Elena despertó a la mañana siguiente con la luz del amanecer filtrándose por una pequeña ventana de la cabina. Su cuerpo estaba adolorido por la posición en la que había dormido, aún atada a la silla. Alexei estaba sentado frente a ella, observándola con una mezcla de confusión y dolor en sus ojos.
—Buenos días —dijo Alexei, su voz ronca por el alcohol y la falta de sueño—. ¿Dormiste bien?
Elena lo miró, sus ojos llenos de determinación.
—No exactamente, Alexei. Pero sé que esto no es fácil para ti tampoco.
Alexei se levantó, sirviéndose otro vaso de vodka.
—Esto no se trata de mí, Elena. Se trata de la verdad. De saber en quién puedo confiar y en quién no.
—Lo entiendo, Alexei. Pero debes saber que estoy aquí porque quiero ayudarte. Don Vittorio no es lo que parece —respondió Elena con firmeza.
Alexei la observó por un momento, sopesando sus palabras.
—Demuéstralo. Necesito pruebas de lo que dices.
Elena asintió, sabiendo que cada palabra debía ser cuidadosamente medida.
—Puedo conseguir esas pruebas, pero necesito tu ayuda. Si realmente quieres saber la verdad, tenemos que trabajar juntos.
Mientras tanto, en un lugar seguro, Damián estaba reunido con Javier, Marcos y Laura. La tensión era palpable mientras discutían el plan para rescatar a Elena.
—No podemos avisar a las autoridades —dijo Damián, golpeando la mesa con frustración—. No solo pondríamos a Elena en más peligro, sino que también revelaríamos nuestras operaciones encubiertas.
—Tenemos que hacer esto nosotros mismos —añadió Javier, mirando a los demás—. ¿Alguna idea?
Laura, la experta en tecnología, se adelantó.
—Podemos utilizar los micrófonos que Elena colocó en el despacho de Don Vittorio para obtener más información sobre sus movimientos y coordinar nuestro ataque.
—Y podemos usar el equipo de seguimiento que tengo para rastrear la ubicación exacta del yate —sugirió Marcos.
Damián asintió, su mente trabajando a toda velocidad para coordinar cada detalle.
—Perfecto. Necesitamos movernos rápido y ser extremadamente precisos. No podemos permitirnos ningún error.
En su despacho, Don Vittorio estaba escuchando la situación a través del micrófono. Sus labios se curvaron en una sonrisa fría mientras escuchaba la conversación entre Alexei y Elena.
—Así que finalmente la han descubierto —murmuró para sí mismo—. Bueno, una menos de la que preocuparme.
Irene entró en el despacho, su rostro mostrando signos de preocupación.
—¿Qué planeas hacer con respecto a Elena? —preguntó Irene, con la voz tensa.
Don Vittorio levantó la vista y la miró con indiferencia.
—Nada. Elena está muerta para nosotros. No voy a sacrificar a ningún agente más por ella.
Irene frunció el ceño, sintiendo una punzada de desconfianza hacia Don Vittorio.
—¿Eso es todo? ¿Vas a dejar que la maten?
—Irene, en este juego no hay lugar para los débiles ni para los sentimentales. Elena sabía en lo que se metía —respondió Don Vittorio fríamente.
Irene salió del despacho, su mente llena de dudas. Sabía que Don Vittorio no era un hombre fácil, pero algo en su actitud hacia Elena no le cuadraba. Empezaba a desconfiar de sus verdaderas intenciones.
Damián y el equipo se preparaban para la misión. Cada uno sabía cuál era su papel y la importancia de coordinarse perfectamente.
—Marcos, tú y Javier se encargarán de desactivar las alarmas y el sistema de seguridad del yate —ordenó Damián—. Laura, tú monitorizarás las comunicaciones y nos guiarás desde aquí.
—¿Y tú? —preguntó Javier, mirándolo con seriedad.
—Yo iré a buscar a Elena. No dejaré que le hagan daño —respondió Damián, con determinación.
En el yate, la situación se volvía cada vez más tensa. Alexei, aún lidiando con sus sentimientos encontrados, seguía interrogando a Elena.
—¿Qué pruebas necesitas? —preguntó Elena, tratando de mantener la calma—. Puedo conseguirlas, pero necesito que confíes en mí.
—No es tan simple, Elena. Mi vida, mis negocios, todo está en juego aquí —respondió Alexei, su voz cargada de frustración.
—Lo sé. Pero también sé que Don Vittorio está usando a todos. No eres más que una pieza en su juego. —Elena intentaba llegar a la parte racional de Alexei.
—¿Y tú? ¿Qué eres en todo esto? —preguntó Alexei, mirándola con dolor—. Pensé que había algo entre nosotros.
Elena lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de compasión y determinación.
—Lo que hay entre nosotros es real, Alexei. Pero eso no cambia lo que está sucediendo. Necesitamos descubrir la verdad juntos.
Alexei se dejó caer en la silla, la botella de vodka casi vacía.
—Estoy cansado de juegos y traiciones. Pero si tienes razón, y Don Vittorio está tramando algo... entonces, te daré una oportunidad. Una sola.
Elena asintió, sabiendo que esta podría ser su única oportunidad para sobrevivir y desenmascarar a Don Vittorio.
En la base, Damián y el equipo estaban listos para partir. Cada segundo contaba, y sabían que no podían permitirse ningún error.
—Laura, mantén la comunicación abierta. Necesitamos saber cada movimiento que haga Don Vittorio —dijo Damián mientras se colocaba su equipo.
—Lo haré. Buena suerte, Damián —respondió Laura, su voz firme pero llena de preocupación.
Damián miró a su equipo y asintió, sabiendo que estaban listos para lo que viniera.
—Vamos a traerla de vuelta.
Mientras el equipo se dirigía hacia el yate, Elena y Alexei continuaban su tensa interacción. Cada palabra, cada gesto, cargado de implicaciones profundas. La situación se volvía cada vez más peligrosa y compleja, pero Elena estaba decidida a utilizar su inteligencia y habilidades para salir adelante, aunque eso significara enfrentarse a la oscuridad del mundo que la rodeaba.
La noche continuó, y el destino de Elena y Damián pendía de un hilo, cada uno luchando con todas sus fuerzas para protegerse y proteger al otro en un juego mortal de traición y poder.
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