Capítulo 2
𖤍Xarhen II Faerés𖤍
Faerés
Ryone es tan tonto. Nunca comprende lo que le digo si no trata sobre impuestos y cosas de monarcas.
Es solo un año menor que yo, pero a veces es tan ingenuo que pareciera que apenas es mayor de edad. Ryone, a diferencia de mí, ascendió al trono después de que su madre, la reina Amy Daweryek, fuese asesinada por un arquero enviado por Ariana I, la madre de la actual reina de Ñaderís.
Por eso la relación entre Ryone y Ariana se enfrió, porque una reina mató a otra y, meses después, Ryone mató a la reina Ariana I clavándole una rosa en el pecho.
El padre de Ryone, Voel Fiore de Daweryek se hizo a un lado, al ser rey consorte, la corona tuvo que pasar a su hijo, además de haberse sumido en un estado depresivo tras perder a su amada.
Yo fui coronado rey porque era el último príncipe heredero sin ser coronado en Haélior.
Antes de todo eso, Fared era el rey más joven de los cuatro reinos; él se coronó rey luego de decapitar a su padre frente a todo Belixne.
La rosa sobre mi pectoral izquierdo llama mi atención. Ryone puede parecer un idiota en ocasiones, y yo lo llegué a considerar uno la mayor parte de nuestras vidas, pero entonces él mató a Ariana I. Y sí, él era un rey poderoso, un rey de Rosas, pero el Poder de la Tempestad ya se había manifestado en Ariana II.
¿Es que ella no supo que Ryone había burlado la seguridad del palacio de Ñaderís? ¿Ella permitió que su madre muriera aquella madrugada? ¿O sabía desde el inicio que no tenía oportunidad contra Ryone?
Y esas dudas son las que me hacen dar cuenta de que Ryone puede ser cualquier cosa, pero no es estúpido.
Y cualquier persona con raciocinio tal vez se habría alejado todo lo que pudiese de él, o en el más extremo de los casos, asegurar su lealtad. Yo —llegué a la conclusión—, no soy una persona con el suficiente raciocinio, porque en lugar de huir, me enamoré de él.
Ryone es cómo una estrella: brillante y hermoso. Pero las estrellas pueden mentirte a la cara y tú podrías no darte cuenta nunca. Porque hay estrellas que ya están muertas, pero siguen brillando como si estuvieran vivas.
Y él es un experto en mentir, en fingir ser quien no es. A simple vista podría pasar por un rey que tuvo que subir al trono ante la necesidad, por obligación. Pero Ryone es, ahora lo sé, el rey más capaz que alguna vez conocí.
Me apresuré a llegar a mis dominios. Casi en cuanto llego, mi padre, Xarhen I, me aborda en el diván de mi oscuro palacio.
—¿Dónde estabas? —exige deteniendome por el brazo.
—Sabes dónde —le contesto—. Necesito que me sueltes, tengo trabajo que hacer.
Y lo tengo, a pesar de lo avanzada de la noche, necesito ver los libros que narran la historia de la Guerra de Haélior, porque un presentimiento se está apoderando de mi pecho, causando un indescriptible pánico.
Pero el ex rey no tiene intención de ayudarme. Su mirada se desvía hacia el único punto de color sobre mi cuerpo.
—¿Estabas con ese retrasado? —inquiere con desdén—. Él no te conviene, niño tonto. No sabe cómo dirigir un reino, y Daweryek no tardará en caer.
—Pues lo ha hecho bastante bien hasta ahora —le contesto.
Sin previo aviso, me empuja contra la pared a mi derecha. Me sujeta del cuello de la camisa y gruñe, casi inhumanamente.
—¿Quién te crees para hablarme así? —exclama.
Y como no tengo tiempo para sus delirios de poder, le digo:
—No me creo, soy el rey —la furia en su cara no hace más que aumentar—. Así que trátame con el debido respeto.
Sus ojos destellan hacia la rosa una vez más. Su mano se desvía hacia ella, y justo cuando está por cerrar su puño sobre ella, sujeto su muñeca con mi mano derecha.
—Ni se te ocurra —advierto—. Debes de aprender tu lugar, padre. Ya no eres el rey, lo soy yo. Y tú ya no eres nadie.
Suelta una risa ronca y corta, su mirada siempre ha sido fría y mordaz, pero ahora parece incluso maliciosa.
—¿En serio piensas que tu poder está por encima de mío? —espeta—. No te equivoques, mocoso. Tú puedes ser el rey, pero las órdenes las sigo dando yo. El Poder del Cuervo no se manifestó en ti. Debes tener un heredero, y un afeminado no te lo podrá dar. Búscate a una dama y cásate. No podemos dejar que los recién casados nos ganen ventaja.
Y esa es la única razón por la que sigue comportándose como si aún fuese el rey: no sabe que el Poder del Cuervo sí se manifestó en mí. Y no planeo decírselo muy pronto.
Prefería torturarlo.
—Sigue soñando, padre —escupo antes de deshacerme de su agarre e irme a la Biblioteca Real.
Hay miles de libros que narran la historia de la Guerra de Haélior, pero solo uno tiene un dato que los demás no: la historia de las Guerras de Haélior. En total han sido dos, tres si esto crece.
La primera ocurrió en el año setecientos ochenta y seis del milenio uno. Inició exactamente igual que ahora, tempestad contra fuego. Después se aliaron e intentaron ir por los otros dos reyes. El fuego jamás tuvo oportunidad contra la tempestad, pero la primera Reina de Rosas derrotó con facilidad al Rey de Tempestad. El Rey de Cuervos derrotó también a la Reina de Fuego, una batalla bastante reñida.
La segunda ocurrió en el año quinientos setenta y dos del milenio tres, la misma historia.
Hay algo en los datos que cuadra terriblemente: las matemáticas.
Si se multiplica por dos el año y milenio en que ocurrió la primera Guerra de Haélior, da como resultado el año en que ocurrió la segunda. Y si se multiplica por tres...
—Tiene que ser una puta broma —le digo a la soledad que me acompaña.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro