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Cuetzpalin - Lagarto

-------Siete Años Después-------

Matlactli Cuetzpalin, Atemoztli, Matlactliomei Ácatl

Día 10 Lagarto, Mes del Descenso de las Aguas, Año 13 Carrizo

9 de enero de 1480

Los años no pasaron en vano. Yo ya estaba por cumplir mis veintisiete años. Mi madre, Cuicatl, el cenzontle, estaba feliz. Pilsintli (amado hijo), ya casi cumplirás años. Dime, ¿cómo te sientes? ¿Estás feliz? – me preguntó mi madre. Yo le contesté: Aunque estamos en plena batalla florida contra la Triple Alianza, me siento bien, mi nantli.

De pronto, Mixtli, el chamán llegó a la puerta nuestra. Salve, Xiuhcoatl y Cuicatl- dijo el chamán en reverencia ante nosotros. Salve, chamán. ¿En qué le podemos ayudar?- dijo mi mamá después de haber arrodillado ante su presencia. Levanta, Cuicatl. Necesito hablar con su hijo. Me permitirías robar unos minutos de su tiempo. Mi mamá inclinó su cabeza para indicar que sí podía.

Salí de mi hogar y me puse a platicar con nuestro chamán. Dígame, Mixtli. ¿Qué sucede?- le pregunté. Me contestó: Preciso hablar contigo acerca de varias cosas, pero empezaré con la cosa más sencilla, tu entrenamiento. Agarró aire, y luego continuó. Hace días llegó una mujer de la tribu de Huitzilopochtli. Ella se encargará de enseñarte las maneras del lagarto, el animal de la Diosa Malinalxochtil, la Flor Seca del Desierto. Interrumpí indebidamente- Entonces tendré un ser de la tierra. ¿Aún no me convertiré en un ser del agua? Me dijo: Xiuhcoatl, tu aún no estás listo para convertirte en un ser acuático, aun así, debes terminar tu entrenamiento terrícola y aérea – antes de ir a lo acuático. Tanto Tlaloc y Chalchiuhtlicue no están listos para enseñarte lo bello y hermoso que es el agua, ¿entiendes? Incliné la cabeza para señarle que entendía.

Caminamos hacia las afueras de Tizatlán. El chamán me llevó a un camino de tierra que iba hacia el centro de la selva. Me comentó: Xiuhcoatl, necesito que tu sigues este camino, por el amor de Tezcatlipoca, no desvíes del camino. Sigue derecho, sin parar y sin mirar hacia tras. ¿Me explico? Yo entendí claramente la indicación del chamán. Le contesté: Entiendo, Mixtli. Empecé a andar en ese camino, un camino largo que no terminaba. Escuché varios animales, las bramas de los venados, los aullidos de los lobos, los gruñidos de los jaguares – para nombrar unos. Seguí el camino hasta el mediodía, descansé y continué. Seguí el camino por más de tres horas. Hice caso al chamán, no miré hacia tras. Pero al solo mirar hacia frente, no puse atención a los lados.

Escuché un ruido. Un palo de un árbol se había quebrado. ¡Mauhqui (cobarde), muéstrate!- grité. De pronto, cuatro hombres armados salieron de los árboles. Tenían tilmas del mismo color del árbol y las hojas para poder camuflarse entre ellos. Solo una palabra rondaba en mi mente, mexica. Los Nahuas del pueblo de Tenochtitlan. Pero, debo preguntar, ¿que hacen aquí, lejos de su ciudad? ¡Intrusos! ¿Que hacen en tierras tlaxcaltecas? Los soldados se rieron de mi. Es demasiado peligroso para estar caminando solo por la selva - dijo uno de ellos. Por supuesto que sí. Nunca se sabe si anda enemigos por ahí, ya sea animales o Yao' (guerreros) - dijo otro.

Las palabras del chaman resonaban en mi cabeza. No mires hacia tras. Sigue tu camino, los cuatro hombres me siguieron. ¿A donde crees que vas, pequeño tlaxcalteca? ¿Aún no hemos terminado nuestra conversación tan amena - mofó uno de los soldados que parecía ser el líder de los cuatro. Seguía caminando, aumentando velocidad en cada paso. Paré un momento al escuchar una voz femenina desconocida en mi mente diciendo: Joven, corre. Corre hasta que estés a salvo y cuando nadie te ve, conviértete en Guerrero Ocelotl. No era la voz de Mixtle, era la voz de otra persona. No hallé la dueña de la voz. Aún así, le hice caso - corrí. Corrí más rápido que fuera posible. Sentí que corría como los jaguares. Los cuatro hombres que me venían siguiendo no podían alcanzarme.

Llegué a una parte del camino donde no había selva, pero había arena. Algo común en esta parte de Tlaxcala, lejos de Tizatlán y la selva. Fue aquí donde decidí convertir en Guerrero Ocelotl. Por la primera vez, decidí utilizar el poder innato del jaguar del camuflaje. Alcancé escuchar los hombres murmurando entre ellos. Sal, sal, dónde quiera que estés, tlaxcalteca - mofó el supuesto líder. Solo queremos hablar- dijo otro hombre, sacando su macehualtin.

Me acordé de la técnica de Damon. Hablé del lugar de donde estaba escondido. Grité: ¡Soy el Nahual elegido por Tezcatlipoca! Los hombres armados empezaron a tener miedo, salvo el líder. El líder era el supuesto valiente. Lo demostró al decir: Salte elegido, y así veremos que tan fuerte eres. No puede ser que un simple humano vestido de rojo puede, pausó y vio como salí de mi escondite. ¿Estabas diciendo algo, yao (guerrero) ? La misma voz femenina resonó más fuerte en mi mente, pero esta vez era una canción, tales como las canciones que mi madre, Cuicatl me cantaba: Espiritu de Guerrero, Corazón de Campeón, Heme aquí, Escucha mi canción. Abajo los Mexica, Arriba los de Tlaxcala, Haz lo que te digo, escucha por favor, mata los Yao', mátalos ¡YA!

Mis ojos tornaron verdes, un color bastante raro para nosotros los tlaxcaltecas. Grité a los hombres armados: ¡Guerreros! ¡Soy el inicio de su final! y luego, gruñí. Un soldado quiso sacar su Átlatl para atacarme. Pero antes de que podía insertar su Tlacochtli, yo rasguñé su pecho, cerca del corazón. Se notó que rasguñé lo suficiente para ver como la sangre salía a chorros. Otro soldado, sacó su Tlaximaltepoztli (un hacha con una hoja hecha de bronce) para poder atacarme, pero mis garras reaccionaron más rápido. Quedaron dos, uno se fue corriendo, más el que parecía ser el líder quedó parado. De pronto, una sombra apareció atrás de éste. Hasta yo tenía miedo, tanto por mí y por el alma que estaba frente a mí.

La sombra tornó forma de humano, pero a la vez, no era tan humano. Tenía la forma como mi Guerrero Tliltentzontli, pero la cabeza no era de dicho animal. Era una cabeza deforme, ni se cómo describirlo. Sus dientes al igual que sus garras tenía aspectos similares que mis garras. Aun así, lo que me resultó conocido fue su voz. Esta sombra dijo: Mexica, maldigo tanto a ti y a tu pueblo. Vendrán gente de mi tierra quienes te destruirán por completo. He dicho, y así será. Al decir eso, la sombra maléfica uso sus garras para cortar dicho soldado. Fue un corte tan profundo que hasta su alma salió de su cuerpo. De pronto, la sombra estaba frente a mí. Le dije: ¿Eres tú, Damon? La sombra dijo: Guerrero Jaguar, tanto tiempo sin verte. Te diré algo: No escuchas esa canción, cualquier canción cantada por una mujer. Júramelo. La sombra se fue sin decir ni una sola palabra. Gracias, Damon- se había ido antes de que podía darle las gracias. Seguí el camino y me encontré con una mujer.

Mah cualli Xihualacan Cuapiaxtla, Xiuhcoatl. Bienvenido al desierto de Cuapiaxtla- dijo la mujer alta, de piel morena. Traía puesto un cueitl (una falda larga) y un huepilli (una camisa larga), del mismo color que la arena. Le dije: Salve, cihuatl. ¿Cómo se llama? La mujer me contestó: Nehuatl Xalli notoca. Me llamo Xalli. Y soy de la Tribu de Huitzilopochtli. Pausó y continuó: Nehuatl Cuapiaxtla nichantia. Vivo aquí en Cuapiaxtla. Ella me miró con unos ojos que con los cuales, sentí como sí miraba hasta mi tonalli. Ella me dijo: Has sido tocado por todos menos los seres del agua. Eso no complicará las cosas. Ahora una diosa está por bendecirte con los caminos del lagarto. ¿Estás listo, Nahual Oscuro?

¿Nahual Oscuro?- pensé. Ha pasado años que me han dicho eso. Me acuerdo, el Tlacacuetlachti de Miquinztli, fue el. Yo era el Nahual Oscuro. Pregunté: Xalli, explícame, ¿qué es eso del Nahual Oscuro? Ella me contestó: ¿Mixtle no te lo ha comentado, cierto? Negué con la cabeza para afirmar que no sabía de lo que estaba comentando. Pronto tendrás los veinte y siete años, ¿cierto? - me preguntó. Incliné con la cabeza para indicarle que sí, cumpliré los veinte y siete años. Xalli me contestó: Entonces, pronto tu sabrás que significa ser el Nahuacualli, el Nahual Oscuro. Pero hoy no te entretendré con eso, hoy convertirás al cuetzpalin, el lagarto. Hoy conocerás la Diosa Malinalxochtil.

Xalli y yo caminamos y seguíamos hablando. Malinalxochtil es la patrona de todos los reptiles, pero sus favoritos son los reptiles desérticos. Supongo que sabrás que debes orar a esa Diosa. ¿Sabes la oración del desierto? Le había contestado que no. No dijo nada más. Ella primero dibujó un circulo en la arena - tal cual como Mixtle había hecho con la sal en el templo. Ella empezó a decir unas palabras incomprensibles en náhuatl. Xalli empezó a orar: Diosa Malinalxochtil, la flor de hierba, guardiana y patrona de las serpientes, escorpiones, reptiles e insectos del desierto, Hermana del Dios de la Guerra: Deja que este Nahual aprende tus caminos, los caminos reptilianos, deja que Xiuhcoatl convierta en tu animal preferido: Cuetzpalin. Me miró a los ojos y dijo que repitiera la siguiente oración: Malinalxochtil, quiero ser como tu animal preferido. Déjame ver el mundo a través del lagarto. Quiero caminar sobre las dunas, sobre tu reino, el desierto. Hermana del Dios Bélico, conviértame en cuetzpalin.

Esta transformación fue algo muy diferente. Mi piel empezó a cambiar de textura. Ya no era una piel morena, ya era una piel escamosa. Me hace recordar la transformación a medias de Breon. Como el caimán, el lagarto es un réptil. La única diferencia es que el lagarto es un ser de tierra y el caimán es un ser del agua. Por la primera vez, mi cuerpo no se encogía, solo la textura fue lo que cambió. Mi lengua creció en tamaño, pero a la vez también se encogió. No era grande como las de los humanos, sino era más como la serpiente. Mi cabeza tornó más plana. Mis mejillas eran más pegadas al hueso.

Era un lagarto, mantenía mi tamaño de humano. Sin embargo, no tenía mis extremidades humanas, sin embargo, tenía extremidades reptilianas - pues de lagarto. Xalli después me dijo: Bien, Xiuhcoatl. Así tú puedes ser parte con la arena. Pero ahora, yo te voy a enseñar algo más. Te das cuenta de que cada animal tiene su Forma Bélica o Forma de Guerrero - el lagarto no tiene excepción. Será muy fácil convertirse a Guerrero Cuetzpalin, dado que la hermana de la Diosa Patrona del lagarto es el Dios de la Guerra. A excepción de otros animales, no tendrás que rezar, solamente ya estar transformado en lagarto. Mírame.

De pronto, ella empezó a mudar su piel. De una piel tan fina, tan delicada, salió una piel escamosa. Sus escamas tenían un tono verdoso, no tanto como las plumas del quetzal, pero tenían un color verde suave. Vi como ella cambió de forma tan rápida, sin dolor, aunque pude escuchar como rompieron cada uno de los huesos al transformarse. Vi como ella se paró como humana, aun así, todo su cuerpo era de lagarto. Xalli me dijo en una voz muy ronca: Ahora, conviértete en Guerrero Cuetzpalin.

Como los lagartos no hacemos ningún tipo de ruido, no pude gritar, chillar ni gruñir. Noté que empecé a mudar mi piel, al igual como lo hizo Xalli. Las manos mías ya no eran reptilianas, sino ya eran mitad humana y mitad reptiliana - al igual que en mi forma de Guerrero Tliltentzontli - para poder manipular un arma.

Con esa voz ronca, Xalli me dijo: Ahora, atácame. Atácame Guerrero Cuetzpalin. Atácame. Usa tus nuevas habilidades reptilianas en combate. Respiré profundo. Me acerqué con Xalli en su forma de Guerrera Cuetzpalin, y grité con la misma voz ronca que ella tenía. Al terminar el grito, sangre salió de mis poros, como si fuera una manera de defenderme. Empecé a rasguñarla y morderla y luego ella a mi, y de pronto, escuché una canción en mi mente. Una canción de la misma mujer que me cantó más temprano. La canción iba algo así: De Cuetzpalin a guerrero, hijo del desierto, muestra la mujer, quien es el líder. Heme aquí Nahual, escúchame ya, mata esa cihuatl, mátala ¡YA! Mis ojos tornaron verdes, así como la vez anterior. De la arena, fijé que un arma estaba allí escondido. Me agaché y tomé el arma, era igual que el arma que usé cuando era el Guerrero Tliltentzontli.

Xiuhcoatl, ¿qué te pasa?, preguntó Xalli, ¿Qué pasa con tus ojos? Le miré y le dije: Me dicen que debo matarte. Xalli me contestó: ¿Quién quiere verme muerta? De pronto, yo le dije: La que canta esta canción. Está cante y cante. Es una cuicatl (canción) tan hermosa, pero está muy violenta. De pronto empecé a batallar contra Xalli. Después de retraer unos pasos, Xalli revertió a su forma humana y empezó a cantar: Hija del dios de agua, ¿porqué andas tan malhumorada? Deja en paz este ser - te pediré, pues será yo quien te echaré. Después de un breve silencio, Xalli gritó: ¡Sal de él, descendiente de La Atlanchane! De pronto, ya no pude atacar. Mis ojos ya tornaron a su color original - marrón. Me revertí en mi forma humana y de pronto sentí que quería vomitar.

Vomité, pero no de lo que había comido. Vomité puro agua. Agua cristalina, agua como si fuera del Lago Texcoco. La diferencia es que esta agua que salió de mí, pues estaba hirviendo. El agua empezó a tornar forma humana. Tornó forma de una mujer de piel morena clara, con pelo oscuro. Su cara era linda, hermosa, tenía aires de mi madre, Cuicatl. De pronto, ella miró hacia abajo y en una cuestión de segundos, ella miró hacía mi con una cara terrorífica. Una cara de escamas verdosas. Ella era la arquitecta de las canciones en mi mente. Le pregunté: ¿Quién eres tu, atzcihuatl (Mujer Acuática)? ¿Cómo llegaste a mi? La mujer o figura acuática me respondió: Yo soy una de hijas de Tlaloc, las descendientes de La Atlanchane. Me llamo Atzin. Debo de darte las gracias, fui el espíritu que estaba en las Cascadas de Atlihuetzía. Su chamán supo bien que había algo antiguo en el río. Sin embargo, no le hiciste caso.

Me vino varias memorias, incluso uno que por algún motivo me ha olvidado. Una memoria que al parecer sucedió. Fue el día de la batalla contra las Tzitzimime. Cuando el sol estaba cubierto por las nubes negras, efectivamente tomé agua del río. ¿Pero, cómo logré olvidar esa memoria? De pronto escuché a Xalli peleando contra la Atzcihuatl. Tomé la iniciativa, me convertí en Guerrero Ocelotl y rugí. La Atzcihuatl, Atzin, me miró y ella soltó un chillido tan fuerte. Un chillido que me hizo recordar a los chillidos de los Camazotz que usan para buscar su presa. Me acerqué a la tal Atzin y le dí con el arma que encontré cuando era el Guerrero Cuetzpalin. De pronto, al caminar, la mitad del cuerpo de Atzin se había caído al suelo. Lo cual, reveló la realidad sobre la Atzcihuatl, le dura realidad, ella era mitad humana y mitad pez, o monstruo acuático. Xalli rompió el silencio al decir: Atzcihuatl, Mujer del Agua, Mujer Acuática. Las descendientes de La Atlanchane. Es un verdadero demonio del agua.

De pronto, el cadaver de Atzin había desecado. Literalmente, era un pez fuera del agua. El calor del desierto al igual que los rayos del sol ayudaron con la descomposición. Poco a poco, vimos exactamente de que fue hecha esta tal Atzin. Xalli luego me dijo: Xiuhcoatl, ve de inmediato con el chamán. Llévale el cadaver de esta Atzcihuatl. Ve como Guerrero Cuetzpalin. Algo que tu debes de saber sobre ese animal es que corre bien rápido y por otro lado, el es fuerte. Así que, corre cuetzpalin, corre y lleva el cadaver con Mixtle. Mi misión era clara: ir con el chaman. Así que me convertí en Guerrero Cuetzpalin y llevé el cadaver en mis brazos. Empecé a correr hacía Tizatlán. Llegando al camino principal, ni me di cuenta si los cadáveres de los soldados mexicas que me perseguían aún estaban en el suelo. Me detuve un momento. Los cadáveres no estaban. Pero eso sí, miré un charco. Un charco de la misma agua cristalina que yo había vomitado hace poco. ¿Las Atzcihuatl tendrá algo que ver? De pronto recordé mi misión - ir con el chamán. Retomé el camino y seguí corriendo.

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