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Capítulo 9: Nuevas danzas.

Damián había buscado un nuevo refugio después de que la Camorra localizara el anterior al llevar a Alessandro allí. El nuevo escondite era una casa de campo aislada, rodeada por un denso bosque y con una vista despejada de cualquier acceso cercano. La casa, de piedra antigua, ofrecía múltiples habitaciones y un sótano oculto que servía como centro de operaciones. Damián había elegido este lugar por su discreción y la dificultad para ser encontrado. Sabía que necesitaban un entorno seguro para continuar con su misión sin la constante amenaza de ser descubiertos.

De vuelta en el nuevo refugio, el grupo estaba trabajando incansablemente para encontrar una nueva línea de investigación. Javier, el periodista de investigación, estaba revisando unos antiguos documentos legales cuando encontró algo interesante.

—Chicos, creo que he encontrado algo. Estos documentos mencionan la existencia de un archivo oculto que contiene pruebas incriminatorias contra los verdaderos responsables de la incriminación del padre de Elena —dijo Javier, su voz llena de emoción.

Elena y Damián se acercaron rápidamente para mirar los documentos.

—¿Dónde está ese archivo? —preguntó Elena, ansiosa por cualquier pista.

—Está escondido en un viejo edificio gubernamental abandonado. Debemos ser cautelosos, pero creo que esta es nuestra mejor oportunidad hasta ahora —respondió Javier.

—¿Por qué estaría en ese edificio? —preguntó Damián, frunciendo el ceño.

—El edificio solía ser una sede de operaciones secretas durante los años de la mafia en la ciudad. Cuando fue abandonado, algunos documentos importantes quedaron ocultos allí para evitar que cayeran en las manos equivocadas. He encontrado meros indicios de que algunos de esos documentos podrían incluir pruebas sobre la incriminación del padre de Elena —explicó Javier.

El grupo se reunió para planificar la misión. Laura estaba trabajando en la logística, asegurándose de que tuvieran todo lo necesario para infiltrarse en el edificio.

—Voy a hackear las cámaras de seguridad y las alarmas. Necesitamos entrar y salir rápidamente sin levantar sospechas —dijo Laura, concentrada en su computadora.

Marcos y Damián revisaron el plano del edificio, discutiendo la mejor manera de entrar y encontrar el archivo.

—Damián, tú y yo entraremos por la entrada trasera. Elena y Javier mantendrán la vigilancia fuera para alertarnos de cualquier problema —dijo Marcos, trazando el plan.

Mientras trabajaban en los preparativos, Laura aprovechó un momento a solas con Damián.

—Damián, has estado increíblemente valiente y fuerte durante todo esto. No sé qué haríamos sin ti —dijo Laura, acercándose más de lo necesario.

Damián, sintiendo la incomodidad de la situación, sonrió sutilmente y dio un paso atrás.

—Gracias, Laura. Todos estamos haciendo nuestra parte. Es un esfuerzo de equipo —respondió, manteniendo la distancia.

Laura sonrió, pero no retrocedió.

—Sabes, me especialicé en ciberseguridad porque quería hacer una diferencia, luchar contra la injusticia. Y también porque siempre me ha fascinado el misterio, descubrir lo que otros quieren ocultar —dijo, sus ojos brillando de interés mientras intentaba captar la atención de Damián.

—Es un campo fascinante, sin duda. Y tu habilidad ha sido invaluable para nosotros —respondió Damián, manteniendo la conversación en un tono profesional.

Laura inclinó la cabeza, evaluándolo.

—¿Y tú, Damián? Siempre eres tan reservado. ¿Qué te llevó a involucrarte en todo esto? —preguntó, con un tono más personal.

Damián esbozó una sonrisa tensa.

—Cada uno tiene sus razones, Laura. Lo importante es que estamos aquí ahora, trabajando juntos —respondió, esquivando la pregunta de manera educada.

Elena, que había observado la interacción desde la distancia, sintió una punzada de celos. La manera en que Laura miraba a Damián y la forma en que intentaba acercarse a él eran demasiado evidentes. Incapaz de soportarlo más, Elena se levantó y salió del refugio, buscando el aire fresco de la noche para calmarse.

Damián, notando la repentina ausencia de Elena, se despidió rápidamente de Laura y la siguió. La encontró en el claro, con los brazos cruzados y una expresión de frustración en su rostro.

—Elena, ¿qué te pasa? —preguntó Damián, acercándose con cautela.

—Nada, solo necesitaba un poco de aire —respondió Elena, sin mirarlo.

Damián suspiró y se acercó un poco más, intentando captar su mirada.

—Elena, ¿acaso estás celosa? —preguntó con una sonrisa, una chispa de diversión en sus ojos.

—¿Celosa? No digas tonterías —respondió Elena, tratando de sonar indiferente, aunque su voz traicionaba sus sentimientos.

Damián rio suavemente, quitándole hierro al asunto.

—La mujer con la que sueño a diario está celosa de otra que solo quiere ser su sombra —dijo, su tono juguetón y cariñoso.

Elena intentó mantenerse firme, pero la sinceridad en los ojos de Damián la desarmaba.

—No estoy celosa, solo... me preocupa la misión —respondió, tratando de desviar la conversación.

Elena intentó apartar la mirada, pero Damián la sostuvo suavemente por el mentón, obligándola a enfrentarlo.

—Mírame, Elena. Desde que llegaste a mi vida, desde el primer momento en que te vi en el baile, no he podido pensar en nadie más —dijo, su voz un susurro lleno de emoción.

Elena sintió que sus defensas se derrumbaban lentamente, pero aún intentaba resistirse.

—¿Y Laura? —preguntó, su voz apenas un susurro.

Damián soltó una risa baja, profunda, y negó con la cabeza.

—Laura es solo una compañera. No hay nada entre nosotros, Elena. Tú eres la única que me importa —dijo, avanzando un paso más hasta que casi no había espacio entre ellos.

Elena sintió la intensidad de su mirada, la sinceridad en sus palabras. Pero aun así, la duda persistía.

—Damián, no puedo evitar sentirme insegura. Todo esto es tan complicado —dijo, su voz temblando.

Damián la tomó de las manos, su mirada fija en la de ella.

—Elena, sabes que me muero por besarte. A ti, y a nadie más. Solo a ti —dijo, su voz llena de desesperación y deseo.

Elena sintió que el aire se volvía más denso, la tensión entre ellos era palpable. Sus corazones latían al unísono, y por un momento, el mundo exterior desapareció.

—¿Por qué me dices esto ahora? —preguntó Elena, su voz un susurro apenas audible.

—Porque no puedo seguir viéndote sufrir, pensando que no eres suficiente. Eres más que suficiente, Elena. Eres todo lo que quiero —respondió Damián, su voz llena de pasión contenida.

—Dime que me crees, Elena. Dime que sientes lo mismo —pidió, su voz rota por la necesidad.

Elena abrió los ojos y lo miró profundamente. Podía ver el deseo y la desesperación en su mirada, y supo que él hablaba en serio.

—Te creo, Damián. Y sí, siento lo mismo —confesó, su voz apenas un susurro.

Con una sonrisa de alivio y pasión, Damián cerró la distancia entre ellos y estaba a punto de besarla cuando la puerta del refugio se abrió de golpe.

—¡Damián, Elena! Es hora de irnos —dijo Laura, su voz fuerte y clara, cortando el aire como un cuchillo.

Damián y Elena se separaron rápidamente, sus respiraciones entrecortadas y sus corazones latiendo a mil por hora. Elena dio un paso atrás, tratando de calmarse, mientras Damián lanzaba una mirada frustrada hacia la puerta.

—Vamos, tenemos que atender esto —dijo Damián, su voz aún cargada de emoción contenida.

Elena asintió, tomando un profundo respiro para calmar sus nervios. Juntos, siguieron a Laura hacia el interior del refugio, sabiendo que el momento que habían compartido quedaría en suspenso, al menos por ahora. La promesa de lo que podría haber sido quedó en el aire, una chispa de pasión que esperaría el momento adecuado para encenderse nuevamente.

El grupo se reunió en la sala principal del refugio, preparados para discutir los detalles finales de la misión.

—Recordad, debemos ser rápidos y precisos. No podemos permitirnos errores —dijo Damián, mirando a cada uno de los miembros del equipo.

—Estaremos en contacto constante. Si algo sale mal, nos retiramos inmediatamente —añadió Marcos, asegurándose de que todos comprendieran la gravedad de la situación.

Laura miró a todos con determinación.

—He hackeado las cámaras y las alarmas del edificio. Tenemos una ventana de tiempo limitada para entrar y salir sin ser detectados —dijo, mostrando el plano en su computadora.

Javier revisó sus notas una vez más.

—Este archivo podría ser nuestra mejor oportunidad para descubrir la verdad. Debemos hacerlo bien —dijo, su voz firme.

Elena observó a sus compañeros y sintió una renovada determinación. Aunque los desafíos eran grandes, sabía que juntos podrían enfrentarlos.

—Estamos preparados para esto. Lo lograremos, equipo —dijo Elena, su voz llena de convicción.

Con el plan finalizado y el equipo listo, sabían que estaban a punto de dar un paso crucial en su misión. La tensión y la anticipación llenaban el aire, pero también una sensación de unidad y propósito. La danza en las sombras continuaba, y estaban decididos a salir victoriosos.

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