Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

11. En el que Kagami no tiene escapatoria

11. En el que Kagami no tiene escapatoria

–¿Diga?

–Hola, Midorima.

–¿Aomine?

–¿Te pillo en mal momento? –preguntó siguiendo su camino a casa.

No. ¿Qué quieres?

Sonrió por la actitud tan arisca del peliverde, palpable aún por teléfono.

–Necesito saber si tienes planes para este sábado.

Tras unos segundos de silencio, el otro le respondió.

¿Para qué?

–Quería invitarte al parque de atracciones. Ya he llamado a Kuroko y se lo he dicho a Satsuki. Podrías venirte tú también. Para estar el grupo ¿entiendes? Luego se lo diré a los demás a ver qué les parece.

¿A qué viene eso?

–Me apetece una reunión—comentó tajante para que el otro dejara de pedirle explicaciones. Explicaciones que obviamente no iba a darle. Él tenía sus planes y nadie tenía porqué saberlos al dedillo.

Midorima parecía debatirse mentalmente, porque volvió a permanecer callado unos instantes.

–¿Puedo llevar a alguien?

–¿Hablas de tu amigo? Claro. Sin problemas. Cuantos más seamos, mejor lo pasaremos.

Entonces nos vemos el sábado.

–El viernes te mandaré un mensaje para decirte a qué hora nos vemos en la entrada.

De acuerdo.

A diferencia de Midorima, Kise no dudó un segundo en apuntarse a la quedada. Murasakibara titubeó un poco, pero finalmente accedió a desgana. Y Akashi, simplemente se negó a asistir porque tenía sus propios planes. Pero de todos modos, serían bastantes personas como para que cierto pelirrojo no se sintiera incómodo, puesto que no sería una cita a solas. Estarían rodeados de sus amigos y de toda la gente que fuera ese día al parque de atracciones.

Llegó a su casa y se dio una ducha rápida antes de poder ponerse cómodo y volver a llamar por teléfono a la última persona que le faltaba. Y la más importante que debía asistir.

¿Quién es?

–Menuda forma de responder al teléfono—dijo conteniendo la risa.

¿Aomine?¿Por qué tienes mi número de teléfono?

–Se lo pedí a Kuroko.

Kagami murmuró algo por lo bajo, que supuso sería algún insulto hacia el peliceleste.

Está bien. ¿Y qué quieres? –. Preguntó borde.

–Invitarte este sábado al parque de atracciones.

Aomine habría jurado que escuchó como el pelirrojo tragaba saliva con fuerza. Inseguro de si podría escaquearse.

No queriendo ser cruel, le aclaró la situación.

–Van a venir todos, y he pensado que te gustaría unirte—cruzó los dedos para el otro aceptara. Tenía pensado declararse ese sábado, y no quería por nada del mundo tener que aplazarlo, o tener que esperar otra oportunidad favorable.

Kagami al escuchar eso, soltó un suspiro mal disimulado.

Vale.

–Te mandaré un mensaje el viernes con la hora, ¿de acuerdo?

Está bien—dijo apurado, queriendo colgar el teléfono de una vez por todas.

–Pues nos vemos el sábado en la entrada del parque de atracciones—dijo y pulsó el botoncito que dio por finalizada la llamada.

Sonriendo triunfante. Sabiendo que ahora sí, todo saldría a la perfección.

Con semejantes perspectivas del fin de semana, los días pasaron como una exhalación para todos. Deseosos de verse; de contarse las novedades; de divertirse juntos. Y para Aomine, de sacar a la luz por fin todas esas cosas que por tanto había estado guardando.

Por lo que Aomine fue el primero en llegar a la entrada del parque de atracciones a causa de los nervios. Pero Midorima y Takao no tardaron en unirse a él, puntuales a la hora que habían acordado por mensajes el día anterior.

–Buenos días, Aomine—dijo Takao tan alegre como acostumbraba.

Kuroko fue el siguiente en llegar, en compañía de su inseparable Tetsuya número dos. Satsuki en cuanto apareció se pegó al peliceleste como una garrapata. Kise vino con un adormilado Kasamatsu. Y el último en hacer acto de presencia fue Murasakibara, desayunando.

–Bien, ahora que estamos todos, tengo que comentaros algo—dijo Aomine.

Kuroko levantó la mano interrumpiendo.

–No estamos todos. Falta Kagami.

–A Kagami le escribí un mensaje pidiéndole que viniera media hora más tarde de la que os dije a vosotros.

–¿Por qué hiciste eso? –preguntó Takao con interés.

–Porque así podía poneros al tanto antes de que él llegara.

–¿Al tanto de qué? –cuestionó Murasakibara con la boca llena.

–Si dejáis de interrumpirme... Mi idea de esta reunión, es declararme a Kagami. Allí... –Señaló con el dedo en una dirección a la que los demás no tardaron en mirar. –En un sitio del que no podrá salir huyendo como siempre. Pero para que no se asuste, ni crea que es una cita, os pedí que vinierais de carabinas.

La gran mayoría de los presentes le observaron con asombro, puesto que salvo Kuroko y Satsuki, los demás no tenían ni idea de los sentimientos de Aomine por el pelirrojo.

–Es genial. Tú te declaras, y el resto nos divertimos—apreció Takao, al que solo le faltaba dar saltos de alegría.

–Yo quiero algodón de azúcar—dijo Murasakibara.

–Vale, ahora silencio—ordenó Aomine. Y era porque Kagami se les acercaba corriendo.

–Lo siento. ¿Lleváis mucho esperando? Creí que habíamos quedado a las...

–Yo llegué antes, ellos acaban de aparecer también, no te preocupes—dijo el peliazul como un actor de primera categoría.

–Coincidimos por el camino—apuntó Kuroko para darle más veracidad a las palabras de su amigo.

–Ahora sí estamos todos—Satsuki cogió a Kuroko de la mano y tiró de el hacia el interior del parque—vamos a entrar en la casa del terror, Kuroko. Protégeme ¿sí?

–¡Yo quiero subir a la montaña rusa! –gritó Takao con los ojos brillantes.

–Pues vamos—dijo Kasamatsu poniéndose junto a el. Sin embargo, Kise interrumpió antes de que marcharan hacia la mencionada montaña rusa.

–Kasamatsucchi, yo quiero ir al tiro al blanco. ¿Me acompañas? Podríamos conseguir algún premio. Vamos.

Y al igual que Satsuki, sujetó la manga del capitán de su equipo y le llevó en dirección a la caseta de tiro más cercana.

–Vamos a la montaña rusa, Takao—dijo Midorima en su acostumbrado tono serio.

–Yo me apunto—dijo Kagami relajado. –Desde aquí se ve divertida.

–No pienso quedarme solo—apreció Aomine uniéndose.

–¿Y Murasakibara?

Cuando miraron a su alrededor, este ya no estaba con ellos.

–Fijo que comiendo en alguna parte.

Poco a poco, el grupo se fue reuniendo nuevamente. Almorzaron juntos y por fin caminaron hasta el lugar escogido por Aomine como escenario de su declaración. La noria.

Formaron la cola con calma. Compartiendo anécdotas y risas. Miradas cómplices porque sabían lo que iba a ocurrir. Deseosos de conocer el resultado.

Cuando les tocó su turno, Aomine y Kagami entraron primero en la cabina, pero los demás dieron algunos pasos atrás, saliendo de la fila.

Kagami se les quedó mirando sin comprender nada, sentado en el otro extremo. Viendo a la perfección que todavía quedaba hueco para dos personas más allí adentro.

–Nosotros hemos cambiado de opinión, Kagamicchi—dijo Kise con una resplandeciente y falsa sonrisa.

Takao le imitó despidiéndoles efusivamente con la mano.

Y antes de que el pelirrojo pudiera decir o hacer algo, el feriante cerró la puerta y la atracción volvió a ponerse en marcha.

Kagami se quedó absorto unos instantes, viendo como sus amigos se hacían cada vez más pequeños a sus ojos. Pero entonces, consciente de su complicada situación, miró al frente. Aomine estaba tranquilamente sentado mirándolo a él. Como el cazador que ha visto a su presa a través de los arbustos y solo le falta hacer diana.

–Bueno Kagami, ha llegado el momento de que tú y yo hablemos de ciertas cosas.

En cuanto la noria comenzó su vuelta, el grupo también volvió a sus propios asuntos.

–¿Qué hacemos ahora? –preguntó Satsuki sin soltar el brazo de Kuroko.

–¿Os apetece montar en el tiovivo? –. Cuestionó Takao.

–Demasiado mayor para eso—dijo Murasakibara volviendo a perderse por ahí.

–A mi sí me apetece—apreció la pelirrosa. –¿Qué dices, Kuroko?

–Lo que hagan todos me parece bien.

–Kasamatsucchi y yo nos montaremos en aquella atracción—Kise señaló a lo lejos.

–¿Ah si? –preguntó el mencionado ligeramente sorprendido.

–La gente acaba boca abajo y da muchas vueltas.

–Tiene buena pinta, pero...

–Vamos, Kasamatsucchi—de nuevo lo sujetó del brazo y le arrastró. Aunque esta vez no lo suficiente, porque el chico se detuvo, haciendo que el rubio hiciera lo mismo. Y a pesar de tirar y tirar, Kasamatsu era inamovible.

–¿Qué pasa, Kise? No paras de interrumpir todo lo que intento hacer. ¿Por qué no dejas que esté con Takao? Así no hay forma de seguir con los planes que tenía.

–Porque esos planes ya son absurdos. Takaocchi y Midorimacchi arreglaron sus cosas—dijo intentando sujetar otra vez por la manga a su compañero, sin éxito.

–Eso no tiene nada que ver. La idea es que Midorima...

–¡Yo le conté la verdad a Midorimacchi! ... Sabe que lo tuyo con Takaocchi es una farsa.

–¿Qué? ¿Por qué hiciste eso?

Continuará...


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro