Tlatelolco, afueras de Tenochtitlan

Llevo días en este campamento, en este campamento de españoles. Dice nuestra traductora, Malinalli, o Malinche, como dicen los españoles, que pronto llegaremos a la ciudad odiada de Tenochtitlán. Nosotros los Tlaxcala seremos los vencedores. Pero más allá que nosotros, los Tlaxcalteca, habrá otro ganador.

Me dijeron que mi nombre cristiano es Sebastián, ya que me encontraron el día que le llaman veinte de enero. Pero antes tenía otro nombre. Xiuhcoatl. Mis padres no dudaron en nombrarme así, el arma de destrucción. Pero a la vez, mi nombre cristiano significa venerado. Heh. ¿Venerado? ¿Venerado por quién? O ¿Venerado por lo que yo puedo hacer?

Nací el día 1 Jaguar, del mes del Descenso de las Aguas del el Año Solar o Xihuitl : 12 Pedernal. Según Malinche, mi nombre cristiano sería otro diferente, por otro lado, ella me comenta de que mi nacimiento fue el 20 Enero de 1453. Pero me gusta más Sebastián. Tiene un toque místico.

Los españoles saben quien soy, pero habrá personas quienes no lo saben. Hay algo que llevo, algo que es mi vestimenta o piel. Esta carne humana no. Algo más, algo dentro de mí, que pronto liberaré contra los malditos seguidores de Quetzalcóatl y los de Huitzilopochtli. La guerra y el aire tendrán que batallar contra la oscuridad, contra algo más allá que espejos humeantes. Tendrán que batallar contra mi tribu, mi tribu de nahuales.