12. En el que Midorima y Takao se besan
12. En el que Midorima y Takao se besan
–¿Qué hacemos ahora? –preguntó Satsuki sin soltar el brazo de Kuroko.
–¿Os apetece montar en el tiovivo? –. Cuestionó Takao.
–Demasiado mayor para eso—dijo Murasakibara volviendo a perderse por ahí.
–A mi sí me apetece—apreció la pelirrosa. –¿Qué dices, Kuroko?
–Lo que hagan todos me parece bien.
–Kasamatsucchi y yo nos montaremos en aquella atracción—Kise señaló a lo lejos.
–¿Ah si? –preguntó el mencionado ligeramente sorprendido.
–La gente acaba boca abajo y da muchas vueltas.
–Tiene buena pinta, pero...
–Vamos, Kasamatsucchi.
Midorima no pudo evitar sonreír mientras veía como Kise se llevaba al capitán de su equipo. Se había librado de ese tipo que seguía incomodándole incluso sabiendo que no era nada de Takao. Por lo que alegre, aunque no lo exteriorizara, caminó junto con Kuroko, Satsuki y Takao hacia el tiovivo. Como era de esperar, lleno de niños.
En cuanto la atracción se detuvo, la pelirrosa y Takao corrieron a elegir un caballo que les agradara, mientras que Kuroko, por compromiso más que por otra cosa, se sentaba junto a la demandante chica. Midorima, que no iba a hacer el ridículo, al menos no tanto si podía evitarlo, hizo ademán de sentarse en el caballo junto al de Takao, pero se quedó de pie, sujetándose del palo para evitar caerse una vez comenzara aquello a dar vueltas.
–Verás que divertido, Shin-chan—dijo Takao entusiasmado.
Midorima le regaló una leve sonrisa en respuesta. Y aquello se puso en marcha. Girando y girando sin parar.
–Debe ser duro para ti soportar esto, Shin-chan—dijo Takao mientras su caballo subía y bajaba. –Sin embargo, te agradezco que nos acompañes a pesar de todo.
–Accedí para estar contigo—reconoció Midorima sin rodeos.
Takao mostró su desconcierto, desviando la vista hacia la multitud que rodeaba la atracción. Padres en su mayoría.
–¿Conmigo? –preguntó tímido con un ligero sonrojo adornando sus mejillas.
–Por supuesto. La compañía de los otros me trae sin cuidado. Además, considero que aprovechando la situación y que estamos a solas, debo decirte que ya sé que entre tú y ese tal Kasamatsu no hay nada más que una simple amistad.
Takao le volvió a observar, no sin cierto pánico.
–¿Cómo lo supiste?
–Eso no importa. Lo que sí es relevante, es los motivos que te impulsaron a hacer esa tontería.
Midorima parecía realmente interesado. Imperturbable a pesar de que la atracción no dejaba de dar vueltas, y de que el palo en el que se sujetaba era el que sostenía a uno de esos caballitos sube-baja.
–Bueno... Llegué a pensar que de esa forma podría saber si yo te importaba aunque fuera un poco... –admitió con el sonrojo acrecentándose a cada instante. Algo que Midorima no acostumbraba a ver nunca en Takao. Tan abierto y espontáneo.
–¿Querías saber si me ponía celoso de alguna manera? –el peliverde intentaba mostrarse relajado, pero los nervios le estaban comiendo por dentro. La avidez por conocer las respuestas a sus dudas. Las ansias de saber si podría por fin dar un paso más allá con su mejor amigo.
–Sí... Que tonto, ¿no?
Midorima se acomodó las gafas y dio varios pasos hacia su compañero, procurando no trastabillar torpemente en el proceso. Cuando lo tuvo a pocos centímetros, le sujetó por los hombros. Como si temiera que Takao pudiese salir corriendo aún con la atracción en marcha.
–Funcionó—dijo sin más. Con los ojos grises mirándole con evidente asombro. Abiertos de par en par. –Moría de celos de solo imaginarte con él.
–Shin-chan... –musitó Takao, sin poder pronunciar algo coherente.
Los brazos del peliverde rodearon al otro con fuerza, en un estrecho abrazo.
–No vuelvas a hacerme algo como eso, Takao... –pidió con voz suplicante y grave en el oído de su compañero. Que estaba tenso. En shock. –Aunque me lo merecía. Que no se repita, por favor. Nunca más.
–No volveré a hacerlo... –balbuceó Takao pensando si aquello estaba ocurriendo de verdad o no.
Entonces sintió el roce de la mejilla de Midorima sobre la suya. Y no tardó demasiado en notar los labios del peliverde uniéndose a los suyos. Temeroso. Inseguro, pero en cierta forma, firme.
Quiso pellizcarse, porque todo le seguía pareciendo un agradable sueño. Su compañero. Su amigo. Le estaba besando. Y su pecho no podía hincharse más o explotaría de tanta felicidad acumulada.
–Shin-chan... –musitó recuperando el aliento cuando el otro dejó de besarle. Mirándole a los ojos como si esperara algún tipo de reacción a sus actos.
–Takao... te quiero—dijo sonrojado hasta las orejas. Su adorable tsundere. –No volveré a hacerte daño nunca más.
Takao sonrió tanto que le dolieron las mejillas. Sujetándose del abrigo del peliverde, porque creía estar suspendido en el aire, y no gracias al caballito.
–Yo no supe lo mucho que te quería hasta que tuve que alejarme de tu lado... Así que algo bueno salió de todo esto. Dejemos atrás lo pasado. Empecemos de nuevo—dijo dándole un rápido beso en los labios. –Solos tú y yo. Sin más mentiras ni enfados.
–Estoy de acuerdo—respondió aferrándose al otro, mientras el tiovivo continuaba dando vueltas. Aunque ellos no se dieran cuenta.
–¿Qué pasa, Kise? No paras de interrumpir todo lo que intento hacer. ¿Por qué no dejas que esté con Takao? Así no hay forma de seguir con los planes que tenía.
–Porque esos planes ya son absurdos. Takaocchi y Midorimacchi arreglaron sus cosas—dijo el rubio intentando sujetar otra vez por la manga a su compañero, sin éxito.
–Eso no tiene nada que ver. La idea es que Midorima...
–¡Yo le conté la verdad a Midorimacchi! … Sabe que lo tuyo con Takaocchi es una farsa.
–¿Qué? ¿Por qué hiciste eso?
–Pues... porque no me gustaba ver sufrir a Midorimacchi... –excusó.
–Eso formaba parte del plan. De un plan al que accediste ayudarme cuando te lo conté.
–Después lo pensé mejor y preferí no hacerlo—se justificó intranquilo.
–Pues habérmelo dicho. No ir a mis espaldas a hablar con Midorima. He estado haciendo el ridículo intentando estar con Takao para celarle, y ahora descubro que él sabía que todo era mentira—dijo dispuesto a alejarse, dando grandes zancadas en dirección a cualquier parte siempre y cuando pudiera estar lo más lejos posible del rubio.
Kise se quedó contemplando su espalda y como se iba alejando de su lado, sintiéndose en un aprieto. Sólo se le ocurría un motivo por el cual había hecho todo aquello, y no era precisamente por lo que le había dicho a Kasamatsu. Muy a su pesar, el celoso en toda la historia, no había sido solamente Midorima.
–¡Me molestaba! –admitió en voz alta para que el otro detuviera sus pasos.
Lo consiguió, porque el rostro confuso de Kasamatsu se volvió hacia él.
–¿Qué?
–Me molestaba que fingieras que estabas con Takao—dijo el rubio cabizbajo, mientras andaba con lentitud hacia el otro. Ya había hablado más de la cuenta y debía asumir las consecuencias. Pasara lo que pasara.
–¿Acaso te gusta Takao?
Kise le miró a los ojos, como un niño que va a confesar sus travesuras.
–Él no—admitió.
Tras unos segundos, Kasamatsu se quedó boquiabierto mirando a Kise como si fuera la primera vez que le veía en su vida.
Continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro