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Cipactli - Caimán

La tierra y el mar se movían a causa del terremoto, más bien, por el despertar de la Titán Primordial del Mar que invocó Itzel. De nuevo, ésta gritó, pero ya con una voz más endemoniada: ¡Xijhuian! ¡Ataquen! Los Descendientes de la Atlanchane y Cueyatin que quedaron renovaron sus fuerzas y empezaron a atacar de una manera más hostil. Y así fue, ambos enemigos atacaron a los Nahuales y a los guerreros de las tres tribus. Pero, aun así, nosotros aún teníamos fuerzas. Aún teníamos esperanza. E incluso, Diego, ya convertido en Guerrero Cuauhtli, seguía orando a este tal Remiel. Entre rezos oí los nombres Tezcatlipoca, Quetzalcóatl y Ehécatl - ¿será que él ya sabe a quién debería orar?

Entre pensamientos, vi que Itzel empezó a atacar más salvaje. Sabía que pronto vendría la Titán, pero supongo que quería facilitar el trabajo de Ésta. Pero de pronto, oímos una voz masculina: ¡No la invocarán! Tu ofrenda ya echó a perder. Mi Tonalli se ha revelado. Todos mirábamos hacía la fuente de la voz y ¿Breon? ¡No puede ser posible! Éste empezó a emanar una luz verde oscuro. El mismo verde oscuro que tenían las escamas que siempre le aparecía al hacer intentos de convertirse a Caimán.

Itzel no podía creer lo que acababa de oír. Gritó: ¡Aoompa (bueno para nada), es demasiado tarde! La Titán de este lago me ha escuchado y emergerá muy pronto. Breon la mira y éste empieza a reír. Ja, Ja, Ja, ¿Aoompa? ¿Yo? ¡Aoompa, tú, mendiga Itzel! ¡Maldita seas, Descendiente de la Atlanchane! Breon miró al cielo, donde la luna era la única luz y hizo una plegaria: Chalchiuhtlicue, Señora de las aguas, Mujer que tiene su falda de jade. Tlaloc, Señor de la lluvia y del rayo. Déjame mover en las aguas. Déjame ser el caimán. Déjame enmendar lo que hizo la Titán del Mar. Dame las fuerzas para combatir como el caimán y contra, pausó, miró al agua, y con una luz verde oscuro en sus ojos dijo, Cipactli. Tal cual como la vez que lo miré hacer el intento de convertir en cipactli en el Templo y como lo miré hace un mes, su cuerpo empezó a cambiar de textura. De una textura fina y suave a una textura escamosa y dura. Una textura tal cual como la de los caimanes. Itzel luego dijo: Eso no importa, no cambiará mis planes en lo absoluto.

Itzel siguió peleando contra Diego, Zyanya y Miquinztli. Mientras tomé la oportunidad de apoyar a Breon, sanar a Damon y liberar a Atlahua. Damon dijo: Xiuhcoatl, mi aliado, gracias. Y debo decirte, invocando a un painal de Yeiteotl es muy difícil. Pero, tu debes detener esa invocación. Sí esa invocación se logra completar, ese painal podría matarme. Pero pronto hablaremos de eso y muchas cosas más. Primero, debo ayudar a tu amigo. Damon miró a Breon en plena conversión y le dijo: Breon, libera el poder del cipactli, éste puso la mano sobre el hombro de Breon y en eso éste soltó un lloro - un lloro de cocodrilo. Su cuerpo ya estaba listo para continuar con su transformación. La luz verde oscura cubrió su cuerpo como el fuego oscuro me cubría al convertirme en Cabra Negra y en Lobo. Pero en eso, la tierra suelta otro terremoto, y esta vez no llegó solo.

Desde las profundidades del lago, la Titán empezó a nadar, ya estaba despierta. La Titán, una criatura primitiva, mitad cocdrilo y mitad pez, emergió del Lago. Y ésta dijo: ¿Quién me ha invocado? Itzel miró a la Criatura y le dijo: Gran Titán Cipactli, yo la he invocado. Yo siempre he sido su sirviente fiel. Siempre la he adorado. Cipactli, la Titán le dijo: Entonces, te daré tu recompensa. Sumérgete al agua, y tendrás tu premio, Itzel. De pronto, apareció un Tepoztopilli o algo que se miraba como uno. Sentí como si esa arma me llamaba, quería que yo la usara. La recogí, y pronto, mi piel empezaba a emanar la misma luz verde oscura que Breon. Con una voz muy ronca grité: ¡Itzel, brinca al agua, te reto! Acepto el reto, Nahual - fue lo me contestó la misma ente demoniaca del lago. Itzel brincó al agua, brincó a lo alto, brincó tan alto que ella podía haber tocado el mismo cielo. Al caerse, ella notó que yo me posicioné de tal manera de que ella impactaría sobre el arma que tenía en mis manos. Ella gritó, supo que al impactarse, llegaría a su fin. Y así fue, Itzel, la última Descendiente de la Línea de la Atlanchane se ha finado.

Ja, ja, ja, Cipactli miró al cadaver de Itzel y con una sonrisa malévola dijo lo siguiente, ¿De verdad creen que los Cueyatin se morirán? ¿De verdad creen que los Atzoquichtin y las Atzcihuatin se dejarán de pelear tan fácil? Están muy equivocados. La Titán Cipactli lloró para invocar a todos los que estaban presentes. Exclamó: ¡Xicaqui Ajachtin (Escuchen sirvientes), llegó la hora del sacrificio! ¡Si están dispuestos a pelear conmigo, solo pediré ese acto, el sacrificio! Los diez Atzoquichtin y los veinte Cueyatin que quedaron decidieron ser parte del sacrificio. Las quince Atzcihuatin que quedaron se convertieron en Cihuateteo. Cipactli exclamó: ¡Pronto Cihuateteo, en tres años, volverán a tomar su venganza! ¡Se las juro! Miró a los Cueyatin y a los Atzoquichtin y dijo: Prepárense, viene su recompensa.

De pronto, entre las nubes oscuras, un rayo de luz brilló sobre donde los Atzoquichtin y Cueyatin estaban situados. Desde el cielo, una voz masculina exclamó: ¡Entes Marinos con sangre del inframundo, los mandó de nuevo a su hogar! Los Atzoquichtin disolvieron a espuma, y pronto el Lago Texcoco los consumía. Cipactli miró la fuente de la luz y exclamó: Yo soy la que manda, luz celestial. Aparte, los Cueyatin solamente escuchan a mi, su progenitora. Sangre de mi, pausó, ¿Qué? De pronto, los Cueyatin disminuyeron en tamaño y tornaron forma de ranas y sapos indefensos. La voz resonó de nuevo: Cipactli, Leviatán, tu ya no podrás engendrar el Cueyatl. Yo, Remiel, painal de Yeiteotl, te lo prohíbo. Damon se convirtió a su forma infernal y empezó a atacar a Cipactli. Aunque éste odia al painal, Remiel, supongo que esta vez él no hará daño a Damon. De pronto, la luz brillaba sobre ésta, pero otra luz brilló sobre mí y a Breon. La voz de Remiel continuo: Ahora ambos, reciban la marca del caimán.

Tanto Breon y yo ahora teníamos la textura de piel escamosa, de color verdosa. Ambos crecíamos más, casi al tamaño de Cipactli. Manteníamos nuestras formas humanoides, es decir, ya seriamos Guerreros Cipactin (plural de cipactli que significa caimán). Nuestros pies seguían con la misma medida, salvo que ahora tenían aspectos reptilianos - así como todo el cuerpo. Nuestras cabezas se hicieron mas planas y nuestras caras se expandieron en tamaño. Nuestras bocas ya eran más largas, las dentaduras ya no tenían su forma normal, como humano, ya tenían aspectos como los del caimán.

Y poco a poco, La Titán, Cipactli, ya se dio cuenta - al igual que nosotros, que Breon y yo ya no eramos humanos, éramos Guerreros Cipactin, listos para destruirla. Al ver esto, Cipactli exclamó: ¡No puede ser! ¡Maldito seas painal de Yeiteotl! Todo hubiera funcionado, pero Ámo, No. Gracias a ti. Remiel, a través de su luz celestial, exclamó: ¡Cipactli! Mi hora aún no ha llegado, así que dejaré que los dos Guerreros Caimán hagan su trabajo. Por cierto, Yeiteotl, ¡que se haga la luz! Y de pronto la luna y las nubes oscuras desaparecieron y el sol y cielo regresaron a brillar el día. La luz celestial se había regresado, pero sabía que pronto esa luz o ese Remiel volverá.

De pronto, levanté el Tepoztopilli y lloré tan fuerte para que Cipactli me podía ver, mientras Damon seguía rasguñándola y para que Breon, como Guerrero Cipactli, podría pegar la Titán con su cola. Cabe mencionar que Breon levantó un Tepoztopilli que estaba en el mar junto a un cadaver consumido por el agua y con éste empezó a atacar Cipactli. De pronto escucho un grito del Chamán: ¡Xiuhcoatl! ¡Usa la oración sagrada, solo tu la sabes ¡Así derrotarás a Cipactli!

Miré al cielo, sentí una paz en mi interior. Pero luego, esa paz se convirtió en ira. Sentí como si alguien hubiese cortado mi pie - tal cual como lo que hizo nuestro Dios Tezcatlipoca por nosotros hace milenios. Exclamé: ¡Tezcatlipoca, invoco mi Ueliti Ixkoyan, dame el poder para ser como tú, Gran Señor Oscuro! ¡Consúmeme con tu tletlacomi (fuego oscuro)! En mi interior, sentí el fuego oscuro de las entrañas de Mictlán. Grité: ¡Señor de los Espejos Humeantes, dame el poder para manipular el clima, para manipular la luna, para ser el dueño de la oscuridad y para ser el amo de las ilusiones! De pronto, mi vestimenta se tornó negra, ya no era rojo, como siempre tengo puesto. También los iris de mis ojos tornaron en negro. Ahora sí, el fuego oscuro me ha consumado. Grité con todas mis fuerzas: ¡Tezcatlipoca, invoco tu poder!

De pronto, abrí mi boca, y desde las profundidades de mi ser, salió un vórtice de arena. Un vórtice como los que ocurren en las tormentas de arena en el desierto de Cuapiaxtla. La Titán, Cipactli, hizo lo que todos presentes sabían lo que haría - huir. Brincó y sumergió a las profundidades del lago. Pero nosotros, Breon y Yo - como Guerreros Cipactin no nos detuvimos. Saltemos al agua y seguimos nuestra presa. Cabe mencionar, aunque estábamos en el agua, el Fuego Oscuro no se apagaba. De por si, Breon era más rápido que yo, así que, era facilísimo para el poder alcanzar a Cipactli.

Extendí mi brazo escamoso y mostré la palma de la mano a Cipactli. A la sorpresa de ésta, un rayo salió de la palma de la mano. En la superficie del Lago Texcoco, todos los Guerreros Nahuales y No Nahuales vieron los impactos de dicho rayo, los cuales los llamamos tlapetlantin (relámpagos), el sonido que resonaban tanto en el agua y fuera del agua lo llamamos itzmin (trueno). Al recibir el impacto del rayo, Cipactli se paralizó. Breon aprovechó este tiempo para seguir apuñalándola con su Tepoztopilli. Solo oíamos los llantos de agonía que ésta soltaba. Por la primera vez sentía tanta pena y lastima por la criatura - aunque recordando las historias de Mixtle, pues, Cipactli era la enemiga mortal de nuestro Dios Tezcatlipoca.

De pronto, Cipactli cobró vida de nuevo, y entre llanto exclamó: ¡Ahora comeré a los dos! ¡No me importa si serán de mi raza! ¡No me importa si son cipactin! ¡Yo los mataré! ¡Espero que los tratarán bien en Mictlán! ¡Esto es venganza por lo que hizo, pausó y me apuntó, TU DIOS! Abrió su boca, revelando sus dientes filosos, listos para desgarrar las pieles escamosas - tanto de mi y de Breon. Pero de pronto, yo grité a éste: ¡Lanza tu Tepoztopilli! ¡Tírala en su boca! Breon rezó lo siguiente: Que Huitzilopochtli y Tezcatlipoca guía mis manos al lanzar mi arma. Lanzó su arma y Cipactli la consumió. Ella gritó en agonía al sentir como picaba el arma de éste.

Después de escuchar los gritos de dolor de ésta, grité: Cipactli, Regresarás a las profundidades del Lago Texcoco. Nunca más volverás a causar caos en esta tierra. Por el nombre de Nuestro Dios, Tezcatlipoca, yo te, pausé, destierro. Señalé a Breon que agarrara mi Tepoztopilli que estaba en el fondo del lago. Telepáticamente le dije: Breon, cuando te doy la señal, apuñala, y éste entendió. Toqué el fondo del lago, justo debajo de Cipactli y dije: Tlalli, xapotla (Tierra, ábrete). Te lo ruego, de una vez por todas ¡Encarcela a esta Titán!

El fondo del Lago Texcoco abrió, un abismo fue lo que se estaba formando. Desde luego, la Titán empezó a sumergir en las profundidades. Cipactli dijo unas ultimas palabras: Los maldigo, Tlaxcalteca. Su tlatoani les fallará pronto. Se los prometo, escuchan la maldición de esta Titán. Su tlatoani, será un cobarde. Y tu, Nahuacualli, felicidades, ahora sí, eres el Ocelotl de Mictlán, el Jaguar Infernal, uno de los Yei Yaocaltin, las Tres Fuerzas. Después de una breve pausa, Cipactli continuó: Y la profecía dice: Cuando el Sabueso y Puma se juntan con el Jaguar Infernal, éstos tres serán la muerte de los Nahuales, de las Tres Tribus. Nadie se salvará. Todos morirán. Puedo morir feliz sabiendo que Tú serás la muerte de todos los Nahuales, incluyéndote. Soltó una risa malévola. Grité: ¡Breon, ahora! Breon apuñaló la frente de Cipactli, justo el lugar donde nuestro Dios Tezcatlipoca le quitó la vida. Por la primera vez, Cipactli gritó como una mujer, una mujer cuya voz me parecía conocida. El abismo empezó a cerrar, causando un terremoto. Al cerrar el abismo, Cipactli exclamó: ¡Mi Hijo! ¡Cihuatl, Me prometiste que no le ayudarías, XochY por fin, esta ente caótica fue encarcelada en las profundidades del Lago Texcoco, nunca más podrá causar destrucción en el Valle de Anáhuac.

El nombre de la dueña de la voz, con la cual Cipactli usó para gritar fue revelada, Xochitl, el nombre de la madre de Breon. ¿Qué tiene que ver ella con todo esto? Al caso, ¿fue ella la que causó todo este problema con Cipactli y los Descendientes de la Atlanchane?

En cuanto emergimos del lago, nos revertimos a nuestras formas humanas. Todos los Guerreros presentes, de las tribus gritaron en victoria. La Guerra contra el Agua terminó. Todos éramos libres de las garras de Itzel. Zyanya corrió hacia mí y ella me abrazó y me dio un beso en la mejilla. Yo ya estaba más seguro, ella es mi namiqui, mi compañera de vida. Pero, aún así, no puedo negar mis sentimientos. Pero de algo estoy seguro, debo sacrificar mis sentimientos reales para estar con mi namiqui, sé que la amaré, pero como todo, tengo miedo. El Soldado, Diego, me abrazó, algo muy extraño para una persona que se supone es nuestro enemigo. Recibí el abrazo, fue un abrazo cálido, era como si yo ya hubiese conocido a este Soldado desde hace mucho tiempo. Itzatlapalli me miró y me dio un abrazo. Busqué a Tzilmiztli y a su namiqui, Aketzali, pero no los pude encontrar. Supongo que estuvieron cerca de las puentes a Tenochtitlán. Finalmente encontré a Mixtle, el me dio un abrazo, y me dijo al oído: Tus padres serían muy orgullosos de ti. Ahora, ve a descansar, mañana nos cuentas todo.

Matlactlionce Itzcuintli, Hueytozozli, Ce Ácatl

Día 11 Perro, Mes de la Gran Velación, Año 1 Carrizo

11 de mayo de 1519

Entre la apertura de mis ojos, vi un hombre mexica despertándome, diciendo: Xiuhcoatl, lamento despertarte, pero tu chamán desea hablar contigo. Breon está aquí acompañado por Tzilmiztli, Aketzali, Miquinztli y el Soldado.

Me levanté de donde dormía y me sentí muy extraño. De pronto, me doy la vuelta y miro a Damon. Éste me dijo: Salve, Xiuhcoatl, Nahual Oscuro de Tizatlán. Le contesto: Salve, Damon, Tzitzimitl Eutlocpatl (Europeo). Por la primera vez, este Tzitzimitl me abraza. Éste dijo: Xiuhcoatl, debemos de hablar. Caminó conmigo, fuera de la habitación mía y empecemos a hablar: De ahora en adelante, ya no quiero que me digas Tzitzimitl, quiero que tu me digas Demonio. Usé tu palabra Tzitzimitl para poder unirme a las fuerzas de Itzpapalotl. Ya que ella se ha vuelto a su hogar, yo ya no me considero como Tzitzimitl. Pero eso no es la temática de esta pequeña conversación. Quiero prepararte para algo que de verdad tiene que ver con tu destino y el de toda tu Tribu. Le interrogué: Me estás asustando, Damon, ¿qué sucede?

Damon me contestó: Xiuhcoatl, hay fuerzas mayores que están jugando aquí con nosotros. Personas y Entes que no quieres que sean tus enemigos. Quiero, si es que tu me dejas, protegerte. Supongo yo que sabes la profecía, o la Itoliztli, ¿estoy en lo cierto? Le señalé que sí. Continuó: Entonces, ya sabes con quién te tocará pelear después. Miré la ciudad de Tenochtitlán, miré su belleza. ¿Quién diría que pronto, tendré que pelear en estas mismas calles? Dime que no es lo que estoy pensando, Damon. Tengo que pelear contra los Nahuales de las Tribus de Quetzalcoatl y Huitzilopochtli, ¿cierto?- le pregunté. Cuando me volteé a verlo, ya no estaba, pero algo me decía que yo tenía razón.

Fui a la Sala Real donde se encontraba la gente de mi Tribu y el Tlatoani mexica y su consejo. Xiuhcoatl, dijo Mixtle, nuestro chamán, es hora de hablar acerca de lo sucedido. Haremos esto, y ya volveremos a nuestra Tizatlán. El Tlatoani Moctezuma me dijo que él prometerá pasaje seguro hasta las afueras del Valle. Miquinztli me miró y se paró conmigo. Lo hice, pausé y luego seguí, ya he logrado obtener mi Ueliti Ixkoyan. Nadie sabía que decir. Continué: Por otro lado, tuve una conversación muy amena con una mujer, llamada, pausé, no puede ser. Todos mirábamos a la mujer de tez morena clara que entró a la Sala Real. Mah cualli tonalli (Buenos días). Nehuatl Xochitl Notoca (Mi nombre es Xochitl). Estoy aquí, por que Breon es mi hijo y merezco saber que fue lo que le pasó.

Xochitl corrió hacia Breon y al momento de acercarse con su hijo, éste le confrontó: Cihuatl, con todo respeto, ¿Quién eres tú? Xochitl no pudo creer que su hijo no la reconoció. Le contestó: Nocipiltsintli (Mi hijo amado), soy tu nantli (madre). Breon le objetó: ¿Cómo puede ser posible que eres mi madre? Mi madre me abandonó. Breon, alterado por lo que decía la mujer, gritó: ¡Saquenla de aquí! Antes de que los guardias reales podían acercarse a Xochitl, ésta empezó a cantar: Kizaya Teokalli Tonal Chokani, ihkuak pano onik itta. Kualnezki tlakemitl uikaliz Chokani, tlen Tonantzin tik melotka (Salías de un templo un día, Llorona, cuando al pasar, te vi. Te vi con tu hermoso atuendo, Llorona, parecías a la Madre de los Dioses). Después de un breve silencio, Breon cantó: Ihuo no Chokani, Chokani, Chokani, uikalli atoyatl (Ay de mi, Llorona, Llorona, Llorona llévame al río). Xochitl continuó: Ihuo no Chokani, Chokani, Chokani, uikalli atoyatl (Ay de mi, Llorona, Llorona, Llorona llévame al río). Acercándose, ambos cantaron: Xi tlapacho mo tilmantli, Chokani, pampa ni mikiz in zeuatl. (Tápame con tu rebozo, Llorona, para morirme en paz).

Al terminar de cantar la canción llamada Chokani, Xochitl tocó el pecho descubierto de Breon, justamente donde el corazón está situado. Al tocarlo, memorias fluyeron a la mente de éste. Una memoria en particular mostró la identidad de la mujer Xochitl.

--Años atrás

Ome Cipactli, Xocothuetzi, Matlactliomei Calli

Día 1 Caimán, Mes de la Maduración de los Frutos, Año 13 Hogar

15 de septiembre de 1453

Tizatlán, Tlaxcala

La memoria empezó así: un niño que estaba por cumplir diez años empezó a crear dos altares. Una mujer pelinegra alta de tez morena clara dijo al niño: Nocipiltsintli, ¿que haces, mi vida? El niño, todo alegre volteó a ver a la mujer, y dijo: Mami, Mami, estoy creando altares a dos Diosas importantes para mi. Sorprendida por la devoción del niño, ésta le dijo: ¿Y quienes son esas Diosas, mi niño hermoso? El niño soltó una pequeña risa, y éste dijo: La Diosa Xochiquétzal, pues por tu nombre mami, Xochitl, apuntándose al altar, éste continúo, ella es la protectora de las madres jóvenes. Después de otra pequeña risa, éste siguió: El otro altar es para la Diosa Yohualticetl, guardiana de niños, como yo.

La mujer, Xochitl, dio un fuerte abrazo a Breon, y ésta le dijo: Nocipiltsintli, mañana debo ir a un viaje. Sé que mañana es el día que tu naciste. Pues, fue el día que nació todas las flores. Pero tendré que ir, hijo mío, a crear una mejor vida para nosotros. Después que tu padre nos abandonó, pues, nada ha sido igual.

--En el presente...

Sala Real de Tenochtitlán, Valle de Anáhuac

Nantli (madre), de verdad, ¿eres tu?, sollozó Breon. Con lágrimas en sus ojos, Xochitl le contestó: Kema (sí), Nocipiltsintli, mi hijo amado, soy tu nantli. Ambos se abrazaron, las lágrimas corrieron desde los ojos hasta la mejilla y de allí al suelo. Incluso el Tlatoani Moctezuma lloró de felicidad, al igual que los demás presentes, incluyéndome. Mamá, dime, ¿regresarás con nosotros?, Breon cuestionó. En una voz baja, Xochitl le replicó: No puedo regresar a Tizatlán, no después del pacto que hice con la Diosa Tlalcihuatl, pero les ayudaré desde aquí desde Tenochtitlán.

El Chamán, Mixtle, preguntó a todos: Viendo que todo se ha solucionado, ¿qué tal si ya nos vamos a casa? El hijo del Tlatoani, Xicoténcatl Axayácatl, contestó: Tlatoani Moctezuma, Soldado Cuauhtémoc, ha sido un gusto, pero ya nos retiraremos.

El Chamán, Xicotencatl Axayacatl, Breon, El Soldado Diego, Miquinztli, Zyanya, Tzilmiztli, Aketzalli y los sobrevivientes tlaxcaltecas iniciamos nuestro camino a casa. Pronto la Ciudad Odiada de los Mexica, era solamente un producto de la memoria. ¿Pero quien diría que pronto regresaremos a esa ciudad?

Pronto llegaremos a Tizatlán, donde podremos descansar por un tiempo. Pero sé que con esto de mi Ueliti Ixkoyan (Poder Personal), Mixtle no querrá descansar. Y ahora más con lo de Yei Yaocaltin (Tres Fuerzas) que decía Cipactli. Ahora sí, más que nunca, tendré que entrenar más.

Cuando ya estábamos fuera de la mira, Titlantemoc, que estaba esperando junto con el Tlatoani Moctezuma, preguntó: Tlatoani, de verdad, ¿encontraste lo que buscabas? Después de un silencio, Moctezuma contestó: Sí Titlantemoc, encontré la única manera de destruir el Nahuacualli. Pero el solito, caerá en la trampa. Lo huelo en el aire.

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