Mi último recuerdo fue dejar que mi cuerpo se consumiera en sus amargas y frescas sensaciones de la naturaleza misma, estaba dispuesto a decir adiós. Pero en vez de irme quedé inmerso en un eterno sueño donde el tiempo pasaba pero no mis lamentos ni mis recuerdos.

Estaba sintiéndome a la deriva cuando una acaricia de cristal me ha despertado, la he mirado directamente a sus ojos observando su alma pura. Sin previo aviso mi voz de nuevo surgió.

Se que una alma de poeta no puede mostrarse sin abrirse en canal, pero quizás yo sea capaz de ocultar mi corazón y las heridas del mismo.