Capítulo 2
El último viaje
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Londres
Un mes después
Radamanthys salio de la casa muy temprano dirigiéndose a la estación de Tower Hill ya que, en cosa de unas hora y media más o menos, Shaina aterrizaría en el aeropuerto Heathrow a eso de las diez de la mañana y no quería presentarse tarde a recogerla. El juez de Wyvern odiaba con todo su corazón el tener que usar lo que él llamaba "el horroroso tubo de lata que iba bajo tierra". Pero, era el mejor modo de poder trasladarse rápidamente por debajo de la ciudad y conectaba con la terminal más lejana del aeropuerto.
—Se que hacer para que el viaje sea menos tortuoso —el juez se compró el diario de la mañana para leer un poco mientras llegaba a la estación de conexión en Earl's court asi no le inquietaría el movimiento del transporte ni las personas entrando y saliendo del vagón.
Tras lograr cambiar de línea del subterraneo exitosamente, se puso en marcha a la terminal 5 del aeropuerto.
Shaina se preparó con entusiasmo antes de salir rumbo al aeropuerto a eso de las cuatro de la mañana pues estaba algo desesperada por llegar a su destino. Radamanthys le confirmó casi a inicio del mes que todo estaba listo para recibirla en su país. La joven le expresó que estaba feliz por la noticia y deseosa por verlo acordando que sería ella quien viajara a Inglaterra y, justo un mes después, se trasladaría a Oriente sin falta.
Debía estar en el Japón el primero de septiembre.
Quería dedicar un tiempo a dormir pero, varios pensamientos le rumiaban en la mente, estaba consciente de que ese mes era para disfrutar a su compañero y cerrar el capítulo de su vida al lado del espectro. Ella sabía que era más sencillo decirlo que hacerlo, pues tan solo un mes sin saber de él ni un día fue algo doloroso. Miro su reloj de pulsera mientras le servían el desayuno observando que iba con buen tiempo. Apenas toco tierra, su corazón comenzó a latir con rapidez ansiosa por bajar del avión y encontrarse con el juez del inframundo.
Radamanthys se impacientaba al ver el correr de los minutos sin apartar la mirada de la puerta por donde salían las personas de la sala de recolección del equipaje. El rubio se aproximó a la puerta quedando justo frente a ella mientras muchas personas salían del otro lado. Un minuto después, la puerta se abrió nuevamente mientras una joven de cabellos verdes aparecía llevando consigo una maleta gigante buscando con aprehensión a alguien hasta que su mirada se encontró con la del juez.
Ambos se miraron por un largo rato en el que el tiempo se detuvo a su alrededor.
Shaina no espero más yendo hacía él con pasos rápidos mientras Radamanthys hacia lo propio atrayéndola hacía él para rodearla con sus brazos y unirse en un prolongado beso.
—Te extrañe demasiado —susurró el juez al oido de la joven quien lo abrazó con más intensidad.
—Moría por verte —Shaina creía ser una persona ordinaria y su compañero parecía mostrarse igual ya que ambos se sentían como una pareja como cualquier otra y no como sirvientes de bandos enemigos.
Salieron del aeropuerto bajando por el ascensor hasta la planta más baja ya que debían usar el subterráneo para trasladarse hasta su destino. Durante todo el trayecto aprovecharon para ponerse al día, ya que a esa hora ese tren en particular iba muy vacío, de esa forma nadie escucharía las confidencias que ambos se hacían.
—La diosa esta por marcharse a casa. Me dio la oportunidad de tomar este mes para mi asi que quiero que lo disfrutemos lo más que se pueda —el rubio sonrió estando de acuerdo con eso aunque debía notificarle lo que Minos había solicitado.
Radamanthys tuvo que explicarle que un día aleatorio a la semana debía presentarse en la corte del silencio ya que no podía ausentarse tantos días continuos. Debía salir de casa al amanecer y volvería hasta el día siguiente a la misma hora.
—Lamento que sea así —dijo el wyvern algo molesto por esas instrucciones—, pero no puedo ir en contra de las reglas de Minos.
—No te preocupes, veré en que mato el tiempo los días que no estés.
Al llegar a la casita de Whitechapel, Shaina sintió como si ese momento de su vida fuera algo totalmente distinto pues estaba acostumbrada a vivir en una de las residencias de la diosa y aún bajo ciertas reglas del Santuario, pero ahora se encontraban en una casita lejos de la influencia de algún dios gozando de la privacidad que cualquier otra persona tenía. Una vez que lograron subir la enorme maleta debían decidir qué sitio visitarían primero.
—Podríamos ir a un par de lugares interesantes que hay por aqui —comento el rubio tomando asiento en la cama a la espera de que la joven tomara una decisión.
—Salgamos a pasear más tarde —indico autoritaria cerrando la puerta de la alcoba—, hay algunos pendientes que debemos atender —le dijo tomándolo por el cuello de la camisa dispuesta a no darle tregua.
Un par de horas más tarde, Radamanthys la llevó al mercado cercano de Spitalfields para almorzar, ya que ambos morían de hambre, mientras le narraba a su bella compañera aquella anécdota vivida al lado de Lune en la zona del East End. Shaina escuchaba con atención la historia de cómo un monstruo se escapó del Inframundo atacando a los mortales a su alrededor.
—No pensé que los licántropos existieran —comentó ella sorprendida.
—No existen, el hombre fue atacado por un ente del inframundo y no hubo más remedio que matarlo —dijo el juez continuando con el relato.
No era la primera vez que la amazona visitaba una ciudad como Londres sin embargo, no se había tomado el tiempo de recorrer aquellas ciudades lejanas a donde había sido enviada en misiones o a capturar traidores aprovechando su tiempo como civil ordinaria. El mercado artesanal de Spitalfields estaba en sobre la avenida casi llegando al barrio de Shoreditch, la joven observó el lugar fascinada ya que había muchos restaurantes étnicos para degustar, locales que vendían ropa de diferentes diseños así como joyería hecha localmente.
—Es increíble todas las cosas lindas que venden aqui —Shaina observaba muy interesada los locales de joyería que vendían colguijes y pulseras sin saber ni por donde empezar a curiosear.
Así, Radamanthys noto en una de las amplias mesas algo que llamó mucho su atención: se trataba de un stand que vendía colguijes de diseños interesantes, uno en particular le pareció el más apropiado para la persona que lo acompañaba. Tomando una decisión rápida lo compró sin que ella se diera cuenta.
Tras finalizar el almuerzo caminaron hacía la parte trasera del mercado tomando asiento en una zona de enormes jardineras entre dos edificios de oficinas llevando unos vasos con té.
—Compre esto para ti —Radamanthys sacó el colguije de su cajita que Shaina observaba conmovida recogiendo su cabello para que el juez pudiera colocarlo en su cuello—, ojala te agrade.
La joven analizó el colguije con cuidado observando que se trataba de un dragón pequeño en color dorado sin patas delanteras y llevaba sus alas extendidas cuyos ojos parecían estar hechos con cuentas color rojo.
—Este colguije representa tu armadura sapuris, ¿verdad? —inquirió sonriente dedicándole una mirada tierna.
—Asi es, sé que debemos separarnos al final de este mes, pero espero que con esto no dejes mi recuerdo en el olvido —dijo él con suavidad.
—Jamás enviaré tu recuerdo al olvido. Siempre tendré este colguije conmigo —se tomaron de la mano listos para iniciar su recorrido por la zona caminando por la avenida hasta Tower Hill donde se ubicaba la Torre de Londres, el sitio más hechizado de la ciudad.
Delante de la entrada de la torre de Londres encontraron un grupo de vendedores de guías de turismo y recorridos por varios puntos del país, Shaina se acercó a uno quien le entregó un panfleto que ella observó interesada mientras ambos subían al ferry que los llevaría desde Tower bridge hasta Westminster.
El panfleto ofrecía diferentes recorridos que ambos revisaron juntos programando su visita a las ciudades turísticas que estaban marcadas ahí siendo una la que más interesó a la joven amazona.
—En alguna ocasión, Ikki mencionó este lugar. Él lo conoce y nos dijo aquel día que valía la pena conocerlo —Shaina señaló el tour de dos días hasta ese sitio mientras Radamanthys lo observaba extrañado.
—¿Escocia? Bien, he de reconocer que tiene el mejor whisky del país a pesar de que nunca he visitado ese lugar —el recorrido abarcaba dos ciudades escocesas importantes: Edimburgo y Glasgow—. Vayamos, será una experiencia interesante —además de que el paseo incluía una cata de whisky que Radamanthys deseaba experimentar por sí mismo.
Aún tenían un par de días para organizarse ya que la visita a Escocia más cercana sería el siguiente jueves, ósea en tres días. Decidieron que esa sería su primera salida pagando por el paseo a Escocia en el primer punto de venta de esa agencia que les pasó por el frente.
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La cita para viajar a Escocia sería en la estación Kings Cross a las seis de la mañana, traslado que no resultaba tan pesado ya que, durante el verano, amanecía puntualmente desde las cuatro treinta de la mañana. Sería un viaje de cuatro horas y media hasta la capital escocesa, tiempo que aprovecharon para dormir por un buen rato apenas el tren se puso en marcha alrededor de las siete.
La visita incluía el recorrido por la parte antigua de la ciudad y la milla Real hasta el imponente castillo que se alzaba por encima de la urbe y desde donde se podía tener una panorámica muy bella de la ciudad. Asi mismo el grupo debía trasladarse a diversos lugares importantes como lo era el casco viejo de Edimburgo así como el Parlamento y otros sitios históricos de interés.
—Deberías agradecer al fénix por esta recomendación —comentó Radamanthys mientras los dos se internaban en las calles hacía uno de los mercados de artesanías más concurridos de la ciudad—. Este lugar tiene lo suyo.
—Te dije que te encantaría.
El mercado de artesanías se asemejaba al mercado de Portobello en Notting Hill siendo una larga avenida muy amplia cerrada al tránsito automovilístico por donde los peatones iban de un lado a otro comprando souvenirs locales (bufandas de Tartán, copias baratas de whisky e imitaciones de gaitas) entre otros para llevar a casa y a bajo costo.
Shaina estaba abstraída analizando unas bufandas y mascadas cuyos colores rojos le atraían bastante mientras Radamanthys estaba a unos pasos detrás de ella analizando aquel ajetreo. No solía tener paciencia para esa clase de actividades, pero en esos momentos sentía como si fuese un hombre ordinario acompañando a su pareja a una tarde de compras curioseando en aquella lejana ciudad del norte. Era otro más entre la congregación, se dijo, aspirando el aire de la tarde.
Fue entonces que sintió que alguien lo tocaba ligeramente del brazo creyendo que sería alguno de los vendedores ambulantes que llevaban muestras de comida típica o algo, pero resultó ser un hombrecillo calvo vestido muy extraño, como salido de una fotografía muy vieja, quien le entregaba un tríptico.
—Tenga esta información, le podría servir en el futuro —tras decir esto se alejó del juez con pasos rápidos perdiéndose entre la multitud dejando al rubio sin saber qué hacer o qué decir.
—Que... —Radamanthys revisó el tríptico extrañado para, unos segundos después, lanzar un suspiro ante tal estafa.
El supuesto tríptico no era más que una hoja tipo pergamino doblada en tres partes iguales completamente vacía, es decir no había ni una sola letra escrita. El pergamino estaba en blanco haciendo que el espectro se molestara. Detestaba cuando sucedían cosas tan aleatorias como esas y sin razón aparente. Buscó el cubo de basura más cercano para deshacerse del papel haciéndolo trizas.
La siguiente parada sería en una famosa casa que producía el mejor whisky de Escocia y, por supuesto el juez no se lo perdería no pudiendo evitar comprar una o dos botellas las cuales se llevaría al Inframundo. Tampoco pudo evitar lanzar una ligera risita al ver como Shaina sufría sintiendo como el licor le escocía la garganta.
—¡Esto tiene un gusto horrendo!
—En realidad está delicioso —el juez bebía en silencio gozando con cada gota del vasito en sus manos.
Apenas concluyó el evento, él y Shaina reanudaron la marcha buscando donde cenar para retirarse a su hotel al finalizar el día.
—No puedo creer la cantidad de cosas lindas que conseguí hoy —Shaina hacía un recuento de los dos o tres souvenirs que tenía consigo—; veamos, uno es para Marín, otro para Giste y el último es mio. ¿Crees que me excedí con mis compras?
—Ten en cuenta que solo llevamos un día aqui, si llevas demasiados objetos volverás a Japón con una maleta tres veces más grande.
—Creo que exageras.
Ella se quedo dormida un momento más tarde mientras el juez miraba el noticiero de la noche, se levantó de la cama por un momento dirigiéndose a la mesita de la habitación para buscar un vaso y servirse un poco de agua, cuando noto algo en la superficie de la mesa que llamó su atención: se trataba del tríptico de pergamino. El mismo que él había hecho trizas horas atrás estaba nuevamente en su presencia.
—Debe ser una broma... —pensó estupefacto— ¿cómo rayos llegó esto aquí?
Lo levantó lentamente acercándolo a sus ojos corroborando que estaba en blanco sin embargo, algo ocurrio en la primera página del tríptico: delante de los ojos de Radamanthys se dejaron ver unas lineas en color negro que se iban reacomodando una a una, como en medio de un pequeño remolino, las líneas iban adoptando formas de letras agrupandose en palabras una tras otra. Se leía algo así:
"Atención Inmortal Sin nombre.
¿Estás listo para dar el siguiente paso y volver a tu vida mortal?
Esta información te interesa".
El juez apenas si podía respirar, menos mantenerse en pie, tomó asiento en la silla más cercana sin dejar de analizar el texto con ojos desorbitados. Al abrir el tríptico se repitió el mismo fenómeno, palabras y frases iban apareciendo delante de sus ojos.
"La inmortalidad se puede revertir.
No tiene que ser un tormento.
Podemos ayudarle sin importar cuanto tiempo tenga
siendo inmortal.
¡Llámenos!
En cuanto esté preparado para iniciar el trámite,
la información de contacto aparecerá justo en la parte posterior de este tríptico.
¡Garantizado!
No tire este documento ya que ahora le pertenece.
Esta información es válida para siempre".
La parte posterior del tríptico no desplegaba nada más y, apenas terminó de leer todo el texto, este volvió a desaparecer. El juez estaba boquiabierto y terriblemente sorprendido pues, en apariencia era un sujeto como los demás. No tenía nada que lo volviera diferente a los ojos de los humanos. ¿Qué clase de personas pudieron identificarlo y cómo?
—Quizás esto es obra de magia pagana... —pensó preocupado buscando sus zapatos rápidamente así como un encendedor o fósforos. Sabía cómo parar la magia pagana y debía hacerlo cuanto antes.
Se llevó el tríptico consigo saliendo de la habitación sin hacer ruido. Bajo las escaleras de dos o tres saltos dirigiéndose a la entrada del hotel. Apenas cruzó la puerta hizo fuego con el encendedor acercando la flama al tríptico el cual comenzó a quemarse poco a poco y volverse cenizas las cuales se las llevó el viento un momento después. El juez suspiro aliviado sacando un cigarrillo ya que toda la situación con el tríptico lo había dejado muy intranquilo alterando sus nervios al máximo.
Radamanthys volvió a la habitación un rato más tarde y, tras comprobar que Shaina dormía profundamente, se dirigió a la mesa una vez más buscando un vaso observando horrorizado que el tríptico nuevamente estaba ahí.
—No... no puede ser —definitivamente aquello era obra de alguna hechicería desconocida para él —reviso el documento el cual no desplegó letras ni frases manteniendo la calma—. Algo me dice que no podré deshacerme de esto —lo único que se le ocurrió esa noche fue guardar el papel y el día de mañana estaría alerta por si algo como lo de ese día se volvía a repetir.
Una persona desconocida lo había identificado como "inmortal" sin saber ni cómo lo logró. Por más que hizo memoria no podía recordar el rostro o características físicas de quien le entregó el papel, solo podía ver vagamente en sus recuerdos que parecía ser una persona vestida a la antigua, como si se hubiera fugado de los años cincuenta, pero solo eso. El juez no pudo conciliar el sueño esa noche.
Shaina atribuyó el extraño comportamiento de su compañero a su falta de sueño. Se le veía ausente pero alerta pues, parecía estar a la caza de algo o alguien perdiéndose de toda la visión que ofrecía el Lago Ness justo frente a ellos rodeado por hermosas y verdes montañas.
—¿Estás bien? —ella lo observó con preocupación tratando de entender que le consternaba pues ayer estaba de excelente humor.
—Alguien me identificó como inmortal —respondió el juez un par de horas después cuando ambos caminaban en un sitio apartado del grupo de turismo.
—¿Cómo fue eso? Una persona se te acercó y te dijo algo al respecto o hizo algo que te haga asumir que logró identificarte.
—Si... algo así. No luzco diferente a otras personas, nadie podría saber que soy realmente. Eso me preocupa.
—Calma y escucha. Tengamos los ojos abiertos por si algo como eso sucede de nuevo, si veo que un extraño se acerca a susurrarte al oído o se porta grosero, lo haré pagar. ¿Te parece bien?
El espectro no pudo más que sonreír y sentirse un poco más tranquilo luego de abrirse y dejar salir sus inquietudes. Lo más extraño de todo es que no hubo otro suceso remarcable en lo que restó de su día en Escocia, nadie se aproximó a él ni le fue entregado otro tríptico ni nada parecido. Todo parecía indicar que aquel fue un suceso aislado y el espectro esperaba que se mantuviera así.
—¿Te sientes mejor? —preguntó Shaina mientras ambos entraban en una librería de segunda mano.
—Es extraño, pero me alegra que no se haya repetido.
—Tranquilo, tal vez esa fue una persona en un millón y no lo volverás a ver.
—Eso espero —Radamanthys se sentía mejor para esos momentos deseando no toparse con otro personaje así jamás.
La librería que visitaban se ubicaba en una calle silenciosa en la parte vieja de Edimburgo, no tenía nada de interesante en realidad, pero Shaina quiso entrar ya que el guia de turistas compartió que ahí se preparaba un café estupendo así como unos bocadillos rellenos de salchicha preparada. Mientras el juez ordenaba el almuerzo, Shaina se acercó a los estantes interiores a curiosear un poco.
Fue así que se topó con un libro "Sitios extraños y diferentes para hacer turismo". Lo ojeó rápidamente encontrándolo interesante optando por llevárselo para revisarlo en casa con más calma.
Su viaje a Escocia terminó aquel día por la tarde volviendo a Londres a eso de las seis. Estaban muy cansados por la diversión y los sucesos extraños, aunque el juez no se sacaba el tríptico de la cabeza esperando el día en que tuviera que ir a la corte del silencio ya que deseaba charlar con Minos al respecto.
Aunque, algo en su interior le decía que quizás no era nada importante. El texto decía que la información necesaria para dejar de ser inmortal aparecía cuando estuviera listo, cuando fuera el momento y, al menos durante ese día, no apareció nada. El juez rumiaba todo esto en su cabeza sin poder dejar de darle vueltas. Era probable que Minos dijera lo mismo, que mientras no apareciera texto alguno en el papel, nada se podría hacer pues no tenían idea de que clase de personas se dedicaban a ofrecer servicios como esos.
Tendría el papel en la mira, pero, por ahora, debía enfocarse en su compañera pues su estancia era temporal mientras que, como bien decía el tríptico, la información que tenía era válida por siempre y él tenía tiempo de sobra.
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Continuará...
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*Notas: Pensé que solo serían dos partes pero ya vamos por la tercera. Referente al tríptico, no pretendo hacer un crossover con el universo de Harry Potter eh, jaja. Gracias por leer.
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