84. Un día menos
Y así fue como llegó el día anterior a la boda. Chris y Rose estaban ultimando los preparativos para la boda, asegurándose de que todos los invitados con los que contaban vendrían y el restaurante estaba al tanto de los menús y los eventos, así como la decoración y la música de fondo. El restaurante contaba con una sala de ceremonias, pero también tenía un precioso jardín de rosas y un pequeño lago con un puente. También había un gazebo con unas columnas en forma circular coronados por una cúpula y con bancos por dentro del círculo. Se encontraba en el cruce de varios caminos que venían desde diferentes puntos del jardín y tenían arcos naturales a lo largo de los mismos.
Desde luego, habían escogido un lugar precioso y todo parecía estar en orden. Cada uno sabía el programa y cuándo le tocaba salir a decir unas palabras o dedicarles alguna composición. El oficial de bodas ya estaba asignado y se aseguró de tener listos los documentos para firmar su matrimonio legalmente. Cuando terminaron, ya de noche, fueron a comer algo, ya que estaban cansados y hambrientos. Rose pensaba en los preparativos y empezaba a estar nerviosa al darse cuenta de que al día siguiente ya era el gran día. No podía creérselo, parecía un lejano sueño, pero ya estaba ahí, llamando a la puerta. Chris estaba ansioso de que llegara por fin y que Rose fuera suya sin que nada se interpusiera entre ellos. Aún temía que algo pudiera salir mal. ¿Realmente podía sonreírle la suerte y darle por fin lo que tanto deseaba? Mientras esperaban a que les trajeran la cena, Chris extendió su mano sobre la mesa, esperando que Rose le diera la suya, y ella así lo hizo, preguntándose qué sentiría Chris.
- ¿Recuerdas cuando quería pedir un deseo a ese anillo?- le preguntó él.
- Querías... tenerme siempre...- se sonrojó ella.
- Quizá no necesitaba un anillo para pedir un deseo, pero a veces me pregunto si gracias a ello nos hizo ver que queríamos estar juntos. Creo recordar que al principio lo veíamos como algo que no podía ocurrir...
- Pero también hubo un alto coste... Es cierto que iba a estar con Thoma si no pedías ese deseo, pero en el fondo pienso que si estábamos destinados, aunque hubieran ocurrido de otra forma, seguiríamos llegando a estar donde estamos. Porque creo que había algo que no nos dejaba separarnos...- confesó Rose.
- Yo también lo creo. Estuvimos juntos desde pequeños, me hubiera sido muy difícil aceptar estar separado de ti, cuando lo estuve no podía soportarlo. Además, aunque tampoco quería admitir que quisiera una relación seria contigo, ya que siempre habías sido una amiga de infancia, lo cierto es que en el fondo... sentía una atracción hacia ti que no hacía más que aumentar.
- Yo tardé en darme cuenta de lo que sentía realmente por ti, sobre todo porque no quería aceptarlo, pero cada vez se hacía más fuerte el sentimiento que me provocabas.
Rose miró hacia otro lado, algo avergonzada al haberse abierto con él. Hacía mucho que no se atrevía a sincerarse de esa forma sobre lo que sentía, sobre todo admitiendo cosas sobre su pasado. Chris sonreía, feliz de estar así con ella y sabiendo que ambos habían pasado por una experiencia similar. Le pareció que había perdido mucho tiempo con tonterías por no admitir lo que sentía, por no decidir pedirle salir antes, por dejarla irse y no verla esos años...
- Quiero dejar de perder tiempo, a partir de ahora disfrutaré de cada día a tu lado, porque sé lo que es no tenerte y desear que estuvieras cerca- le dijo él mientras retiraba la mano para recibir el plato que le traían.
El camarero no pudo evitar sonreír un poco al oírle. Le recordaba a cuando era joven y estaba enamorado al punto de dejarlo todo por su amada.
- Espero que les vaya bien- les deseó.
- Gracias- se emocionó Rose-. Mañana nos casamos y... bueno... estábamos hablando de todo...
- Mis felicitaciones. Cúidela, no se encuentra cada día a una señorita tan encantadora- le dijo a Chris.
- Lo sé, lo merece todo- respondió Chris.
- Eso no es cierto...- bajó ella la mirada.
- La mujer que más feliz me hace merece que lo de todo por hacerla feliz también- replicó Chris con determinación en su voz.
Rose sonrió y se sonrojó.
- Yo también te daré todo...- dijo en voz baja, con timidez.
El camarero sonrió y se marchó, dejando que tuvieran su momento.
- No tengas más dudas, olvida el pasado, hablemos de presente y futuro- propuso Chris.
- Lo intentaré, pero no es nada fácil quitarse la culpa.
- Sé muy bien cómo se siente, con lo que sufriste con los deseos...
- Pero como dijiste, nos unió más, así que no te arrepientas tanto- dijo Rose con un tono más animado.
- Pues no vuelvas a echarte la culpa o me la echaré yo también- bromeó Chris, empezando a comer.
- Está bien, lo entiendo- sonrió ella tomando el primer bocado.
Cuando terminaron y fue hora de irse, Chris detuvo el coche ante un hotel.
- ¿Por qué estamos aquí?- preguntó Rose.
- Quería que vieras la habitación que reservé para mañana. Salimos de viaje de luna de miel al día siguiente, pero no quería que pasáramos la noche en tu casa ni en la mía, eso no sería romántico- argumentó Chris.
- No lo había pensado... supongo que sí es mejor un hotel...- se sonrojó Rose.
- Me rehúso a tener nuestra noche de bodas con nuestros padres cerca- se rio Chris, haciendo una mueca.
Rose también hizo una mueca de disgusto, sería incómodo. Se rio y acompañó a Chris al hotel. Una vez ahí, les dieron la llave y fueron a ver la habitación. Cuando entraron, a Rose le gustó bastante, era acogedora, no muy grande, auque la cama ocupaba bastante de la habitación y era redonda.
- Si no tiene esquinas no nos chocaremos con ellas por la noche- bromeó Chris-. Ven a ver lo cómoda que es- la abrazó y se tiró en la cama con ella, riendo.
Rose también se rio. ¿Sería esa la forma de quitarle los nervios que tenía Chris?
- A estas horas mañana estaremos tú y yo solos, sin que nadie nos interrumpa, disfrutando de... la compañía mutua- le susurró él al oído con una sonrisa pícara, poniéndose encima de ella.
Rose cambió de opinión, quizá la quería poner más nerviosa.
- Recuerda que soy joven e inexperta, no te esperes mucho...
- Que seas tú ya lo hace más especial de lo que podría soñar. Solo quiero estar contigo y disfrutar juntos... ¿tú no?
- En frío... me cuesta más hacerme a la idea...
- Ya me encargaré yo de hacerte entrar en calor- insinuó él, besándole el cuello.
Apagó la luz y siguió besándola en la oscuridad. Rose se dejó llevar, quería dejar de lado los nervios, aprender de Chris y disfrutar de sus momentos juntos. Se sentía bien tener a Chris tan cerca, transmitiéndole su amor a través de sus besos y su tacto. Se sentía un poco más tranquila, si solo se centraba en dar y recibir amor, no había razón para estar nerviosa. ¿No?
Y sin embargo... su corazón no dejaba de latir con fuerza cuando Chris la besaba de aquella manera que la dejaba sin aliento. Era como si descargara sus ganas en besos. Al principio habían entrecruzado los dedos, pero Chris retiró las manos para subirle la camisa, sacándola de la falda. Le acarició el vientre y luego lo llenó de besos mientras sus manos se colocaban en las piernas de Rose, ocultándose a medias bajo el borde de la falta. Aquello la puso algo nerviosa a la vez que la excitaba, pero sus manos aún estaban a cierta distancia de donde no debían. Chris era consciente de sus acciones, quería darle un suave preludio a Rose del día siguiente para que no la tomara tan desprevenida, pero seguía respetando sus límites, ya que se lo prometió y no quería traicionar su confianza. Pero sí que planeaba aumentar el calor un poco más para provocar el deseo en ella. Jugó con su lengua en el ombligo de Rose, notando que empezaba a contenerse. Entonces reemplazó la lengua por el dedo índice y presionó en el momento que volvía a estar a la altura del rostro de Rose para oír un gemidito. El juego estaba empezando.
- Sigue...- le susurró él al oído-. No te contengas.
Aquello la hizo sentir como si el control se le escapara y dejó de importarle retener los dulces sonidos que Chris deseaba escuchar de sus labios. Con cada gemido se excitaban más y Chris supo que podía averiguar lo que quería.
- ¿Te gusta?- susurró.
- Sí...- exhaló ella.
- ¿Quieres que lo dejemos?
- No...- gimió de nuevo.
- ¿Tienes ganas de ir más lejos?
- Pero...
- No lo haré, solo es una pregunta.
Rose siguió respirando entrecortadamente y Chris la besó sin dejar de darle placer con sus movimientos circulares presionando el índice en el ombligo. Introdujo su lengua entre los labios de Rose, ahogando sus gemidos, pero notando sus reacciones. Se apartó un poco para susurrarle en los labios a la vez que los rozaba:
- ¿Te sientes más preparada?
- Sí...
- ¿Quieres?
- Mmm...
- Confiésamelo, Rose- le lamió los labios y los besó con suavidad, retirando la mano de su vientre y cogiéndole el rostro con ambas manos, intensificando un segundo beso, tras lo cual la dejó responder.
- Sí...
- Di mi nombre también...
- Sí, Chris...- entreabrió los ojos y le miró con deseo-. Quiero... ser tuya... y que seas mío- se sonrojó.
- Muy bien, así me gusta- la recompensó con un dulce y tierno beso y se tumbó a su lado, abrazándola-. Mañana... vas a gemir de verdad- le susurró con tono pícaro, mirando su reacción.
Rose se quedó roja y escondió el rostro en el pecho de Chris. No dejaba de molestarla, jugando a tranquilizarla para luego ponerla roja y hacer que su corazón diera un salto.
- Ya basta, sabes que es mi primera vez...
- Mañana seré bueno contigo, lo prometo- le dio un beso en la frente-. Pero tengo que aprovechar a ver tus reacciones antes de que lo experimentes, luego tendré que encontrar otras estrategias para hacerte sonrojar- bromeó.
- Siempre me harás sonrojar- murmuró ella con timidez.
- ¿Ah sí?- sonrió Chris, interesado.
Ella asintió con la cabeza y él la estrechó fuertemente contra sí en un repentino impulso.
- Eres demasiado adorable- la atacó con besos en los labios y en la cara, descargando sus ganas de comérsela y no aplastarla con un abrazo más fuerte-. Te amo.
- Yo también te amo- Rose alzó la mirada y le sonrió con dulzura. Esas reacciones de Chris que la tomaban por sorpresa le encantaban. Le dio un besito suave y tímido en los labios, ya que aún no estaba acostumbrada a tomar la iniciativa y recibió un beso corto de Chris en respuesta.
- Mañana seguimos, tendremos mucho más tiempo de ahora en adelante para momentos así- le dijo Chris ayudándola a incorporarse y se levantaron de la cama. Se colocó tras ella y la abrazó por detrás, sintiendo el olor de Rose desde su cuello-. Al fin... estaremos juntos y seremos uno.
Rose se sonrojó y sonrió. Le gustaba cómo sonaba eso. No se cansaba de pasar tiempo con Chris. Nunca se cansaba de él y cada vez quería estar más con él.
- Me gusta mucho eso- le respondió ella.
Mientras la acompañaba de regreso a su casa, le recordó que tuviera hecha la maleta, ya que se irían al viaje de luna de miel desde el hotel. Antes de despedirse, Rose recordó algo que no mencionó:
- Gracias por pensar en todo y prepararlo, se me escapan tantas cosas...
- Es un placer, me encanta hacer todo esto por ti, para nosotros- respondió Chris tomando su mano.
- Estoy muy feliz de casarme contigo, Chris, gracias por darme otra oportunidad y... por aceptarme y... por querer estar conmigo y quererme tanto...- empezó a derramar algunas lágrimas de la emoción.
- Rose, ¿cómo no iba a hacerlo? Eres mi único amor- la abrazó y le acarició la cabeza con ternura-. Mi dulce y preciosa Rose, la niña de mis ojos, mi amor... mi corazón siempre te ha pertenecido solo a ti.
- Te daré todo mi amor y todo lo que tengo y lo que soy por todo lo que tú me has dado de ti- dijo ella calmándose un poco y empezando a sonreír-. Soy tuya.
- Sabes que yo ya soy tuyo. No hay nada que desee más que tenerte, no solo físicamente... que me prometas tu corazón es el mayor regalo que me puedes hacer. No deseo nada más, Rose... mi Rose...
Le dio un beso en la cabeza, emocionándose un poco mientras pensaba de nuevo en que el día de su unión llegaba y serían marido y mujer. Esa pequeña gatita que decidió quedarse a su lado para siempre era lo más tierno y bonito que tenía y la protegería y amaría con todo su corazón por el resto de su vida. Solo una noche les separaba por última vez, antes del tan esperado día que tanto se había retrasado.
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