La vida de Kira

Kira nació en una pequeña colonia en el planeta Tython, un mundo remoto y olvidado por la mayoría de la galaxia, conocido más por sus minerales exóticos que por su historia antigua. Creció en la vasta sabana del planeta, donde las tierras eran inexploradas y los cielos estaban dominados por estrellas que parecían siempre al alcance. Desde muy joven, Kira fue diferente. Mientras los demás niños soñaban con aventuras fuera del planeta o con hacerse ricos minando Erix, Kira soñaba con historias mucho más antiguas. Estaba fascinada con las leyendas que hablaban de los Jedi, esos misteriosos guerreros que dominaban la Fuerza y defendían la paz en la galaxia. Estas leyendas no eran comunes en su hogar, pero Kira las había encontrado en fragmentos de antiguos textos y relatos que su familia había coleccionado a lo largo de los años.

Su padre era un comerciante de reliquias, alguien que se aventuraba en los rincones más remotos de la galaxia buscando objetos antiguos para venderlos en el mercado negro. Fue él quien le contó las primeras historias sobre los Jedi, aunque no las tomaba muy en serio. Para él, eran sólo cuentos. Pero para Kira, esas historias eran reales. En los ratos libres, cuando su padre estaba fuera, ella exploraba las viejas minas de Erix y los valles inexplorados de Tython, siempre en busca de algo más grande, algo que confirmara las leyendas.

El despertar de su obsesión A medida que crecía, Kira se convirtió en una joven independiente y valiente. Pasaba días enteros explorando las regiones salvajes de Tython. Su madre había muerto cuando ella era muy pequeña, y su padre rara vez estaba en casa, lo que la llevó a aprender a cuidarse sola. Sus únicas compañías eran los animales salvajes que de vez en cuando veía y las estrellas, que cada noche iluminaban sus sueños de aventuras. Durante sus exploraciones, a menudo encontraba pequeñas reliquias, restos de antiguas civilizaciones que alguna vez habitaron Tython. Pero lo que realmente la impulsaba eran los rumores de un antiguo templo Jedi enterrado en alguna parte del planeta.

Desde pequeña, Kira escuchaba susurros entre los ancianos de la colonia. Decían que, durante las Guerras Clon, los Jedi habían construido un templo en Tython, y que en él escondían artefactos poderosos, reliquias de épocas pasadas. Al principio, pensó que eran cuentos para asustar a los niños, pero cuanto más investigaba, más pistas encontraba que indicaban que el templo podría ser real. Decidida a encontrarlo, Kira se dedicó por completo a desentrañar sus secretos.

La búsqueda del templo Jedi

Pasaron años mientras Kira recorría la sabana y las montañas, explorando cada rincón de Tython. Sabía que el planeta no era importante para el resto de la galaxia desde el fin de las Guerras Clon. La extracción de Erix, un metal exótico y valioso, había disminuido, y la mayoría de los habitantes se habían marchado en busca de mejores oportunidades. Esto significaba que Kira podía explorar sin interrupciones, pero también que estaba sola en su búsqueda. Cada vez que encontraba una pequeña pista un fragmento de texto, una inscripción tallada en una roca su emoción crecía, y la obsesión por el templo se profundizaba.

A pesar de las dificultades, Kira nunca perdió la esperanza. La mayoría de sus hallazgos eran pequeños y no parecían conectarse entre sí, pero con cada descubrimiento, la sensación de que estaba cerca crecía. Sabía que los Jedi habían sido sabios y cautelosos. El templo estaría oculto, pero no inalcanzable para alguien lo suficientemente determinado.

Finalmente, en una de sus expediciones, Kira encontró algo que cambiaría su vida para siempre. En lo profundo de una cueva, cubierta de musgo y casi oculta por la vegetación, encontró una puerta de piedra. Las inscripciones en la puerta confirmaban lo que ella había sospechado: era la entrada al templo Jedi. Emocionada, logró abrir la puerta utilizando las habilidades que había perfeccionado durante sus años de caza de tesoros. Y allí, dentro del templo, después de lo que parecía una eternidad de búsqueda, Kira encontró un holocron Jedi.

Holocron

Un holocron es un dispositivo utilizado por los Jedi y Sith para almacenar vastas cantidades de conocimiento. Su estructura geométrica (generalmente un cubo o pirámide) está creada mediante una combinación de alta tecnología y el poder de la Fuerza. Los holocrones sólo pueden ser activados por aquellos que posean una conexión con la Fuerza, ya que la energía del usuario es la clave para abrirlo. En su interior, los holocrones contienen grabaciones de antiguas enseñanzas, mapas, tácticas de batalla o secretos sobre el manejo de la Fuerza. Para los Sith, un holocron es una fuente de poder que puede guiar a los usuarios a aprender técnicas oscuras y letales, mientras que para los Jedi representa la historia y el legado de generaciones pasadas.

Los Sith desean los holocrones Jedi porque en ellos se almacenan conocimientos que podrían usarse para destruir o corromper. Los antiguos Jedi protegían las técnicas más peligrosas de la Fuerza, como la manipulación de la mente o los secretos sobre la inmortalidad, precisamente para evitar que cayeran en manos equivocadas. Un Sith como Lord Malakar, por ejemplo, podría usar ese conocimiento para volver a la vida y ejercer un poder oscuro sin igual.

El descubrimiento del holocron

Cuando Kira vio el holocron por primera vez, sintió una conexión profunda e inexplicable. El artefacto brillaba con una luz suave y azulada, como si respondiera a su presencia. Nunca antes había sentido algo así. Sabía que el holocron era importante, que contenía conocimientos antiguos, pero aún no comprendía su verdadero poder. Era un objeto que resonaba con la Fuerza, algo que sólo aquellos sensibles a ella podían activar. Aunque Kira no era consciente de su propia conexión con la Fuerza, el holocron parecía haberla reconocido.

A partir de ese momento, su vida cambió drásticamente. El descubrimiento del holocron no pasó desapercibido. Los ecos de su activación llegaron hasta un grupo de cultistas oscuros, seguidores de un antiguo Sith llamado Lord Malakar, que buscaban el poder de Tython para resucitar a su maestro y dominar la galaxia. Kira, ahora portadora de un artefacto tan poderoso, se convirtió en el objetivo de los cultistas.

Un nuevo destino

La vida tranquila y solitaria de Kira como exploradora terminó el día que activó el holocron. Ahora, estaba en medio de una batalla que ni siquiera sabía que existía. Sin embargo, lejos de sentirse derrotada o asustada, Kira encontró un propósito. Sabía que tenía que proteger el holocron y los secretos que guardaba.

Kira se dio cuenta de que su destino estaba ligado a algo mucho más grande que ella misma, algo que había estado buscando sin siquiera entenderlo del todo. El holocron era solo el principio. Aunque era una experta cazadora de tesoros, la situación superaba cualquier aventura anterior. La presencia de los cultistas oscuros le confirmó que el templo Jedi escondía secretos que podían desatar caos en toda la galaxia. Kira, ahora portadora de ese conocimiento, debía enfrentarse a enemigos poderosos que no se detendrían ante nada para conseguir lo que querían.

Sabía que no podía hacer esto sola. Su búsqueda la había llevado hasta Dorin, el maestro Jedi retirado que había renunciado al combate después de la caída de la Orden, y que se había ocultado en los remotos rincones de la galaxia. Con él, aprendería a desbloquear los misterios del holocron y las capacidades que la Fuerza había despertado en ella. Junto a Dorin, Lana, y Rolan, Kira debía prepararse para enfrentarse a los cultistas de Lord Malakar y evitar que sus oscuros planes se convirtieran en realidad.

Kira, la joven exploradora de Tython, estaba a punto de convertirse en algo más: en la guardiana de un legado perdido y la protectora de los últimos secretos de los Jedi.