Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo #10: ''Más preguntas y nuevos aliados'' parte #2.

Dicen que saber hacer las preguntas correctas en el momento adecuado es crucial. Ambas cosas son interdependientes; sin una, la otra no sirve y la situación está destinada al fracaso. Rae siempre ha comprendido esto y lo ha practicado sabiamente. En cambio, Nerys es más impulsiva y expresa lo que piensa sin filtros.

Normalmente, su hermana gemela la rescata de esas situaciones.

Así que para Nerys fue todo un desafío la semana en la que Rae estuvo inconsciente. Más allá de temer por el bienestar de su hermana, tenía que enfrentarse en soledad a un mundo desconocido. Uno donde su insolencia e imprudencia podían traerle consecuencias mucho mayores que si estuviera en el siglo XXI.

Cuando Rae perdió el conocimiento en los brazos del laird, la habían sacado a rastras de la habitación, por más que pateó y golpeó, intentando que volvieran a llevarla con su hermana.

La habían encerrado en una habitación luminosa, en el camino hacia alguna de las torres; en el primer piso. Y había permanecido ahí a la espera de cualquier cosa durante horas.

Tuvo tiempo para reflexionar sobre el encuentro abrupto. Sin embargo, no podía dejar de pensar en las miradas compartidas entre Edwin y Rae. Como poseídos, atraídos por alguna magia invisible, simplemente no habían podido dejar de mirarse.

Su conexión parecía sacada de un cuento. El laird abandonaba su dureza y crueldad al interactuar con ella, como si no pudiera evitarlo. Esto activó una señal de peligro dentro del pecho de Nerys, quien, con incredulidad, comprendió que aquel viaje apenas comenzaba y ya se complicaba más de lo que había imaginado.

Porque no entendía por qué.

Tampoco comprendía cómo.

Pero ese par de se miraba exactamente como ella solía mirar a Andrés y Andrés solía verla a ella.

Y eso no podía traer nada bueno.

Con los dedos temblorosos, Nerys pasaba las manos de forma constante por su cabello, en un tic nervioso.

La maldición. Ese juego cruelmente diseñado no hacía sino poner trabas en un camino ya empedrado. No podía permitirse tropezar con la primera piedra que encontrara, perder el control como lo había hecho en la sala con el laird y sus hombres.

Entonces, decidió que intentaría actuar como Rae.

Antes de hablar en cualquier circunstancia, intentaría pensar qué diría su hermana en esa situación. Es lo único que la ayudaría a sobrevivir el tiempo suficiente mientras esperaba por su hermana y descifraban cómo romper la maldición. Así como también le permitiría observar en detalle lo que sucedía a su alrededor.

Tocaron dos veces a la puerta, sobresaltándola. Unos segundos después, una mujer de cabello trenzado y ojos verdes apareció ante ella.

Nerviosismo recorrió el cuerpo ya tembloroso de Nerys. Reconoció a la mujer como la que había estado sentada junto al laird en la sala de reuniones. Aunque de expresión dulce, había en ella un aire de misterio que le provocaba desconfianza. Sonreía de una forma casi desconcertante.

Y si algo le había enseñado la vida a Nerys es que no todo es lo que parece.

—Nerys, ¿no es cierto? —preguntó la mujer con voz calma, mientras entraba en la habitación y se sentaba en una silla—. No temas, nadie va a hacerte daño. ¿Por qué no vienes a sentarte y me cuentas un poco de ti? Llamaré para que nos traigan té.

—¿Quién es usted? —murmuró la pelirroja, dando dos pasos vacilantes en su dirección.

La mujer volvió a sonreír.

—Digamos que una amiga. —respondió la del cabello trenzado, antes de carraspear un poco. Había algo en su mirada que la inquietaba, casi como si la mujer tuviese en su conocimiento algún secreto; uno que podría afectarles en más de un sentido. Comprendió entonces que debía ser cuidadosa, por ella y por...Rae.

Fue esa tarde cuando Nerys conoció a Ailis McClirthorm.

Y también la tarde en la que comenzó a hacer las preguntas correctas.





Nerys logró convencer a Ailis de la condición suya y de su hermana como ''curanderas'' de manera de que le permitiera pasar mucho más tiempo a su lado. Junto con el médico, la madre del laird y ella se turnaban para cuidarla especialmente durante las primeras tres noches, ya que gracias a una infección, Rae presentaba altas fiebres.

El sistema inmune de su hermana siempre fue débil, por lo que cualquier gripe se complicaba fácilmente. Como aquel virus que tuvo poco después de haberse enterado de la muerte de sus padres. La cuestión es que en el siglo XVII las medicaciones eran muy limitadas, ni hablar entonces de pensar en algún antibiótico. Dándole cada ocho horas infusiones cargadas de menta y saúco. Luego, crearon también una especie de crema viscosa con los mismos ingredientes para que sirviera como tópico para la herida abierta.

Sin embargo, nada de eso parecía calmar el dolor intenso e interno en el que parecía estar sumergida su gemela. Más que todo por las noches, Nerys, que dormía en una silla a su costado se despertaba debido a sus gritos en alguna pesadilla. Y por más que la abrazaba, no era capaz de hacerla calmar por horas.

Los gritos de Rae solían despertar a todo el personal de piso en el que se encontraban, que era el de servicio. Muchas de esas noches, miradas indiscretas se asomaban por las puertas de sus habitaciones y miraban hasta el final del pasillo, donde las extrañas gemelas se hospedaban.

Hasta que llegó la cuarta noche. Nerys había bajado a tomar un poco de aire fresco por insistencia de Ailis, quien se había decidido en acompañarla. Con el rostro pálido y la preocupación reflejada en cada una de sus expresiones, la pelirroja no había dormido en días. Pero ahora, la fiebre parecía estar más controlada y su hermana descansaba tranquila; por lo que pensó que dejarla sola unos minutos no causaría mayor alboroto.

Caminaba de brazos cruzados sobre la tierra fresca del patio interno del castillo, donde el olor a tierra húmeda y flores silvestres llenaba el ambiente, con la cabeza en mil pensamientos a la vez. La mujer de mediana edad, sentada en un banco a unos metros de ella, también la observaba con curiosidad. No había querido hacer muchas preguntas debido a la situación en la que se encontraban, pero saber más del pasado de aquellas gemelas le traía mucha curiosidad.

Entonces, lo escucharon. Gritos, un montón de ellos.

Todos provenientes de Rae, quien, a pesar de estar en una habitación en el ala opuesta del castillo, hacía que el eco llegara con fuerza a los oídos de la pelirroja.

Y no solo los gritos. Un dolor abrasador cubría su corazón, con una fuerza que pretendía desarmarla: Rae estaba sufriendo.

Nerys comenzó a correr, con tanta fuerza como sus piernas se lo permitían bajo el pesado vestido que le obligaban a usar; ignoró la voz que la llamaba a sus espaldas. Su mente solo pensaba en llegar a Rae.

Pero a medio camino, algo pasó. El dolor abrasador en su pecho se detuvo, así como también se dejaron de escuchar los gritos.

¿Pero qué...? Las lágrimas llenaban los ojos de la joven mientras seguía caminando. Hasta que, en el largo pasillo, la puerta de su habitación se presentó ante ella.

Caminó con paso tembloroso hacia la puerta, con el corazón latiéndole de forma exorbitante en el pecho; el miedo calándole hasta en lo más profundo de sus huesos. Si ya no dolía... ¿eso   significaba que Rae ya no estaba sufriendo...? ¿Y si...?

El sonido de una voz masculina interrumpió sus pensamientos. De apariencia cálida y tranquila,  provenía desde el interior de la habitación; parecía consolar a alguien.

Nerys jamás se esperó que nadie entrara a la habitación de las extrañas forasteras. Mucho menos encontrarse dentro de ella nada más y nada menos que al laird.

Así como tampoco que él estuviese sobre la cama con Rae en brazos; murmurándole con ternura cosas al oído.

Su hermana tenía los ojos cerrados. Sin embargo, una expresión cargada de calma se apoderaba de su rostro. Con la piel sudorosa, el laird pasaba sus dedos sobre su cabellera, apartando un par de mechones rebeldes de su rostro. Nerys debería apartarlo, separarlo con brusquedad de su hermana. Su instinto la instaba a intervenir; era un desconocido tocando a su hermana. Pero la calma en el rostro de Rae le generó un nudo en el estómago.

Como paralizada, se limitaba a observar con detalle la escena desde la entrada. Esa sensación de peligro que la había llenado en aquella interacción de su hermana con el laird aquella mañana volvía a invadirla, transformándose en un torrente de emociones que no era capaz de procesar. No era miedo a que el rubio lastimara a Rae, sino lo que implicaba que era el único que hasta el momento había sido capaz de calmar su desesperación.  Si, Nerys sentía miedo, miedo a una situación que los superaba a todos con creces.

Entonces, Nerys sintió una mano sobre su hombro. Al levantar la vista de la escena frente a ella, se encontró con Ailis parada a su lado, quien, con el entrecejo fruncido, observaba la escena con tal vez más confusión que ella. Casi como si hubiera visto un fantasma.

Ailis abrió y cerró la boca varias veces, incapaz de pronunciar sonido alguno; su rostro reflejando una confusión que Nerys conocía bien. ¿Qué significaba todo esto? Hasta que, finalmente, un par de minutos después, parecía volver a sus sentidos y una sonrisa traviesa llenó su rostro.

—Edwin, hijo —lo llamó en un tono de voz bajo. Fue entonces cuando el laird pareció notar su presencia; levantando su vista de Rae, se centró en ellas, quienes continuaban paradas cual estatuas junto a la puerta.

Pero no dijo nada; su expresión se endureció. Con cuidado, se levantó de la cama y volvió a colocar a Rae sobre la misma, cubriéndola con una manta. Se tomó un par de segundos más para acariciar con suavidad su rostro, con dedos temblorosos, casi como si su roce quemara.

Después, se alejó de la cama y, dando zancadas, se dirigió a la puerta, apartándolas con brusquedad antes de perderse en las sombras del pasillo.




9 de enero de 1615. Clirthorm, Tierras Altas, Escocia.

—Te lo prometo, Ner — dice finalmente Rae después de un par de minutos en silencio. Nerys, nerviosa, suelta una bocanada de aire que no sabía que estaba conteniendo.

—Gracias, Ra —responde, abrazándola con cuidado. Rae corresponde el abrazo, pero una semilla de duda sigue instalada en su pecho. Como si sintiera que su hermana no estuviese siendo completamente sincera con ella.

— ¿Segura qué solo es por la interacción de nosotros en el salón? —pregunta, en lo que se separan. — Pareciera haber algo más.

Nerys vacila por un par de segundos, su mente volviendo a la noche dónde encontró al laird abrazándola entre sus pesadillas, calmándola al instante. Pero no dice nada, asintiendo, asegura que nada más está pasando. Probablemente necesite averiguar un poco más antes de decirle ciertas cosas, por el momento, mejor mantenerla alejada de él, el mayor tiempo posible.

—Bien — dice Rae, sintiendo una especie de energía revitalizadora que no la acompañaba hace días. — Tenemos mucho trabajo que hacer.

Nerys asiente. Por las ventanas, los rayos tenue del sol parecen asomarse. El amanecer ya llega, y junto con él, continúa la búsqueda de respuestas.


11 de enero de 1615. Clirthorm, Tierras Altas, Escocia.

Han transcurrido dos días desde que Rae despertó, y esta es la primera mañana en que se siente lo suficientemente fuerte para salir de la habitación. Ayudada por algunas sirvientas, su hermana y Ailis se vistió con un largo vestido cuyo color es parecido al de sus ojos.

Su hermana, vestida con un vestido amarillo a juego, la sonríe con aliento y apoyo.. Rae siempre ha sentido incomodidad al llevar vestidos, y menos aún está acostumbrada a usar un corsé ajustado.

Las mujeres las habían interrogado, intrigadas por las inusuales ropas que llevaban, a lo que ellas respondieron que se trataba de una nueva moda proveniente de América. Y aunque Rae moriría por volver a ponerse sus zapatillas deportivas, guardadas en un baúl en su habitación, comprende que para integrarse en este lugar, debe adoptar también el calzado de la época.

Ahora, hablar de sus teléfonos celulares es otro tema completamente diferente. Nerys no puede recordar que excusa había dado en el momento, tan solo que, cuando nadie estaba viendo, había escondido los mismos sobre una madera levantada bajo la cama de la habitación.

El proceso ha sido agonizantemente lento. Y esto desespera a Rae, que no puede soportar la idea de sentir que está perdiendo el tiempo; porque a pesar de que un año pueda verse como mucho tiempo, sabe, que para la tarea que tienen que enfrentar, les hará falta muchísimo más.

Rae le sonríe con amabilidad a la joven de alrededor de quince años que acaba de ayudarle a terminar de colocar el vestido. La misma, con una inclinación de cabeza, sale rápidamente de la habitación.

La presencia de ambas en el castillo continúa generando incomodidad entre los demás, algo que ella tiene muy claro ¿Cómo no podría? además de que ni ella misma podía darle crédito a las decisiones del laird, por mucho que su madre le haya dicho que en la mayoría de los casos son difíciles de comprender y es más sencillo simplemente acatarlas, sin cuestionarlo tanto.

Pero... ¿por qué permite que se queden en el castillo? ¿Cómo si fueran algo similar a la realeza? Rae sabe que eso no tiene ningún tipo de sentido, ni en 1615 o en 2023. Son extrañas, unas completas desconocidas que aterrizaron en su mundo al azar, y sin ninguna fuente comprobable para creerles, lo único que tienen en su palabra.

Y muchas veces, las palabras no son suficientes, sobre todo en períodos prolongados.

Eventualmente van a querer una prueba tangible, cosa, que no sabe si van a poder darles.

Por lo que deben empezar a moverse con mayor rapidez.


Al salir al pasillo junto a su hermana, Rae siente el viento frío acariciando su rostro, mientras las miradas indiscretas de quienes allí trabajan la recorren.

Hay innumerables preguntas y escasas respuestas, más bien, una plétora de especulaciones.

También se habían inventado un apellido falso,  Douglas. Considerando que no creyeron que decir que se apellidan ''Besset'' fuese lo más sensato.

Al final de este pasillo, Rae y Nerys se enfrentan a unas escaleras empinadas. Nerys, quien parece dominar la situación con mayor rapidez (puesto que ha tenido una semana más de práctica que su gemela) empieza a descenderlas con desenvoltura. Mientras que, Rae, con el entrecejo fruncido y las piernas temblorosas, desciende con extrema lentitud; tropezando un par de veces con las faldas del vestido. El camino que bifurca en un costado del castillo, es uno que Rae nunca antes había visitado (ni siquiera cuando en el futuro lo hicieron en las ruinas) las lleva hasta las cocinas.

Las gemelas desayunan en compañía del personal del castillo, en un silencio incómodo que sugiere que, de no estar presentes, la conversación sería mucho más animada.

A unos metros, en el gran comedor, risas infantiles se hacen sentir con un gran imputo. En una mezcla entre el mover los cubiertos, y los sirvientes entrando y saliendo por las puertas para llevar la comida. El ambiente está lleno de un aroma parecido al café, combinado con el de los huevos frescos puestos al sartén y alguna que otra especia sin procesar. Rae nunca fue muy buena en la cocina, por lo que normalmente dejaba que fuese su hermana quien se encargara del asunto. Pero, aquellos aromas parecían tan familiares, tan reconfortantes. Como si, a pesar de que es la primera que se sentaba en aquella larga mesa de madera, no fuese la primera vez que lo hiciera.

Las risas se hacen más estridentes, captando la atención de ambas pelirrojas. Con una mirada curiosa, miran en dirección a la alta puerta de roble macizo cerrada.

— Son las hermanas del laird — comenta alguien en voz alta, frente a ellas. Rae dirige su atención hacia la voz. Una joven que no puede tener más de veinte años, de largos cabellos castaños y ojos azules, les sonríe cálidamente.

Un hombre de mediana edad sentado junto a ella, también levanta la mirada de su plato y escudriña a la joven con desaprobación, como si no estuviese bien visto que le dirigiera la palabra a las gemelas. La joven ríe, como si le hiciese gracia la expresión del hombre mayor:  —Vamos, Lachlan, no puedes actuar tan despectivamente todo el tiempo. Además, que no parecen ser malas.

El hombre refunfuña en gaélico algo parecido como ''ya veremos'' y vuelve su atención a su comida, sin volver a reparar en las hermanas.

La joven suspira, y dirigiéndose hacia ellas, suspira: —Les pido lo disculpen, tiende a ser más amable. Pero la gente por acá es un tanto recelosa con los desconocidos.

Nerys, que había permanecido en silencio hasta ese momento, sorprende a Rae al corresponder la sonrisa y negar con la cabeza. — No te preocupes, es completamente entendible. Mi nombre es Nerys, y ella es mi hermana Rae — dice señalando a su hermana; la misma está con la boca semi abierta, sin poder creer lo que escucha ¿desde cuándo Nerys es tan amable?.

— Mi nombre es Freya, trabajo acá en las cocinas...  —responde la joven de cabellos marrones, sin borrar su sonrisa. — No les mentiré, probablemente voy a confundirlas mucho, hasta que aprenda a conocerlas.

Rae carraspea, puedo que por alguna razón le cuesta emitir palabra; como si una sensación extraña de repente le oprimiera el pecho. Nunca ha sido muy habladora, sin embargo, siempre ha sido capaz de ser cordial cuando se dirigen a ella.

— No serás la primera ni la última — dice finalmente, con la voz un poco seca. Le dedica una media sonrisa. — Es un placer conocerte.

— Así que —interrumpe Nerys, mientras se lleva un trozo de pan a la boca —. Mencionaste que las risas que escuchamos son de las hermanas del laird ¿Es una familia numerosa?

Freya asiente rápidamente.

— ¡Oh, claro! Siendo nuestro señor el menor, a él le anteceden siete hermanas mayores. Tristemente, todas mujeres. Gracias a nuestro Dios, la señora Ailis puedo darle un hijo varón al laird antes de fallecer.

Nerys casi se atraganta con el pedazo de pan que pasa por su garganta. Tomando un trago de agua, logra disimularlo.

— Pues si, es una familia numerosa — responde, todavía con la garganta adolorida. — Me alegro mucho que nos hayamos conocido Freya, no te haces una idea. Tanto mi hermana como yo queremos empezar a conocer un poco más el lugar, puesto que a pesar de que es el sitio de nuestro nacimiento, nos fuimos muy pequeñas como para tener un recuerdo. ¿Crees que podrías comentarnos un poco y ayudarnos? —pregunta, con voz pesada. Con una preocupación fingida que para su gemela no pasaba desapercibida.

— Pues, claro. — responde esta, un tanto confundida — Las ayudaré en lo que pueda. Es más, justo ahora después de comer debo ir al pueblo a hacer algunas compras para el almuerzo. Si desean, pueden acompañarme.

Nerys asiente.

— Nos parece perfecto, y así en el camino, puedes contarnos un poco más sobre la historia. —susurra, verificando que nadie además de su hermana la escuche, se acerca un poco más a la joven frente a ella . — Como el laird y su familia.

Rae se siente palidecer, ante lo que considera una proposición imprudente de su hermana. Teme que lo que acaba de decir, las ponga en una posición comprometedora. Sin embargo, un brillo parece aparecer en los ojos de la joven de antaño, como si se tratara de una cómplice de años. E igualmente susurrando, comenta: — Pues han acudido a la persona correcta.





NA: ¡Holaaa! c: ¿Qué tal andan? Amo escribir esta historia. Muchas veces la reviso y siento que tengo que reescribir todo. Pero mientras, la tomo como un borrador.

¿A ustedes qué les parece? ¿Qué teorías tienen?

Muchas gracias por leer :)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro