81. Preludio
Los actores y otros que ayudaban entre bastidores acudieron a ellos enseguida para tomarles el pulso y ver si respiraban. Le reprocharon a Denis su idea del frasco, había sido demasiado cruel. Este no parecía preocupado por la situación, aunque en sus ojos había lágrimas. Realmente esos dos estaban destinados, con ese nivel de amor no era de extrañar que él no pudiera estar a la altura. Eran diferentes pero a la vez iguales. No había mejor pareja para cada uno, si tan solo se dieran cuenta de ello.
- El efecto se pasará en unos minutos- les dijo Denis para evitar que se le echaran encima-. Dejadles así.
Rose abrió los ojos y tomó aire, como si acabara de salir a la superficie. Se había sentido cerca de la muerte. Mientras se incorporaba, Chris también abría los ojos y al verla, derramó lágrimas.
- Estás bien...
La abrazó con fuerza como si no hubiera un mañana y siguió llorando.
- Rose, mi Rose, no sabes qué alivio verte... Creí que te había perdido para siempre... no podía soportarlo...
- Tomaste eso sin saber qué era... estás loco- dijo Rose empezando a sollozar.
- Tú sí que estás loca, tomando cosas raras y dándome ese susto, no vuelvas a hacerlo nunca más, no soportaría perderte, ¿lo entiendes?
- Gracias por quererme tanto, Chris...
- No te quiero, te amo, de todo corazón- Chris la miró a los ojos-. Nunca dejé de hacerlo y nunca dejaré de hacerlo. Eres mi único amor.
- Chris...- Rose estaba conmovida, se sintió mal por haber hecho eso.
En verdad se sentía amada, pero ¿cambiaba eso algo de su situación?
- Ya te avisé que quería decirte algo cuando acabara la función...- le recordó Chris.
- Sí, ¿qué es?- preguntó Rose con nerviosismo.
- Es sobre nuestra relación... Ha llegado el momento de hablar de ello seriamente.
- Entiendo.
El corazón le latía deprisa y los nervios aumentaron. Al fin se decidiría algo. Chris la quería mucho, no podía ser malo, ¿no? Seguramente se habría preocupado por nada y solo era cuestión de esperar con paciencia, como le había pedido Chris... Sí, debía de ser eso...
- No temas- Chris le puso una mano en la mejilla, secándole las lágrimas y luego hizo lo mismo con la otra. Con su rostro entre sus manos, la miró con ternura y la besó-. Pero vamos a tener que hablar sobre lo que has hecho- le advirtió, enarcando una ceja.
- Pero tú no tienes idea de cómo me sentía... Ya estaba harta de eso... no lograba sentirme mejor y las cosas no iban a ninguna parte contigo y ya no podía más...
- Y en vez de decirme cómo te sentías y que habías llegado a tu límite y querías una solución para buscarla juntos decides hacerme pensar que te habías...- Chris no pudo ni decirlo.
- En verdad... Es como dejar de vivir unos instantes, pero cuando se disuelve, revela un químico que vuelve a poner en marcha el corazón.
- Eso es muy peligroso, Rose, no vuelvas a hacer algo así nunca más, o si no...
- No lo haré, ya he visto que te irías conmigo y no puedo ni pensarlo...
- ¿Cómo quieres que viva sin ti si todo lo hago por ti? Puede que esté loco, pero es así. Si ya no estás, me moriría de tristeza, preferiría al menos que fuera una muerte rápida sin sufrir tanto.
- No digas eso... No era mi intención, ya ha pasado y fue una locura por mi parte, perdóname- sollozó Rose abrazándole.
- No te voy a perdonar tan rápido, tendré que ver cómo te portas- él también la estrechó contra sí.
Siguieron abrazándose hasta que se dieron cuenta de que entre bastidores había ojos atentos, enlagrimados, observándoles. Chris y Rose se pusieron en pie y los demás fueron hacia ellos, aplaudiendo y advirtiéndoles que ni se les ocurra volver a hacer nada parecido.
- No se trauma a la gente después de la obra, eso se hace solo antes- les regañó quien hacía de padre de Julieta.
- No volveremos a traumar a nadie, espero- dijo Chris mirando a Rose de reojo, que asintió mirando al suelo avergonzada.
Se disculparon con ellos y salieron para saludar al público en la recepción. Todos les felicitaban por su impactante actuación, había sido muy creíble. Chris y Rose se miraban entre ellos con sonrisas incómodas. Por suerte, nadie se había dado cuenta de nada. Pero cuando le llegó el turno a Dani...
- Os voy a atar a una silla para que dejéis de haceros daño, no sé si sois sádicos o masoquistas pero al menos dejadlo para la intimidad y no nos asustéis a los demás.
- Pero los espectadores no se dieron cuenta...- protestó Rose.
- Pero yo y alguno más vimos a Denis avisar señalando el frasco. Tuve mis métodos para hacerle hablar y resulta que debió darte un somnífero y se equivocó.
- Pero a mí me dijo que era...
- Porque quería hacerte creer que el efecto era peor, para hacerte entrar en razón, pero iba a darte algo más inofensivo. Si llevaba el otro encima era porque se lo pidió un mago para sus trucos. Y te lo dio a ti sin darse cuenta.
- Ese bastardo... Le voy a...- dijo Chris crujiéndose los dedos.
- Ya me encargué yo, no creo que vuelva pronto.
- Pero es culpa mía por pedírselo...- dijo Rose apenada.
Chris la fulminó con la mirada y ella giró la cabeza hacia otro lado, haciéndose la distraída. Cuando al fin pudieron marcharse, Chris le propuso ir a su casa para entregarle la llave y darle cuerda a la cajita de música. Rose se alegró, ya que al fin podría escuchar la melodía. Una vez solos en la habitación de Rose, Chris sacó el colgante con llave del bolsillo y se lo puso al cuello de su amada con una sonrisa. Ella también sonreía. Entonces recordó un detalle.
- Dijiste de hablar de la relación... ¿has cambiado de opinión sobre... ya sabes... eso que no me dejas decir?
- No he cambiado de opinión sobre eso...
- Entonces no ha cambiado nada, ni cambiará nada, ¿de qué quieres hablar? ¿Querías dejarme más claro aún que nunca volveremos a ser novios?- se enfadó Rose, decepcionada.
- Te dije que te olvidaras de eso...
- ¡A veces te odio, Chris! ¿Por qué me haces esto?
- Oye, no digas eso... Venga cálmate- intentó abrazarla, pero al ver que se resistía, le sujetó las manos a la espalda.
- Déjame, ya estoy harta de tus juegos e indecisiones, eres un cobarde.
- ¿Quién dice que no haya tomado una decisión?- le dijo Chris al oído desde atrás, aún sujetándole las manos-. Es cierto que he sido cobarde, tuve reparos en creerte y confiar en ti...
Rose se relajó y Chris la soltó. La hizo girar hacia él.
- Escúchame hasta el final, ¿puedes?
Rose miraba a otro lado, no sabiendo qué pensar. Chris la llevó al sofá y se sentaron. Luego cogió la cajita de música y con la llave de Rose, le dio cuerda. La música empezó a sonar, inundando la habitación. Era nostálgica, tranquilizadora y hermosa. Al fin, Rose se dejó abrazar y se quedó un rato escuchando.
- ¿Estás más tranquila?
Rose asintió.
- ¿Me escucharás?- le preguntó Chris acariciando su pelo.
- ...
- ¿Eh?
- Si...
No podía resistirse a él.
- Rose, no estoy jugando contigo, sabes lo que siento por ti y de lo que soy capaz. Voy muy en serio.
- Mi definición de ir en serio es otra...
- Me gustaría que me contestaras a algo. ¿Te quedarías a mi lado siempre sin ningún compromiso oficial?
- Si no hay otra opción... sí. No puedo evitar querer estar contigo, pero no sé cómo de feliz sería si me sigo acordando...
- Para ti es muy importante que te demuestre mi amor de forma oficial, con un compromiso, ¿verdad?
- Sí. Mucho.
La melodía estaba llegando a su fin. La figurita de cristal seguía girando, pero empezaba a inclinarse un poco.
- Para mí también es muy importante y no es una decisión que me tome a la ligera. Como dije, no volveremos a ser novios. Recuerda que ya estábamos prometidos, ¿quieres volver atrás y empezar de nuevo?
- No desde el principio pero... desde algún punto...
- Pues yo no quiero volver atrás. Quiero seguir adelante.
La música se detuvo y la coronita de la bailarina cayó rodando hasta los pies de Rose, que la recogió.
- ¿Se ha desprendido?
- No, estaba pensado así. Cuando llegara el momento, sería tuya. Eres mi princesa- le dijo Chris tomando la coronita de manos de Rose y se la puso en el dedo anular-. Los cinco diamantitos son del anterior anillo, quise personalizarlo para ti.
Rose se miraba la mano, coronada por ese singular anillo de compromiso. Chris se había tomado muchas molestias.
- Entonces desde que me diste la cajita ya tenías todo pensado...- murmuró Rose.
- Sí, por eso te dije que tuvieras paciencia, cada cosa tenía su momento.
- ¿Y qué momento es ahora?
- Cuando te pido que renovemos el compromiso, pero no como mera formalidad, sino para casarnos en dos semanas.
Rose le miró con los ojos abiertos de par en par. De pensar que Chris no quería ni empezar una relación pasó a casarse en dos semanas.
- ¿Qué? ¿Cómo? ¿Por qué...? Espera... ¿qué?
- Solo di que sí- se rio Chris viendo su reacción.
- Que me case contigo en dos semanas... ¡Casarme! ¡En dos semanas!
Rose se había puesto en pie, tratando de asimilarlo.
- No quiero que seas mi novia, Rose, quiero que seas mi mujer, mi esposa.
- Por eso...
Rose ya comprendió muchas cosas, el tiempo que se tomaba Chris no era de indecisión sino porque se preparaba para el matrimonio y quería pasar tiempo con ella antes para reafirmar una decisión ya tomada... en vez de estar de relación ese tiempo prefirió darle la sorpresa. No estaba segura de que fuera el mejor método, pero el caso era que al fin tenía lo que tanto deseaba y más, ¿cómo no emocionarse por ello? Se giró hacia Chris y saltó para agarrarse a su cuello y abrazarle mientras él la sujetaba.
- Claro que acepto, hay que ver cuánto me has hecho esperar- dijo Rose feliz.
- No te preocupes por los preparativos de la boda, me he asegurado de tener un lugar, de mandar las invitaciones y pedir que te reservaran los mejores vestidos de novia para que vayas a verlos. Puedes añadir lo que desees, pero quería quitar la preocupación de lo básico.
- Espera, ¿cuándo mandaste las invitaciones? ¿Cuánto hace que todos lo saben?- preguntó ella apartándose mientras Chris la dejaba en el suelo.
- Desde que te regalé la cajita de música. Pero les dije que lo mantuvieran en secreto.
- ¿Tan seguro estabas de que aceptaría? Dos semanas es muy repentino.
- ¿Prefieres esperar más?
- ¡No! Basta de esperar- reaccionó Rose.
- Eso pensaba. Si me decías que no, cancelar todo hubiera sido el menor de mis problemas.
- Me voy a casar con mi jefe- dijo Rose con las manos en la cara.
- Ya, sobre eso... desde que dejaste de venir Dani ocupó tu puesto, no te queda más remedio que poner tu pastelería- bromeó Chris.
- ¿Va en serio?
- ¿Prefieres volver al trabajo?
- La pastelería es buena idea... pero quizá un poco más tarde, cuando haya ido a clases de cocina, necesito aprender más.
- ¿Y si trabajaras para algún pastelero de la zona y aprendieras a la vez?- le propuso Chris.
- ¿Conoces alguno dispuesto a ello?
- Puede...
Su mirada insinuaba que ya había pensado en ello. Rose sonrió y decidió hablarlo luego con él. Ese día solo quería asimilar que pronto se casaría con Chris. No se imaginaba estar más feliz.
- ¿Te ha gustado la sorpresa?- le preguntó Chris, tomando su mano.
- Sí, y el anillo es precioso, muchas gracias- sonrió Rose con brillo en los ojos.
- Me alegro, ahora hablemos de tu travesura...
- Chris...- le rodeó el cuello con los brazos y acercó su rostro a él, poniéndose de puntillas-. Voy a ser tu mujer... me perdonas, ¿sí?
Sus labios estaban cerca y Chris quiso avanzar más, pero Rose bajó un poco la cabeza, mirándole a los ojos.
- Sí...- accedió Chris, sonriendo, rindiéndose ante sus encantos y recibiendo el beso-. Gatita traviesa, ya te pillaré...
Rose sintió un escalofrío, recordando que no tendría mucha escapatoria una vez casados y se ruborizó hasta las orejas. A Chris le pareció adorable y le dio varios besos cortos seguidos en los labios, diciendo una palabra entre cada uno.
- Eres, lo, más, adorable, que, he, visto.
Terminó con un beso un poco más largo que los anteriores, presionando más sus labios contra los de Rose, haciéndola retroceder un poco por el efecto de empuje, por lo que le sujetó la cabeza por la nuca para intensificar el beso. Cuando se separaron, Rose estaba aún más roja y Chris sonreía feliz y enternecido por su dulce expresión.
- ¿Te parece que salgamos a celebrarlo?- le preguntó él.
- ¡Sí, vamos a patinar!
- Esa es mi chica. Nos vamos a entender muy bien- le dijo con una mirada pícara rodeándola por los hombros y acercándola a él para darle un beso en la mejilla sonrosada.
Ella sacó la lengua, cómplice. Rose cogió los patines y bajaron las escaleras para salir de la casa. Abajo estaban Dani, Sofia y James, mirándoles y sonriendo. Rose corrió hacia ellos y les mostró el anillo, sonriente. No tardaron en felicitarla y James y Dani le hicieron un gesto a Chris de que la cuidara o se la cargaría.
- ¿Vas así a patinar?- preguntó Sofia, señalando el vestido de Julieta que Rose aún llevaba.
- No me di cuenta. Chris, ¿por qué no me has dicho nada?
Él se encogió de hombros y Rose le dio los patines para que se los sujetara mientras subía corriendo a cambiarse. Al regresar, solo Chris estaba abajo, esperándola.
- ¿Tenemos que ir a tu casa a por los patines?- preguntó Rose, observando que él se había cambiado en el camerino.
- No, los llevo siempre en el maletero por si me apetece ir.
- Quizá yo también debería dejarlos en tu maletero- sonrió ella.
- Qué rápido te adaptas a la idea de que viviremos juntos y compartiremos coche- insinuó Chris.
- Más bien, pienso que siempre iría a patinar contigo...- se sonrojó Rose.
- Así podré presenciar tu rápido progreso- dijo Chris besándole la mano.
Le abrió la puerta del coche y cerrándola tras ella. Luego entró él y se dirigieron a la pista de patinaje. De camino Chris le preguntaba a Rose qué día quería probarse los vestido de novia o ir a comprar una tiara. Ella no podía evitar sonrojarse pensando en la boda, aún le costaba creérselo, la había tomado completamente por sorpresa.
- Ah sí, y los zapatos...- pensó Chris-. Y si quieres comprarte ropa interior nueva para llevar bajo el vestido...
- Eso es asunto mío- Rose se cubrió la cara de vergüenza.
- Supuse que querrías todo nuevo- se encogió de hombros Chris-. De todas formas pronto será también asunto mío- la miró de reojo y sonrió al ver su cara.
- Pero poco a poco deja que lo asimile- Rose ya ni podía dar la cara.
- No sería la primera vez que te veo...
A Chris le gustaba molestarla para ver cuánto era capaz de enrojecer y qué otras reacciones tendría. Rose era adorable. Se llevó dos dedos a los labios y los puso sobre los labios de Rose, como un beso indirecto, ya que estaba conduciendo. Rose estaba enamorada de la creatividad de Chris para los detalles y gestos románticos, aunque le diera vergüenza, unas veces más que otras, en el fondo esperaba con curiosidad lo siguiente que haría. Por alguna razón, al ver su sonrisa, Chris se sonrojó un poco. Era lo que más le gustaba ver en Rose, una sonrisa provocada por él. Si tenía su sonrisa no pedía nada más. Y le gustaba pensar en cosas para conseguirla. Le gustaban todas las caras de Rose, todas sus reacciones y gestos, su voz, su forma de pensar, su humor, su personalidad, su sensibilidad, su inocencia, su capacidad de aprender rápido, su dulzura, sus ojos, sus labios, su cabello, sus curvas, el tono rosado de su piel, su sabor y su olor... todo de ella le enamoraba. Rose no podía evitar sentir lo mismo por él, incluso lo que le podía molestar de Chris la enamoraba, ya que era parte de él.
- Chris...
- Dime.
- Te amo.
Él aparcó el coche, algo sonrojado y se giró hacia ella.
- Quizá debería dar la vuelta e ir a casa para comerte.
- Va... vamos a patinar...- Rose se puso colorada y empezaba a estar nerviosa.
- También te puedo comer aquí- insinuó Chris, cambiando de opinión y cumpliendo su palabra, atacando por sorpresa.
Unos minutos más tarde salieron, Rose estaba roja y Chris sonreía aún algo sonrojado. O quizá se mostraba el calor en sus mejillas. Cogieron los patines del maletero y se dirigieron a la pista cogidos de la mano.
- ¿Has traído los guantes?- le preguntó Chris.
- Ya no salgo sin ellos- dijo Rose sacando del bolsillo los guantes que Chris le había regalado la primera vez que fueron a patinar.
- Veamos qué tal se te da hoy.
Chris tomó sus guantes y se los puso. Le gustaba hacer por ella tareas tan simples como esa, aunque no le resultaran ninguna dificultad a Rose, pero le gustaba tener sus manos entre las suyas mientras le ponía los guantes y sentir sus dedos. Ver su carita mientras la cuidaba como a una niña le parecía tierno, y a Rose le transmitía lo mismo los pequeños gestos de Chris. Se sentía querida. No siempre iban a perder tiempo dejando que él le hiciera todo, pero a veces era romántico, al igual que se lo parecía atarle la corbata o abrocharle y desabrocharle la camisa. Claro que podía hacerlo solo, pero se creaba un ambiente de ternura o sensualidad entre ellos cuando hacían algo uno por otro. Mientras se ponían los patines, Rose le hizo saber a Chris uno de esos detalles que le había gustado.
- ¿Volverás a peinarme?- preguntó con timidez.
- Claro que sí, si madrugas- le sacó la lengua él-. O después de bañarnos.
- ¿Juntos?- se sonrojó ella.
- ¿No quieres?
Rose se lo imaginó y se quedó roja, pero no le disgustaba la idea. Asintió mirando a otro lado.
- Me gustaría secarte el pelo con la toalla- confesó, dirigiéndole una mirada rápida.
- Lo estoy deseando. Ya seguiremos luego hablando de esto...- la cogió de la mano y la sacó a la pista y le susurró al oído-. O derretiremos el hielo y no podremos patinar.
A Rose el corazón le dio un salto. Chris se había dado cuenta de que estaba entrando en calor y había admitido que le ocurría lo mismo. Cuando hablaban de esas cosas cada vez tenía más ganas de que llegara el momento, a pesar de la vergüenza que sentía. Había tantas cosas que quería hacer y compartir con Chris, y muchas más por descubrir. Estaba comenzando una nueva etapa de su vida, ya que la viviría junto a la persona que más quería sin que nada ni nadie se lo impidiera. No iban a dejar que nada volviera a interponerse.
- Vamos a tener nuestro final feliz sí o sí, aunque sin las perdices- pensó Rose en voz alta.
Chris, al oírla, se le escapó una risilla.
- Oye, yo quiero un principio feliz- bromeó.
- Bueno, pues toda la vida feliz- se rio ella.
- Y cuando no sea tan feliz pues nos esforzaremos por que vuelva a serlo- completó él.
- Sí- sonrió Rose.
- Venga, enséñame cómo tomas las curvas y giras para ir hacia atrás, ardillita.
Rose se rio un poco y tomó carrerilla, asegurando el equilibrio y tratando de no temer a las caídas. Cuando hizo todo lo que le pidió Chris sin problemas, este le enseñó otros giros, para que al dominarlos, empezara a practicar saltos. Mientras él seguía disfrutando al practicar lo suyo y la miraba de vez en cuando. Pasaba por su lado y le tocaba la cabeza o el hombro o la espalda. Rose se había acostumbrado ya a no desequilibrarse cuando Chris la tomaba desprevenida.
- ¿Qué tal he estado?- preguntó Rose tras la demostración.
- Muy bien, has estado muy bien, no esperaba menos de ti. Si practicas estiramientos y otros ejercicios podrías hacer aún más cosas. Mira esa chica- le mostró una patinadora que daba vueltas sujetándose una pierna hacia arriba desde atrás. Rose estaba impresionada-. Puedes empezar por patinar levantando una pierna hacia atrás e inclinándote, así- la colocó.
Rose hizo algunos intentos, pero aún no tenía tanto equilibrio en un solo pie.
- ¿Quieres que intentemos practicar una danza patinando juntos?- le propuso Chris.
- ¡Me encantaría!
Improvisaron algo para divertirse, pero acababan cayéndose y riendo. Se sacudían la nieve e intentaban algo diferente. Decidieron que lo mejor sería tomar clases los fines de semana después de la luna de miel. Patinaron un poco más hasta que fue de noche y salieron para cambiarse y volver al coche. Había sido un día muy intenso y estaban ya cansados. Pero no podían irse a casa sin antes pasar por una pastelería y tomar chocolate caliente y algunos dulces. Rose estaba encantadísima, había sido uno de los mejores días del año, quitando el principio en el teatro.
- No pienso volver a actuar Romeo y Julieta en mi vida- decidió Rose comiendo un dulce tras otro.
- No hace falta que me insistas, tampoco a mí me apasiona volver a hacerlo. Y ya no me hacen gracia las tragedias auque sean tragicomedias.
- Habrá que buscar más historias con final feliz para nuestro teatro, con suficiente drama como para que no echen de menos las tragedias- propuso Rose.
- Como nuestra historia- bromeó él.
- Bueno, viéndolo así...
- ¿Te gustan los pastelitos?
- Riquísimos.
- ¿Te gustaría aprender a hacerlos?
- Claro.
- ¿Por qué no hablamos con el pastelero?
Cuando terminaron, le pidieron al camarero que llamara al pastelero para felicitarle en persona por sus exquisiteces. Cuando este vino, el rostro de Chris cambió y Rose empezó a reirse.
- No me lo puedo creer, está en todas partes el ruso- dijo Chris exasperado-. Olvídalo, Rose, buscaremos otro sitio.
- Queríamos felicitarte por los dulces- le dijo Rose.
- Ah, son creaciones de mi padre, yo vine a ayudarle hoy porque estoy de visita y quería hablar con vosotros sobre el ballet.
- Dentro de un mes, si podéis- dijo Chris suspirando y frotándose las sienes.
Una vez establecida una fecha, Rose quedó para venir otro día y hablar con su padre. Chris no podía creérselo. Al salir se desahogó:
- Y precisamente hoy parece que me encuentro a todos esos personajes... ya solo faltaría Lawrence.
- Hablando del rey de Roma...- Rose ya se reía a carcajadas mientras que Chris creía que le iba a dar algo.
Lawrence caminaba por la calle distraído hasta que les vio y fue a saludarles. Detrás de él, de una tienda salía una chica muy guapa y bien vestida, que fue a agarrarle del brazo y él le dio un pico. Chris y Rose les miraban curiosos. En cuanto la chica vio a Rose, fue a abrazarla.
- ¡Qué alegría verte!
- ¿Celia?- se sorprendió Rose.
- Me alegra de que sigas con Chris, sabía que hacíais buena pareja.
- Bueno, han pasado muchas cosas... pero nos casamos- se sonrojó Rose, bajando un poco la cabeza.
- El día de San Valentín, ni más ni menos- dijo Chris orgulloso de su idea.
- ¡Es verdad!- se dio cuenta Rose-. Oye pero no vale, quieres juntar dos celebraciones en una, te quieres ahorrar los regalos- bromeó ella sabiendo que Chris no tenía nada de tacaño.
- No se me ocurrió mejor día que ese, el día de los enamorados quiero estar con mi mujer- le guiñó un ojo a Rose-. Además, no necesito ahorrarme nada, no te va a faltar nada conmigo. No pensaba hacerte un solo regalo, eso no sería nada impresionante y tú mereces lo mejor- la acercó a él y le dio un beso en la cabeza.
Rose estaba colorada, no solo por lo que dijo Chris, sino porque no sabía cómo reaccionar delante de su amiga y su ex de un día. Entonces reparó en un detalle:
- ¿Cómo es que estás saliendo con este... este... sinvergüenza?- preguntó Chris quitándole las palabras de la boca a Rose.
- Ha cambiado- se justificó Celia.
- Una persona enamorada siempre dirá eso- respondió él.
- Pero Chris, tú también has cambiado- le recordó Rose.
- No, yo he aprendido a controlarme. Y si te refieres a mis errores, eso es lo que eran, no creas que formaban parte de mi forma de ser.
- Bueno, solo hay una forma de averiguarlo, ¿no?- dijo Lawrence-. Con el tiempo veréis si la hago feliz o no.
- Espero verlo antes de que os caséis- dijo Rose con recelo.
- Empezamos a salir este verano, habrá tiempo. Además, admito que era bastante inmaduro, no lo toméis como mi forma de ser, por favor.
- Celia es buena chica, más te vale apreciarla, no como hiciste en el instituto- dijo Rose, dando su consentimiento y recordándole el motivo de su desconfianza.
- No te preocupes, sé de qué familia vienes y no me gustaría que os enfadárais conmigo- bromeó él.
- Vendré a tu boda, si no te importa, Rose- le dijo Celia cogiéndole las manos para felicitarla.
- Te espero.
Sonrieron y se abrazaron de nuevo antes de despedirse. Mientras se alejaban, Chris y Rose miraron atrás un momento y vieron a Lawrence colocándole la bufanda a Celia y sonriéndole como un joven enamorado. Quizá había aprendido algo sobre el afecto y el respeto después de todo.
- Se te parece- comentó Rose, aguantando la risa al ver la cara de Chris.
- No me compares con ese malnacido.
- Es cierto eso de que una vez que te enamoraste de alguien te puedes volver a enamorar, mira a esos dos... y a nosotros...
- En nuestro caso no dejó de ser así, y lo sabes. Da igual lo que quieras decir, no hay comparación. Ni me lo menciones.
- ¿Cuál es peor en tu opinión, Denis, Lawrence o el ruso?
- Al menos Denis y Lawrence conocían el disimulo, pero el ruso era directamente un descarado sin escrúpulos- dijo Chris empezando a reirse al recordar su comportamiento-. Esta vez se ha comportado pero no me fío ni un pelo.
- Ay, Chris- se rio Rose, pegándose a su brazo mientras se acercaban al coche.
De camino a casa, Chris se detuvo delante de una tienda y volvió con un ramo de rosas, tanto por la actuación de Rose como por su compromiso, aparte de que simplemente vio la floristería y pensó en Rose. Ella estuvo con la cara metida entre las rosas y oliéndolas hasta que la dejó delante de su casa. Al despedirse, se cogieron de la mano y luego se dieron un beso.
- ¿Mañana qué hago? ¿Voy al trabajo?
- Si quieres pasarte a verme...- sonrió Chris.
- Entonces ibas en serio con lo de la pastelería...
- Y también creo que necesitas este tiempo para prepararte para la boda. Piensa en qué te gustaría y- se acercó para susurrarle-... adónde quieres ir de luna de miel y qué quieres hacer ahí. Yo tengo algunas ideas pero quiero saber las tuyas.
- La luna de miel...- Rose estaba sonrojada, con el corazón acelerado solo de pensarlo.
- ¿Verdad que te vendrá bien tener tiempo?
Rose asintió y se le escapó una sonrisa.
- Que descanses, mi princesa- dijo Chris besando la mano de Rose que llevaba el anillo coronita.
- Conduce con cuidado, vas cansado- se despidió Rose.
- Lo haré.
Mientras regresaban cada uno a su casa, no dejaban de soñar despiertos, planeando e imaginando todo lo que querían vivir y compartir juntos. Era el preludio de un nuevo capítulo de su historia.
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