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Capítulo 3: Poner a prueba

Después de varios minutos de considerar cuáles serían las mejores opciones, Tairi reunió a todos de nuevo en círculo para dar a conocer los equipos y sus funciones para la construcción del refugio. Debido a que eran un grupo numeroso de personas, probablemente necesitarían más de uno, por lo que lo primero fue dividirlos en dos.

—Los amigos y flan sin azúcar serán el equipo uno; sedentaria y casados, el dos. No se preocupen por tener a uno menos, que la energía de la sedentaria vale por la de flan sin azúcar. —Algunos rieron por el comentario, el aludido bufó por enésima vez—. Si se dieron cuenta, también los distribuí por sus edades: los más jóvenes y los mayores, creo que así habrá mejor interacción y comodidad entre ustedes. ¿Están de acuerdo?

—Me parece extraño que no separaste a los que nos conocemos —Mina resaltó.

—Por ser la primera prueba que les haré, prefiero que estén lo más cómodos que sea posible —justificó su decisión—. Construirán un refugio provisional para sus equipos, les gustará hacerlo bien. Y antes de que me lo pregunten: sí, dormiré junto al equipo dos, espero que no se sientan más presionados.

—Muy tarde, ya nos sentimos más presionados —Noel participó en voz baja.

—Esposo, usted es un hombre callado, ¿cierto? —Tairi inquirió. Esa apenas era la tercera vez que lo oía hablar en las horas que llevaban de conocerse.

—¡Vaya, puede hasta leer a personas con sólo unas cuantas observaciones! —exclamó Natalia, sorprendida del acierto.

—¿Es eso un inconveniente? —preguntó él. Al escuchar su voz, cualquiera asumiría que se dedicaba a algo que requería de mucha oratoria, pues esta era deleitable al oído a pesar del volumen bajo que usaba.

—Para nada, sólo quería asegurarme para no asignarte como líder. Reanudo. —Aplaudió para recuperar la atención perdida—. Deberán buscar un árbol y tres palos de buen tamaño con horquilla para el esqueleto. Luego buscarán más palos, hierbas, ramas o helechos secos, muchos. ¿Ya se están imaginando lo que les mandaré a construir?

—¿Vamos a caber...?

—Shh. —Silenció la duda de Misha, quien calló de inmediato vio el dedo en los labios—. Procuren escoger árboles cercanos, no quiero que los dos grupos estén muy separados. Cuando tengan todo recolectado, reúnanse acá y daré más indicaciones. —Clavó la lanza en la tierra como punto de referencia—. Rojo y sedentaria serán los líderes de sus equipos, me parece que son los dos más energéticos de aquí.

—¡Tairi al fin reconoció algo bueno de mí! —celebró para sí mismo.

—No te hagas ilusiones, aún piensa que te gusta lo mismo que a nosotras —Mina escarneció.

—¿Por qué eres tan cruel? —Fingió una voz llorona, a lo que su amiga sólo rió hasta percibir otro aplauso.

—Voy a seguirlos un poco para aconsejarlos si se complican, ¿está bien?

—Eso me da una sensación de seguridad —admitió Nat, sonriente.

—No se confíen, un refugio mal construido puede matarlos. Pregúntenle al que murió calcinado mientras dormía por colocar muy cerca la fogata hace dos años si no me creen —soltó muy relajada, para el espanto de todas las caras—. ¡Vamos! No pueden asustarse tan fácilmente, no sobrevivirían ni una noche.

—¿Cómo puede relatar muertes como si nada? —Calia tembló entre sus amigos.

—Por eso les digo que no podemos confiar en ella —murmuró Carmín—. Capaz y Talon tenía razón, puede que sea una sociópata y nos mate a todos, viendo cómo se comporta.

—Calia va a tener pesadillas si continúas tu crueldad, Mina —reclamó el pelirrojo. Un aplauso más interrumpió la discusión.

—¿Listos? —Asintieron—. Que comience la búsqueda.

Ninguno de los grupos se separó mucho del otro por temor a perderse y ser incapaces de reencontrarse. Tairi iba señalándoles los mejores sitios para conseguir materiales y cómo diferenciar los palos útiles de los podridos —Flannery sólo recogía cualquier rama larga sin discriminar, lo que acabó en tres cuartos de madera en descomposición—, además de otros consejos.

—Iré a adelantar unos detalles, creo que ya no les hago falta —anunció de repente—. Líderes, recuerden su función. Es hora de que sean ustedes quienes dirijan las acciones mientras no estoy. No se preocupen, volveré en unos minutos. —No les dio oportunidad de responder cuando ya había desaparecido entre la maleza.

Los integrantes de cada equipo se vieron entre sí en silencio durante unos segundos de incertidumbre. De algún modo, en tan sólo un par de horas se habían acostumbrado tanto a la presencia de la mujer tan experimentada en la supervivencia a la intemperie que su ausencia los abrumaba, llenándolos de inseguridades. ¿Y si algo salía mal justo en ese instante?

—¡No podemos quedarnos parados sin hacer nada! —Izara participó en alto, como si fuese la líder de los siete y no sólo de su trío—. ¡Lo único que debemos hacer es seguir como lo hicimos estos cuatro días! Hemos llegado hasta acá en buenas condiciones sin la ayuda de una mujer salvaje, ¡una simple prueba más a solas no nos va a destruir!

—Sí, pero teníamos a Talon, que vendría siendo una versión civilizada, profesional y masculina de ella. Él hacía todo por nosotros —resaltó Flann de brazos cruzados.

—¿Y? Él nos llegó a comandar una vez, eso es exactamente lo que Tairi está aplicando con la diferencia de que no nos está vigilando.

—Además, confiaría más en los consejos de Tairi. Ella es la que ha sobrevivido años aquí sin mucho equipamiento, no el Tendón de Aquiles, así que diría que ella es la profesional —Misha añadió, colocándose al lado de la otra capitana.

—Mish —lo llamó ella, apoyando sus manos en sus hombros—, este es el mejor chance que tendremos de lucirnos. Como líderes, está claro que nos reconocerán más por coordinar un trabajo bien hecho.

—Lucirnos para que Tairi confíe en nosotros, ¿ah? —El marrón de sus ojos brilló.

—Nada mejor que quedar bien ante alguien a la primera. Dirígete a tu grupo y arma la estrategia. Tu único estorbo es el chico, espero que le halles utilidad pronto.

—No te preocupes, ya tengo todo calculado. —Sonrió totalmente confiado para luego librarse del agarre y gritar con el puño en alto—: ¡Demostremos por qué estamos aquí!

A su vociferación le siguieron exclamaciones motivadas de parte de casi todos. Por su éxito inmediato, miró a Izara por el rabillo del ojo y se lo guiñó, ahora con una sonrisa divertida. Ella le volteó los ojos, aunque no por estar molesta con él.

Quizás fueron tres minutos los que transcurrieron cuando los dos equipos se separaron y acataron las órdenes de sus cabecillas. A pesar de aparentar seguridad, Misha aún dudaba de lo que la mujer salvaje le mandó a callar. Era obvio que sabía a qué se iba a referir por la manera en la que le impidió concluir la cuestión, ¿por qué lo hizo si era un punto fundamental para calcular el material requerido? Incluso cuando era su amiga la que desconfiaba de cada palabra emitida por la sobreviviente y aun con su fidelidad autoproclamada, sospechaba que les estaba escondiendo la pieza que faltaba en el rompecabezas.

El sol estaba comenzando a descender en el momento que decidieron regresar al punto de encuentro. Como temieron, Tairi no reapareció pronto como había dicho. Ni siquiera la ubicaron junto a su lanza estancada en el mismo sitio. Carmín no demoró en insultarla entre dientes; Mish, en defenderla y el resto, en sentarse. Por suerte, no debieron aguardar demasiado por ella.

—Oh, veo que se me adelantaron. ¿Perdieron mucho tiempo por mí? —preguntó.

—Nah, unos diez minutos como máximo —Misha redondeó sin darle importancia antes de que alguien menos paciente contestase.

—Menos mal. Estaba recolectando la cena, me habrían agradecido el retardo de todas formas. —Se encogió de hombros—. Veamos qué han traído.

Aunque estaban confiados en que habían escogido el material correcto, algunos no evitaron llenarse de nervios por la posibilidad de estar equivocados y haber reprobado la prueba desde antes de haber arrancado la segunda fase. Era algo más notorio en el equipo de los más adultos, ya que el equipo de los más jóvenes era una mezcla de los mismos nervios, indiferencia, recelo y emoción por la aprobación que esperaba de la mujer.

—Vaya, flan sin azúcar aprendió a seleccionar ramas —felicitó, sorprendida.

El pelirrojo hizo una mueca para no reír. Si tan sólo supiese que usaron al amargado como la mula de carga del equipo para no comprometer su trabajo.

—Excelente, han cumplido debidamente la primera mitad de la tarea. Ahora se viene lo más complicado: armar la guarida. ¿Ya eligieron sus árboles? Recuerden que deben ser cercanos.

Con los asentimientos de los siete, se dirigieron hacia los árboles y el procedimiento fue dictado. En esta ocasión, Tairi observó de cerca a ambos equipos esforzarse. A mitad de camino, cuando colocaban el techado, hubo quienes se sumaron a la lista de "personas con dudas sobre el espacio" inaugurada por Miles antes de siquiera comenzar a ser examinados. Claro, ninguno se atrevió a cuestionar las decisiones de la que vestía piel de lobo, sólo eso era lo suficientemente intimidante.

El cielo estaba aun más oscuro en el minuto que concluyeron la construcción del refugio, mas no tanto como para quedar ciegos o peligrar. Ya listos, los pocos que restaban por percatarse del detalle cruzaron los brazos por la fusión del desconcierto y la molestia que les causaba el posible engaño que les agotó una buena porción de sus tanques de energía.

—Ambos parecen estar muy bien hechos. Felicidades, muchachos, saben trabajar en equipo y eso me gusta —congratuló con los pulgares levantados. Su entusiasmo no se vio reflejado en los demás, lo cual provocó el fruncimiento de una de sus cejas—. Uh, ¿qué sucede con esas caras? ¿Ni siquiera rojo o sedentaria van a animarse?

—No vamos a dormir ahí —manifestó Carmín con aires sombríos—. Son muy pequeños, no cabremos.

—De acuerdo, me descubrieron —admitió con las manos expuestas al aire—. Rojo, ¿era esa tu duda temprano?

—Sí. ¿Por qué no me dejaste formularla? —Aprovechó la oportunidad para aclarar las cosas.

—Mi intención fue esta desde un principio. Verán, quería poner a prueba qué tanto sabían, qué tan bien compaginan, quiénes tienen madera de líderes y todo eso. Han arrojado los resultados deseados en lo que he podido evaluar. Por cierto, felicidades especiales a rojo por haberse dado cuenta desde el primer instante, fuiste el único y eso demuestra qué tan buena es tu visión al futuro, esa cualidad me fascina. —Aplaudió, invitando a los otros a seguirla.

—Muchas gracias —dijo por no quedarse callado, tal elogio lo embelesó al punto de no ser muy consciente de lo que hacía. Sus amigas rieron a lo bajo a sus espaldas por lo patético que se tornaba en esos casos.

—Entonces, ¿dónde dormiremos? —Nat se preocupó. La temperatura ya estaba descendiendo, no contaban con el tiempo suficiente para otro trabajo.

—Buscar la cena no fue lo único que hice durante mi desaparición. Preparé otro lugar para descansar que encontré bastante cerca de aquí antes de toparme con ustedes. El problema de él es que es una especie de cueva pequeña en la que sólo caben seis personas, por eso pedí dos refugios. Seis de ustedes dormirán allá, el restante y yo dormiremos en los refugios que construyeron. ¿Algún voluntario?

—Yo. —Misha levantó la mano ipso facto.

—Iba a escogerte por haber resaltado, pero creo que eres algo alto para el largo de los refugios, no estarías cómodo. —Él se desalentó, recibiendo unas palmadas en su hombro de parte de Mina como consuelo—. Flan sin azúcar, tienes el tamaño perfecto.

—¡¿Por qué yo?! —Las risas a su alrededor lo enfurecieron más.

—No te importará dormir separado de alguien, creo que hasta te gustará estar solo por una noche. —Flann rezongó—. ¡Anda! No será tan malo. Es más, te enseñaré algo extra, ¿no te motiva?

—Te dije que no me motivaras —refunfuñó.

—Es inevitable, debo endulzar al flan. —La mirada que el chico le dedicó se sintió como si le clavase su propia lanza en la frente—. Oye, tranquilo. ¿Es que no tienes sonrisa o algo por el estilo?

—Tampoco intentes hacerme reír. —Frunció los labios.

—¿Y si te enseño a prender fuego? ¡Te dará poder! ¿Conoces la satisfacción de no ser picado por mosquitos gracias al humo de una fogata que los espanta?

—¡No me trates como a un niño que aprende curiosidades, por Dios! —escandalizó—. ¡Soy mayor de edad como todos ustedes, aunque no les parezca!

—Lo que uno gana tratando de ser amable, vaya. —Tairi chasqueó la lengua—. ¿Al menos intentarás hacer la fogata?

—¿Ya qué? No me puedo negar o te pondrás insoportable.

Sin ganas de discutir, Maynard procedió a mostrarles lo que comerían y hacia dónde estaba la cueva donde pasaría la noche la mayoría. Una vez con los estómagos llenos, los dirigió al sitio y les dio instrucciones para que no se perdieran al día siguiente antes de devolverse con el menor.

La lección sobre encender fuego no tomó tanto como estimó, el chico tenía cierto interés en la actividad y eso facilitó todo. Si las llamas eran lo que avivaban al joven, que bienvenido fuese al escuadrón permanente de fogatas. No hubo mucho que hacer después más que introducirse en los refugios y hallar la comodidad dentro del confinamiento.

Tairi sonreía mientras trataba de dormir. Si bien era desmotivador encontrarse con un nuevo grupo que había caído en las garras de aquellos estafadores porque eso significaba que otras diez personas habían perdido sus vidas en medio del engaño, le encantaba imaginar que ese sería el último. Ese grupo, por complicado que aparentaba ser para su gusto, tenía pinta de ser capaz de derrumbar el negocio sucio. Era un juicio apresurado, sólo llevaba unas horas con ellos, pero algo en ella le decía que serían especiales.

Quizás, después de tres años de fracasos, finalmente obtendría el éxito que tantas veces escapó de sus manos con crueldad.

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Imagen: Misha Miles.

¿Ya tienen favoritos? Recuerden que hay unos cuantos que no sé qué hacer con ellos, jeje.

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