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Eutlocpan ica Tlaxcala - El Viejo Mundo aliado con Tlaxcala

Nahui Mazatl, Hueytecuílhuitl, Ce Ácatl

Día 4 Venado, Mes de la Gran Fiesta de los Señores, Año 1 Carrizo

16 de agosto de 1519

Villa Rica de la Vera Cruz / Quiahuiztlán, Playas de Chalchihuecan, Nueva España

Doña Marina, querida Malinalli, ¿crees que ya es hora?, dijo un hombre alto, de piel clara, con la misma armadura que traía el Soldado Diego cuando lo conocí en la selva. La mujer, Malinalli, ahora conocida como Doña Marina, le contestó: Namiqui, compañero de vida, si vosotros estáis listos, entonces, ya es hora de irnos. Pero el chamán de mi pueblo dice que debes tener cuidado. Nada es lo que parece, especialmente en las Tierras Tlaxcaltecas o en mi idioma, Huey Altepetl Tlaxcallan. El hombre, namiqui de Doña Marina, dijo: ¡Bah! No tendré miedo de esos barbaros. Doña Marina le contestó: ¿Necesito recordarte que yo igual fui considerada como un bárbaro, como dices tú, namiqui de mi alma? El namiqui de Doña Marina le dijo: Nocihuatl (Mi Mujer), tú no eres uno de ellos, ya eras santificada, como debes de ser.

Éste salió de su hogar, un hogar que parecía a nuestros templos, pero a la vez, no era un templo. Era más hermoso. Este hombre decretó: ¡Soldados! ¡Ha llegado nuestra hora! ¡Vosotros sois las manos de nuestra España hermosa! Villa Rica de la Vera Cruz fue el primer paso. Ahora, vamos a la selva de Nueva España. Enfocó en otro hombre, con su armadura puesta, igual que la armadura del Soldado Diego, y a éste le dijo: ¡General Alfredo Dominguez! Dicho General se acercó al Hombre, y a éste le replicó: ¡Dígame, Capitán Hernán Cortés! El hombre, el Capitán Hernán Cortés, le dijo: ¿Qué sabes del Soldado que se ha perdido en la selva? El General Alfredo Dominguez le protestó: No se sabe nada del prófugo de guerra, mi Capitán. Es probable que ya está muerto. Tendré que hablar a la familia Aguilar de Garcés. El Capitán Hernán Cortés mandó: ¡Conquistadores! ¡La hora de nuestra partida ha llegado! Según Doña Marina, la ciudad más grande, Tenochtitlán está a cuatro días de camino. Pero entre este lugar y Tenochtitlán, hay barbaros que debemos destruir o matar. ¿Quién está conmigo? Todos los soldados, nombrados conquistadores, sonaron sus armas, que se llamaban arcabuces. Los conquistadores montados en los venados sin astas, como decía la Lechuza, hicieron un acto que se llama encabritar.

Supongo que la maldición de Damon, ...Mexica, maldigo tanto a ti y a tu pueblo. Vendrán gente de mi tierra quienes te destruirán por completo. He dicho, y así será..., fue cierta en su totalidad. La gente que decía Damon, el demonio, eran de esa tierra llamada España. La cuestión es la siguiente: ¿Cuánto tiempo tendremos que esperar para poder ver el fin de esta gente?

Chicuei Cuetzpalin, Tlaxochimaco, Ce Ácatl

Día 8 Lagarto, Mes de la Fiesta de las Flores, Año 1 Carrizo

2 de septiembre de 1519

Tecoantzinco, afueras de Tlaxcala

¡Miquinztli!, gritó el Guerrero Tzilmiztli (Puma Negra), ¿lo sigues oliendo? Miquinztli revertió a su forma humana y le contestó: Tzilmiztli, espero que te está gustando dar órdenes, porque si logro quitar este maldito collar, serás el primero quien destrozaré. Tzilmiztli le contestó: ¡Contesta la maldita pregunta, animal! Con un fuego en sus ojos, Miquinztli le contestó: Sí, huelo ese olor a muerte. Y por la primera vez, este olor no se está desprendiendo de mi cuerpo.

Miquinztli siguió el camino del olor extraño, los guerreros tlaxcaltecas siguiendo cada paso, Tzilmiztli, el Guerrero Puma Negra junto con Xicoténcatl Axayácatl, hijo del Tlatoani Xicoténcatl siguieron Miquinztli, paso por paso. Miquinztli cambió a su forma de Sabueso Infernal para seguir bien el rastro del olor. De pronto, el Sabueso se paró, olió, casi se desmayó, encontró la fuente del olor - una compañía de Soldados Españoles y sus animales: perros y esos venados sin astas. Con un fuego oscuro en sus ojos, entre dientes, Miquinztli dijo: Yolkatin, miqui (Animales, mueren). Los perros presentes cayeron. Los Soldados estaban asombrados, todos los perros morían al mismo tiempo. De pronto, los huesos de los venados sin astas se rompieron en dos, salvo un venado sin astas. Éste se huyó al ver los perros morir. Los demás tuvieron el mismo destino que los perros – una muerte segura.

De pronto, Xicoténcatl Axayácatl exclamó: ¡Xijhuian! ¡Ataquen! Al correr, vimos que los Soldados extranjeros nos estaban esperando, con sus armas en la mano. El Capitán mandó: ¡Fuego! ¡Disparen! Y así, los Soldados Españoles empezaron a dispararnos. Se notaba que tenían mucha experiencia luchando en sus tierras. De pronto, el Guerrero Puma Negra revertió a su forma humana, chifló su ehecachitchtli (silbato de la muerte) y empezó a atacar los Soldados con su macahuitl. Entre la batalla entre español y tlaxcalteca, no nos dimos cuenta de que otros ehecachitchtin (plural de ehecachitchtli) estaban sonando. Entre gritos de los españoles, oíamos gritos de guerra. Recordamos que el grito de guerra era típico de la Tribu de Huitzilopochtli. Así que esperábamos lo peor, alianzas con Nahuales de la Tribu Neutro. Pero, a nuestra sorpresa, estábamos muy equivocados. Oíamos, ¡Xijhuian! ¡Ataquen!, eran Guerreros Totonacas de las costas orientales. Nahua contra Nahua, ¿será posible que hay otro significado de la frase: ...entonces, el agua ahogará a los humanos..., pues como serán de la costa, invocan el agua, más que cualquier otro Dios o Diosa. Aún así, matábamos los Totonacas, pero los españoles seguían vivos y luchando.

De pronto, Xicoténcatl Axayácatl gritó: ¡Cesen de luchar! Todos mirábamos al hijo de tlatoani con la cara confundida. Siguió gritando: Preciso hablar con su tlatoani. De inmediato, una voz resonó por el campo bélico: De seguro, usted es el Rey de esta Tierra o ¿Cómo decís?, ah, Huey Altepetl Tlaxcallan ¿o me equivoco? Asombrado por el hecho de que este extranjero sabía nuestro idioma, el Nahuatl, Xicoténcatl Axayácatl le habló en náhuatl: Kema, Mah cualli Huey Altepetl Tlaxcallan, Eutlocpa'. Nehuatl Xicoténcatl Axayácatl notoca ica Neh Tizatlán Tlatoani. De pronto una mujer dijo: Sí, Bienvenidos al Señorío de Tlaxcala, europeos. Yo soy Xicoténcatl Axayácatl, Líder de Tizatlán. El Capitán le dijo: ¡Salve Xicoténcatl Axayácatl!, yo soy el Capitán Hernán Cortés, futuro Rey de Nueva España, incluyendo tus Tierras. Malinalli, traduzca. La mujer, conocida como Malinalli, tradujo lo dicho en español a náhuatl. Xicoténcatl Axayácatl dijo: No hay necesidad de traducir, yo, como muchos de mi Tribu, hablamos tu idioma, apuntándose al Capitán Hernán Cortés.

Sorprendido por la conducta de nuestro Guerrero, El Capitán Cortés dijo: Entonces, supongo que ahora huirán, ¿cierto? Ya no nada que hacer aquí, al menos que me ceden control sobre tus tierras. Al oír esto, Xicoténcatl Axayácatl se río, nadie ha dicho una cosa tan graciosa antes. Después de reír, el dijo: Buen día, soldado. Ya tenemos suficientes problemas con uno de tus soldados. Pero poco a poco, el estará mejor. Pues, ahora se considera tlaxcalteca. Intrigado por el comentario, el Capitán le dijo: Si se van, entonces, es una prueba de que nosotros te hemos derrotado. Pero, ¿quién es ese Soldado que dices?

Xicoténcatl Axayácatl miró todo lo sucedido y luego dijo: No vale la pena si te digo quien es el Soldado o no. Y no me importa si me huyo, un buen soldado sabe cuando se ha perdido. Me perdí, pero no me rendiré. Buen día y acuerda, acabas de hacer grandes enemigos, Cortés. Grandes enemigos.

Chiconahui Coatl, Tlaxochimaco, Ce Ácatl

Día 9 Serpiente, Mes de la Fiesta de las Flores, Año 1 Carrizo

3 de septiembre de 1519

Tizatlán, Tlaxcala

El día empezó bien hoy, hasta que llegué al Templo. Ahí estaba Miquinztli, Tzilmiztli y Xicoténcatl Axayácatl junto con el Chamán, Zyanya y el Tlatoani Xicoténcatl- padre del Guerrero del mismo nombre. Me acerqué para escuchar todo lo que decían. Supongo que tenía que ver con la confrontación que me contó Miquinztli hace unas horas antes de esta reunión.

¡Se los juro, ellos ganaron, y tenían Totonacas con ellos!- exclamó Tizlmiztli. El joven habla con la verdad, Tlatoani, dijo el Guerrero Xicoténcatl Axayácatl, continuó: si no fuera por el poder de Miquinztli, no hubiéramos salido con vida. Te lo juro. El Tlatoani, que tenía mismo nombre de su hijo, dijo: Tráiganme al Soldado Diego. El tiene que explicar todo esto. Incluyendo los animales que he visto por aquí. De pronto, se escuchó un sonido raro, un relincho. Un venado sin astas llegó a Tizatlán, supongo que como todo tlakasiunemini (animal domestico) tiene un dueño. De pronto, escuchamos: ¡Iberia! ¿De verdad, eres tú? Este venado sin astas llamado Iberia, corrió hacia el dueño de la voz, El Soldado Diego. Iberia estuvo tan feliz de ver a su dueño. Y por la primera vez, escuché el nombre real de este animal - caballo o como luego aprenderé, neyecopepechtli.

Decidí ir con el Soldado Diego, a mirarlo y a su caballo, pero como siempre, me acompañó el Chamán y el Tlatoani. Como un niño chiquito, todo feliz, Diego nos preguntó: Es hermosa, ¿vosotros que pensáis? El Chamán tocó la frente del caballo, y dijo: Tienen un enlace fuerte, ustedes dos. Casi igual como nosotros con nuestros tonaleque, pues como tú y el águila. El Tlatoani, Xicoténcatl, estaba muy asombrado que un extranjero puede tener una relación así con su tlakasiunemini. El tlatoani dijo: Aunque deseo saber más de este, ¿cómo era?, caballo, tengo que hacerte unas preguntas, Diego. El Soldado, Diego, señaló a Iberia que se retirara o que fuera con los otros animales de Tizatlán. Éste nos dijo: ¿Que deseáis saber?

Antes de que podíamos contestar, oíamos un grito desesperado: ¡Tlatoani, ayúdame!- gritó Yaotecoyotl, el Nahual cuyo tonalli es el Coyote. Pero éste no llegó solo. Llegó con dos conquistadores españoles. Vosotros estáis bajo nuestro control, dijo uno de los Conquistadores. Diego huyó al instante. Él sabía, en el fondo de su corazón, que no debía de haber separado del General Alfredo Dominguez, él tenía que estar cerca. Mirándome y llorando en silencio, éste dijo en una voz calladita: No estoy aquí, por favor, Xiuhcoatl. Yaotecoyotl exclamó: ¡Díganles que no tendrán Tizatlán, no me entienden!

No habrá necesidad, Tlatoani, yo traduciré todo, dijo una mujer alta de piel morena y cabello lacio, Nehuatl Malinalli notoca (Me llamo Malinalli), y yo seré su interprete náhuatl a español. Malinalli continuó: Así que, dime, que quieres que yo les diga a estos caballeros. El Tlatoani Xicoténcatl dijo: Gracias por preocuparse por nosotros, Malinalli, pero yo puedo hablar bien este idioma que dices, español. Tomó un momento y declaró: Caballeros de España, Eutlocpan, permítame presentarme, yo soy Xicoténcatl, Tlatoani de Tizatlán, parte de Huey Altepetl Tlaxcallan o Señorío de Tlaxcala. Caballeros, digan lo que digan, nosotros somos autónomos, el pueblo tlaxcalteca no responderá a personas quienes tomarán algo a la fuerza. De pronto, otro Conquistador dijo: Yo soy el General Alfredo Domínguez, líder de estos dos jóvenes conquistadores. Hablo por el Capitán Hernán Cortés. Por cierto, Soldado Diego Aguilar de Garcés, sal, sal, donde quiera que estés.

Intenté comunicar con El Soldado Diego en una manera telepática: Diego, el General te busca. Por tu bien, no te reveles. Pero de pronto, oímos: ¿Que queréis? Aquí estoy. Era el Soldado Diego, traía las manos descubiertas. El General Alfredo Domínguez se burló y dijo: ¿Así que estás escondiendo entre barbaros, Sangre Azul? Te has caído muy bajo. ¿Qué te pasó, Soldado? El Soldado Diego, indignado, le contestó: Yo no me estoy escondiendo, fui un malli, un prisionero de guerra, todo porque, apuntándolo, ¡tú nos diste la orden de descubrir lo que sea en la Selva Tlaxcalteca, y mira, ahora soy esto! El Soldado Diego reveló que era un Nahual convertido por mí, se convirtió en Guerrero Cuauhtli (Águila). Yo dije: Nadie tocará a Diego. Él es mi nemachtlapouki (aprendiz) y yo mataré a todos quienes lo desean agarrar y devolverlo a España, él ya es un Tlaxcalteca. El Soldado Diego oyó esto, una lagrima corrió a su mejilla. No sabré si fue de felicidad o de una tristeza, tal vez, nunca lo sabré. El Tlatoani comentó: El Soldado Diego queda con nosotros, ahora, dime, General, ¿qué desea su Capitan?

El General Dominguez contestó: El Capitán Cortés quiere hablar con usted, líder. Si se puede hoy, mejor. Xicoténcatl Axayácatl, el hijo del Tlatoani, le gritó: ¡El Tlatoani ni yo estamos interesado en hablar con su Capitán eutlocpatl (europeo) así que váyase por donde vino y no vuelva! El Tlatoani dijo: Nos veremos en el cerro más alto en cuatro días, solo bajo una condición, su Capitán debe de hablar, no queremos voceros. El General Dominguez dijo: Tienes mi palabra.

Matlactliomei Atl, Tlaxochimaco, Ce Ácatl

Día 13 Agua, Mes de la Fiesta de las Flores, Año 1 Carrizo

7 de septiembre de 1519

Cerro de Tzompantepec, Tlaxcala

Tlatoani, ¿estás seguro de esto? ¿Confías en ellos? - preguntó Mixtle, el chamán. Xicoténcatl, nuestro Tlatoani, dijo: Kema (Sí), Chamán, confío en ellos, sin embargo, analizaré cada palabra que dirá este tal Capitán Hernán Cortés. Claro, el sigue siendo un eutlocpatl - es de esa tierra mítica. Yo solo observaba, al igual que el Soldado Diego, desde los cielos como un águila, aunque pronto tendrá que enfrentar las consecuencias de haber "huido" de su General. Aunque, si me preguntaras, Diego no hizo algo malo, sino, él se perdió en la selva tlaxcalteca.

Llegamos al Cerro de Tzompantepec, aunque estaba algo retirado, se podía apreciar el lugar donde me convertí en Tecolote. No llegaron los conquistadores, sentíamos como si el General nos había mentido. Pero, yo usé el poder innato del águila para poder ver a los lejos. Y, sí, vi como avanzaban los Soldados eutlocpatin (europeos). Pasó un par de horas, llegó el Nepantla Tonatiuh (mediodía) y pronto una hora después. Por fin, oímos el sonido de muchas personas marchando y perros ladrando. Llegaron los españoles, los compatriotas de Diego. Entre toda la gente presente, una persona exclamó: ¿Quién de vosotros es el líder? Nuestro tlatoani le contestó: ¿Quién de ustedes es el Capitán Hernán Cortés?

El dueño de la voz se reveló- era el Capitán Hernán Cortés. Éste mofó: Yo soy el Capitán de este grupo de Conquistadores. Yo soy el que manda aquí y seré el dueño de estas tierras, Nueva España. Debo admitir, desde que era pequeño, tuve la desgracia de poseer el don de reír en momentos en los cuales no se debe reír. Le dije: Ja, ja, ja; ¿Tú?, apuntándole, No puedo creer que tu puedas ser un buen tlatoani o líder de nuestro pueblo, de nuestras tierras. El Capitán me interrumpió: ¿De verdad crees que quiero solamente, apuntándome, tus tierras? Ja, ja, ja, pausó, quiero todas las tierras, tanto de Cem Anahuac ica Huey Altepetl Tlaxcallan (Las Tierras Mexicas y Tierras Tlaxcaltecas, respectivamente), así que, vengo con una propuesta.

El chamán dijo: Toda propuesta se va a través de mi, yo debo dar la bendición. El Capitán Hernán Cortés contestó: Está bien, no me opondré, son creencias de vosotros, no me opondré. Éste continuó: Como veo que ustedes, tlaxcaltecas, son, frunció el ceño de preocupación al mirar a todos nuestros Guerreros, una fuerza incomparable, propongo, como dice Malinalli, un tlahtoloyan (alianza). Xicoténcatl Axayácatl, el hijo del Tlatoani, preguntó: ¿Y cómo nos beneficiaremos de esta alianza? El Capitán dijo: En primer lugar, vosotros tendréis trece-mil soldados totonacas, doscientos indios de carga, seis cañones, cuatrocientos soldados míos y quince soldados montados, pausó, y claro, tendremos animales de carga y perros. Después se acercó al Tlatoani y dijo: Por otro lado, nosotros tenemos un enemigo en común, los mexicas. Sí os nos ayudáis derrotar los mexicas, entonces, nosotros respetaremos el poder que tienen sobre tus tierras.

En eso, el Soldado Diego, como águila, bajó a las ramas de un árbol cercano. Cubierto por las hojas de dicho árbol, revertió en su forma humana, y bajó de dicho árbol. ¡Capitán! ¡El prófugo! - gritó el General Alfredo Domínguez. Diego Aguilar de Garcés, ha sido un buen tiempo desde la última vez que nos coincidimos. ¿Que tiene que decir? interrogó el Capitán Hernán Cortés. El Soldado Diego le contestó: No tengo nada que decir a vosotros. Os sabéis quién, dirigiendo la mirada al General mencionado, rompió la orden de no avanzar en estas tierras declaró éste. Pronto llegará el momento de que hablaremos acerca de tu castigo, Diego, pero por lo pronto, corre a tus aliados barbaros, mofó el Capitán. El Soldado levantó su voz ante la persona que era su Capitán: ¡Joder, Hernán! ¡No son bárbaros! Son personas como tu y como yo. Y algunos son especiales, son Nah-, le interrumpí antes de que podía terminar. Diego, la segunda regla, recuérdala: seguir el camino de tu tonalli, ¿al caso él te ha dicho que nos revelaras? Pidio disculpas y el Capitán siguió: Alza la voz una vez más, imbécil, y lo verás conmigo - bayoneta a macahuitl, a ver quien ganara.

Nuestro Tlatoani dijo: Estarán bienvenidos en Tizatlán por un tiempo. De ahí, supongo que querrán ir a las Tierras cercanas para observar quienes son los mexica y sus aliados. El Capitán Hernán Cortés le contestó: Vaya, bendita seas, Virgen, los barbaros, o como dirá Diego: estos humanos, nos dan posada.

Matlactli Ozomahtli, Tepeíhuitl, Ce Ácatl

Día 10 Mono, Mes de la Fiesta de los Cerros, Año 1 Carrizo

8 de noviembre de 1519

Tenochtitlán, capital del imperio mexica


Hoy fue el día que llegamos a la Ciudad Odiada de los Mexica, pero quién sabía que las decisiones y actos del día de hoy fueran las más costosas y perjudiciales de toda la historia del Valle de Anáhuac.

Cruzamos los puentes llegando a la Isla donde estaba situada la Ciudad Odiada. Y de pronto vimos las banderas de las Tribus Nahuales de Quetzalcoatl y de Huitzilopochtli, no obstante, también vimos las banderas del Pueblo Mexica. Vimos cómo nos miraba cada uno de los Guerreros Mexica - se podía decir que eran miradas de querer matarnos, querer acabar con nuestras vidas. Pero a la vez, vimos algo más extraño, los mismos Guerreros se hincaron al mirar al Capitán Hernán Cortés.

Éste gritó: ¡Gran Señor Moctezuma! ¡Venimos a conocerlo y a su Ciudad Hermosa de Tenochtitlán! ¿Vosotros daréis permiso de entrar a su Ciudad? El Tlatoani Moctezuma y su consejero, Titlantemoc, el que me enseñó ser un Ser del Aire, se acercaron. Titlantemoc recordó algo que Itzcoatl le dijo: Pronto regresará Quetzalcóatl, tomará las riendas y acabará con todo lo malo en el Valle de Anáhuac. Éste le dijo al Tlatoani Moctezuma que quizás, el Capitán Hernán Cortés pueda ser el Dios de su Tribu.

El Tlatoani Moctezuma declaró: ¡Salve, Gran Señor Quetzalcóatl! Me arrodillo ante tu presencia. Al ver el Tlatoani hincarse, todos los mexica presentes, incluyendo Titlantemoc, hincaron ante el Capitán Hernán Cortés. ¿Qué vieron en él? El no es un Dios, es la persona que pondrá un fin al Imperio Mexica. Sin pensar en las consecuencias que habría después, el Capitán Hernán Cortés le contestó: ¡Salve Tlatoani! He visto que has podido gobernar en mi ausencia. Tenochtitlán ha crecido más desde la última vez que he pisado esta tierra. El Capitán me miró, pues miró los Tlaxcaltecas que vinieron conmigo, nos guiñó, señalando que la primera fase de su plan ha terminado. Decidimos volvernos a Tizatlán, donde yo seguiría el entrenamiento como Nahuacualli (Nahual Oscuro), afinar los poderes de mi Ueliti Ixkoyan (Poder Personal) y seguirá mi investigación sobre los Yei Yaocaltin (Tres Fuerzas).

De vez en cuando el Tlatoani Xicoténcatl recibía cartas del Capitán Hernán Cortés. Decía que se quedaba en la Sala Real, y Moctezuma solo iba a la Sala en las mañanas y éste se quedaba hasta que el Capitán lo mandó a su hogar. A veces, como águilas, Diego y yo volábamos para ver que pasaba en Tenochtitlán. Y pronto vimos que los españoles tomaron las riendas de la ciudad que el mismo Dios Huitzilopochtli encontró para su pueblo. Pensé, y así la toma de Tenochtitlán empezará.

Matlactliomome Mazatl, Itzacualiztli, Ome Tecpatl

Día 12 Venado, Mes de la Preparación del Itzalli, Año 2 Pedernal

1 de julio de 1520

Tizatlán, Tlaxcala

Tuve un sueño, un sueño que jamás pensé ver, pero a la vez, fue algo relajante tener dicho sueño. Vi la destrucción de Tenochtitlán, algo tan perfecto, fue un sueño hermoso. Pero también vi a nuestros aliados, los españoles y sus guerreros totonacas y nuestros guerreros tlaxcaltecas huir del desastre. ¿Será que llegarán a lo sano y salvo? Solo el tiempo nos dirá.

Sea realidad o puro sueño, lo que si es cierto es que ha pasado meses desde que los españoles y varios Guerreros tlaxcaltecas partieron de Tizatlán para Tenochtitlán. El chamán me habló telepáticamente, quiso que lo viera en el Templo. Debo admitir, él ha tardado tanto para hablar conmigo acerca de ser el Nahual Oscuro, el significado de las Tres Fuerzas y el verdadero Poder Personal. Hoy ya es mi oportunidad de saber la realidad.

Llegué al Templo y el Chamán me miró y me dijo: Xiuhcoatl, es tiempo de decirte toda la verdad. Tanto sobre el Nahuacualli, Yei Yaocaltin y de tu Ueliti Ixcoyan. No me dio oportunidad de discutir, el Chamán quiso tomar toda la palabra. El dijo: El Nahuacualli no puede trabajar solo, él tiene dos aliados, Puma Negro y el Sabueso Infernal. Creo que sabemos a quienes me refiero, ¿es así? Le señalé que si sabía a quienes se refería. Continuó: Cuando el Puma Negro y el Sabueso Infernal se unen con el Jaguar Oscuro, en este caso, apuntándome, tu, entonces tu Ueliti Ixcoyan se amplificará. ¿Sí te diste cuenta de que usaste varios poderes nuevos para ti cuando peleaste con Breon - siendo Guerreros Cipactin (Caiman)? Señalé que así era. Pregunté: ¿Y el poderoso arma? ¿La que mencionabas hace años, cuando peleamos contra las Tzitzimime y las Cihuateteo? Antes de que me podía contestar, oímos a Yaotecoyotl gritar: ¡Por el Señor Tezcatlipoca! ¡Hay humaredas en el horizonte!

Chicuei Ocelotl, Itzacualiztli, Ome Tecpatl

Día 8 Jaguar, Mes de la Preparación del Itzalli, Año 2 Pedernal

8 de julio de 1520

Tizatlán, Tlaxcala

Entonces mi sueño era realidad. Hubo una masacre en Tenochtitlán, no se si alegrarme por los hechos o deprimirme por lo que pudo haber pasado. El Soldado, Diego, como águila miró personas acercándose lentamente a Tizatlán.

Finalmente vimos que los españoles llegaron a nuestras tierras. Por la primera vez, vimos que llegaron derrotados, ¿cómo fue posible, los españoles, que declararon que conquistarán a estas tierras, están derrotados?

De pronto, el Capitán Hernán Cortés declaró: ¡Quiero destruir los Mexica! ¡Quiero que todas las personas que tienen las habilidades como Diego, se pausó, nos ayuden! Yo me acerqué y le dije: Será todo un placer, Capitán Hernán Cortés. Me convertí en Guerrero Ocelotl (Jaguar) y gruñí a los cielos. Exclamé: ¡Ahora sí sabrán que es un arma de destrucción!

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