Samantha salió del edificio una vez que el ascensor se abrió, fui tras ella.

"Tantas horas juntos trabajando y no pudiste contarme eso."

"Aun no me sentía seguro para contarte, tampoco sabía cómo reaccionarias."

"Bueno tienes razón, no soy la típica chica que hace dramas, James. Lo siento mucho."

"Te lo agradezco."

"¿Cómo es ser un vagabundo?"

Me mantuve callado y decidí que lo mejor sería hablarle de aquello después. De momento, mi mente no estaba lo suficientemente estable como para hablar sobre mi vida.

Dediqué todo el día a mi trabajo: contestar llamadas, enviar recados; correteando de aquí para allá. Al pasar por el departamento financiero, la recepcionista se alegró de verme y me condujo a la sala de pagos. Aquel día, tuve mi primer cheque. Nunca había recibido uno y sentía una gran emoción, una cantidad de $800 dólares. Las pasantías no solían costar tanto, me mantuve sorprendido largo rato hasta que mi agitado corazón se calmó.

Al salir pasé por Samantha, hablamos largo rato y me acompañó para poder adquirir un teléfono nuevo. Hablé con ella acerca de mis padres de sangre y todo lo que había pasado en Melbourne hasta el día de hoy. Su reacción fue inesperada, simplemente me abrazo.

"James, me gustaría conocer tu casa." Mencionaba.

"No poseo una."

"Comprendo, pero me gustaría conocer el lugar donde vives."

Me mantuve callado, sentí vergüenza, casi como la primera vez que Byanka me habló.

"Es un lugar bastante desagradable."

A ella pareció no importarle, aunque inseguro, decidí llevarla al campamento