En las afueras de Clirthorm, Escocia. En algún punto del siglo XVII.

La joven de largos cabellos rojizos corre con fuerza entre el tormentoso clima. Sus zapatos, desgatados, chapotean sobre el suelo fongoso, llenándolos aun más de barro. El bosque se cierra sobre ella: oscuro, penetrante, sigiloso. Casi como si la juzgara en el balancear estridente de sus hojas, como si, de alguna manera, pudiese saber lo que hizo. Y, quien sabe, probablemente es así.  Agotada, voltea con la esperanza de haberlos dejado atrás.

No corre con tanta suerte.

El sonido de cascos de caballos y los gritos furiosos provenientes a su espalda le dicen que está más cerca de lo que cree; que ni la lluvia, ni nada más, los hará detenerse. No puede permitir que la atrapen. Se coloca detrás de lo que parece un árbol frondoso, sus rodillas ceden ante el peso del dolor, cayendo sobre el húmedo suelo. Con sus brazos sobre su pecho, abraza con fuerza a la bebé entre ellos, cubriéndola como puede con la capa.

La criatura suelta un sollozo, lo que provoca un lamento en la ojiazul. Van a encontrarlas, ya no hay escapatoria. Puede sentirlo, quemando entre los bolsillos del vestido: el prendedor.

Murmura un lamento. No, no, no puede permitirlo.

No cuando ya está maldita.

Con una fuerza que podría haber desgarrado un par de tendones, se levanta con una mano el largo vestido mojado y pesado; continuando su camino.

Su respiración pesada y agitada se mezclan con el tumulto de sus pensamientos. Tan solo un poco más, un par de pasos más y todo habrá terminado.

Tal vez, después de todo; no tenga que ser la villana de esta historia.

NA: ¡Holaa! ¿Cómo están? En el proceso de desempolvar historias, me inspiré con el prólogo :)

Espero les guste.

¡Nos estamos leyendo!