo de otra que seguirle.

Me prohibi seriamente el hecho de cubrirme la nariz por el hedor que ahora me hacia doler la cabeza de lo dulce y asqueroso que se me lograba presentar en el sistema. Si no queria verme lo más sospechosa posible, entonces deberia ser una con todos ellos, y eso significaba que si aqui se encontraban vampiros, lo cual no dude en ningun segundo, entonces deberia fascinarme el hecho de oler lo mismo que ellos no se molestaban en digerir.

Observe por el rabillo del ojo cada mesa que pasaba a mi lado, y sobre cada una de ellas solo podia ver algo sobre bandejas de plata. ¿Qué era aquello brilloso y oscuro que se lograba percibir? Era algo... algo con forma.

-Aqui, por favor -la mujer se posó frente a nuestra mesa y no dudamos en tomar asiento-. ¿Qué apetecen sus bocas? -pregunto, y pude ver como sus ojos, que se encontraban a traves de su mascara aterradora, veia solamente a Afal.

-¿Hay carta? -pregunte, y me di cuenta de mi error rapidamente al sentir sus ojos confusos en mi.

-¿Carta? -carraspeo su garganta- Aqui no hay carta, creo que ya deberian saber eso.

-¿No hay qué elegir? -Afal le habló esta vez, intentando salvarme del aprieto en el que me habia metido yo misma.

-Bueno, ya saben... -comenzó a decir en susurros- copas, il buffet, e la grande scelta.

-¿Cuál es el buffet y la gran eleccion? -la voz de Afal se mantuvo intrigada en las ultimas dos opciones.

-Simple, el buffet es algo que elige la gran cocina, y la gran eleccion es la caza de uno de alli abajo.

-¿Uno de alli abajo? -pregunte, sonriendo.

-Si, cualquier hombre o mujer que se encuentre alli bailando.

-Nos apetece el buffet. -respondio el rubio a mi lado.

La mujer asintio, perdiendose en la oscuridad nuevamente.

-Son vampiros. -dictamine, sintiendo la adrenalina en el pecho.

Ni un segundo más en pensarlo. Las cartas habian quedado expuestas sobre nuestras miradas.

Me picaron las manos al observar a mi alrededor. Eran todos monstruos, estaba sentada entre monstruos...

El deseo de volarles la cabeza a cada uno de los presentes aqui, me sedujo, pero me amenace a mi misma el hecho de que mis amigos moririan y no era algo por lo que me arriesgaria.

-Cazan personas y luego se las comen. Esto es abominable. Ni siquiera los vampiros de nuestro pais eran asi de monstruos.

-Aqui todo es diferente. Ya no es placer.-Aro se encontraba neutro, pero podia asegurar que su corazon humano latia a cada milisegundo que pasaba.

Era aterrador.

-Aun asi, debemos mantenernos frios y no alborotarnos. Actuemos como ellos o nos despedazaran en miles de formas posibles. -Afal nos observo y luego trago en seco, dandonos a entender lo nervioso que se encontraba.

-Hay que admitir que el señor Nibeil nos ha metido en la boca del lobo.

-Eso no me importa si todo esto es por exterminar a cada uno de ellos.-me respondio el rubio, el rechazo presente en su dulce voz.

Callamos abuptamente cuando la mujer volvio con una bandeja de plata en manos. Nuevamente quedo expuesto bajo mis ojos aquel pedazo de algo brilloso.

El olor inmundo golpeo mi nariz.

-Serian mil dolares. Por favor, depositenlos en la bandeja a la hora de marcharse. Que lo disfruten. -y sin más, desaparecio.

¿Disfrutar? ¿Disfrutar carne humana?

Sin creer lo que tenia frente a mis ojos, inspeccione lo que no tarde en reconocer como carne, pero no de aquella carne que digeriamos el día a día, sino carne... carne humana.

-Esto es...

-Inimaginable. -Aro expuso completamente su miedo completando la frase que jamas pude terminar.

-Tranquilo, Aro. Ellos... pueden oler tu miedo y lo sabes. -le susurro Afal, apretando levemente el hombro del rubio.

Pude ver por el rabillo del ojo, como el rubio se tensaba en su lugar. Dude por un segundo si lo habia hecho por el toque de Afal o por el miedo en sí.

-Dejemos de actuar como si fueramos nuevos en esto-me reacomode en mi asiento, como si esto no fuera más que un restauran normal donde podias pedir pastas y vinos-. Es hora de actuar o nos volaran la cabeza.

Aro no tardo en sacar un pequeño frasco de su saco. Con una navaja que Afal le entrego segundos antes, corto un pequeño pedazo de aquella carne que se encontraba en la bandeja y luego la guardo en el frasco.

Y pensar que perdiamos dinero por esto. Bueno... en realidad los gastos eran pagados por el señor Nibeil, quien ahora seguramente tomaba champagne y comia mariscos con sus invitados.

-Tenemos las pruebas suficientes. Las grabaciones han quedado...- observe la camara casi microscopica en el cuello de su saco- y ya tenemos algo para investigar.

Podia sentir el miedo de Aro, cosa que me puso más nerviosa de lo normal. Si no saliamos pronto de aqui, detectarian en un santiamen que eramos humanos.

La idea me puso los pelos de punta.

Mire hacia el resto de las mesas y, en una de todas ellas, pude ver algo que me erizo la piel. Unos ojos azules que parecian irreales miraban hacia nuestra direccion.

-Dejen el dinero ahora mismo. Debemos irnos de aqui... -susurre desesperada, viendo fijamente aquellos ojos a los cuales se les unieron dos más de diferentes tonalidades.

-¿Qué? -dudoso, Afal me pregunto.

-Nos estan viendo.

Aro no tardo en dejar el dinero a un lado de la bandeja.

-Vamonos. -ordene, aferrandome disimuladamente a la calida mano de Aro, este apreto la mia como si estuviera buscando seguridad.

Caminamos nuevamente entre las mesas y el paso se hizo eterno. Senti las miradas quemarme la espalda y sabia que mis amigos notaban lo mismo.

Cuando por fin llegamos cerca de las escaleras, un muchacho llegó de una mesa que reconoci de manera casi sobrenatural. Sus ojos azules nos observaron al llegar frente a nosotros.

-¿Son nuevos o están perdidos? -pregunto, sin tapujos.

Su voz era increiblemente ronca y fria, a la vez, un tono sensual le seguia. Una voz que podia hechizarte sin aviso previo.

-Somos nuevos. -respondi. Sus ojos me miraron sin pudor.

-No han terminado su plato. ¿No tenian hambre o no comen este tipo de carne?

-Desafortunadamente, señor, debemos irnos con urgencia. Claman por nosotros en otros lugares. -susurre sin miedos en su cuello, pasando por su lado.

Hice un ademan para que me siguiesen mis colegas los cuales captaron esta como un disparo, posandose detras de mi como dos corderitos.

Ya enfrente de las escaleras, casi que al limite del desespero por bajar, el hombre de segundos antes volvio a hablar, esta vez un poco mas alto.

-Ustedes no parecen ser...astigios. ¿Qué clase son, muchachos? -me gire, al borde de mi limite.

No iba a dejar que un vampiro me hiciera tantas preguntas.

Pude percibir todas las miradas ancladas a nosotros. ¿Eso queria? ¿alertar a todos de posibles intrusos?

Sonrei. -¿Qué clase?

-Percibo un olor en ustedes tres. Es dulce.

-Quizas es el ambiente. El hedor a sangre humana empapa a cada uno de todos nosotros.

-Tal vez, pero aún no me han respondido que clase son. Ademas, no les he especificado a qué olor me referia. El miedo no es dulce. -rió, haciendome caer en cuenta de mi error.

Mierda...

-¿Percibe el hedor del miedo en nosotros?

-Mucho más que eso.

-¿Quiere probar si el miedo nos está saliendo por los poros, señor?

-Lo unico que quiero es que me responda qué clase son. No titubee más.

Aquello me sacó de mis casillas. ¿Yo, titubear frente a un vampiro?

Jamás.

-¿Nuestra clase? -observe a todos y sonrei al ver que eramos el foco de atencion. El silencio que reinaba me hizo percatarme que todos esperaban la respuesta, respuesta que picó en mi lengua sedienta de gritarlo-. Somos humanos, señor y me temo que no podran cambiarlo. No está noche.

Y sin más, corri.

Como una cobarde, corri como si yo no fuera una cazadora. Los pasos de Aro y Afal se escucharon iguales de rapidos que los mios.

-¡Atrapenlos!-escuche el rugir de su grito aterrador.

Empuje al guardia delante de la salida de las escaleras el cual aun no se percataba de lo que estaba por ocurrir.

-¡Por Dios! ¡¿Te has vuelto loca, Baylena?! ¡Nos mataran! -desaforado, grito un Afal asustado.

-¡Tranquilos! -casi sin alientos y a medida que aumentaba el paso, saque el arma que yacia escondida en una de mis botas de gamuza.

Cruzamos el gran pasillo negro y no evite mirar hacia atras. Una manada de monstruos corria hacia nosotros y eso me desesperó aún más.

Le quite el seguro al arma y al llegar al piso principal de la discoteca, dispare hacia el techo y llevandome la atencion de todos. Las personas fueron presas del terror.

La musica ceso repentinamente.

-¡Corran! ¡La discoteca se ha minado de vampiros! -grite y salimos por las puertas.

El auto blindado esperaba por nosotros. La desesperacion caló mis huesos al abrir la puerta y adentrarme a las entrañas del auto junto con Aro y Afal.

-¡Rapido, conduce! -ordene en un grito de pavor.

Ahora que ya sabiamos las atrocidades del lugar, teniamos solo una cosa...

Las evidencias sobre la mesa.

...

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