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V


El detective de
los Freullain.



14 de Julio.
2017.
Italia.

BAYLENA.

Victor. Su nombre era Victor Freullain. Y el mio era Baylena, más reconocida bajo sus ojos como la mujer del café al coñac.

Sus dedos eran suaves, como la textura de su piel a la luz cálida de la mansión.

El hijo de los Freullain. El detective. El hombre del bar.

Destino hijo de perra.

Era una verdadera coincidencia, de esas que solo te ocurren cada muerte de obispo, esa que es difícil de creer y que te mueve el piso -en mi caso, un reluciente y elegante suelo-.

-Supongo que ambos trabajarán a la par, harían un gran dueto; Victor, mi hijo, tomó las mejores investigaciones de Roma y todo lo que conecta a los vampiros. Por otra parte, usted, Baylena, ha hecho lo mejor de lo mejor en su excelente caza.

Podía oír la voz del eminente dueño de la mansión, pero mis ojos no estaban en la misma sintonía que mis oídos; no paraba de ver la pálida piel de Victor, tampoco me permitia pasar desapercibido sus ojos negros como su cabello azabache.

Sus ojos escanearon unos breves segundos los míos, chocando nuestras miradas.

Era tan serio que me llegaba a dar escalofríos y amargar mi saliva.

-Supongo que seríamos un buen dueto,-admitió, logrando que su voz apagada resonara- pero eso no suele perdurar mucho tiempo; algún integrante del dúo siempre buscara destacar más que el otro.

Sus palabras fueron como unas cuchillas sigilosas y filosas. Querían atacarme, o eso fue lo que me dio a entender.

¿Buscas una respuesta, Victor Freullain?

-Solo alguien que se encuentra en desconfianza puede sentirse inferior a su acompañante, señor Freullain.

-Por favor, no me digas señor... -sus ojos se oscurecieron un poco más- aún no llegó a mis veinticuatro años.

Sonreí, recordando sus palabras de la noche anterior.

-Disculpe.

Nibeil carraspeo su garganta rompiendo la tensión que se estaba formando entre su hijo y yo.

-¿Les gustaria conversar sobre la información que sabemos hasta ahora sobre los vampiros de Roma?

Asentí, sin ni siquiera ver al señor Freullain a los ojos. Victor imitó mi acción.

-Los esperare en mi despacho. -finalizó.

Lo único que oí fueron sus pasos golpeando el reluciente suelo.

Abrí la boca para hablar, pero Nibeil volvió a hacer presencia con su voz a lo lejos. Me gire a verlo. -Por favor, Victor, acompaña a Baylena hasta mi despacho.

Y sin más, dejó el salón.

-Qué descaro. ¿Cómo una mujer puede ser cazadora de tales monstruos?

Voltee a verle. ¿Qué acababa de decir?

-¿Disculpa?

-Baylena, ¿por qué no abandona su puesto? Una mujer tan bella es igual de frágil.

No evite fruncir el ceño. ¿Acaso aquello fue un cumplido o un golpe a mi mejilla?

-Ser una mujer bella no es igual a fragilidad, Victor. -su nombre fue casi dulce para mi paladar.

Guardo sus manos pálidas en los bolsillos negros de sus pantalones. -¿Por qué no la veo apta para este trabajo, Baylena?

-Dígame usted, ¿por qué no me ve apta? -¿a dónde quería llegar?

-Quizás porque la vi emborracharse en un bar familiar hasta más no poder.

-Usted se encontraba bebiendo.

-Pero no bajando la guardia. ¿Así quiere protegernos? ¿Bebiendo alcohol?

Aquello me tomó desprevenida. ¿Qué le ocurría? Apenas nos estábamos conociendo y era así de descortés.

Sonreí. ¿Cómo Victor sabía que me había bebido hasta lo que ya no podía seguir bebiendo?

-Supongo que tiene toda la razón, pero espiar a una persona hasta altas horas de la noche no es muy legal que digamos.

-Tal vez. -sonrió.

Sonrió...

-Yo jamás bajo la guardia, así que puede respirar con alivio. Lo veo un poco inseguro de mis capacidades.

-Aun no estoy seguro de sus capacidades, y si beber mucho café al coñac es una de ellas, entonces déjeme decirle que deja mucho que desear.

Estaba segura de que mi imagen hacia el era muy poco profesional, y no solo era una suposición de mi mente, él me lo estaba confirmando con sus palabras serias y apagadas.

-Creo que mi imagen en estos momentos es la de una alcohólica, pero la de usted es peor, como la de un acosador acechante de la oscuridad.

-Se veía realmente como una presa fácil, quería ver si algún monstruo lograba despedazarla. Debo admitir que se ve demasiado atractiva para un vampiro de la noche.

-Quizás esa es mi herramienta de caza, pero usted aun no lo sabe porque duda de mi capacidad.

-Tranquila, Baylena. Absténganse de hervir su caldero.

-Estoy tranquila. -admiti con simpleza.

-Su pie inquieto y repiqueteante en el suelo no me dice lo mismo.

Instintivamente observe donde el posó sus ojos fugazmente. ¿En qué momento mi pie se encontraba haciendo aquello? Cese el movimiento.

En un movimiento rapido y sigiloso, llegó a uno de mis oídos, poniéndome alerta-Solo buscaba sacarla de sus cabales-susurró. Su aliento fresco golpeó mi cuello-. Y... creo que funcionó -se separo de mi, observando mi pecho subiendo y bajando frenéticamente.

-No puedes hacer eso. -mi voz se encontró casi sin aire.

-Le dije, Baylena. Usted no sirve para protegernos.

Eso desapareció cualquier rastro de amabilidad en mí. -Usted no sabe nada, así que repare un poco más en su persona, Victor. -sone extrañamente sería y diferente.

Su sonrisa ladina se amplió un poco más. -Deja que desear y eso no va a cambiar para mi.

-Entonces que no cambie para ti. Eso no afecta mis dotes y mi caza hacia los vampiros.

Sin borrar su sonrisa la cual ahora me parecía burlesca, me dio la espalda.

Quise seguir su camino, hacia donde su conversación quería llegar. -Creo que logramos identificar muy rápido quien es el más desconfiado del dueto, ese que se siente inferior al otro.

-Claro, Baylena. Esa es usted. -y sin más, siguió su camino, dejándome estática en mi lugar.

...

Mi orgullo no me permitió seguirle el paso en ese momento, así que me las ingenie para llegar al despacho del señor Nibeil.

Había llegado, si, pero unos veinte minutos después. La razón era que la mansión Freullain era gigante: un laberinto de pasillos oscuros de luz tenue, de cuadros elegantes y aromas de madera antigua.

Abrí las puertas de la oficina de Nibeil y los ojos se encontraron conmigo. Aro, Afal, el mismísimo Nibeil, algunos hombres que identifique como guardias por unos anteojos oscuros que adornaban sus rostros y algunos muchachos de tal vez mi edad que jamás había visto en mi vida.

Pero ese malnacido... Victor Freullain no se encontraba por ningún lado.

-Baylena... -Nibeil habló. Su voz adornaba una nota de confusión.

-Siento haber llegado tarde. No encontraba el lugar. -qué horror, una cazadora que ni siquiera podía encontrar una oficina.

-Creí haberle dicho a... -estaba por nombrar a su hijo, pero luego se detuvo, como si él se diera cuenta de algo que jamás llegó a mis oídos-. Olvídalo. Ven, siéntate. -me apuntó con la mirada el asiento de terciopelo frente a su escritorio.

Camine, sintiendo las miradas pesar en mi espalda y al llegar al asiento, no dude en tomarlo.

-Iré al punto dónde he quedado y en donde tu debes llegar. Baylena, han estado ocurriendo una serie de sucesos extraños en Roma, donde las personas se reducen a una sola cosa: monstruos. Monstruos que se basan en cazar y morder humanos para arrebatar sangre y vida. Hablo nada más ni nada menos que los vampiros. O mejor dicho astigios.

Fruncí el ceño, recordando a los astigios de mi país. En los últimos meses del año se habían encontrado un gran número de astigios.

-Hablo de astigios ya que aquí se han hallado una gran cantidad, pero eso no es lo extraño. Sino el hecho de que ellos llevan aquel líquido oscuro por sus venas, aquel al que nosotros llamamos el impure-un pequeño frasquillo de vidrio se vio envuelto por su mano, para luego, depositarlo en el escritorio frente a nosotros-. Todos sabemos que el impure es lo que todo astigio y todo vampiro lleva en sí para serlo, es la fórmula, el secreto. Pero también sabemos que el impure sólo se transmite de una forma: la mordida, ya que el vampiro lo lleva en los colmillos.

Rápidamente las imágenes de los colmillos de mis oponentes inundaron mi mente.

-Creímos que solo existía esa forma, pero nos hemos equivocado. Los científicos de la organización que se encuentran aquí, han descubierto que los astigios no han sido mordidos, sino inyectados. El impure no fue transmitido por colmillos, ha sido transmitido por vía inyección.

Aquello me tomó desprevenida. ¿Impure transmitido por inyección? ¿Era eso posible?

-¿Inyección? Pero un simple ciudadano no puede extraer el impure, solo alguien que lo haya derrotado y llevado a un científico especializado. -justo como lo hacía nuestra organización.

-Es por eso que esto da un giro de 180 grados, Baylena. Ahora te diré todo lo que ha investigado Victor a raíz de esa pregunta.

Victor, por un momento este llego a mi cabeza, pero el tema era más fuerte que esa mini furia que se había instalado como un chip en mi cabeza.

-Después de meses de investigación, hemos dado con el paradero de siete vampiros de sangre y convertidos por vía mordida. Ellos son una especie de "élite" y se hacen llamar los hermanos Valentine's.

-¿Hermanos Valentine's? -no evite preguntar, incrédula.

Nibeil asintió en respuesta. -Son imposibles de cazar. Varios de nuestros asistentes y cazadores han intentado, y también los hemos perdido en el transcurso de caza-sus ojos se perdieron por un corto momento.

¿Qué recuerdas, Nibeil?

-Han llegado muy pocos con vida y cruelmente débiles. Pero gracias a ello hemos recibido más información- tomó una carpeta la cual le entregó Borión-. Se rumorea que los hermanos Valentine's son seres creados, sobrenaturales.

-Lo son, eso no es novedad. -era obvio que lo eran, después de todo se hacían llamar vampiros.

-No me he expresado bien, señorita Baylena. Ellos son vampiros, sí, pero unos notablemente modificados, como si fueran los más fuertes de su especie, incluso como los reyes de esta-no sé en qué momento me encontré tan rígida, esperando más información, a respuesta de esto, Nibeil abrió la carpeta y varias imágenes quedaron expuestas-. La élite de los Valentine's se basa en: dos mujeres; Sasha y Sehéira, brutales y despiadadas.

Pude ver en las fotos dos imágenes donde se mostraban dos mujeres, ambas eran idénticas: cabellos negros, ojos ámbar, pieles pálidas, ambas de aspecto elegante. Se notaba, por el exterior que las rodeaba en las imágenes, que se encontraban en un tipo de bar o discoteca.

-Cuatro hombres: Lebel, el destripador; Deón, el escapista; Seir, el cebo; Val, el cabecilla.

Cuatro muchachos altos y de aura extraña se podían notar borrosamente en las imágenes.

Pero... faltaba alguien. Eran siete hermanos, ¿dónde se suponía que se encontraba el último?

-¿Y el séptimo?

-Aun no podemos hallarlo, pero creemos que es el mayor de la élite. Aunque, aún no sabemos mucho de él, ni siquiera su nombre.

-¿Y por que se cree esto, Nibeil? -debia admitir que la curiosidad me habia atrapado con sus feroces y silenciosas manos.

-Hay una firme creencia por Victor, de que el fue quien creo a la "Elite" Valentine.

-Una creencia no basta para confirmarlo, señor. Disculpe mi atrevimiento, pero es una opinion. 

-Su opinion contra la mia, Baylena Dimonti. -Victor aparecio entre las sombras, como si fuera una de estas. Los ojos fueron a parar en su persona en un santiamén. 

No queria verme molesta, de hecho, no queria demostrar lo que me afectaba su presencia. Actuar normal era mi unica escapatoria. Era un sentimiento egocentrico y competitivo el que florecia en mi pecho al encontrar sus ojos oscuros riendose con aquel aire altanero.

-Abstengase de hervir su caldero, joven Victor. -sonrei amable y fingidamente. Un juego de palabras entre nosotros dos. Como un secreto de niñas inocentes...

Solo se limito a obsequiar una sonrisa de lo más falsa y forzosa posible.

Nibeil se apresuró a carraspear su garganta, cortando aquel aire tenso y poco llevadero.

-Hm, bien. Parece que sus opiniones logran chocar entre sí, y eso es una buena señal de que hay que investigar para poder llevar a cabo una que sea la opinión correcta. -propuso el hombre.

Asentí, sin esperar más ataques de mi oponente, este me regaló una última mirada fría y amenazante antes de conversar con su padre.

-Entonces, como esto cierra en la investigación, que se llevará a cabo por la mano de mi hijo, haré una grata reunión, donde toda la organización se reunirá en el gran salón.

-Querrás decir una de tus tantas galas, padre.

-Así es, Victor. Estoy seguro que para mañana, cuando caiga el sol, estaremos siendo todos participes. -hablo ahora en plural, observando a todos.

<<Asi que una gala, ¿eh?>> Pense, sintiendo el sabor del interes un poco más intensificado en mi paladar.

-Pero... por ahora, acompañeme, Baylena -Nibeil me sacó de mi mente-. Le mostraré el cuartel general.

-¿Cuartel general? -la voz masculina y seria de Afal se hizo presente llena de dudas.

-Sí, lo que se encuentra debajo de todos nosotros. -respondió con simpleza, guiando sus ojos azules al suelo.

Pude ver en un breve destello, el girar de aquellos ojos oscuros de Victor. -Me retiro. -soltó, sin más, caminando a las puertas de mármol.

Nibeil observó a su hijo saliendo de la habitación, aquella acción fue lejana, como si estuviera fuera de sus manos. Sus ojos se veian perdidos la mayoría del tiempo. Nos observó a todos. -Acompañenme, por favor.

Aquello solo despertó algunas dudas en mí.

...

-Esto es... inmenso. -Aro susurró levemente a mi lado. Afal, por otra parte, solo quedo inmerso en el silencio, viendo todas las habitaciones de vidrio del cuartel general que se encontraban debajo de la gran mansión Freullain.

¿Quién diría que una familia tan normal tendría esto bajo su propia casa? ¿Acaso las personas del vecindario sabían lo que hacían los Freullain?

-Y esta, es la sala general, donde las reuniones más importantes se hacen presentes.

Un gran lugar de paredes grises y cuadros elegantes se vio ante mis ojos. Sillones de seda rojos, un gran espejo detrás de una mesa de algarrobo y un gran candelabro decoraban el cuartel general.

-¿Reuniones más importantes?

-Sí, las noticias más enriquecedoras se dan aquí-observe el gigantesco lugar con más detalle a medida que nos ibamos adentrando-. Por lo general, se dan muy pocas veces este tipo de reuniones, pero, también es el escape de toda la comunidad si es que peligra.

Caminó unos pasos hacia adelante. La gran mesa de algarrobo relucia en el centro del lugar, dándole contraste al suelo negro de cerámica. Subió las mangas de su saco oscuro hasta sus codos, y luego, se dirigió detrás de la mesa, donde el gran espejo nos revelaba a todos.

-Borión, ayúdame, por favor. -ambos se colocaron en cada lado del espejo. Este fue apartado lenta y suavemente de su lugar.

Una puerta de hierro se reveló en un instante.

-1673.

-¿Qué? -observe a Nibeil como si estuviera hablando en otro idioma.

-Su código es 1673. -volvió a repetir.

1673...

-Si algun dia la mansion corre peligro, este sera el unico escape. -un silencio espectral nos sumergio a todos. Quizas era por el simple hecho de imaginarnos ese dia llegar, donde la sangre iba a correr por los pisos elegantes, y la muerte nos rasguñe la cara. 

Ese dia podia llegar a ser mañana, nadie lo sabia.

-Bien -Borion junto a Nibeil volvieron el gran espejo a su lugar donde cubria una tal vez esperanzadora puerta de escape en algun futuro-. Este ha sido todo el recorrido. ¿Alguna pregunta? -Nibeil reacomodo su traje de seda, observandonos a todos, espectante de una pregunta, como si esto fuera un viaje colegial el cual llegaba a su fin.

-No hay dudas.-me atrevi a dictaminar.

Asintio lentamente. -Entonces, ya podemos volver a la planta principal. Unos ricos platos nos esperan. -sonrio, caminando entre nosotros con la mirada al frente.

...

Comer carne jugosa de sangre no era la mejor comida cuando tenias vampiros en la mente, sentias que la sangre era la misma que ellos bebian, la carne la que ellos te arrebataban del cuello.

Tampoco era la mejor cena si tenias a Victor bebiendo vino frente a ti mientras analizaba tus movimientos. Estaba segura que aquel muchacho tenia algo contra mi, sus ojos juzgadores y burlescos me lo decian todo... todo aquello que sus labios rojizos no revelaban.

-¿Como era la caza en Inglaterra, señorita Baylena?-Nibeil se encontraba realmente interesado, como si todo lo que saliera de mi boca fueran relatos extraordinarios y no horrores.

Mastique la carne al llevarmela a la boca, la sangre se deslizo por mi boca. -Sangrienta. -la unica palabra que representaba mi caza y... mi comida.

-Lo imagino-el señor Nibeil era elegante, correcto, pero no normal; se notaba a leguas que era un hombre aficionado por la caza, por los vampiros, por todo aquello que nos rodeaba-. Algo que debo admitir, si no la ofende, es el hecho de que sea una mujer joven contra tales monstruos. Digame, Baylena, ¿algunas vez se ha visto en el borde de la muerte?

Sonrei. 

Me gustaba que la gente dudara de mis capacidades porque... cuando me veian en accion, yo no era Baylena Dimonti, una simple cazadora de Strihillskin. No. No. Yo no era Baylena, yo era una sanguinaria, una heroina, una balacera bendita.

-No... yo vivo en la muerte, señor Nibeil. No puedo encontrarme en el borde cuando ya estoy en ella. -admiti con simpleza.

-Eso me deja en claro sus capacidades, señorita. -sonrio, llevando una copa a sus labios.

Entonces, todo volvio a ser silencio. 

Corte nuevamente un pequeño trozo de aquella carne que salpicaba sangre por doquier y la lleve a mi boca. En el transcurso de la carne cayendo por mi garganta, pude sentir algo quemando mi presencia.

Algo...

Una mirada.

Victor Freullain se encontraba aun con la copa en manos, mirandome fijamente desde el lado contrario a mi. Frunci un poco el ceño.

Alejo la copa de sus labios e hizo una mueca extraña. 

Carraspeo la garganta, llamando la atencion. -¿Estara picado este vino, padre? -tomo la botella oscura sobre la mesa y la analizo detenidamente- Oh, lo veia venir. Es de Inglaterra.

-Vino de una reserva bien cuidada. -Nibeil llevo la copa a sus labios y alli degusto el vino.- No, no se encuentra picado, Victor.

-Hm, quizas aun su gusto no me convence, tal vez es muy simple -me sonrio burlesco, mientras me observaba fijamente-. Deberias eliminarlo de la reserva. 

-Me ha gustado, no creo eliminarlo. -respondio, confundido.

-Solo era una sugerencia. -se puso de pie, y sin decir ni una sola palabra, se retiro del lugar.

¿Que acababa de ocurrir?

Mastique el pedazo de carne que habia depositado en mi boca y la pregunta antes hecha en mi mente se respondio por si sola.

Victor hablaba sobre mi.

...

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