Tliltentzontli - Cabra Negra
Con una mirada fijada en mi, el chamán me habló: Escucha bien lo que te diré Xiuhcoatl, dijo el chamán, tal vez podré cambiar tu mente. Le dije: Mixtle, si el animal que mencionaba Miquizntli es uno de los animales sagrados, entonces, debo convertirme en ese animal, ¿no?
Efectivamente Xiuhcoatl, pero hay animales que no todos los Nahuales pueden convertirse, y ese animal que alude el Sabueso es uno de ellos- dijo el chamán.
Empezó a contarme la historia: Te dije del Poder Personal, te dije de la creación y separación de las tribus de los Nahuales. Pero ahora, te contaré sobre los seres y sus elementos y dioses correspondientes.
Los seres del aire tienen a Ehécatl y Quetzalcoatl, ambos son dioses del viento. Los seres de la tierra tienen a Tezcatlipoca, el dios oscuro y de la tierra, Camaxtli, el dios de la cacería, Malinalxochtil, diosa de los animales del desierto y Tepeyóllotl, el dios de las montañas y rey de los animales. Los seres del agua son gobernados por Tlaloc, dios de la lluvia y Chalchiuhtlicue, diosa del agua y de los ríos.
Pero falta la última asignación: los seres de la oscuridad. Los dos seres de la oscuridad, son reinados por Mictlantecuhtli, el dios de la muerte. Y uno de estos seres lo comparta con Xipe Totec, el dios de la enfermedad y de la agricultura.
Ya harto de escuchar más, le dije: ¿Y exactamente como relaciona eso con mi decisión?
Con un fuego en sus ojos, el chamán me dijo: Xiuhcoatl, el animal que dice Miquinztli es la Cabra Negra, Tliltentzontli. Es un animal que tiene un vínculo directo con la muerte, la oscuridad y Mictlán. Por ende, si tu no logras convertirte en cabra negra, tu morirás e irás a Mictlán. Es decir, tu no irás al paraíso de Tonatiuhichan. ¿De verdad, estás dispuesto a sacrificar tu espacio en ese paraíso, justo para los guerreros como tú? Yo le dije: Si es uno de los animales sagrados, si con el poder de ese animal puedo obtener mi poder personal, entonces, sí.
Caminé a llegar donde estaba parado Miquizntli. Amo, ¿está seguro? Con el mismo fuego oscuro en mis ojos, le contesté: Kema. Sí. Con una sonrisa cínica, Miquinztli me dijo: Muy bien, mañana te enseñaré.
Ce Acatl, Teotleco, Chicome Calli
Día 1 Carrizo, Mes de la Llegada de los Dioses, Año 7 Hogar
21 de octubre de 1473
Llegó el amanecer del día siguiente. Estaba preparado para seguir entrenando y más con Miquinztli. No sé exactamente qué es lo que me atrae de él, pero no debo enfocarme en ello, debo seguir con mi misión. Los seis animales que me hacen falta no vendrán de la nada. Debo seguir con mi entrenamiento.
Le preguntaré de nuevo, amo. ¿Está seguro de que está listo?-preguntó Miquizntli. Sí, Miquizntli. Estoy listo.-le respondí. Miquizntli empezó a hablar: Para ser uno con la oscuridad, debes perder el miedo de ésta. Sí pierdes el miedo con la oscuridad, entonces, podrás ser unirte a ella. ¿Usted me comprende? Le contesté: ¿Entonces, como debo perder el miedo?
Con el poder del fuego oscuro que emanaba por su cuerpo, Miquizntli transformó a Sabueso Infernal. Gruñó y dijo: Súbete Nahual. Tomé coraje y subí a su espalda. Gruñó más fuerte y me ordenó: Agárrate Xiuhcoatl. Agarré el collar de obsidiana para mantener el equilibrio. Ye ca? ¿Ya estás listo? , me preguntó Miquizntli. Contesté: Estoy listo.
El Sabueso Infernal miró hacia los cielos y aulló. Empezó a caminar lento. Honestamente, me sentí incomodo al estar montado sobre el Sabueso Infernal. Empecé a gritar. Ammo Xinahuiti! ¡No hagas ruido!- gruñó el Sabueso Infernal. Después dijo: Como ya tienes un ser de la oscuridad bajo tu control, el fuego oscuro que emana de mi cuerpo no te quemará. Al decir eso, el fuego oscuro cubrió tanto el cuerpo del Sabueso Infernal y el cuerpo mío. El Sabueso ladró y empezó a correr por la selva.
Entre jadeos el Sabueso preguntó: ¿Sientes eso, Xiuhcoatl? ¿El viento oscuro que corra por esta selva? ¿Sientes la intensidad del fuego oscuro? Yo le conteste: Sí, lo siento, se siente rico. Me encanta sentir ese viento y tu fuego. El Sabueso ladró como si fuera un perro doméstico, señalando que estaba feliz. Siguió corriendo, más rápido y rápido.
Eran ya dos horas después de la Nepantla Tonatiuh. Habíamos llegado a un lugar llamado Teopan, cerca de Tlachco. Era un lugar muy verdoso, un lugar montañoso con árboles no conocidos. Árboles más altos que los de la selva. El Sabueso me comentó que se llaman pinos. Me bajé del Sabueso y empecé a caminar por los llanos de Teopan. El Sabueso soltó un aullido. Después de unos momentos, algo respondía al aullido con otro aullido- pero más fuerte que los del Macuilitzcuintli. Sonó como un aullido de un lobo. En eso me acordé- los Tlacacuetlachtli. Al terminar de aullar, el Sabueso revertió a su forma humana, Miquizntli. No temas, Xiuhcoatl, me afirmó, necesitaremos la ayuda.
Miquizntli y yo caminamos entre los arboles. Miramos como la neblina ya se estaba cayendo sobre la tierra y los árboles. ¿Tienes miedo?- me preguntó Miquizntli. Le contesté: No tengo miedo. El pasaje ya no era lo mismo - antes el sol brillaba fuerte, el pasto era verde, los fuertes colores de los árboles dieron vida a este lugar. Pero ahora, el sol ni se notaba, el pasto era más gris - al igual que los árboles. Miquizntli me dijo: El color sobresaliente aquí ahora una sombra más liviana que el negro. Justo lo que necesitamos, Xiuhcoatl.
De pronto, varios de los Tlacacuetlachtin se acercaron con nosotros. Gruñendo, ladrando, y jadeando - como respuesta mía, empecé a gruñir como jaguar. Entonces, ¿éste es el Nahual Oscuro, Miquizntli? preguntó un Tlacacuetlachtli. Es más joven de lo que yo pensaba.-dijo otro. Miquizntli exclamó: ¡Dejen a mí Amo en paz! El que parecía ser el líder de todos los Tlacacuetlachtli se acercó conmigo y me dijo: Nuestro amo ha de tener un cierto afecto hacía ti. Ni sé que como puede ser posible. Nosotros somos salvajes, no necesitamos amos, no tenemos líderes. Con toda mi fuerza y con un poco del fuego oscuro que generaba en mí, le dije: Es sencillo: Yo controlo su amo. Es literalmente mío. El Tlacacuetlachtli que se acercó conmigo se fue gruñendo.
Llegamos a una parte donde no había árboles, donde no se podía mirar la tierra firme, todo estaba cubierto con neblina. Era como si este lugar fue tocado por el mismo Dios de la Muerte, Mictlantecuhtli. Por la primera vez, noté un temor en los ojos de Miquizntli. Él me dijo: Repetiré la pregunta: Amo, ¿está seguro? Le miré con un fuego oscuro en mis ojos y le dije: ¿Qué tengo que hacer para demostrarte que estoy listo, Miquizntli? Al preguntarle eso, un fuego oscuro emanó de mi cuerpo, así como emana del cuerpo de Miquizntli. Efectivamente; Sí estás listo- afirmó.
Miquizntli y otros tres Tlacacuetlachtin formaron un círculo en el suelo. Cada uno se pusieron en los cuatro puntos cardinales, Miquizntli en el norte, el Tlacacuetlachtli alto – el que parecía como el líder de ellos- en el sur, y dos tlacacuetalachtin en el este y oeste. Por lógica, me puse en el centro de dicho círculo. Miquizntli aulló a los cielos y gritó: Gran Señor Mictlantecuhtli, Señor de la Muerte, has ayudado a Xiuhcoatl a convertirse en el lobo, ahora yo te pido una última ayuda, que se convierte al Tliltentzontli, la Cabra Negra. Xipe Totec, Señor de la Agricultura, Señor del Plaga y Enfermedad, haz que tus poderes se unen para dar alimento oscuro a este joven Nahual para que éste se puede convertir en un presagio oscuro.
Diciendo esto, un fuego oscuro empezó a emanar, consumiendo el cuerpo de los dos Tlacacuetlachtin, y cubriendo los cuerpos de Miquizntli y del líder de los Tlacacuetlachtli. Miquizntli siguió: Tezcatlipoca, Señor Oscuro. Acepta nuestro sacrificio. Mictlantecuhtli, empodéranos con este sacrificio. Xipe Totec, que la sangre derramada de estos Tlacacuetlachtin sea como agua para regar tus plantas. Al ver que los cuerpos se hayan calcificado, el fuego oscuro cubrió mi cuerpo por completo. Grité en agonía. Gruñí en agonía. Chillé como un ave cuyas alas no funcionaran. Quería morir.
Está funcionando-dijo Miquizntli, con una sonrisa maliciosa. Entre gritos, chillidos, gruñidos y aullidos, salió un nuevo sonido: un balido- un balido de cabra. De mi cabeza, salió dos cuernos grises. Pero éstos salieron poco a poco. Aumentando el dolor en cada centímetro Un dolor fuerte. Grité y balé a la vez. De pronto, un chillido desgarrador rasgó el aire. Un chillido que llegó hasta los huesos. Varios de los Tlacacuetlachtin gruñeron y ladraron al escuchar dicho sonido. Mientras los demás se estaban por soltar sus gritos bélicos, yo estaba transformando.
Llegamos dos horas después de Nepantla Tonatiuh. Pero por la posición actual del sol, nos dimos cuenta de que pasaron otras dos horas. De pronto, el sol desaparecío. El sol brillante ahora es ofuscado. La luna cubrió el sol por completo. Mirando eso, muchos chillidos se soltaron, cada uno más cercano que el otro. Y de pronto, salieron diez Tzitzimime. Se acercaron más y más. De pronto los ojos de Miquizntli tornaron en negro. Gruño y luego gritó: ¡Xijhuian! ¡Ataquen! Y así empezó una batalla sangrienta, Tlacacuetlachtin contra las Tzitzimime.
Durante la batalla, mi cuerpo empezó a quemarse, por dentro y fuera. Solté un último grito, y caí al suelo. Mi corazón se detuvo. Mis pulmones ya no filtraban el aire que respiraba. Morí.
Pero de pronto, los ojos abrieron. Esta vez, ya no eran con iris café, los iris eran negros por completo. En el transcurso que me paraba, noté que mi cuerpo ya no era lo mismo. La textura cambió por completo- ya no era suave, sino era dura. Mi piel ya no era morena, sino era un pelaje negro. Cuando me levanté, me quedé parado, miré los pies y a mi sorpresa, eran pezuñas. Miré las manos, aun las tenía, sin embargo, un mano era una pezuña, y la otra ya era una mano humana – supongo para poder manipular un arma. La transformación era completa – ya era un Tliltentzontli. Pero no fue un simple Tliltentzontli, era un Guerrero Tliltentzontli.
De pronto, Miquizntli soltó una risa maléfica y dijo: Ahora sí, la fuerza de Mictlantecuhtli matará a todas. El fuego oscuro emanó de su cuerpo y se transformó a Sabueso Infernal. Con sus ojos brillando en rojo, empezó a atacar las dos Tzitzimime que estaban cerca. De pronto encontré un arma nueva en el suelo, un arma que yo jamás he visto. Un arma que parecía a un tépcatl. Pero la hoja de obsidiana que portaba el arma tenía un filo curvado. Sentí como si el arma me pertenecía. Me agaché para levantar dicha arma. Y cuando la tenía en mis manos, el arma se prendió con el tletlacomi, el fuego oscuro. Este mismo fuego oscuro empezó a emanar de mi cuerpo.
Como el Sabueso, empecé a atacar cada una de las Tzitzimime. Las Tzitzimime se dieron cuenta de que yo sí pude transformar a una cabra negra. Y tienen más temor, sabiendo que yo ya era un Guerrero Cabra. Balé fuerte, como si fuera poseído por un espíritu maligno. Al oírme balar, una de las Tzitzimime chilló – pero no era un chillido de guerra, era un chillido de terror. Como si la Tzitzimime sabían que el único animal que podía derrotarlas era la cabra negra.
Empecé a matar las Tzitzimime, una por una, hasta que solo quedaba una. Mientras estaba matando las Tzitzimime, nos dimos cuenta de que el sol ya se estaba por salir de la oscuridad. El fenómeno se estaba terminando. Por consiguiente, las Tzitzimime que quedaron empezaron a convertirse en cenizas, dado que la luz del sol se estaba pegando a dichas seres. Los Tlacacuetlachtin aullaron en victoria, sabiendo que derrotaron sus enemigas. Claro, había muertes ese día. Pero lo que me asustó fue algo que vi en un cadáver. Una nota escrita con uñas, una nota vulgar que decía Cempohualli Chicuace – Yaoyotl - Cihuateteo.
Veintesiete, guerra, Cihuateteo. Ellas vendrán en veintisiete días.- dijo Miquizntli. Continuó: ¿Crees que estás listo para lo que viene? Estas Cihuateteo no son iguales que las Tzitzimime. Y sí viene la reina de las Tzitzimime, Itzpapalotl, entonces, no habrá rendición. Ella acabará con todos los Nahuales y con mis Tlacacuetlachtin. Por la primera vez, siendo Guerrero Tliltentzontli, bueno, guerrero en general, dije en una voz endemoniada, una voz igual a las de los finados Camazotz: Estoy más que listo.
----------------Momentos antes del ataque
¿Así que ese es el Nahual que me decían? Pronto tendré que hablar con él. Pronto podré seguir con mi misión en esta Tierra. Y la maldita pendeja de Itzpapalotl, bueno, pronto ella lo verá conmigo. Pero antes, dejaré que las Tzitzimime ataquen a esas bestias.- dijo el hombre que una vez se llamaba Damon, cuyo nombre ahora es Iztoquichtli. Este hombre alto y blanco con su cabello blanco apuñaló una de las Tzitzimime haciéndola chillar - Indicando que ya era hora de atacar.
--------------Momentos después del ataque
Cuando todos nos fuimos del lugar nombrado Teopan, Iztoquichtli, miró los cuerpos sin aliento de los Tlacacuetlachtin. Se agachó y dijo al oído del cadaver: Yoliztli Occeppa - Macuili, Tonaleque, Cozcacuauhtli. Lo cual significa: Viva, otra vez. Cinco, Espíritus, Buitre. De pronto el cadáver fue cubierto por una sombra. Una sombra que parecía ser de otro mundo. Una sombra que incluso olía a muerte. Esa sombra empezó a cobrar forma, de un ave. Un ave que solo quería muerte. El cozcacuauhtli, el buitre. Entonces, no solo el Sabueso tiene ese poder, dijo Iztoquichtli, antes conocido como Damon, en un tono cínico, con una sonrisa maliciosa.
Ome Ocelotl, Teotleco, Chicome Calli
Día 2 Jaguar, Mes de la Llegada de los Dioses, Año 7 Hogar
22 de octubre de 1473
Decidimos quedarnos la noche en la ciudad de Tlachco, y en cuanto el Iquiza Tonatiuh (amanecer) llegó, decidimos partir para Tizatlán.
Llegamos un poco después del Nepantla Tonatiuh. Lo extraño fue que no había almas rondando por la plaza. Un lugar lleno de mercados, niños jugando, ancianos sentados o caminando con su alma gemela. Hoy, estaba vacía. Llegamos al templo, y oí una voz hostil. Ni un paso más. Miquizntli empezó a gruñir, y yo, poco a poco, empecé a voltear. Noté que un hombre de tez blanca, aún más blanca que Miquizntli, estaba parado. La voz hostil continuó: ¿Quién te dijo que podías voltear a verme, Xiuhcoatl? Y tú, esclavo de éste, ¿Al caso te di ordenes para gruñirme? Con una voz desafiante, yo le contesté: ¿Quién eres tú para hablarme así? ¿Qué hiciste a mi pueblo, maldito infeliz?
Perdóname por ser descortés, dijo el hombre en un tono sarcástico, Me llamo Iztoquichtli. Y vengo por parte mía y la de Itzpapalotl, reina y líder de las Tzitzimime. Es imperativo que hablemos. Le contesté: ¿Quién eres tú para darme órdenes? Iztoquichtli pausó un momento, y luego me dijo: Hablemos, o todos aquí morirán en un chasquido de dedos. Empezando con la chicuahtli, creo que la palabra es, lechuza. Y claro, seguirá el tal Mixtli, su chamán. Y por supuesto, mataré una tal... Cuicatl. Con una furia en mis ojos, le grité: ¡No tocas a mi madre, infeliz!
Con una sonrisa cínica, él me contestó: Entonces, no te queda de otra, hablaremos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro