Capítulo 26: Amor y traición
Damián cerró la conversación con Elena, pero las emociones seguían bullendo dentro de él. Se levantó del escritorio y comenzó a pasear por la pequeña habitación en la casa de campo. La oscuridad y el silencio de la noche solo intensificaban sus pensamientos. Sentía una mezcla de preocupación, celos y algo que no había experimentado en mucho tiempo: un profundo y genuino afecto.
Elena. Su nombre resonaba en su mente, cada sílaba cargada de significado. Nunca había sentido algo así por nadie. Había tenido su cuota de relaciones, de aventuras pasajeras, pero ninguna mujer había dejado una huella tan profunda en su corazón. Elena era diferente. No solo era increíblemente inteligente y valiente, sino que había una conexión entre ellos que iba más allá de lo físico.
Recordó la primera vez que se encontraron. La chispa inicial, la atracción palpable. Desde entonces, su relación había evolucionado de manera impredecible y a veces caótica, pero siempre intensa. Las misiones, el peligro, la constante tensión... Todo parecía fortalecer ese vínculo especial.
Damián suspiró, dejando que la realidad de sus sentimientos se asentara en su mente. Estaba enamorado de Elena, no había duda. Pero más allá de esa simple realización, estaba el temor. Miedo a que algo le pasara a ella, miedo a perderla, miedo a no ser suficiente para ella.
Se sentó en el borde de la cama, mirando a la nada, mientras sus pensamientos seguían girando. Sabía que tenía que decírselo, tenía que confesarle lo que sentía. Hasta ahora, sus interacciones estaban llenas de flirteos, de insinuaciones, pero ninguno había dado el paso definitivo de formalizar sus sentimientos. Damián deseaba ese momento, pero también temía lo que podría significar. ¿Y si ella no sentía lo mismo? ¿Y si el peligro que los rodeaba hacía imposible cualquier tipo de relación real?
La irrupción en el restaurante esa noche había sido un reflejo de su desesperación y celos. Ver a Alexei tan cerca de Elena, cortejándola, intentando seducirla, había sido más de lo que podía soportar. Necesitaba protegerla, asegurarse de que ella estaba a salvo, aunque sabía que Elena era más que capaz de cuidarse sola. Pero su corazón no podía aceptar verlo de otra manera.
Cada vez que pensaba en ella, el deseo de estar a su lado se hacía más fuerte. Quería declararse, decirle lo que sentía, pero sabía que el momento no era el adecuado. No con todo lo que estaba en juego. Tenían que acabar con la Camorra, desmantelar la red de criminales y, sobre todo, asegurar la inocencia del padre de Elena. Sólo entonces, cuando todo empezara a ir bien, se atrevería a dar ese paso.
Damián se tumbó en la cama, con la esperanza de que el sueño lo librara de sus pensamientos inquietos. Cerró los ojos, pero la imagen de Elena seguía allí, grabada en su mente. Recordó el momento en el baño del restaurante, la pasión desbordante, la conexión que sentían. Si eso no era amor, no sabía qué más podría ser.
Damián siempre había sido un hombre de aventuras, de relaciones esporádicas. Su naturaleza italiana, pícaro y encantador, lo había llevado a ser un mujeriego. No era mala persona, solo que nunca había sentido la necesidad de comprometerse con nadie. Hasta ahora. Con Elena, todo había cambiado. Sentía que había encontrado a su alma gemela, alguien que compartía su esencia, aunque fueran recipientes diferentes.
Pero junto a esa certeza, también llegaban las dudas. ¿Había sido un error enamorarse perdidamente de Elena? ¿Se había vuelto débil? Los celos que sentía hacia Alexei lo atormentaban, y se preguntaba si esos sentimientos no terminarían complicando su misión de vengar a su hermano. Giovanni había sido todo para él, y la promesa de vengar su muerte era lo que lo había mantenido en pie durante todo este tiempo.
Aun así, algo en su interior le decía que Elena no era una distracción, sino una fortaleza. Con ella a su lado, se sentía más decidido, más fuerte. Sabía que juntos podían superar cualquier obstáculo. La necesitaba para llevar a cabo su misión, pero también la necesitaba en su vida, más allá de la venganza y el peligro.
Decidido, murmuró para sí mismo en la oscuridad: "Cuando todo esto acabe, Elena, te lo diré. Te diré que te amo." Con esa promesa en mente, finalmente se permitió descansar, aunque su corazón seguía latiendo con fuerza al pensar en el futuro que deseaba construir junto a ella.
A la mañana siguiente, Damián despertó con una nueva determinación. No podía esperar más. Tenía que hablar con Elena, tenía que sacarla de ese mundo peligroso. Quería huir con ella, mudarse a otro país donde nadie los conociera, empezar de nuevo. Sabía que no sería fácil, pero estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ella.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro