"¿Crees—preguntó—que los espíritus de los muertos pueden regresar a este mundo y manifestarse ante los mortales?".

Wilkie Collins, la confesión del pastor aglicano.

Noche de Halloween, un año antes.

Estaban reunidos alrededor de una ornamentada mesa de cristal. Dispuestos sobre la misma y en candelabros muy antiguos, las velas encendidas proporcionaban una lúgubre iluminación a la pequeña habitación. Dentro del fulgor de sus llamas, una biblia abierta de par en par esperaba ser leída o peor aún, profanada por las figuras que formaban el perfecto círculo alrededor.

Eran seis jóvenes vestidos de color negro azabache y con antifaz a juego que ocultaban sus rostros inexpresivos y temerosos. La más joven de todas se llamaba Gretta Collins y tenía quince años. Su larga cabellera rojiza le llegaba hasta la cintura y aunque todos estaban sentados sobre sus talones, absortos en sus propios pensamientos, ella sintió que era la más vulnerable del grupo tanto por edad como por el pavor que le carcomía el alma en aquel momento.

Meses después comprendió que estaba en lo cierto.

Sin vacilar, juntaron las manos con el acompañante de al lado y empezaron a hablar en un idioma que Gretta no comprendía en lo absoluto pero que le habían obligado a practicar. El de mayor edad y más corpulento de todos, carraspeó:

—Hoy nos encontramos en ésta noche de Halloween, con el propósito de invocar algún espíritu de entre las sombras.—declaró con voz firme y monótona.

Los demás aguardaron en silencio. Pese a tener cubierta la cara y no vislumbrar casi nada, Gretta dirigía la mirada hacia cada uno de sus compañeros en busca de alguna señal por muy fugaz que fuera, para escapar de aquel tétrico sitio de una vez por todas.

Nada. Nadie la miró. Sin poder evitarlo, empezó a sentir mucho miedo.

La única cortina de la ventana comenzó a ondear hacia todos lados y el frío de la habitación se empezó a incrementar. Las velas amenazaban con apagarse bruscamente mientras el viento soplaba con ferocidad dentro de la estancia.

Entonces el mundo estalló.

Una fuerte explosión en el centro de la mesa hizo mover las hojas rápidamente de la biblia y los candelabros cayeron de golpe al suelo, dejando todo a oscuras. El caos fue inminente y todos rompieron el círculo con temor, a excepción de Gretta que yacía pálida e inmóvil sobre su puesto correspondiente.

Los gritos se alzaron en la oscuridad y aunque la luz de la luna se filtraba a través de la ventana todos buscaban la salida, en vano. Gretta sintió un ligero estremecimiento en su piel y pudo notar como una sensación eléctrica ascendió por su columna vertebral. Sus ojos giraron sobre su propia órbita y dio paso a una fina capa blanquecina que se entreveía a través de sus párpados.

Las palabras aparecieron en su mente y le hablaron en una gutural voz del más allá.

<<Eres mía, y lo serás para siempre>>.

De pronto, presa del pánico, despertó.

Gretta se incorporó en un brusco sobresalto y se quedó sobre la cama tratando de respirar aire puro. Le ardía la respiración y su pecho casi parecía romperse por el intenso dolor que sentía. Se llevó las manos a la cabeza tratando de borrar aquel oscuro recuerdo pero comprendía que aquellas palabras le  abrasaban la memoria. Aquellas palabras le perseguían una y otra vez desde aquel fatídico Halloween ocurrido un año atrás.

<<No te vuelvas loca, no te vuelvas loca>>, se repitió para sí misma tomando el autocontrol.

Tocaron a la puerta dos veces. Su madre entró presurosa y muy jovial con su vestido de flores. Gretta con esfuerzo disimuló la situación.

—Te han traído esto, nena.—dijo con voz cantarina.

Dejó la carta sobre la cama y se retiró imitando un sonido musical entre sus labios.

Se puso de pie rápidamente y la abrió. Leyó las palabras en silencio y sintió nuevamente el extraño estremecimiento en su piel. Su cuerpo se tornó frío a pesar de que en el exterior el sol resplandecía en su punto máximo.

Aquel mensaje cambió por completo la vida de Gretta Collins para siempre:

"Eres mía. Y hoy lo serás por completo".

La mirada se le perdió en un denso vacío. Lo último que pudo observar antes de sumirse en la inconsciencia fue la fecha del almanaque que había rodeado con un círculo rojo meses atrás.

31 de Octubre. Próximo Halloween.