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Capítulo 1

El último viaje

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1

Atenas, Grecia

Cuatro años después de las grandes batallas

Dos figuras caminaban despreocupadamente a las orillas de una playa pública. Iban tomados de la mano, riendo a la plática de temas no relevantes mientras sentían el agua fresca bajo sus pies lamer la costa griega aquella tarde de verano. Las olas iban y venían mientras la mujer de cabellos verdes señalaba algún punto del horizonte sintiendo como una ligera brisa agitaba su vestido blanco y su cabello.

—Hace un clima estupendo, ¿no crees? —Shaina se detuvo un momento cerrando los ojos mientras se dejaba llevar por el sonido de las olas ajustando el sombrerito que llevaba para cubrirse del sol.

—¿Estás bien? —Radamanthys noto que lucía un tanto triste, ya llevaban alrededor de cuatro años saliendo y, a esas alturas, ambos eran capaces de identificar cuando el otro no se encontraba bien— Te noto ausente desde hace un par de días.

—Si, no es nada, tal vez... —la joven lanzó un largo suspiro aproximándose a él tratando de no mirarlo de frente— Quizás sería bueno charlar sobre algo.

Los dos tomaron asiento en un grupo de rocas ubicadas un poco más allá, el juez del Inframundo espero a que ella hablara antes de objetar nada sin embargo, no dejaba de observarla ligeramente preocupado por lo que tuviera que decir. No se necesitaba ser muy brillante para darse cuenta de que no se trataba de buenas noticias.

—Eres la única persona con quien he viajado como si fuésemos personas ordinarias —comenzó a decir adoptando una actitud casi nostálgica—. Tengo muy fresco en mi memoria el día que visitamos Cabo Sounion, hablábamos sobre Kanon un día cualquiera y, de la nada, decidimos ir allá y ver la cárcel donde estuvo metido por varios días —dijo sonriente dedicándole una mirada tierna.

—Lo recuerdo... —respondió con calma.

—Ahora Kanon no recuerda nada... ya no puede narrarnos cómo es que logró sobrevivir esos días ahí encerrado —nuevamente dedicó una larga mirada al infinito guardando silencio—. También recuerdo vívidamente el día que te pedí que me llevaras al sitio donde comenzó la batalla de Hades y nuestro único viaje al extranjero hasta ahora.

—También lo recuerdo...

Hacía cosa de unos seis meses más o menos, Shaina hizo algunas preguntas relacionadas a la última guerra santa. En esa ocasión ella manifestó estar interesada en el famoso castillo que Seiya y los demás solían mencionar. Se sabía que Ikki había acompañado a Pandora hasta esa tierra y, a su regreso, narró lo extraordinario de aquel lugar pese a que ahora solo eran un montón de ruinas. Cuando Shaina dijo que deseaba visitar el castillo, Radamanthys se opuso rotundamente.

—¡No tenemos nada que hacer en ese sitio tan repulsivo! —dijo el juez cortante aquel día mientras ambos compartían el almuerzo—. El castillo de Hades no es un punto turístico, es el lugar que conectaba el mundo de los muertos con la tierra de los mortales. Podría ser peligroso.

—Ya lo sé —replicó un poco molesta—. Aún así quisiera verlo con mis ojos, además Ikki comentó que toda conexión con el Inframundo ha sido cerrada. Solo es verlo por curiosidad. Durante la última guerra, varios nos quedamos en las inmediaciones del Santuario sin poder tomar parte en la batalla.

—Shaina...

—Creo que si vamos los dos, y algo ocurre, seguramente tu presencia lo ahuyentará —añadió en voz baja dirigiendo su mirada a su plato evitando los ojos del juez—. Se que nada malo sucederá si vamos juntos.

—Está bien... —Tras un par de minutos, Radamanthys terminó por ceder a ese deseo.

Se dirigieron hacía Alemania en cosa de unos días más, al punto exacto donde estaba el castillo de Hades, en las montañas de la zona tirolesa de Ruhpolding donde llegaron al área derruida que fuera un magnífico palacio hasta antes de la guerra Santa. El juez de Wyvern observó las ruinas sin poder creer que el palacio se hubiera venido abajo apenas se cortó la conexión con el reino de los muertos.

No se podía cruzar la alta barda que fuera la fachada y cuyas rocas cubrían todo el alrededor y una parte del camino de subida. Shaina intentó ver que había más allá sin conseguirlo.

—¿Habrá algún problema si nos metemos sin permiso?

—¿Meternos sin permiso? —repitió el juez sin entender— ¿Quieres ir al interior del...? —sin lograr terminar la frase fue que Shaina lo sujeto fuertemente de la cintura dando un salto tan alto que Radamanthys logró ver el interior del inmueble desde las alturas.

—Lo siento —dijo ella de pronto—, de verdad quería ver como era por dentro.

—Bueno, solo es un sitio en ruinas sin nada interesante que ofrecer.

—¿Qué clase de personas habrán sido los familiares de esa chica llamada Pandora? Si vivieron en un sitio como este, debían estar rodeados de gracias y encantos. ¿No crees?

—No necesariamente —dijo él un poco cortante—. Los Heinstein fueron los benefactores del pueblo más abajo hace muchos años, pero a lo largo del tiempo esa fama fue desapareciendo y quedaron como una familia rica más de la zona hasta que los dioses gemelos aparecieron y... bueno, lo demás es historia.

—Ya entiendo.

Shaina no dejaba de contemplar aquel espectáculo muy interesada en lo ocurrido asi que, de otro salto, se acercó a lo que fue el Patio de armas. El lugar que conectaba directamente los dos mundos mientras Radamanthys hacía memoria del pasado recordando la vez que conoció a la ancestro de Pandora, Frau Heinstein, analizando la ironía de las cosas; la familia de benefactores y asesinos del pueblo estaba acabada por ahora.

Hasta que la última "Pandora" tuviera la descendencia que llegara a hasta su sucesora porque, lo cierto, era que habría otra batalla contra Hades dentro de 243 años tal y como estaba escrito desde tiempos mitológicos. Radamanthys sabía que las cosas no terminarían ahí; lo que no estaba seguro era si aún tenía las fuerzas para soportar otro periodo tan largo y otra posible derrota.

Una vez que Shaina sació su curiosidad preguntando sobre la batalla con lujo de detalles, es que los dos volvieron al hotel a descansar. Esa noche Radamanthys noto como ella lo observaba con más interés que otras veces como si, en sus ojos, hubiera muchas dudas o cuestiones sin resolver.

—Hoy que estuvimos en el castillo y que me narraste todas esas historias sobre las dos guerras santas, la del siglo 18 y esta última, me doy cuenta de que tienes muchas historias que contar —dijo ella sonriendo tiernamente—. Creo que no me había percatado de la cantidad de conocimiento que ustedes los espectros poseen.

—No es para tanto —respondió el juez con suavidad—, pero tienes razón en que sabemos mucho sobre esas batallas, entre otras cosas.

Shaina era alguien con quien Radamanthys podía hablar sobre muchos temas que serían complicados de tratar con cualquier otra persona, ella entendía que fuera un espectro y que su hogar fuera el Inframundo. A pesar de que trabajara para el "enemigo", habían logrado comprenderse mutuamente. El no la juzgaba por la diosa a quien servía y lo mismo para ella. La amazona del Santuario parecía ser la única persona mortal en quien el espectro podía confiar.

—Ambos sabemos lo que es servir a un dios —dijo ella acertadamente— y todos los sacrificios que conlleva.

—Es verdad, eres la primera persona que menciona los sacrificios que hay que hacer para servir a uno —Radamanthys acarició el rostro de la bella joven a su lado mientras ella lo rodeaba con sus brazos.

—Siempre lo he tenido en mente, pero conforme he escuchado tus historias, me doy cuenta de lo que ambos hemos perdido en el camino. Yo he estado al servicio del Santuario toda mi vida, pero ahora puedo hacer otras cosas. En cambio tu, a veces estás aquí y otras no sé de ti porque estás trabajando sin cansancio en la corte del silencio.

—Si. La vida al servicio del reino de los muertos ha sido difícil desde que tengo memoria.

—¿Alguna vez has pensado en volver a ser mortal? Es decir... —Shaina pensó un poco antes de hablar— Bueno... tal vez no debería mencionar esas cosas.

—No, adelante.

Ambos se miraron por unos instantes antes de que ella hablara.

—¿Es posible que puedas volver a ser un hombre ordinario en el futuro?

—Lo es, pero es un camino muy largo y difícil. Debo cumplir con tres requisitos indispensables para poder solicitar al dios Hades mi regreso al mundo mortal. De esos tres solo he podido cumplir con dos, el último ha sido el más complicado e imposible de lograr.

—¿Cuáles son esos requisitos? —preguntó la amazona curiosa observándolo con aprehensión— Dimelo.

—Primeramente, debo encontrar a un sustituto que me reemplace en la corte del silencio. Alguien que quiera quedarse por voluntad propia, no cualquier reemplazo. Luego de eso debo realizar un "trámite" con mi jefe directo para obtener una aprobación de mi dios, finalmente debo entregar una información que no he podido encontrar por mucho que la he buscado.

—¿Y cuál es?

—Mi verdadero nombre, el que tenía antes de convertirme en juez.

—¿Radamanthys no es tu nombre?

—No, es el nombre que se me dio cuando me uní a las filas de los espectros en honor a juez mitológico. Fuera de eso no recuerdo mi nombre ni mi vida como mortal.

—¿Por qué les hacen perder su vida y sus nombres? —Shaina contemplaba el techo sobre sus cabezas sin entender las extrañas decisiones de los dioses.

—Porque así solo trabajas sin hacer preguntas ni tienes otras razones para combatir que no sean las de los dioses. La forma en la que nos mantienen sometidos es mediante el olvido. Hemos olvidado a los que nos precedieron. No recuerdo al antecesor de Minos ni al de Aiacos... ni a otros espectros que hayan pasado por las filas del Inframundo previos a esta última guerra.

—¿Qué sucedería si, por alguna razón, alguno de ustedes se ausentara del Inframundo por demasiado tiempo?

—Se consideraría deserción y la deserción se castiga con la muerte definitiva.

—¿No te meterás en problemas por acompañarme por varios días?

—Todo el tiempo debo pedir permiso a Minos, pero la compañía lo vale.

La joven sonrió mientras ambos se unían en un cálido abrazo.

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Los dos se encontraban sentados en la playa mientras Radamanthys esperaba que Shaina dijera lo que tenía que decir.

—La diosa Atena ha anunciado que su tiempo en Grecia ha llegado a su fin y desea que vayamos con ella a su hogar en Japón —dijo la joven al fin.

—¿Que...?

—Si, me ha pedido que siga a su lado mientras estemos allá. Los preparativos para el viaje ya comenzaron y nos marcharemos de aqui en cosa de unos dos meses o menos. ¿Quisiera saber si podrías visitarme estando tan lejos? —Shaina hizo un esfuerzo muy grande para que no se le quebrara la voz mientras Radamanthys la observaba con tristeza.

—El oriente está fuera de mi jurisdicción, no puedo ir allá bajo ninguna circunstancia.

—Entiendo...

Irónicamente estaba autorizado a cruzar las fronteras del Inframundo hacía las escabrosas tierras repletas de horrores, hechiceras y los hombres pez que habitaban Innsmouth, pero no podía cruzar el mar hacía otros continentes; sus ojos jamás habían visto América ni el lejano Oriente y menos podría hacerlo por una joven mortal. Desde ese momento ambos sabían que su pequeño idilio romántico estaba condenado a terminarse.

—¿Cuándo volverás del oriente? —pregunto el juez tratando de encontrar una pequeña esperanza.

—No lo sé aún... podrían ser meses o años. Pensé que, quizás, podríamos continuar nuestro trato a pesar de la larga distancia, pero veo que será casi imposible.

—Asi parecer ser —Shaina observó que él tambien se sumía en sus pensamientos como tratando de encontrar una solución factible al problema—. No puedo ir al oriente por mucho que lo desee... no sé como resolver esto. Qué sería lo mejor para ambos.

Shaina se acercó a él recargándose en su pecho mientras su acompañante la rodeaba con sus brazos dejando un beso prolongado en su cabeza. Por primera vez en mucho tiempo, la joven pensó que la situación era sumamente injusta pues, si bien Radamanthys no era el primero por quien sentía algo ni su primer amante, era el romance más largo que había tenido y el más estable hasta ese momento. Un hombre ordinario no podría entender las cosas que ella había vivido, los combates, los entrenamientos, el que sirviera a una diosa.

Le sería imposible encontrar a alguien similar siquiera.

—Me gustaría realizar un último viaje a tu lado —dijo ella de pronto en voz baja.

—Por supuesto, ¿qué sitio te gustaría conocer? —pregunto el espectro sin separarse de la chica en ningún momento.

—El sitio de donde vienes, el lugar que te vio nacer —respondió la amazona muy segura de sus palabras—. Me dijiste que antes de conocerme, pasabas el tiempo en otra ciudad. Quiero ir contigo a ese lugar.

—Pero... podría llevarte allá si quieres, pero no podría llevarte al sitio que me vio nacer porque no lo recuerdo.

—Tal vez estando allá recorriendo conmigo diferentes pueblos te hagan recordar —dijo ella en tono soñador sonando muy positiva.

—Quizás... —Radamanthys solo sonrió sin añadir más.

Había olvidado el lugar que lo vio nacer no estando seguro de cuando ocurrió, sabía que hace cien años podía volver a "casa" cuando quisiera, no obstante desde la primera década del siglo 20 ya no era capaz de ir a ese punto en cuestión. Aquel dato salió de su cabeza por razones que ahora le eran desconocidas.

—Vayamos pues —confirmo el hombre rubio—, dime en qué fecha quieres que lo hagamos y programo mis actividades para pasar todos esos días a tu lado.

—Si, justo eso —indicó ella sonriente—. Quisiera que fuéramos en un mes más o menos, pero no quiero hacer un simple viaje de unos cuantos días. Quiero quedarme unos treinta días contigo.

—¿De verdad?

—Si, sé que luego de eso tendremos que separarnos, pero, al menos, quiero llevarme conmigo esa experiencia y atesorarla —una de las razones que Shaina se guardaba para ella y esa insistencia en saber si él podría volver a ser un hombre ordinario, iban ligadas a ciertas órdenes de Saori.

La diosa Atena no terminaba de ver con buenos ojos el que una de sus amazonas tuviera amoríos con un espectro de un bando enemigo. Saori no lo decía como tal, pero la chica de los cabellos verdes lo deducía sin problemas.

Radamanthys estaba pensativo luego de toda la charla. Shaina no era la primera persona que expresaba el deseo de vivir algo significativo a su lado, pero si la primera que planeaba como hacerlo y prolongarlo un mes al menos. Estaba de acuerdo en eso contagiándose de aquel entusiasmo pensando en cómo hacer de esos planes una realidad.

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Tras dejarla en los alrededores de la casa de la diosa, el juez volvió a su templo Caina tomando asiento tras el escritorio ubicado en el salón de trabajo, pensando en cómo lograr permanecer en aquel país por tantos días. Pedir permiso a Minos sería una tarea latosa pero, bien sabía, que su jefe terminaría cediendo solo debía hacerle saber donde estaría hospedado.

—Buscar hospedaje en un hotel será costoso, lo mejor es rentar una propiedad aunque sea pequeña.

Su entusiasmo lo llevo a buscar el famoso hospedaje justo en ese instante pensando donde podría ser pese a que aún tenía un mes más o menos para reservarlo, no obstante decidió que lo más viable era reservar el espacio de una buena vez ya que así podría elegir la zona con calma y ver que había alrededor.

Subió al mundo mortal un par de días después revisando las muchas áreas que podrían interesarle. Su camino lo llevó a diferentes puntos de la ciudad como South Kensington, Barons Court o Hammersmith sin embargo, todos esos sitios estaban ubicados en una zona algo costosa además lo único que encontró disponible para rentar eran apartamentos y lo que tanto él, como su pareja, buscaban era intimidad así que inició la búsqueda de una casita más hacía al norte.

De igual forma, encontró solo apartamentos en lugares como Camden o incluso sitios como Kentish Town además de que el transporte desde puntos lejanos como ese a The City, por ejemplo, suponían una alta inversión diaria en transporte público por lo que, lo más sano para su bolsillo sería buscar algo no tan apartado.

Mientras iba en el autobús es que recordó una aventura vivida al lado de Lune hacía ya mucho tiempo. Durante ese evento es que el juez sustituto lo llevó a un lugar lejano en el East End, en aquel entonces aquella zona era conocida por lo descuidada que era y las personas cuestionables que la habitaban. No obstante, luego de más de cien años, tal vez podría considerarla.

Así Radamanthys encaminó sus pasos a Whitechapel.

Sorprendentemente, logró encontrar una casita de dos pisos ubicada en una calle no muy lejana a la estación de Tower Hill, ubicación que le vino de maravilla pues, no solo Tower bridge estaba muy cerca, también la famosa Torre y sitios tan pintorescos como Spitalfields además del barrio bohemio de Shoreditch.

—Increíble que haya considerado rentar una propiedad aqui —se dijo recorriendo la bonita casita recién remodelada que contaba con dos habitaciones muy grandes, un baño iluminado con mosaicos en tonos cafés claros así como una cocina nueva en tonos blancos y un jardín trasero.

—¿Y bien, que piensa de la propiedad? —el agente de bienes raíces lo observó seguro de que ese cliente tan rubio y alto firmaría el contrato por un mes antes de terminar el día.

—Es perfecta.

Radamanthys firmó el contrato ajustando los detalles de la renta en los siguientes días en compañía de Minos, quien deseaba saber que tanto haría su colega durante ese tiempo en el mundo mortal.

—Amigo, no quisiera interrumpir tus planes de "luna de miel", pero me gustaría que te presentaras en la corte al menos un día a la semana —el juez del Griffon lo observó fijamente con gravedad mientras ambos iban por la concurrida avenida rumbo al mercado de Spitalfields para tomar el almuerzo—. Puede ser el día que quieras, pero al menos uno requiero que estés tras el escritorio. No quiero que te metas en problemas por una ausencia tan larga

—Lo entiendo Minos y lo haré.

—Por cierto, cuánto ha cambiado Whitechapel. De verdad luce muy bien este lugar —ambos hombres observaban maravillados las calles que rebosaban de gente y bullicio así como los altos edificios modernos de oficinas y habitacionales.

Todo estaba listo, solo quedaba esperar la fecha del encuentro con la joven amazona.

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Continuará...

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*Notas: Las historias "El viajero astral", "La invitada de Mr Warwick", "El horror que escapó del Inframundo" y "El wyvern y la estrella" así como los prompts "Memorias y Bizarro" del Saintober del 2022, además "El retrato de Fraulein Heinstein" corren en la misma línea del tiempo que este texto. Solo que estas van en su respectiva época entre los siglos 18 y 19.

Es por eso que Radamanthys hace referencias a sucesos de esas historias en este texto. 

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