Rhode

El sonido del viento golpeando las ventanas llenaba la casa con un eco inquietante. Me recosté en mi cama, mirando el techo mientras mi mente vagaba en un torbellino de pensamientos. Las palabras de Axl resonaban en mi cabeza una y otra vez, como un disco rayado.

"Amor es solo una debilidad. No es algo que podamos sentir."

Aquella afirmación había salido de sus labios con tanta frialdad, tanta convicción, que por un momento casi le creí. Casi pensé que estaba en lo cierto, que seres como él eran incapaces de sentir algo tan humano, tan profundo como el amor. Pero luego recordé algo. Recordé las historias que había leído, las leyendas y los mitos en los que los seres más oscuros y poderosos habían caído bajo el hechizo del amor.

En mis libros, el amor era una fuerza imparable, capaz de cambiarlo todo. Era tanto una bendición como una maldición, algo que podía salvar o destruir. Y, sin embargo, era humano. ¿Qué significaba eso para Axl? ¿Podía él, un ser que parecía tan alejado de la humanidad, ser tocado por esta emoción tan pura, tan dolorosa?

Me senté en la cama y abracé mis rodillas. Miré alrededor de la habitación, una mezcla de confort y opulencia que parecía tan fuera de lugar en medio de todo este caos. Axl me había traído aquí, a esta casa extraña, y me había dado todo lo que podía necesitar. Ropa, comida, un lugar para quedarme. Pero ¿por qué? ¿Qué ganaba él con todo esto?

Empecé a pensar en lo que Axl representaba realmente: el caos, el desorden, la destrucción. Él era todo lo contrario a lo que siempre había conocido. Para él, el amor era una debilidad. Una trampa en la que los humanos caíamos una y otra vez, cegados por algo que, en su mente, no tenía ningún sentido. Pero ¿y si estaba equivocado? ¿Y si el amor era la única arma que teníamos contra él y su especie?

Un pensamiento empezó a tomar forma en mi mente. Una idea tan descabellada que, de alguna manera, parecía perfecta. Si Axl creía que el amor era una debilidad, tal vez podría usar eso en su contra. Tal vez, solo tal vez, podría enseñarle lo que realmente significaba amar. Y al hacerlo, podría encontrar una forma de debilitarlo, de hacerle ver que incluso él no era inmune a esa emoción tan humana.

Tomé mi libreta, esa en la que había estado anotando cada cosa que Axl me decía, cada detalle que descubría sobre él y su especie. Empecé a escribir rápidamente, dejando que mis pensamientos se vertieran en el papel.

"Voy a jugar su juego. Voy a ser una de esas heroínas de mis libros, la que se sacrifica por un bien mayor. Y si tengo que arriesgarlo todo para enseñarle a Axl lo que significa amar, entonces lo haré. Porque si hay algo que he aprendido de todas esas historias que he leído, es que el amor, aunque doloroso, siempre vale la pena."

Respiré hondo, sintiendo cómo la determinación se asentaba en mi interior. No sabía si funcionaría, no sabía si podía hacer que Axl sintiera algo tan ajeno a él. Pero tenía que intentarlo. Tenía que hacer algo por la humanidad, aunque eso significara ponerme a mí misma en el centro de este juego peligroso.

Me levanté de la cama y caminé hacia la ventana, mirando hacia el cielo oscuro y sin estrellas. Pensé en mi familia, en todas las personas que había dejado atrás en el campamento. En Copito, que dormía a mis pies, su respiración tranquila contrastando con mi mente agitada.

Cerré los ojos y me imaginé siendo una de esas heroínas. La que tomaba el destino en sus manos y no esperaba a que alguien más la salvara. La que luchaba, incluso cuando las probabilidades estaban en su contra. Y por primera vez en mi vida, sentí que podía ser fuerte. Que podía ser valiente. Que podía ser más que una simple chica que leía libros y soñaba con aventuras.

Abrí los ojos y miré mi reflejo en el cristal de la ventana. "Voy a enseñarte lo que significa ser humano, Axl," murmuré, como si pudiera escucharme a través del viento. "Y te voy a enseñar lo que significa amar. Porque, aunque creas que es una debilidad, es lo que nos hace fuertes. Es lo que nos hace humanos."

Mientras pensaba en esto, escuché pasos fuera de mi habitación. Me acerqué a la puerta y la entreabrí con cuidado, lo suficiente para ver a Axl caminando por el pasillo, su expresión más sombría que de costumbre. Al final del pasillo, vi que se unía a un grupo de entidades que nunca había visto antes. Su presencia era extraña y amenazante, llenando el aire con una sensación de inquietud.

Sin hacer ruido, me deslicé fuera de la habitación, asegurándome de que Copito, que dormía plácidamente en el suelo, no se despertara. Me escondí detrás de una puerta medio abierta y escuché.

—Tenemos que ser eficientes—Axl hablaba con voz autoritaria, una que nunca le había escuchado usar conmigo—. El tiempo en este planeta se agota.

—No entiendo por qué sigues perdiendo el tiempo con esa humana. Sabes que deberíamos haber terminado esto hace días. Tu padre no estará contento si seguimos retrasándonos —una de las entidades, una figura alta y delgada con ojos brillantes, replicó

—Axl, eres el hijo del mayor destructor de mundos. ¿Por qué sigues jugando a ser humano? ¿Acaso has olvidado nuestra misión? —Otra voz, más grave, intervino

Axl los miró a todos con una mezcla de desprecio y aburrimiento.

—Conozco mi misión. Pero aprender las costumbres humanas nos puede dar una ventaja en otros mundos. La información es poder.

Mi corazón latía con fuerza mientras escuchaba. Axl era el líder, el hijo de un ser que destruye mundos, y yo había estado pensando en él como alguien con quien podría razonar o incluso cambiar. Ahora entendía cuán equivocados habían sido mis pensamientos.

—¡Así que eres el líder de estas criaturas! ¿Y he estado en manos del destructor todo este tiempo? —digo, después que las entidades se marchan saliendo de mi escondite.

Axl giró la cabeza bruscamente hacia mí, su rostro endurecido y sus ojos más oscuros que nunca.

—No deberías escuchar conversaciones ajenas, Rhode.

—¿Y qué esperabas que hiciera? ¿Acostarme mientras planeas destruir mi mundo? ¿Destruirme a mí?

Axl dio un paso hacia mí, y en ese momento, sentí el verdadero peso de su presencia. Era como si el aire mismo se volviera más denso, más pesado, a su alrededor.

—Destruir es lo que hacemos. Y tú eres solo un juego. Algo para entretenerme hasta que termine nuestra misión.

Intenté mantener mi voz firme, aunque mis manos temblaban. —¿Eso es lo que soy para ti? ¿Una simple distracción?"

Él se rió, un sonido frío y sin alegría. —Exactamente. Los humanos son tan... predecibles. Tan fáciles de manipular con sus emociones, sus sentimientos débiles.

Tomé un paso hacia él, mirándolo directamente a los ojos. —Tal vez pienses que somos débiles, pero no tienes ni idea de lo que somos capaces de hacer cuando estamos motivados. Cuando amamos.

Axl alzó una ceja, divertido. —¿Amar? Eso es lo que más me divierte de ustedes. Creen que el amor es la respuesta a todo. Pero en realidad, es solo una trampa. Una forma de atarse a algo que no tiene sentido.

Mis manos se cerraron en puños, la ira burbujeando en mi interior. "Puede que pienses eso ahora, pero te aseguro que no has visto nada. El amor es más poderoso de lo que puedes imaginar."

Axl rió de nuevo, esta vez más bajo y amenazador.

—Sigue creyendo en tus cuentos de hadas, Rhode. Al final, todos caerán.

—Tú también puedes caer. ¿Qué pasa si te enamoras? ¿Qué pasa si tu corazón de piedra empieza a latir?

Por un momento, vi una chispa de algo en sus ojos. No estaba segura de lo que era, pero parecía diferente a su usual indiferencia.

—No es algo que suceda en mi especie. Somos inmunes a esa tontería.

Me di cuenta de que no podía dejarlo así. No podía simplemente aceptar que todo estaba perdido. Si había una forma de cambiar el rumbo, tenía que intentarlo. Axl era cruel, sí, pero tal vez había algo más debajo de esa superficie dura y fría.

Mientras volvía a mi habitación, cerrando la puerta detrás de mí, un plan empezó a tomar forma en mi mente. Iba a enseñarle a Axl lo que significaba ser humano. Lo que significaba amar y sentir. Y lo haría de una manera que nunca olvidaría.

Durante los siguientes días, me dediqué a hacer preguntas. Preguntas sobre su mundo, sobre su especie, sobre lo que le atraía de la Tierra. Axl siempre respondía con frialdad, sus palabras llenas de malicia. Pero yo no me rendía. Anotaba cada detalle en mi libreta, construyendo una imagen de él que pudiera usar en su contra.

Una tarde, mientras estábamos sentados en la sala, le propuse algo diferente.

—Necesito un descanso de todo esto. Necesito sentirme humana. ¿Por qué no hacemos algo que no esté en los planes de ninguno de los dos?

Axl me miró con curiosidad, sus ojos brillando con un destello de picardía.

—¿Y qué sugieres? ¿Una cita humana? ¿Vas a intentar seducirme, Rhode?

Sentí mis mejillas ruborizarse, pero no dejé que eso me detuviera.

—No estoy hablando de eso. Estoy hablando de experimentar algo fuera de lo normal. Algo humano.

Él alzó una ceja, claramente divertido.

—Interesante. Pero te advierto, soy inmune a tus encantos humanos.

Sonreí, aunque por dentro estaba nerviosa.

—Veremos sobre eso.

Decidí que iríamos al cine. No había sido muy lejos de esta casa, y sabía que podría ser una buena oportunidad para mostrarle a Axl algo de la humanidad que tanto despreciaba.

Durante la película, él observaba cada escena con una mezcla de fascinación y disgusto. Pero fue cuando me volví hacia él, en medio de una escena romántica, y le dije: —¿A quién vas a amar? —que vi algo cambiar en su expresión.

Axl se rió, una risa oscura y cruel.

—No puedo amar. Es una debilidad. Algo que me haría caer.

—Tal vez—respondí, sin apartar la vista de él—. Pero a veces, es en esa debilidad donde encontramos nuestra verdadera fuerza."

Él me miró, con sus ojos verdes perforándome, y por un segundo, pensé que tal vez, solo tal vez, había llegado a él. Pero entonces volvió a su habitual arrogancia.

—Juega tu juego, Rhode. Pero recuerda, no hay final feliz en esta historia.