18 | Siempre será mi brújula
05 de Septiembre de 2019
Estoy terminando de arreglarme cuando escucho el timbre de casa. Mi primera reacción es pedirle a Carla que abra la puerta, pero al momento caigo en que ella no está aquí.
—¡Voy! —grito, aunque no sé si la persona que se halla fuera será capaz de oírme.
Paso las manos por el pelo a modo de peinado rápido, y tras echarme un vistazo en el espejo, salgo del baño. Mientras recorro el pasillo, siento como se me acelera el corazón, no hay que ser muy lista para saber que la persona que está al otro lado de la puerta es Lander, a pesar de eso y por precaución, observo por la mirilla.
Todo despejado.
—Hola —digo con una sonrisa e invitándole a pasar.
Una vez dentro, voltea en mi dirección. Veo la mirada traviesa que me dedica y eso sólo agita más las mariposas en mi estómago. Sin pedir permiso, recorta la distancia que existe entre nosotros y posa sus manos en mis caderas. Trago saliva y me centro en calmarme. Acaba de llegar y ya se nota tensión en el ambiente.
Pierdo toda capacidad de control cuando junta nuestros labios.
Gimo contra su boca y eso le da pie a profundizar el beso. Sus manos se mantienen firmes en mis caderas, por encima de mi camiseta pero casi rozando la piel desnuda. Necesito alejarme antes de perder por completo el sentido.
—Lander... —susurro.
Sus manos se cuelan en mi camiseta y noto cómo va repartiendo caricias por mi espalda. Cierro los ojos para disfrutar de la sensación de placer que me produce este contacto. La magia se rompe cuando de un momento a otro se aleja de mí.
—Así se saluda —dice, guiñando un ojo.
Idiota.
Le golpeo el brazo en respuesta y él sonríe aún más. No puede hacer eso y luego mostrarse tan tranquilo como si no hubiera pasado nada, aunque he de admitir que el beso ha estado bastante bien. Creo que Lander me gusta por este tipo de cosas.
—Lo estabas deseando, eh.
—¿Besarte? —pregunta inocente—. Mentiría si dijera que no.
Camina hasta el salón y recorre con la mirada toda la sala, hasta que sus ojos se fijan en un punto a lo lejos. No me cuesta mucho asumir que se trata de la estantería donde guardo los álbumes de fotos. Trago saliva. Una cosa es tener la idea en la cabeza pero ahora Lander está aquí, justo al lado de mis recuerdos. Mi pasado.
Llego hasta él y tras vacilar durante unos segundos, termino por coger uno y entregárselo. En la portada aparece escrito «Pyxis» junto a un dibujo. El artista de las redes arquea una ceja en cuanto lo ve.
—¿Pones nombres de constelaciones a tus álbumes? —inquiere curioso.
Siempre me he preguntado qué pensaría la gente de ello, pero como tampoco le he mostrado a nadie mis fotografías, no puedo saberlo. Desde que tengo uso de razón he amado todo lo relacionado con el universo. Recuerdo que en verano me podía pasar horas contemplando el cielo sin cansarme.
—Me gusta —digo sin más.
Roza con sus dedos la cubierta.
—¿Tienen algún significado?
Asiento.
Ocupo un sitio en el sofá y le animo a que se siente a mi lado. Carla sabe mi manía con las constelaciones, pero desconoce el motivo de la elección de los nombres. Tampoco ha surgido nunca la ocasión para confesárselo.
—¿Sabes lo que significa «Pyxis»?
Lander niega con la cabeza.
—Brújula —Le veo con intención de preguntar, por eso me adelanto—. Cada foto que hago tiene un significado para mí, así que pensé en agruparlas. Siempre que me sentía perdida por algún motivo, recurría a este álbum y lo contemplaba.
—Interesante...
Me dedica una mirada de duda.
—¿Puedo abrirlo?
—Claro —le animo.
Empieza a pasar las hojas y tengo miedo de toparme con algo que me remueva los sentimientos. Llevo tanto tiempo sin verlos que no sé lo que pueda encontrar. Las primeras fotos son de hace varios años, pero según avanza los recuerdos se vuelven más recientes. Trago saliva cuando llega a la última página. Ni siquiera recuerdo haber tomado esa foto, pero se me encoge el corazón.
De un momento a otro siento unas ganas terribles de llorar.
—Haces arte con... —Las palabras de Lander mueren en su boca en cuanto me ve. Aparta el álbum y coloca ambas manos en mi cara—. ¿Estás bien, Estela?
Suspiro. Todo estaba yendo de maravilla. Borro con la palma de mi mano el rastro de lágrimas y asiento.
—Un recuerdo.
—¿Es por la última fotografía?
No controlo las siguientes palabras que escapan de mis labios:
—La hice un par de semanas después de la muerte de mi madre.
Pronunciar eso en alto, duele. Tal vez no recordaba con exactitud la fotografía hasta que me he topado con ella en el álbum, pero ahora que la he visto, mi mente se traslada a aquel día. El cielo estaba despejado —a diferencia de mi corazón— y me tiré más de dos horas contemplando la cúpula celeste sin inmutarme. Junto al sonido de los pájaros en la noche, también se escuchaba mi respiración acompasada. Hasta que reuní el valor y tomé una foto a las estrellas brillando en lo alto.
—¿Por qué está justo en este álbum? —Se atreve a preguntar.
Me tomo varios segundos para calmar mis nervios. «Relájate, Estela» me digo.
—Mi madre me decía que un día me perdería de tanto contemplar el cielo y yo le contestaba que si eso ocurría, ella sería la brújula que me traería de vuelta. Desde que se fue de mi vida, cada noche antes de acostarme miro arriba esperando que ella me guíe.
Lander sonríe y eso alivia la presión en el pecho.
—Es precioso, Estela.
He pasado unos cuantos meses perdida, sin saber cuál era el camino correcto. Por fin estoy comenzando a descubrir qué quiero en mi vida y me siento feliz, pero sobre todo más fuerte. Sigo teniendo miedo, pero sé que soy capaz de enfrentar cualquier cosa si me lo propongo.
Rozo el dibujo de la constelación y sonrío con nostalgia.
—Mi madre siempre será mi brújula.
¡Hola!
Procedo a llorar después de publicar este capítulo, ¿vale? Junto con la visita al cementerio es de los más tristes de esta historia 💔
¿Qué pasará con el portafolio que estuvo a punto de presentar antes del accidente?
¿Tenéis alguna manía extraña como Estela?
¿Quién es vuestra brújula?
Nos leemos el jueves con el penúltimo capítulo. Os adoro 💙
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