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11

El grupo se adentró en la oscuridad del antiguo enclave Jedi. Anduvieron durante minutos por un pasillo estrecho por el que nunca antes habían pasado, hasta que llegaron a una sala.

En las paredes de la sala había pintada una escena del bien contra el mal; por cómo estaba ilustrada, la pintura representaba a un Jedi contra un Sith, pero parecía sacada de una batalla real. En el techo había constelaciones.

Kira apoyó el holocron y, de repente, este empezó a girar. Un destello hizo que todos los presentes cerraran los ojos. A cada uno de los presentes en esa sala, el holocron les enseñó imágenes en su mente, distintas para cada uno.

Cuando el holocron terminó de mostrarles esas visiones, desapareció y, en su lugar, apareció una piedra no muy grande, que cabía en la palma de una mano. Era una piedra nunca vista antes: completamente negra, mate y redonda, como una moneda.

En el techo empezó a brillar una de esas constelaciones y, dentro de una de ellas, brillaba un punto. Cuando todos miraron hacia ese punto, algo de la nada les susurró al oído a cada uno:

— Torre del vigía, Endor.

Todos se miraron y dijeron a la vez:

— ¿Torre del vigía?

El eco de sus palabras reverberó en la sala silenciosa.

—¿La torre del vigía en Endor? —preguntó Rolan, rompiendo el silencio y sacudiendo la cabeza como si intentara despejarse de las imágenes que el holocron había implantado en su mente.

—Nunca he oído hablar de una torre del vigía en Endor, —murmuró Lana, desconcertada, mientras seguía observando la piedra negra que había aparecido en lugar del holocron. ¿Qué era eso? Y esa piedra... nunca he visto algo como eso.

Kira, aún con los ojos cerrados, respiró profundamente. La visión que había experimentado la había dejado con una mezcla de inquietud y claridad. Había visto fragmentos de una batalla antigua, una batalla que, al igual que la pintura en la pared, parecía tan real como si estuviera sucediendo en ese mismo momento. Pero, además, había visto algo más. Un faro. En su visión, un rayo de luz se alzaba desde un lugar oculto entre los árboles de Endor, guiando a quienes pudieran verlo hacia un destino incierto.

—La Fuerza nos ha mostrado algo, —dijo Kira finalmente, abriendo los ojos y mirando a sus compañeros—. Algo importante. Y no es coincidencia que hayamos venido aquí. Las visiones no fueron solo recuerdos del pasado. Eran pistas, fragmentos de algo más grande.

Rolan cruzó los brazos, frunciendo el ceño. —Está bien, pero ¿qué significa todo esto? He visto muchas cosas raras durante mi tiempo en el Imperio, pero esto es diferente. Esa voz, esa… sensación. Nunca había experimentado algo así.

Lana se arrodilló junto a la piedra, examinándola sin tocarla. —Sea lo que sea esta cosa, está vinculada a todo lo que está sucediendo. Me pregunto si el holocron nos condujo aquí para que la encontráramos. Se enderezó y miró a Kira. —Y esa voz que mencionó la torre del vigía. Nunca había oído hablar de eso. ¿Qué es lo que está escondido en Endor?

Kira apretó los labios. —No lo sé. Pero el holocron no habría hecho esto si no fuera importante. La Fuerza nos está guiando. Endor es nuestro próximo destino, eso está claro.

—Bien, entonces Endor será, —dijo Rolan, aunque había cierta duda en su voz—. Pero deberíamos tener cuidado. Si Malakar y sus seguidores están detrás de todo esto, no vamos a ser los únicos en busca de estas respuestas. Y ya hemos perdido a Dorin... Su mirada se suavizó momentáneamente al recordar al maestro Jedi caído.

—No podemos permitirnos más bajas, —continuó—. Sea lo que sea lo que encontremos en Endor, necesitamos estar preparados.

Kira se acercó a la piedra y, con cautela, la levantó. A pesar de su pequeño tamaño, la piedra parecía más pesada de lo que debería ser, como si llevara consigo un peso metafísico. Un frío extraño se deslizó por su brazo, una sensación que no pudo explicar, pero que no era necesariamente maligna, solo… antigua.

—Llevemos esto con nosotros, —dijo, envolviendo la piedra en un paño y guardándola con cuidado—. Puede que aún no entendamos qué es, pero lo averiguaremos. Endor será nuestro siguiente paso.

—De acuerdo, —respondió Lana—. Pero tenemos que ser estratégicos. Endor no es exactamente un lugar discreto. Después de la Batalla de Endor, ha habido muchos ojos sobre ese sistema. No podemos entrar con las armas en alto. Si la torre del vigía está realmente allí, tendremos que ser sutiles.

El grupo comenzó a moverse hacia la salida del antiguo enclave Jedi. A medida que caminaban de regreso por el pasillo estrecho, Kira no podía evitar seguir pensando en lo que había visto en su visión: un Jedi y un Sith, enfrentados en una batalla no solo física, sino profundamente espiritual. Era más que una simple lucha por el poder, se dio cuenta. Era una confrontación entre dos filosofías fundamentales de la Fuerza, un eco de lo que aún estaba por venir.

Horas después, en la nave...

El sonido de los motores de la nave envolvía el pequeño espacio, proporcionando un fondo constante mientras el grupo se preparaba para su viaje a Endor. Lana revisaba los sistemas de navegación, buscando rutas seguras y discretas hacia el sistema, mientras Rolan mantenía un ojo en los escáneres de largo alcance para asegurarse de que no los estuvieran siguiendo.

Kira, por su parte, estaba sentada en su camarote, meditando. La piedra negra estaba frente a ella, y aunque no la había tocado directamente desde que la recogió, podía sentir su presencia, pulsando en la Fuerza. Había algo en ella, algo profundo y antiguo. Cerrando los ojos, se concentró, dejando que la Fuerza la envolviera, intentando captar cualquier rastro de conocimiento que la piedra pudiera contener.

Por un momento, todo estuvo en silencio. Luego, como un susurro en lo más profundo de su mente, una voz se hizo escuchar.

"No es el destino lo que buscas... sino la verdad oculta en las sombras".

Kira abrió los ojos de golpe. Había sentido algo oscuro, pero no necesariamente malévolo. Algo que aún no lograba comprender del todo, pero que sabía que era crucial para lo que vendría.

—Endor, —murmuró para sí misma—. Todo nos lleva a Endor.

Al levantarse y salir del camarote, encontró a Lana y a Rolan ya en la cabina, listos para el salto al hiperespacio.

—¿Listos? —preguntó Lana sin apartar los ojos de los controles.

—Tan listos como podemos estar, —respondió Kira, sintiendo cómo la Fuerza vibraba a su alrededor, anticipando los eventos que estaban por desatarse. El futuro era incierto, pero lo que sí sabía era que la clave de todo, la clave para detener a Malakar y a sus seguidores, estaba en esa enigmática Torre del Vigía en Endor.

—Entonces, allá vamos, —dijo Rolan, y con un tirón de la palanca, la nave saltó al hiperespacio, desapareciendo en un destello de luz estelar.

La verdadera batalla, la que marcaría el destino de la galaxia, estaba por comenzar.

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