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II




Strihillskin en el mundo y Baylena con destino a Italia.




11 de Julio
2017.
Reino Unido.

BAYLENA.

Nos encontrábamos en la catedral de la ciudad, el auto se estacionó en un callejón muy apartado que se hallaba pegado a las paredes del sitio. Nadie nos observaba, ya que la entrada solo era accesible para un personal específico. La gente seguro suponía que para los grandes dueños del lugar, pero no, era para la organización secreta de mata vampiros.

Claro que sí.

Luego de pasar varios pasillos, llegamos hasta una puerta especial de metal que se llegaba a visualizar detrás de unas cortinas carmesí. Al abrirla, caminamos rumbo escaleras abajo.

Esto ya no era catedral de paredes santificadas, de agua bendita, de crucifijos, de Dios, esto era solo un mundo apartado del ser humano ignorante.

Las paredes elegantes nos rodearon, agentes de trajes oscuros iban de aquí y allá con copas de cristales llenas de algún vino muy caro, otros sumidos en sus mentes con sus usuales portes elegantes y, los jóvenes de mi edad, leían algún que otro libro sobre vampiros y sus características.

-Debemos llevar a este señor con los científicos antes de que Danlo nos meta un regaño por tu culpa. -dijo Afal, y el hombre instantáneamente se recompuso.

-¿Científicos? ¿Qué harán conmigo? -el horror en su voz débil me estrujo el corazón. Algunas miradas curiosas nos echaron el ojo, pero a los segundos, dejaron de hacerlo al saber de quienes se trataba.

-Tranquilo, lo ayudaremos con sus heridas, señor. -respondí, dándole una mirada asesina al castaño a mi lado.

El anciano logró calmarse un poco, así que seguimos caminando hasta llegar a un pasillo de entrenamiento donde se hallaban varios salones con respectivos entrenamientos y entrenadores. Por ejemplo: un entrenador llamado Antael era quien enseñaba el combate cuerpo a cuerpo, mientras que Sasha, la agente retirada, enseñaba el uso de las armas letales y perfeccionadas a medida. Y luego...

Luego estaba mi entrenador, mi familia.

Danlo, el fundador de Strihillskin y el hombre que salvó mi vida luego de que mis padres fueran asesinados macabramente por un vampiro.

-Carajo... -susurré, viendo a alguien gritando y moviéndose en modo de entrenamiento junto a otros chicos novatos-¿Qué hace dando clases hoy? -pregunté más para mí misma que para mis colegas, pero obvio, Afal no se podía quedar callado.

-¡¿Ves?! Te dije que nos va a regañar si nos ve...

-Cállate la boca-le ordené, para que este no hiciera el mayor ruido-. Danlo ni siquiera nos ha echado el ojo aún. -observé al nombrado, su altura demandante se veía a lo lejos y las canas en su cabello azabache eran visibles.

Solo debíamos pasar este pasillo para llegar al gran laboratorio donde los grandes científicos aguardaban.

-Pasemos esto sin hacer el menor ruido. -ordené y mis colegas asintieron, y puedo decir que hasta el viejito rescatado.

Los cuatro caminamos en silencio pero con una velocidad considerable. Suspiré en calma cuando, por fin, llegamos. Abrimos las puertas de metal y allí, nos encontramos un gran laboratorio lleno de científicos con sus respectivas batas blancas.

-Vamos con Aksh. -sugirió Aro.

-¿Aksh? Tú no te llevabas bien con él. -lo observe, ceñuda. Ellos eran rivales desde pequeños.

-Es que... me chupó bien la polla hace unas semanas. Creo que era atracción. -hizo el gesto de los hombros hacia arriba, dando a entender que no tenía mucha importancia.

Sonrei por aquello, ahora que él había salido del closet, era un poco... salvaje, iba de aquí y allá con hombres.

Lleve la vista al viejito en mi hombro, su peso me hacia doler el área así que lo acomode nuevamente, pero mis ojos se fueron a Afal, este tenía la mirada pérdida.

-Oye, gatito, ayúdame. -le dije entre risas, pero este no pareció querer reír conmigo y simplemente me ayudó con el hombre.

Al cabo de unos segundos, estuvimos al final del lugar, Aksh nos observó detrás de sus anteojos  con sus ojos azules marinos y llevó una de sus manos hasta estos, sacándoselos. Su cabello negro y largo se encontraba atado en una coleta baja, desató esta, la cual bajó poco a poco, dando un recorrido por su mandibula marcada, hasta más abajo de su cuello largo.

-Hola, chicos. ¿Quién es el hombre? -su voz masculina y grave resono, y no evite ver a Aro embobado.

Ninguno de mis colegas pareció querer responder, asi que me adelante a hacerlo yo. -Lo hirieron unos vampiros, parecian ser astigios.

-Acuestenlo-ordenó, poniéndose unos guantes de látex. Hicimos caso omiso y acostamos al hombre en una camilla blanca-. Bien, ¿lo han mordido?

Si este hombre estaba infectado, corría riesgo de morir o de convertirse. Si la arfina llegaba hasta el final de todas sus venas, sería demasiado tarde. No habría manera de salvarlo. La arfina era el veneno letal de los vampiros para matarte o convertirte en astigio.

El hombre, con un poco de temor, asintió y mostró su cuello.

Por la mierda.

El cuello se veía horrible, las pequeñas venas rojas y violaceas alrededor de la mordida, eran tan notorias, tan vivas, tan escalofriantes.

¿Cómo fue que no lo note antes?

-Se ve interesante. -con la atracción científica, hacia un descubrimiento nuevo, Aksh reaccionó a la herida, pero esta reacción fue totalmente opuesta a la de todos. Sus ojos brillaban, como un niño entrando a una jugueteria. Cosas de científicos.

Observó el cuello del hombre desde todas las perspectivas que existiesen, los minutos pasaban y no hacia nada.

La tardanza no me agradaba.

Impaciente, pero no queriendo sonar como una completa desubicada, resople: -¿Va a decirnos qué onda con el señor o lo dejara morir?

El nombrado abrió los ojos a tal punto exagerado en el que podría decirse que se le escapaban estos de manera desorbitada. Podía oler su miedo, como si de mí se tratase de un sabueso.

Aksh posó sus ojos en mí posición, pareció percatarse de mí poca paciencia hacia sus acciones cientifiquescaz.

-Bien, el hombre corre peligro-soltó con simpleza y con una calma que me impacientaba aun más-. Le haré unos estudios, tal vez tarde un día. La mordida, la perforación es... -lograba notarse que no encontraba palabras para describir lo que el hombre llevaba en la piel. Eso me dejó con más intriga y estaba segura que a mis colegas igual- es extraña, nunca vi una igual. Luego de los exámenes, deben estar al tanto junto con Danlo.

-¿Yo qué?

Aquella voz. Apreté mis dientes dentro de mi boca y cerré los ojos con fuerza, esperando la regañada del año.

Sabía que la había cagado, que mis colegas serían cómplices de mis actos valientes y humanos.

Estaba prohibido traer personas heridas al lugar, el simple hecho de que ellos pasen la puerta secreta y estén conscientes en todo momento, revelaba nuestra identidad, y, sobretodo, de ese mundo extraño del que solo los cazadores y organizaciones conocían.

Abrí los ojos, recibiendo la luz blanca del lugar. Mis compañeros, el científico, y el anciano, observaban detrás de mí espalda como si estuvieran viendo a alguien con un doble culo.

-¿Qué significa todo esto? -su voz cuarentona y masculina, se escuchó, sus botas tipo militar hacian el típico pac, pac, pac en el suelo de azulejos. El olor a su fragancia de madera inundó mi nariz-¿Me lo explicas, Baylena Dimonti?

Sabía que odiaba que me llamasen por mi apellido, los recuerdos de mi pasado y las muertes detrás de este me perseguían al ser nombrado.

Aun de espaldas, podía saber que su ceño estaba terriblemente fruncido, que sus arrugas se notaban aún más cuando lo hacía, y que llevaba aquella pose de madre regañadora que solía poner cuando yo la cagaba feo.

Me di la vuelta lentamente, y sí, Danlo se encontraba con sus manos en sus caderas, con su ceño fruncido y sus arrugas más notorias. Quede expuesta bajo sus ojos oscuros.

Desvié la mirada de él, no pude sostenerle esta. Mire a mi amigo Aro, quien con sus ojos verdes, me devolvió la mirada y luego, la posó en Danlo, derrochando respeto y admiración. Luego observé a Afal, quien de la misma forma que Aro, miraba al superior.

Yo debería de estar haciendo lo mismo, después de todo él era como un padre para nosotros.

-¿Y bien? -impaciente, con sus ojos aún en mí, preguntó.

Vamos, Baylena, has matado putos monstruos de hasta dos metros ¿y no puedes contestarle al hombre que te crió?

-He matado a dos astigios esta noche, eran gemelos. Y... -cerré mis ojos nuevamente, temiendo decirlo- y salvé a este hombre que fue mordido por ellos.

Me observó como que si lo que le estuviera diciendo fuera una mentira muy poco elaborada.

Desearía que así lo fuera. Mi humanidad a veces me mete en este tipo de problemas con Dan.

-Hablamos de algo hace unas semanas. No más valentía, no más humanidad. -su tono fue serio, frío, gélido. Dan no acostumbraba a tratarme de aquella forma.

-Pero este hombre casi muere allí afuera, ¿y todo por qué? Por esos monstruos...

-No puedes salvar a todo el mundo, Baylena, debes de entender eso. Estamos salvando un monstruo, ¿ves la mordida en su cuello? Despierta.

Las palabras se atoraron en mi garganta cuando me interrumpió. Los científicos que se encontraban en respectivos exámenes y proyectos, cesaron para observarnos confusos.

-Me parece muy hipócrita la organización si se dedica a salvar a la gente y lo único que hace es desecharla...

Otra interrupción.

-No salvamos a la gente, matamos vampiros. -se acercó a Aksh y luego observó al hombre quien enterraba sus ojos en Dan con un terror extraño, inexplicable. Si este hombre se convierte en astigio, no duden en ejecutarlo.

-¡No! -me apresuré a decir, pero Dan me regaló una mirada asesina.

-No se habla más del tema, Baylena.

Cuando Danlo decía el famosisimo "no" era no, pero no entraba en mi cabeza tan fácilmente. Yo no lo iba a permitir y él lo sabía.

Podría ser una cazadora con sed de venganza contra esos monstruos, ¿pero perder mi humanidad? Jamás.

-Esto es una locura, Dan, no puedes dejar que lo maten. -decidida a dejar en claro la estupidez que él me había dicho, no evité soltar las palabras que retenía muy dentro de mi mente, esas palabras que se escondían en las sombras polvorientas por miedo a no ser escuchadas.

Se giró para observarme, sus ojos recorrieron mi rostro. -No te olvides de quiénes te arrebataron la vida. -y sin más, se alejó. Quedé rígida como una estatua en mi lugar.

Él me acababa de recordar el porqué de que yo estuviera aquí. Los vampiros habían matado a mi familia. A mis padres. Dan me había rescatado a tiempo antes de que estos me asesinaran.

Apreté mis manos, sintiendo mis uñas enterrarse en las palmas. Mis nudillos se sintieron adoloridos, pero no me importó.

Me alejé del lugar, sintiendo las miradas de mis colegas en mi espalda.

-Baylena... -me llamo Aro, pero no intente darme la vuelta, solo camine fuera del laboratorio.

Mi mente suplicaba tomar un poco de aire, así que no dude en irme a la azotea. Recorri todo los lugares en los que pasé al venir aquí. Los smokings negros y las armas iban y venían por todos lados. Así era la organización todos los impuros días en los que me encontré aquí, osea, toda mi vida, para ser más específica, veinte años.

Claro, la cazadora más especializada en las últimas décadas tenía... veinte años y comía nachos frente al televisor cuando miraba toda la saga de Barbie.

Subí las escaleras y me acosté en el sillón rojo que me recordaba a los sofás del kamasutra con su gran curva y su textura de terciopelo. Dejé  una de mis piernas tambaleándose en el aire y la otra en la cima del sofá, mientras recibía todo el viento fresco que se colaba por el balcón frente a mí. La noche perfecta frente a mis ojos. El pantalón de cuero negro que le pertenecía a mi uniforme de Strihillskin me estaba abusando el culo de lo apretado que estaba, pero intente ignorarlo.

Todo salio con éxito porque de repente los párpados se sentían cansados, y entonces...

Me reencontré con el sueño, y la imagen de mis padres llegó fugazmente a mis recuerdos.

-¡Despierta! -frunci el ceño, sin abrir los ojos. Unas manos tomaron mis brazos y me sacudieron. Abrí los ojos, el ardor en estos llegó muy rápido. Aro se vió frente a mí, distorsionado. 

Parpadeé varias veces.

¿Cuánto tiempo pasó? Y... ¿Por qué Aro se veía demasiado serio para mí gusto? Siempre tenía la cara como de haberse visto cien videos de risa. -¿Por qué tienes la cara de estúpido? -perezosa, me puse de pie, acomodando mi chaqueta de cuero.

-Ponte la parte de arriba de tu uniforme. -me entregó la chaqueta negra tipo smoking con el escudo de la organización, un crucifijo y una espada se vieron en este.

Tomé la prenda y me quite mi chaqueta. Me vestí como un rayo. La tela pronunciaba mis pechos cuando abotone los botones negros en la chaqueta, dejando la mitad sin abrochar.

-Ha llegado una noticia -comenzó a decir mientras salíamos de la azotea-. La organización está regada en todo el mundo, pero en un país en particular se han encontrado cosas que nos han dejado en alerta, y debemos actuar.

-¿Cómo qué en alerta? -lo observé, sin pegar un ojo.

Él me observó desde su hombro y luego siguió la vista hacia adelante, caminando recto y demandante. Si fuera otra persona, diría que Aro se veía demasiado hetero y sexy.

-Deja que Danlo te lo explique. -y no dijo ni una sola palabra en todo el transcurso hasta llegar a la sala principal, donde todos se encontraban fuera. Era extraño ver el lugar así de vacío.

Los pisos blancos se veían bien lustrados y brillosos, dando reflejos de nuestras piernas y la luz. Las cortinas carmesí haciendo juego con las paredes blancas con diseños de oro. Los candelabros con luz naranjezca le daban el toque al sitio.

Danlo apareció luego de unos largos segundos. Afal se encontraba con sus manos detrás de su espalda, tan recto y servicial como la primera vez que lo conocí. Su cabello negro se veía bien peinado.

Me observó, serio. Luego apareció Aksh con dos pequeñas cápsulas de cristal en las manos. Un líquido rojo dentro de estas.

Así que esto era serio. Veamos qué sucede aquí.

-Estamos reunidos. Y será nuestra última reunión por mucho tiempo. -trague saliva, arrugando mi ceño. ¿Qué dijo?

-¿Qué?

Danlo se acercó un poco más hacia mí lugar. -Hoy llegó una noticia que nos dejó a todos en alerta-comenzó a decir, y preste demasiada atención-. Cuando Aksh hizo el examen al hombre astigio, pudieron detectar un líquido oscuro en la sangre de este.

Un líquido oscuro.

-... Hoy llegó un informe de la organización Strihillskin de Italia, Roma. En muchos países se encuentra regada nuestra organización, diría que en todo el mundo, pero hoy, llegó una información grave y delicada.

Vamos, Danlo. Suéltalo de una vez. Rogué internamente.

-Se han detectado una cantidad de astigios en Roma, y en todos los exámenes que se le han hecho a los cadáveres, todos tienen ese líquido oscuro que los científicos han llamado Impure. Esta sustancia se encuentra en todo vampiro y astigio que ha sido convertido, el informe dice que en Roma han crecido en masas y que el Impure que se encuentra es mucho mayor que en otros lugares del mundo.

-Y... ¿eso que quiere decir? -pregunte, curiosa, en busca de más información. La verdad que estaba interesante.

Todo lo que sea vampiros para mí era interesante si debía volarles la cabeza.

-Quiere decir que en la ciudad que se encuentra el gran vaticano, han estado sucediendo cosas extrañas, y que, si no manejamos el asunto a tiempo, el caos se desatara en menos de lo esperado.

Respiré hondo, asimilando la información. -Disculpa, Danlo. Pero quiero más datos.-exigí.

-Luego de una exhaustiva investigación de parte de muchos agentes de Strihillskin, se hallaron seis vampiros muy fuertes que rondan la ciudad del vaticano y que tienen un tipo de conexión entre ellos. Se rumorea que estos fueron quienes convierten a los astigios. Aún siguen en investigación, pero me han hecho llegar la información muy rápido. Nuestros aliados están pidiendo cartas en el asunto. Exigen que la organización suprema se encargue de esto. Y es lo que haremos.

Todo se sumió en un silencio espeso y pensativo.

-Una familia muy poderosa está vinculada con nuestra organización, así que ellos consiguen la información más valiosa. Ellos serán nuevos aliados. Y, como ya dije antes, nosotros nos encargaremos de todo. Es por eso que, mi arma secreta y más poderosa, será enviada a Roma.

Quedé en blanco. Lo admito.

-Baylena, esta noche viajaras a Roma junto con Afal y Aro. Ustedes dos -observó a mis colegas- deben estar con Baylena en todo momento, porque será ella quien cazara a los vampiros más poderosos de esa ciudad. Allí les darán alojo en el hogar de los Freullain, la familia aliada que está con nosotros y quienes investigarán junto a ustedes en todo momento.

Deje de escuchar todo lo que decía el viejo de Danlo.

Trague en seco. Yo... Baylena, viajare a Roma. En... en un avión.

Los aviones me daban muchos problemas en el vértigo. Me daban miedo las alturas. Jamás viaje en avión.

No. No. No.

Baylena, esta noche viajaras a Roma.

Aquello hacia eco en mi sistema. Ni siquiera podía asimilarlo porque era esta noche.

-¿Hay algún problema, Baylena? -Dan dejó su mano en mi hombro como un gesto cálido y cariñoso. Volví a la tierra y pude observarlo.

-Me dan miedo los aviones. -admiti y Aro giró sus ojos. Afal, por otro lado, se mantuvo serio y firme en todo momento.

¿Qué le ocurría a ese? Estuvo raro desde que entramos a ese maldito laboratorio.

-Por el amor de Dios, hija mía-Danlo negó lentamente la cabeza, sonriendo hacia mí-. ¿Matas vampiros y le temes a un avión?

-¿Has visto como se caen los aviones en el triángulo de las bermudas? No. No... -rió un poco y luego tomo mis manos.

-Yo me encargaré de que te den toda la atención del mundo en ese avión. Además, es privado y dan todo el alcohol que te apetezca.

Bueno... el temor se fue a la mierda en menos de lo esperado.

-Y bien... ¿cuándo nos vamos?

Danlo no tardó en responder: -Ahora mismo. El jet privado espera-me di la vuelta, lista para salir, pero me detuvo-. Y, Baylena, debes tener mucho cuidado. Al bajar de ese avión, te esperara tu sirviente y guardaespaldas. Se llama Borión.

-¿Un sirviente? Ojalá sea apuesto. -solté, burlona.

-No intentes mucho, ese hombre está que toca el otro lado del mundo, la muerte. -respondió, divertido.

-¡¿Qué?! ¿Cuántos años tiene y por qué es mi guardaespaldas?

-Tiene sesenta años, y es uno de los mejores sirvientes y guardaespaldas de toda Roma.

No puede ser.

Seguí mi camino, y salí del lugar junto con Aro y Afal a mis espaldas.

-No lo puedo creer... ¡viajaremos a Italia! -chilló, Aro.

Esta vez, fui yo quien rodó los ojos.

Algo me dijo que esta noche me iba a tomar varias botellas de champagne.

...

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