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El último día de invierno

La gran mayoría de las personas piensa en el invierno como una estación fría, nevada, cómoda, quizás hasta solitaria, y ¿por qué no?, nostálgica. Ambos extremos hacen que el invierno sea gustoso de un modo u otro.

Pero ¿qué es en verdad?

Wu YiFan, de 26 años de edad, proveniente de China, alto, delgado, ojos y cabellos castaños, tés blanca y con una simpatía que pocos solían tener, pasaba la mayor parte del tiempo  acompañado de su madre, la cual siempre cuidaba de él.

Solía visitar un pequeño local, en el cuál vendían comidas para preparar, solo para poder ver a un chico en particular. Por circunstancias que escapaban de su control, no podía entablar estrechas amistades y mucho menos algo que prometiera futuro alguno. Aun así, por las tardes visitaba aquel lugar, valiéndose de excusa tras otra para su madre, todas con excelente resultado.

–“Quiero esta gaseosa por favor.”

– “Llevo remen y galletas.”

–“Para servir, Gracias.”

Excusándose en aquellos pedidos, con el único fin de deleitarse con la presencia de aquel cajero, mientras buscaba el método perfecto para acercársele y dejar así de ser un extraño para el más bajo.

Huang ZiTao, de 23 años, de nacionalidad China, delgado, tés blanca, ojos y cabellos castaños, reservado, creía ser alto hasta que prestó atención a un chico que frecuentaba su lugar de trabajo, ya que su impresionante estatura  era difícil de pasar por alto.

Dicen que las casualidades existen, que el destino también ¿Pero se podrá creer en ello a ciencia cierta? Quién podría tener respuestas a sus dudas, los libros no siempre eran certeros, quizás sea necesario vivir aquellas experiencias para encontrar razonamiento a ello.

YiFan, luego de haber pasado una tarde dentro de la biblioteca de la ciudad, sonrió bajo la fría nieve que caía sobre aquel gorro de lana color marrón, tejido especialmente por su madre, junto a esa chaqueta de invierno que hacia total juego con su bufanda, vestimenta que lo protegía de las pequeñas ráfagas de viento, las cuales con ligereza podían sentirse sobre su rostro

– Éste invierno será más frío que los anteriores – murmuró al caminar. Eran cerca de las 22:00 horas. Frotó ambas manos, las cuales estaban cubiertas por unos guantes marrones, también tejidos por su progenitora, llevándolas luego a la boca, para que su tibio aliento les de calor. No debía quejarse, ya que no tenía permitido de estar en la calle a esas horas.

Flashback

–Kris ¿estás seguro de esto?, esto no es fácil para ti y no quiero dejarte solo, menos en esta etapa de tu vida. Me necesitas… ¿Quién te cuidará si no estoy aquí?

–Hiciste ya tanto por mí, madre... no te preocupes, estaré bien. Se que nada malo ocurrirá, además, debo aprender a valerme por mí mismo.

−Estoy en desacuerdo, insisto, debo quedarme contigo. No tendrás que salir fuera de casa, te daré todo lo que necesites y nada te faltará. Hijo, recuerda que el doctor...-

–Mamá, en serio, estaré bien, no te preocupes…– siempre hacia caso a las palabras de su madre, pero esa vez ya no quiso oír más, por primera vez quería disfrutar de aquel invierno –…por cierto, el gorro que me enviaste me hace juego con la bufanda y los guantes, aún tienes esa fascinación por el marrón ¿No? – soltó una pequeña carcajada tras oír el reproche de su madre ante aquella observación.

–Está bien, está bien, no volveré a insistir– tras un suspiro, termino por ceder. Con la promesa de que le haría saber cómo se sentía cada día, se despidió de su hijo un poco más tranquila.

Fin Flashback

Su decisión por vivir era lo que mantenía al chico. No quería causarle más problemas a su madre, de los que ella misma ya tenía. Había sobrevivido mucho tiempo sin ayuda y ese invierno no sería la excepción.

Había encontrado un buen panorama noche tras noche, y solo eso necesitaba para continuar sus días.

***

Su día laboral ya lo tenía cansado, y como todo trabajador estaba contando los minutos para que el día terminara de una vez, el frío, la nieve y la noche ya eran parte de las calles de Pekín (Beijing), por lo que había decidido acercarse a la puerta y voltear el letrero de abierto a cerrado, por lo que sin más se relajó sobre la silla que tenía tras el mostrador, pero la pequeña campanilla que chocaba con la puerta lo hizo sobresaltarse


– Disculpe, estamos cerrando. – Luego de hablar, alza la vista y ve a aquel chico alto y misterioso.


– Lo siento, solo quiero comprar algo pequeño – Comentó tras ingresar de todas formas, sonriendo dichoso al oír su voz. El menor lo había hablado directamente y no solo en son de agradecimiento.

Al no ver negativa de parte del más bajo, continuó hacia el final del último pasillo.

ZiTao, ante aquellas palabras solo asintió y lo dejó entrar sin reparo, después de todo era comprador habitual y aquellos debían conservarse, al menos eso solía decir su jefe.

Esperó en silencio, mientras veía como el cliente paseaba de un lugar a otro. Por un momento estuvo seguro de haberlo perdido de vista, por lo que algo en él lo hizo levantarse e ir a ver qué ocurría, encontrando al más alto apoyado en uno de los estantes, como si se estuviese afirmado de éste


- ¿E-Está bien? – preguntó preocupado al acercarse lentamente, llegando así hacia él y apoyar su mano izquierda sobre el hombro derecho del más alto

–Estoy bien... – respondió con gracia, tras erguirse y respirar profundo – Estoy bien, no es necesario que te preocupes – declaró tras voltear, permitiéndose ver a los ojos del contrario, mirada que le parecía bastante cálida.

–Si quiere, puedo acompañarlo a casa, la noche está fría y el invierno puede causarle más problemas -  se ofreció.
Tras ver un ligero asentamiento por parte contraria, le ofreció sentarse y regresó a su sitio a fin de culminar sus labores. No pudo evitar sentirse observado, por lo que elevó la mirada notando la mirada contraria sobre sí.
Habían pasado unos pocos minutos hasta que llegó el momento de cerrar, por lo que un suspiro amplio y cansado hizo presencia en aquel lugar.

– ¿Vamos? – Preguntó con calma al ordenar lo último. Al no obtener respuesta dirigió su vista al cliente, encontrándolo dormido en el lugar.
Se puso de pie y se acercó al más alto, sonriéndole de un modo adorable. Por primera vez se había detenido a verlo, lo suficiente como para notar lo atractivo que era. Mantuvo aquella postura por un instante, al menos hasta dar un pequeño salto hacia atrás al verlo abrir los ojos repentinamente.

– ¿Va-Vamos?... – Repitió tras un tartamudeo a causa de los nervios –…perdón – susurró tras alejarse lo suficiente mientras optaba por darle la espalda, llevando su diestra hasta detrás de su oreja y rascarla inerte, oyendo como los pasos del mayor iban a la siga de los propios –“Pero que tonto” – se golpea la frente mientras pensaba aquello.

Una vez que todo estaba asegurado, el camino de ambos cambia hacia las iluminadas calles del centro de la cuidad. El silencio se prolongó durante mucho, pero éste fue deshecho por dos preguntas diferentes a la vez,  mismas que propagaron risas mutuas.

- ¿Siempre has vivido aquí?

Luego de continuar aquellas risas, el camino en sí se forjó más ameno – siempre he vivido aquí – respondió Tao mientras asiente, esperando aquella respuesta del más alto.


- ¿Te gusta el invierno?

– me gusta, es acogedora, puedes pasar más tiempo con quiénes amas – comentó YiFan con una sonrisa, mientras alzaba la vista al cielo. - algún día formare parte de la nieve, o quizás de la brisa suave que tiende a chocar con nuestros rostros – comentó relajado, mientras respiraba de aquel húmedo aire.
Tao sin comprender lo que sucedía, se quedó reflexionando sobre aquellas palabras, las cuáles medito hasta llegar a casa del  contrario.

– Bonito – comentó con una sonrisa al ver el pequeño lugar.

– Por cierto, ¿Cuál es su nombre?, creo que debí preguntar esto antes de comenzar a hablar de otros temas – comentó algo avergonzado.


– Soy Wu YiFan, pero puedes llamarme YiFan o Kris, mis amigos me suelen llamar así, no sería mala idea que tú lo hicieras, y por cierto, háblame de tú, no soy tan mayor – habla con una sonrisa que parecía bastante a gusto con la situación - ¿Tu nombre cuál es? – pregunta al dedicarse a ver aquel rostro que tanto admiraba.

– ¡Oh! Lo siento, entonces lo llam... perdón – se corrigió así mismo mientras decide hablar de nuevo, suspirado bajito tras haberse equivocado – entonces te llamaré Kris, yo soy Huang ZiTao, pero suelen llamarme solo Tao, no hay problema si me llamas de ese modo – explicó tras estrechar su mano con la del contrario y comenzar desde ese día una bonita amistad.

***

Así las semanas comenzaron a pasar, ambos se habían vuelto muy cercanos, YiFan solía esperar al menor en su trabajo, dedicándole completa atención mientras compraba lo que pudiese para mantenerse dentro del lugar.

El menor se había vuelto lo más importante para él, lo único que tenía sentido y por lo único que luchaba. Tao era su motor, aunque el contrario no lo supiese aun.


– ¿Qué te parece si en vez de ir a casa, vamos a otro lugar?, ¿Tienes algún lugar favorito? – preguntó el menor, sonriendo con ternura haciéndole gracia al más alto.

– ¿Otro lugar? Bueno un lugar favorito en sí no tengo pero me gustaría visitar alguna pista de esquí. – rió bajo luego de hablar ya que el cambio de facciones de Tao le causaban gracia.


– Bueno entonces iremos a muchos lugares desde hoy, conoceremos mucho, este invierno será diferente, el frío no nos vencerá ¿Estás de acuerdo conmigo verdad? –

La fortaleza de Tao lo hacía sentir vivo nuevamente, por lo que asintió y siguió cada uno de sus pasos, alguien así era lo que necesitaba para ser feliz, definitivamente no se había equivocado con respecto al menor.


Luego de haber continuado la plática, llegaron pronto a una pista de esquí cercana, lo gracioso de todo es que Kris no sabía esquiar y paso prácticamente en el suelo, y en más de una ocasión cayó con Tao, las risas eran innatas entre ellos, como si una conexión estuviese creciendo en ambos.

– ¡Vamos Kris no seas lento! – Exclamó en tono burlón a unos metros lejos de él

– ¡Voy! ¡Voy! – Rió tras ir lento hacia él. Se sentía algo mareado y un poco cansado, por lo que decidió sentarse y esperar a que el menor regresara


– ¿Estás bien? – no pasa mucho luego de haberlo oído – si quieres podemos tomar algo – comentó el más bajo mientras lo ayuda a ponerse de pie, viendo el rostro del más alto bastante pálido – si estás enfermo podemos irnos – dijo preocupado, llevando a Kris hacia un costado – iré a pedir dos café – declaró al sacarse los esquí y alejarse, pero antes de dar el tercer paso se detiene, ahí estaba él, como un niño pequeño temiendo del mundo.

***

Estaba bien, se sentía bien, nada malo podía pasar si estaba Tao junto a él, su fortaleza lo ayudaba a ser mucho más fuerte, quería seguir adelante, a pesar de todo, quería ser normal, por alguna vez en su vida y el momento era su oportunidad, iría a todos esos lugares que desde niño se privó en visitar, y que más podía pedir, si aquella compañía había llegado a él.


Cuando llegaron a la pista de esquí, todo fue mejor de lo que pudo haber imaginado, inclusive mejor de cómo lo vio en una fotografía, todo era acorde a la estación y eso le agradaba aún más. Pero su peor temor atacó, un pequeño dolor en su pecho lo forzó a mantenerse quieto, había perdido un poco el equilibrio por lo que sin mucho que hacer se sentó en el suelo.


Esperaba que Tao no lo notará mal, pero su pensamiento fue bastante erróneo, en un abrir y cerrar de ojos el más joven estaba a su lado, preocupado, llevándolo a un costado, lejos de la pista –No.. No te vayas, quédate un momento aquí, junto a mí – susurró tras rodear la cintura del menor y abrazarlo, evitando que el contrario pudiese dar un paso más. Su sorpresa fue mayor cuando sintió aquellas cálidas manos posarse sobre sus propio cabellos, acto que lo hizo aferrarse aún más al más bajo.

Aquella situación fue imposible de borrar dentro de ambas mentes, ambos sentían atracción mutua desde que habían comenzado esa linda amistad, pero ninguno se atrevía a decir la verdad, por miedo tal vez.


Aun hoy, encontrar amistades sinceras es muy difícil y ninguno quería estropear sus vidas por aquel sentimiento, por lo que ambos callaron.

No dejaron de frecuentarse, yendo con regularidad al cine, tanto que habían perdido la cuenta de las películas ya vistas, eran felices juntos aunque la situación fuera netamente amistosa.


Hoy es el día, debes decirle lo que sientes, no debes acobardarte, ¿Qué podría pasar? Lo peor sería que te rechazara, pero vamos, has visto aquellas miradas – su mente no dejaba de divagar en aquello, por lo que luego de arroparse muy bien, salió de casa decidido en confesarse a Tao.

Había llegado pasado unos 20 minutos luego de haber tomado un taxi hacia el lugar de trabajo del menor, esperándolo fuera, justo bajo un pequeño tejado, lugar donde la nieve no lo alcanzaba del todo.

–Hasta el lunes– dice Tao al salir de su lugar de trabajo, notando a Kris bastante extraño - ¿Por qué esperaste aquí? hace frío y puedes enfermar – reprochó al posar ambas manos en los brazos contrarios y frotarlos para darle calor, centrándose ambas miradas, como si a través de ellas quisiesen decirse todo.

–Hoy quiero llevarte a un lugar y debes aceptar…– expuso sonriente –…siempre eres tú quien me lleva a diferentes sitios… – suspiró al acercarse un poco al menor y acomodarle aquel gorro –…vamos ahora o se nos hará tarde –


Luego de decir aquello, caminaron hacia un taxi rumbo a un restaurante –Espero te guste cenar –rió bajo al rodearle los hombros a Tao y manteniéndolo abrazado por el resto del camino - … ¿Pasa algo? – Preguntó tras notar el silencio notorio en el contrario

- ¿Mm?... No... estoy bien – so…sólo, estoy curioso – comentó bajo mientras veía por la ventana.


Al oír las palabras del más bajo, sintió cierto temor, pero aun así no bajo la guardia, dirigiéndose al lugar ya reservado, tomando asiento en una de las mesas lejanas a la puerta, pidiendo algo diferente de lo que acostumbraba a comer, sin poder borrar aquella sonrisa de su rostro. A medida que los minutos y las horas pasaban, todo se volvía cada vez más ameno, volviéndolo más y más seguro.

–Tao, quizás puedas llamarme tonto por esto, pero no sé si lo habrás notado pero… – detuvo su hablar ya que estaba siendo demasiado torpe con la situación, ya que parecía como si estuviese en esos típicos dramas de romance que su madre solía mostrarle.

–Debo reconocer que nunca me habían traído a comer… – ríe de sí mismo al percatarse de lo que acababa de mencionar, aunque no sabía muy bien que decir, Kris estaba actuando extraño y eso le preocupaba, más al oírlo confuso –…¿Qué sucede? sabes que puedes confiar en mí – afirmó al ver al contrario, mientras bebía un poco de vino.


–Tao… – pronunció su nombre tras respirar hondo luego de haberlo oído –…me gustas, tú me gustas, inclusive más de lo que pensaba, yo... entenderé si tú no gustas de mí, solo quería decírtelo... eres perfecto para mí, esa fuerza que siempre tienes y tus ganas por vivir son las que me han enamorado, siempre has sido tan bueno conmigo, inclusive desde aquel primer incidente – confesó tras mantener la seriedad que la situación ameritaba.


¿Oía bien?.. ¿No era un sueño? Se había quedado en blanco tras oír aquello, lo que le parecía sorprendente, más tras darle su descripción –No... No puedo creerlo- respondió anonadado –…tú eres muy agradable y yo... yo solo soy un chico promedio – dice al referirse así mismo, ahora comprendía por qué la ida a aquel restaurante – …eres bobo, muy bobo, solo debiste decírmelo, no era necesario una cena – rió al estirar su diestra hacia adelante y tomar la mano contraria, entrelazando la propia con la ajena


–Tú también me gustas Kris, quizás no del mismo momento que yo a ti, pero sí me gustas y mucho, tenía miedo, pensé que si lo decía podías enojarte.


Acababa de oír un no, aquello no le parecía para nada bien, no era lo que pensaba oír. Estaba por hablar cuando siente la mano contraria acercarse a la propia - ¿Qué? – expresa bajo al  quedarse viendo la mano del menor por unos minutos, ahora quien no podía creerlo era él... Tao le correspondía, ahora sí estaba completamente feliz –…curioso, yo pensaba lo mismo de ti, que podías enfadarte – soltó tras suspirar mucho más relajado.

Luego de aquella confesión, la relación entre ambos se volvió mucho más confidencial, yendo debes en cuando a una pequeña cabaña en mitad de la montaña, la cual a la vista de todos, parecía muy romántico, Tao había pedido unas pequeñas vacaciones, por lo que le permitió conocer a su novio un poco más, porque claro, después de tal confesión Kris le pidió a Tao ser su novio, por lo que evidentemente él aceptó.


El invierno ya no era tan frío como antes, inclusive se sentía más cálido, más luego de salir de compras, e ir al supermercado o simplemente sentarse en el patio de la casa de Kris o de Tao a ver el cielo, dedicándose a hacer cosas comunes pero para ellos, especiales.

–siempre estaremos juntos amor… – declaró Tao mientras entrelaza su mano con la contraria – …pase lo que pase –reanudó la promesa y ambos continuaron viendo la hermosa noche.


Todo en ellos era perfecto, diversión, risas, compañía, eran el uno para el otro, pero el destino les tenía preparado un pequeño desafío. Semanas después, en un día común de invierno, Kris comenzó a decaer, se sentía débil, y aun que su única fuerza fuese su novio, le era complicado mantenerse estable dentro de todo. Para ese entonces, la madre de Kris había llegado al hospital, necesitaba ver que ocurría con su hijo, encontrándose al más bajo junto a él.


Tanto Tao como la madre de Kris no habían tenido oportunidad de conocerse, solo habían entablado conversaciones a través de las llamadas telefónicas – iré a hablar con el médico – dijo tras salir de aquella habitación.

Dos meses y medio, habían pasado ya, poco tiempo desde que aquella historia había comenzado, pero tiempo suficiente para permitirle a Tao no querer dejar al mayor


– estaré contigo pase lo que pase, no te dejaré, hicimos una promesa, siempre estaremos juntos ¿Lo recuerdas? – Repitió al abrazarlo mientras lo arropaba, viendo asentir a Kris con aquella mirada triste


–Pase, lo que pase – pronuncia con dificultad al tomar la mano de su pequeño.


Tao, siempre has sido lo que más he amado ¿Lo sabes verdad? Espero poder tener más tiempo para estar junto a ti… – rió con levedad al ver a su novio junto a él – …siempre supe que podías hacerme feliz.

–No hables mucho amor, no te hará bien, descansa, yo estaré aquí – susurró al besarle la frente y tomar su mano.

Pero Kris sabía que no le quedaba mucho, presentía que ya todo había acabado para él, pero lo que más tristeza le causaba, era el despedirse de quien más había amado en su vida. Estaba intentando dormir cuando escucha la voz de su madre en la pequeña sala, sintiendo los pasos del menor salir por aquella puerta.

***

– ¿Hasta cuando dejarán que siga así? ¡mi hijo se muere y ustedes no hacen nada! siempre dicen que la lista de donantes es extensa, que se debe esperar, pero… ¡YiFan lleva casi toda su vida esperando por uno!– aquella mujer deshecha , se queda en absoluto silencio luego de oír las típicas palabras del médico.


–Sé que está abrumada y abatida por la situación, pero le hemos dicho anteriormente, nada podemos hacer si el donante no llega para él, su situación solo puede mejorar si encontramos un corazón, por ahora solo resta seguir esperando – el médico sabía la situación crítica en la que su paciente se encontraba – …es mejor que esté preparada – dice por último al intentar ayudar a aquella mujer.

Luego de dejar el pequeño cuarto del doctor, se dirigió entre sollozos a la habitación correspondiente de su hijo. Oyó aquellas palabras, y decidió hablar con Tao, él necesitaba saber lo que estaba ocurriendo, por lo que en silencio lo llamó, tras ver a su pequeño en aquella cama.


Luego de salir de la habitación, caminó un poco más allá, yendo al costado de la madre de su novio escuchando cada una de sus palabras, a lo que asintió a todo ello, sin evitar dejar caer más de una lágrima por la situación.

–Kris desde niño tuvo problemas para respirar…– comenzó a hablar la mujer. –…solía enfermar mucho, sabía que no era como el resto de los niños. Cuando lo llevé al médico, le encontraron una insuficiencia cardiaca. Desde aquel día he cuidado mucho de él, ya estaba cansado de todo, se privó prácticamente de muchas cosas… pero contigo descubrió mucho más de lo que pudo haber hecho de no haberte conocido, Kris ha empeorado con los años y necesita un trasplante de corazón, pero… a parte de eso, lo que más necesitaba era conocer el amor – susurró lo último entre lágrimas mientras cubría su rostro.

Era imposible que aquellas palabras no lo hicieran llorar, todo aquello por lo que su novio tuvo que pasar y sigue pasando, lo destrozaba –yo, sabía todo aquello, Kris me comentó sobre su condición, pero aun así, yo decidí quedarme a su lado, no quiero dejarlo solo, no en estos momentos. Él lo es todo para mí y no lo defraudare – ratificó al abrazar a la madre de su novio, manteniéndose así por unos minutos. Cuando fue con Kris, notó que se encontraba despierto, como si esperara alguna respuesta.

– ¿Quieres que te traiga algo? – pregunto al verlo


–Estaré bien, solo quédate conmigo, tú también madre, ven aquí… – expresó complicado –…quiero que ambos estén aquí, conmigo – pidió al verlos con una sonrisa mucho más amplia, como aquellas que solía mostrar cuando tenía más fuerzas

–Te amo… los amo – recalcó al oír las voces de ambos repitiendo lo mismo


– Te amaré siempre – respondió el más joven desbordando en lágrimas, haciendo el mayor de los esfuerzos por sonreír.

Se inclinó para dejar un corto pero dulce beso en los labios del mayor, mientras su madre tomaba su mano izquierda y besaba ésta –te amo hijo, te amo mucho.

Aquello fue lo último que hablaron, luego de que Kris lograra conciliar el sueño, mismo sueño del que jamás tendría retorno.


Su corazón dio sus últimos latidos a las 00:00 en punto, exactamente en el último día de invierno, llevándose consigo todos aquellos recuerdos que vivió junto a Tao, quien fue su fuerza hasta el final de sus días.

El invierno se había ido, junto con quien quiso vivir sus últimos días como nunca lo había hecho.

Como lo deseó, se volvió parte de aquel cielo, parte de aquella brisa, parte del invierno y parte del único hombre que más amo en la vida, dejando huellas en su pasar.

Y aunque su luz se apagara muy pronto, su esencia seguía viva en el corazón de Tao, quien jamás volvería a creer en el invierno como una temporada fría e insípida.  Porque su gran amor amaba aquella estación nevada, enseñándole a apreciarla y llenándolo de dulces memorias.

Para Tao el invierno se había convertido en su estación favorita y en su recuerdo más preciado.


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Espero que este OST les haya gustado mucho, mucho... porque lo escribí con todo mi corazoncito y emoción.

Muchos besitos 😉❤

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