77. El ballet
Chris llamaba a la puerta, pero Rose no respondía.
- ¡Rose!
Nada. Empezó a preocuparse y acabó entrando. La vio tumbada sobre la manta, como si se hubiera echado ahí y no se hubiera movido más. Estaba profundamente dormida. Por precaución, le tocó la frente, pero no parecía tener fiebre a pesar de haberse dormido así. Se sentó junto a ella y le acarició el cabello y el rostro, pensando que notando su roce se despertaría. Sin embargo, no parecía funcionar.
- Vaya, realmente estabas cansada con todo lo sucedido ayer...
Suspiró, aplazando lo que tenía planeado para esa mañana y salió, dejándola dormir otro rato. Antes de ello, se había asegurado de que estuviera bien tapada. Quizá era algo pronto aún, al fin y al cabo se fueron a dormir muy tarde. Empezó a pensar qué podía hacer mientras para no perder el tiempo. Quizá podía darle alguna sorpresa a Rose. Pero ¿podría hacerlo manteniendo esa postura con la que llevaba toda la semana o debería dejarlo ya y simplemente disfrutar con ella esa oportunidad?
Cuando Rose despertó, notó el calor de la manta, pero no recordaba haberse tapado la noche anterior. Bajó de la cama y fue a cambiarse. Mientras, colocó la ropa de la maleta en el armario y esta segunda la guardó debajo de la primera. Después de arreglarse en el baño, salió con un vestido grueso de invierno, con algunas capas debajo y una trenza gruesa de lado con un gorrito echado un poco hacia atrás. Llevaba el abrigo sobre el antebrazo, lista para salir cuando hiciera falta. Cuando miró la hora y no vio a Chris, se extrañó que no se despertara, por lo que fue a llamar a su habitación. Como no contestaba, abrió y vio que no había nadie. ¿Se había ido sin ella? No, seguramente salió un rato. Se sentó a la mesa, viendo que el desayuno estaba listo y las tortitas estaban calientes, pero prefería esperar a Chris. Miró por la ventana y vio una carroza de caballos, todo blanco. Era preciosa. Se preguntó para quién sería, ya que en ese hotel se hospedaban incluso los actores y otros artistas. De pronto, vio a Chris entrar y se acercó un poco a él, dándole los buenos días con su mejor sonrisa.
- Buenos días, bella durmiente. Veo que te has despertado, no había forma de hacerte despertar hace dos horas- dijo acariciándole un poco la mejilla-. Estás preciosa- deslizó su mano enguantada a lo largo de su trenza y se llevó el extremo a los labios, depositando un beso. Rose no tardó en sonrojarse-. Vamos a desayunar, que salimos enseguida.
- ¿Que no me despertaba? ¿Es que viniste...? No me enteré de nada...
- Estabas muy cansada, es comprensible. Te hice trabajar mucho y luego te llevé de viaje sin darte tiempo a descansar apenas. Permíteme compensártelo.
Extendió la mano hacia la mesa, invitándola a desayunar juntos y ella le acompañó hasta ahí. Chris la ayudó a sentarse, tras lo cual él hizo lo mismo y comenzaron a desayunar.
- Estas tortitas son lo mejor que he probado en mucho tiempo- comentó Rose, mostrando en su cara el placer de probar algo tan exquisito y cálido.
- Me alegra de que sean de tu agrado, entonces acerté con los ingredientes.
Rose se quedó mirándole con los ojos abiertos de par en par.
- ¿Fuiste a la cocina del hotel para hacerlas?
- No, pero di algunas indicaciones- sonrió él-. La próxima vez te las haré en persona.
- Chris... Has hecho tantas cosas...
- Ya te dije que me permitieras compensarte el trabajo que te he exigido sin dejarte descansar ayer.
- Gracias- sonrió Rose, emocionada.
A pesar de lo que dijera Chris, había hecho muchas cosas por ella y sentía que quería hacer algo por él, pero ¿qué? No le parecía adecuado devolvérselo con regalos caros, ya que entonces parecería que le devolvía el favor y era un intercambio de beneficios, cuando Chris lo había hecho todo sin esperar nada a cambio, solo para alegrarla. Y ella quería hacer lo mismo, alegrarle. Mientras terminaban de comer, Rose decidió hacérselo saber.
- Chris, ¿hay algo que te gustaría que yo pueda hacer por ti?
- Sí, pero no quiero que lo hagas porque te sientas en deuda conmigo, ¿está claro? No aceptaré nada que no te salga de dentro sin intentar devolverme nada- dijo Chris terminando y levantándose para ponerse el abrigo.
- Es que he sentido que yo también quiero darte una alegría pero no sé cómo.
Rose también se levantó y Chris se colocó detrás de ella para ayudarla a ponerse el abrigo. Se acercó un poco para decirle:
- Haces cosas por mí sin darte cuenta, solo que las mías quizá sean un poco más obvias. Siendo como eres ya es suficiente.
- Pero seguro que hay algo...
- Lo hay... pero es mejor hablarlo luego, ahora toca disfrutar este viaje juntos, ¿de acuerdo? Sin preocuparse de nada. Ahora mismo eso es lo que más quiero de ti.
- Está bien, concedido- sonrió Rose girándose para mirarle y darle un beso rápido en la mejilla, sonrojándose un poco.
La sonrisa de Rose y ese repentino gesto era una de las cosas que a Chris le gustaba de ella. Con tal de hacerla feliz y recibir su dulzura a cambio era más que suficiente para querer darlo todo por ella y nunca parecerle demasiado. Mientras ella se quedara a su lado, era capaz de todo. Chris le devolvió una cálida sonrisa mientras le acariciaba la mejilla con el pulgar mientras sostenía su barbilla.
- ¿Ves? No es tan difícil. No pido mucho.
Rose comprendió. Igual que para ella todo lo que viniera de él la hacía feliz, para él era igual. No hacía falta comparar los gestos románticos o preocuparse de hacer algo a cambio, porque esas cosas salían solas por el simple hecho de que se querían y trataban de mostrar su cariño y sacar una sonrisa el uno al otro. Aun así, estaba curiosa por saber qué era eso que deseaba Chris.
Bajaron, aunque Rose no sabía aún adónde iban. Cuando salieron, se quedó mirando la carroza y la pareja que estaba sentada en uno de los asientos, pues había dos, uno en cada lado.
- ¿Te gustaría subir?- le preguntó Chris.
- Bueno, solo pensaba que era bonito y...
La pareja saludó a Rose con entusiasmo. Tanto Chris como Rose se quedaron estupefactos. Les invitaron a subir y acompañarles a un paseo. Al parecer, la habían visto en una de sus actuaciones en el tour de verano. No estaba claro quién estaba más asombrado, si Chris, Rose o la pareja de bailarines. Chris les había pedido que se pasaran a saludar antes del baile del Cascanueces para darle una sorpresa a Rose. Poco después, le hizo saber a Rose quiénes eran. Su cara de asombro era mayor aún. Miró a Chris, dándose cuenta de que era obra suya.
- ¿Te ha gustado la sorpresa?- le preguntó Chris cuando bajaron al teatro mientras los bailarines iban a entrar por otro lado.
- No sé cómo lo haces- dijo Rose mirándole con emoción-. Claro que me ha gustado, se te da muy bien dar sorpresas.
- A ti también- sonrió Chris, ofreciéndole el brazo para subir las escaleras.
- ¿Yo?
- Sí, pero no te diré cuándo lo has hecho- le sacó la lengua.
- Hmm.
Rose se puso de morros unos segundos, siguiéndole la corriente. Él le agarró de la mejilla y tiró un poco, para molestarla, sin poder resistirse al tono rosado de su rostro, en los pómulos, la naricita y... al tono más rojizo de sus labios debido al frío. Giró la cabeza a otro lado, mordiéndose el labio inferior. Le daban ganas de llevarla a un lugar cerrado a solas y hacerla entrar en calor... a su manera. Pero quería aguantar un poco más. Rose le miraba curiosa, preguntándose por qué apartaba la mirada. Una vez dentro, se sentaron en la séptima fila al centro y se quitaron los abrigos, dejándolos sobre las rodillas. Aún quedaba un rato hasta que empezara el baile. Las butacas se iban ocupando y media hora antes de que empezara ya estaba todo lleno. Estaba claro que era el teatro más famoso representando una de sus obras más conocidas. Seguramente Chris había reservado con bastante antelación para conseguir esos asientos.
Mientras esperaban, miraron los folletos que explicaban la historia, especificaban a qué hora era cada acto, cuándo tocaba el descanso y algo de información sobre los actores. Rose lo leía con interés mientras Chris tenía interés en mirarla a ella, disimuladamente, más o menos.
- Chris, debimos de haber comprado flores para arrojarlas al escenario.
- Seguro que si vas tú al escenario no notan la diferencia.
- En serio, Chris, ya hemos conocido a dos de ellos, no quedaría bien ir con las manos vacías.
- Bien, iré yo.
Dejó las cosas en el asiento y salió a buscar una floristería. De todas formas quería darle un ramo de rosas a su actriz favorita, pero no sabía si llevárselas directamente o si mandar que se las llevaran a la habitación del hotel y se las encontrara al volver. Se decidió por ambas opciones, por lo que les dio las indicaciones a los vendedores y regresó con varios ramilletes de flores y uno de rosas. Al entrar en la fila de butacas, vio a un bailarín ruso sentado en su asiento, hablando con Rose, aunque Chris dudaba de que estuviera intentando conversar solamente. Se detuvo delante y le fulminó con la mirada.
- Disculpa, pero este es mi asiento y si no te buscas otro hoy no serás capaz de subir al escenario- dijo con una sonrisa que le helaría a cualquiera la sangre en las venas.
- Mucho gusto, señorita, espero volver a verte- dijo el ruso despidiéndose con dos besos en la mejilla y al tercero Chris interpuso la mano y le apartó la cara, sabiendo adónde se dirigía.
Rose estaba algo confusa, pero también le divertía la situación. Se despidió con la mano del bailarín y este fue a prepararse para salir cuando le tocaba. Aún no estaba vestido, por lo que no sabían qué papel tendría.
- ¿Cómo es que me voy diez minutos y ya hay un chico intentando ligar contigo?
- ¿Ligar?
- Claramente- dijo Chris sentándose.
- Solo vino a felicitarme por mi actuación en el tour del verano.
- Empiezo a pensar que debería preocuparme por ese tour. Te conoce tanta gente que están saliéndome rivales.
- Que solo me felicitaba...
Chris enarcó una ceja y Rose no dijo nada más. Quizá al ser chico se daba cuenta de las intenciones de otros chicos cuando ella no, o quizá solo estaba celoso.
- No te subestimes, Rose, eres hermosa y cualquiera que te vea te deseará- dijo Chris acariciando su mejilla-, aunque no todos sean tan atrevidos e irrespetuosos como algunos que yo me conozco...
- ¿Quieres decir que me querrían de novia?
- Como mínimo.
- Pues no funciona con todos- murmuró ella y pensó: "sobre todo con quien más me interesa".
- Si encima te expones al público, se fijan aún más, sé de lo que hablo. Ten cuidado con la gente que se te acerca.
- ¿Y de qué me sirve mi aspecto si no puedo atraer lo suficiente a...?- Rose se calló, no tenía ganas de continuar.
- Atraerías a cualquiera, créeme.
- Dices que cualquiera quisiera tenerme de novia.
- Sí.
- ¿Cómo puedes decir eso cuando tú eres el primero que no quiere?
- Ese es otro asunto...
- Mira, ya sé que dices que tenga paciencia y que el tiempo lo dirá y que ahora estamos bien así y todo eso, pero no puedes decir algo que no harías, le quita credibilidad. Además, no sé qué impresión quieres que tenga si haces sonar como que cualquiera estaría más interesado y lo tendría más seguro que tú.
La expresión de dolor en el rostro de Chris hizo que Rose se arrepintiera de sus palabras, pero aunque no hacía falta, Chris le recordó el motivo.
- Porque ellos no saben lo que es que les rompas el corazón y a pesar de ello no poder pasar página- suspiró, tratando de no recordarlo y no tener que reprimir las lágrimas-. Esto es para los actores- le tendió los ramos de flores y luego le mostró el de rosas-. Y este es para ti. Ahora vuelvo.
Chris se levantó y se fue al baño y luego salió fuera. Necesitaba un breve cambio de aires para aclarar su mente y enfriar un poco sus emociones. Rose tenía razón para molestarse de que él le hablara de las intenciones de otros con ella y no las suyas, pero él también tenía sus razones. Le estaba dificultando el tiempo de recuperación, no dejaba de surgir ese tema como una espina en la piel que aunque tapara o ignorara seguía ahí. Tendría que decirle a Rose lo que quería que hiciera por él, aunque hubiera preferido esperar a que acabara el viaje.
Al regresar, volvió a ver al ruso en su asiento. Pero esa vez ya no se alteró. A sangre fría fue hacia él con paso decidido y este cuando le vio, se apartó enseguida y se fue lo más rápido que pudo. Una pena, estaba dispuesto a cumplir con lo que le había advertido. Rose estaba mirando las rosas y oliéndolas, no parecía haber prestado mucha atención al bailarín. Tenía una expresión de tristeza en el rostro y probablemente desaprovecharía la oportunidad de presenciar el famoso ballet que tanto había deseado ver. Cuando se sentó, Rose le miró de reojo y trató de encontrar las fuerzas para hablarle sin llorar. Chris suspiró y puso la mano con la palma hacia arriba en el reposabrazos de la butaca, como una invitación abierta. Rose alzó la mano lentamente y la puso sobre la de Chris con timidez.
- Lo siento, no debí...
Él cerró su mano alrededor de la de Rose mientras miraba al frente, viendo que se abría el telón. Luego se inclinó un poco hacia ella y le recordó:
- Ya te dije que solo quiero que disfrutes del viaje, ¿vale? Eso es lo mejor que puedes hacer por mí. Sin preguntas ni reproches ni malos recuerdos. Aunque solo sea durante estos dos días. ¿Crees que puedes?
Rose asintió y el ballet pronto captó su atención, ya que podía estar más tranquila. Le encantaba ver el movimiento elegante de las bailarinas y los bailarines, pero también la atrapaba la historia. Los ojos de Chris estaban en el escenario, pero su mente estaba en otro sitio cada dos por tres. Estaba pensando en cómo proceder en adelante con Rose para evitar problemas, en qué hacer esa tarde y cómo y al día siguiente. No solo eso, también se le pasaba por la mente qué hacer de noche y se preguntaba si era buena idea. Lo que lo sacó por fin de sus pensamientos fue un comentario entusiasmado de Rose en cuanto a la historia.
- Mira, aquí es cuando Clara se hace pequeña y por fin ve al cascanueces como alguien vivo y no un muñeco.
- Alguien vivo, ¿eh?
- Ya me entiendes...
Chris se contuvo de soltar una risilla y miró al escenario para ver qué le hacía tanta ilusión a Rose. Cuando el Cascanueces salió a bailar, ambos le reconocieron, estupefactos. Era el ruso, que al parecer tenía papel protagonista junto a Clara. Esa vez fue Rose la que escondió su sonrisa al ver la cara de Chris.
- Intenta verle como el personaje al que representa, cuando se baje del escenario ya piensas de él lo que quieras.
- No puedo evitarlo, ha perdido mi simpatía.
- Pero la historia, el ballet lo merece y dijiste de disfrutar el viaje...
- Haré un esfuerzo- dijo Chris a regañadientes.
Rose se cubrió la boca con la mano, tratando de no reir ante la actitud de Chris. Por alguna razón, le hacía gracia el ambiente entre el ruso y él, cómo a pesar de que la mirada de Chris le hiciera salir corriendo en cuando se daba la vuelta regresaba con ella. Era como una mosca, si le espantaba se iba pero no dejaba de volver. No pudo evitar soltar una risilla.
- ¿Qué es tan gracioso?- Chris enarcó una ceja.
- Que el bailarín se parece a una mosca.
Chris soltó una risilla ahogada sin poder evitarlo. Ya estaba de mejor humor mirando el ballet. Veía al ruso con nuevos ojos y era un poco más soportable tenerle en su campo visual.
- Por cierto...- dijo Rose mirando las rosas y luego a él-. Gracias.
Chris la miró por el rabillo del ojo y acercó su cabeza a la de Rose, apoyándola unos segundos, aceptando su agradecimiento. Durante el resto del ballet siguieron prestando más atención y comentando entre ellos en voz baja de vez en cuando. La pausa fue corta, por lo que se quedaron sentados y Rose tenía su cabeza apoyada en el hombro de Chris, con su mano en la suya. Estaban cómodos y no les apetecía levantarse pronto. A su alrededor, la gente entraba y charlaba, pero pronto hicieron silencio para ver la segunda parte. La obra estaba muy bien representada e incluso emocionó a algunos en la parte del final. Los bailarines se habían cambiado de ropa y eran más bonitas que antes. Rose miraba ilusionada, sin perderse cada detalle.
Chris se preguntaba si debería meter ballet también en su teatro. Quizá ganaría aún más fama si lograba que fueran a actuar al menos un par de veces en su teatro. Decidió hablar con ellos y Rose sería clave para su persuasión, ya que la conocían y admiraban al verla en el tour. Por desgracia, debía permitirle convencer al ruso, ya que siendo el protagonista su palabra valía mucho para que todos se decidieran a aceptar la invitación. Pero no pensaba apartarse de su lado. Aunque se fiaba de Rose, no se fiaba ni un pelo del ruso.
El telón se cerró dando el ballet por finalizado entre fuertes aplausos. Se volvió a abrir para que todos los bailarines saludaran y recibieran la lluvia de flores. Rose se divertía en tirar las rosas mientras Chris apuntaba al ruso, con suerte le daría en la cabeza. El ruso cogió una flor de Rose al aire y le dio un beso mientras le guiñaba un ojo. Justo cuando el telón se cerraba Chris acertó con un ramo en su cara y se dio por satisfecho. Rose se fijó y se rio un poco disimuladamente. Se levantaron para salir y felicitarles, hablar con ellos y ver si el plan funcionaba. Mientras se dirigían al camerino, Chris le contó a Rose su plan y ella se fue mentalizando. Era buena idea. Además, quería ver más reacciones de Chris cuando volviera a ver al ruso en la ciudad en la que vivían.
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