76. El viaje
Esa semana hubo mucho trabajo, cerrando actas y planificando el año siguiente. Sobre todo, vendiendo entradas y reservando el teatro para grupos y otras personas que se lo podían permitir. Chris había decidido darle pausa a sus gestos cariñosos con Rose, aunque le apetecieran. Después de año nuevo cuando empezarían a ensayar para Romeo y Julieta y ya tendría tiempo de escenas románticas. Además, había recuperado tres años de falta de besos en esos dos días y pensó que a lo mejor se había dejado llevar demasiado. Tampoco quería que Rose se cansara tan rápido. Antes no solía preocuparse de eso, pero desde que su relación tomó una pausa, empezó a actuar con más cuidado y a plantearse las cosas varias veces, pues hasta que se completara su plan no daba nada por seguro. Cuando Rose fuera solo suya, no se reprimiría más.
Por su parte, Rose estaba algo inquieta, pues no era normal en Chris actuar tan... normal. Le extrañaba que no intentara algo con ella y empezaba a preguntarse si sucedía algo. ¿Y si Chris ya no estaba interesado? ¿Y si había tenido más que suficiente esa noche? Quizá no debió dejarse... Quizá se lo puso demasiado fácil o quizá porque vio que ella quería. ¿Sería eso lo que hizo que perdiera las ganas? Pero había tan buen ambiente esa noche e incluso a la mañana siguiente que no entendía qué hizo mal. Trató de recordar si sucedió algo en el trabajo después. Ah, sí, se le cayó al suelo la pluma favorita de Chris, luego se equivocó en una letra y tuvo que volver a redactar desde el principio el documento... Pero no parecía razón suficiente. ¿Sería por la llamada de Denis como cliente? Pero Chris no parecía enfadado mientras hablaba con él. ¿A lo mejor se le había olvidado algo? ¿O había otra cosa o persona que hubiera captado su atención?
De lo que no se daba cuenta Rose era de las ganas que ella tenía de estar con él y de recibir su atención, que era lo que hacía pasar el tiempo más despacio y le importara más la frecuencia de las muestras de afecto de Chris. Y pensar que antes él iba a por ella y no sabía si dejarse o no mientras que en ese momento era ella quien no dejaba de buscar su atención. De hecho, antes de darse cuenta, ya estaba haciendo cosas para que la mirara.
Al principio, Chris no le prestó mucha atención al hecho de que Rose fuera a preguntarle más cosas y se quedara un poco más de pie delante de su escritorio antes de irse, o que se tocaba más el pelo y se acercaba a él para escuchar y ver las indicaciones que él mostraba sobre el papel. Sin embargo, poco a poco empezó a darse cuenta de que Rose no actuaba como siempre al ver que su mirada y su tono de voz comenzaban a delatarla. Lo que hizo que sospechara aún más fue un beso en la mejilla que recibió de la nada tras felicitarla por un trabajo bien hecho.
Normalmente sonreía, a veces se sonrojaba levemente, pero empezaba a sentir que se le acercaba más e incluso le tocaba la mano, el brazo o el hombro acompañado sus palabras. Se planteó dos opciones: o empezaba a salirle de forma natural por sentirse más cómoda con él... o lo hacía a propósito esperando alguna reacción por su parte. Si ese era el caso, la tendría. La próxima vez que hiciera algo más obvio, se lo haría notar. Aunque no le importaba averiguar qué más haría Rose si no decía nada.
El último día de trabajo del año, terminaron algo tarde, ya que había que dejarlo todo listo para el año siguiente. Chris llamó a Rose a su despacho y la hizo sentar delante de él.
- Has hecho un buen trabajo, estoy agradecido contigo y muy orgulloso de ti. Exceptuando algún incidente, siempre has estado presente a tiempo y poniendo todo tu esfuerzo y empeño. Como hace poco que la empresa ha despegado, se ha acumulado menos de lo que habría sido a lo largo de un año entero, por lo que quizá no sea suficiente para que abras todavía tu propio negocio, pero si lo ahorras, dentro de poco serás capaz sin problemas. Aquí tienes tu salario del mes y tu aguinaldo- dijo Chris tendiéndole un sobre-. Feliz fin de año.
Rose lo tomó, pero no necesitó mirarlo ni le pareció apropiado hacerlo. Confiaba en Chris, seguramente había bastante, además del bulto y a juzgar por el peso del sobre. Se lo iba a guardar, pero él le dijo que podía echar un vistazo. Rose le miró y luego al sobre y lo abrió. Dentro no solo había un fajo de billetes, sino también un cheque y una tarjeta de felicitación. La sacó y la abrió para leer, pero lo que más le llamó la atención fue que en su interior había dos billetes, uno era para ver el ballet del Cascanueces más famoso del momento y el otro era un billete de avión para ir a esa ciudad, que se encontraba en otro país. Era de ida y de vuelta, desde esa noche hasta la madrugada del segundo día del año nuevo, reservado en primera clase.
- Chris... Esto es increíble...- dijo Rose levantando la mirada con brillo en los ojos-. No sé si me merezco todo esto...
- No lo pienses, es un regalo.
Rose estaba muy feliz, pero el regalo que más quería aún no podía obtenerlo. Pero al menos podría pasar con él año nuevo. Entonces se dio cuenta de que ahí solo estaban sus billetes, pero Chris no había dicho si iría.
- Solo están mis billetes... Pero supongo que tienes los tuyos, ¿no?
- ¿Cómo?
- Tus... ¿Es que no vienes?- empezó a temer Rose.
- ¿Tendría que ir?
Durante todo ese tiempo, Chris había mantenido una expresión algo neutra, como si se tomara en serio su papel de director. Rose no estaba segura de qué significaba eso o qué podía estar pensando.
- Creía que sí...
- ¿Y por qué debería?
Rose bajó la mirada, algo desilusionada.
- Porque... porque...
Se hizo silencio hasta que se oyó el sonido que producía el traje de Chris al moverse. Rose alzó la mirada y le vio de pie junto a ella, mostrándole sus billetes con una sonrisa.
- Como si fuera a dejarte sola- bromeó-. Te perderías por ahí. Y no conoces el idioma.
A Rose se le iluminó el rostro y se levantó, preguntándose si abrazarle o no. Se le quedó mirando el pecho, deseosa de hundir su cabeza en él, pero con el comportamiento pasivo de Chris en los últimos días y la diplomacia que empleó previamente, tuvo dudas.
- ¿Qué ocurre?- preguntó Chris inclinándose un poco hacia ella.
Ella le miró con brillo en los ojos, dirigiéndole una mirada interrogante, tras lo cual miró su pecho y abrió un poco los brazos hacia adelante. Chris sonrió.
- ¿Necesitas permiso?
Rose se rio un poco y se acercó para abrazarle. Los brazos de Chris se cerraron a su alrededor, enternecido por la dulce timidez de Rose. ¿Debería dejar de mantener la compostura? Al fin y al cabo ya estaban fuera del horario laboral... Pero quería esperar un poco a ver qué más haría Rose.
- Es tarde, deberíamos ir a hacer las maletas si queremos llegar a tiempo al aeropuerto- le dijo Chris.
- ¿Y dónde dormiremos?
- He reservado en un hotel cerca del teatro.
Rose no se detuvo a pensar qué o cuánto había reservado, asintió y fueron al coche. Chris dejó a Rose en su casa y fue a la suya para prepararse para el viaje. Solo le quedaba ultimar un par de detalles y estaría listo. A Rose la había tomado por sorpresa, por lo que tuvo que hacer los preparativos, dándose prisa para no hacer esperar a Chris. Quedaba poco para que fuera a recogerla y sus padres aún no habían vuelto para avisarles. Fue a decírselo a Dani y llamó a la puerta de su habitación, pero al no escucharle se le ocurrió entrar. Dani y Raquel se estaban besando en la cama bajo la manta. Cuando la vieron, los tres intercambiaron miradas atónitas e incómodas y Rose se retrocedió.
- No he visto nada.
- No es lo que parece- dijo Dani bajando de la cama medio vestido.
- A mí no me tenéis que explicar nada- dijo Rose algo sonrojada, recordando lo que hacían Chris y ella y esa tarde de tormenta que Chris fue a su casa y Dani la vio con un botón sin abrochar.
- Raquel vino esta tarde, para pasar el año nuevo- explicó Dani.
- Pero vino a verte a ti, ¿no? De todas formas... Chris me lleva de viaje a ver el Cascanueces y...
- Sí, lo sé. Buen viaje- respondió él con una sonrisa, acompañándola a la puerta.
- Vale, vale, ya capto que tres son multitud, pero tenía que asegurarme de que se lo dijeras a...
- Se lo diré a Sofia y a James, no te preocupes- la empujó con suavidad hacia fuera de la puerta y miró detrás de ella-. Cúidala o si no...
- Sabes que conmigo aquí no le vendrá ningún peligro de fuera...- se oyó la voz de Chris, llevándose a Rose por el hombro mientras Raquel miraba curiosa y Dani cerraba la puerta-. El único peligro cerca de ti soy yo- le susurró a Rose al oído.
Mientras Chris la ayudaba con la maleta, Rose recordó sus palabras y sintió un escalofrío. Había estado tan tranquilo toda la semana que aquello la había cogido totalmente desprevenida y no sabía qué tramaba Chris o si solo le apetecía jugar con ella diciéndole esas cosas. Chris no había podido evitar decirle a Rose aquello a pesar de que quería mantener las distancias un poco más, pero seguramente no afectaría decirle algo de vez en cuando. Lo raro sería cambiar completamente de actitud, mantendría su estilo al fin y al cabo y no iba a abstenerse de aquello que deseaba hacer o lograr. Aunque quisiera volver a enfriar el ambiente, solo tenía que esperar a que Rose volviera a hacer alguna tontería que le hiciera enfadar. Era cuestión de tiempo. Pero no creía necesario volver a recurrir a ese método.
Una vez en el coche, ambos estaban sentados en la parte de atrás, ya que el chófer de la familia les llevaba para poder regresar a casa con el coche en vez de conducir Chris y dejarlo aparcado en cualquier lado hasta su regreso. Rose estaba un poco nerviosa al estar sentada en silencio en el coche con él, en ese espacio cerrado atrás en la oscuridad de la noche y solo iluminados por los faros de los coches y la tenue luz de las farolas que les llegaba a través de los cristales ahumados. Cuando notó los dedos de Chris deslizarse por el dorso de su mano hasta entrecruzarse con los suyos sintió un cosquilleo que la recorrió entera, debido a la sorpresa.
- Dos días tú y yo solos. Y tres noches.
Las palabras de Chris en su oído le pusieron los pelos de punta. Por alguna razón, a Rose solo se le ocurrió responder:
- Lo dices como si fuera una luna de miel.
Se arrepintió de inmediato, enrojeció al darse cuenta de lo que estaba insinuando y miró de reojo a Chris, que estaba aún más rojo y le tapó los ojos con su mano ante sus protestas, pero había logrado verle. Se le escapó una sonrisa. Había valido la pena verle así a pesar de que pensara que no debió decirlo. Chris no le quitó la mano de los ojos hasta que llegaron al aeropuerto unos minutos más tarde. Le había estado apartando las manos a Rose para que no interfiriera y se convirtió en un juego, ella intentando alcanzar la mano de Chris que cubría sus ojos mientras él estaba atento para evitarlo. Empezaron a haber algunas risillas y para cuando llegaron, Chris bajó la guardia y Rose logró cogerle la mano, por lo que él la dejó que se la apartara de su rostro. Se le había pasado el sonrojo, pero lo cierto era que le había cogido desprevenido ese comentario y no supo reaccionar de otra forma. Quizá era porque había cosas que se tomaba más en serio que otras, o que las deseaba pero no podía decirlo en voz alta, y si alguien lo hacía por él, sentía vergüenza y otras cosas por dentro, enrojeciendo como resultado.
La espera en el aeropuerto y el viaje no fueron muy cortos, por lo que Rose apoyaba su cabeza en el hombro de Chris y se dormía. Él comenzó a dormirse en el avión también, cuando le venció el sueño. Llegaron esa misma noche al hotel, aunque era más bien de madrugada. Rose se esforzó por mantenerse despierta hasta llegar a la cama. El día de trabajo anterior había sido largo y el viaje no lo fue menos, solo quería descansar. Esperó en el vestíbulo mientras Chris fue a por las llaves. Cuando regresó, le mostró a Rose el set de llaves con una sonrisa y le indicó que cogiera la maleta para ir a la habitación. Una vez delante de la puerta, Rose se preguntó dónde estaría su habitación.
- ¿Y mis llaves?
- Estas- respondió Chris mostrándole las que llevaba en la mano mientras iba probando a ver cuál abría la puerta.
- Pero... ¿cuál es mi habitación?
- Esta- dijo Chris abriendo por fin la puerta.
- ¿Y la tuya?
- También.
Rose enrojeció de vergüenza mientras veía a Chris invitándola a pasar con cara de que todo le parecía normal y no había hecho nada raro. Pero el rostro de Rose era un poema mientras entraba, no dejando de mirarle a él y al suelo.
- ¿No reservaste dos habitaciones?
- ¿Debería?
Rose le miró ya sin saber cómo decírselo sin pasar vergüenza. Lo primero que vio al entrar fue una sala de estar y dos puertas en lados opuestos. Chris fue a abrir la puerta izquierda y entró a dejar su maleta mientras Rose aún estaba mirando la salita. Fue hacia el dormitorio en el que había entrado Chris. Era espacioso y elegante. Aquel hotel era todo un lujo. Cuando la vio en la puerta con la maleta, Chris se acercó sonriendo y apoyó el brazo en el marco de la puerta.
- ¿Solo hay una cama?- murmuró ella habiendo visto el interior.
- ¿Qué ocurre? ¿Quieres dormir en mi habitación?- le preguntó con una sonrisa pícara.
- ¿Tu habitación...?
- Por mí no hay problema, pero pensé que preferirías tener un armario solo para ti- bromeó Chris.
Rose estaba sonrojada y no sabía ni qué responder. No estaba segura de entender la situación.
- Ya sé que no sería la primera vez... Pero son excepciones...- trató de explicarle-. Dormir juntos en un hotel es cosa de parejas y...
Chris le señaló la puerta de la parte opuesta de la habitación, con una sonrisa divertida.
Rose fue a ver qué había, aunque pensó que sería el baño. Cuando abrió, se dio cuenta de que era otro dormitorio como el de Chris, aunque decorado ligeramente diferente. Y tenía su propio baño, igual que el de Chris, aunque no había reparado en la puerta del otro dormitorio.
- ¿Tienes más quejas?- preguntó Chris con los brazos cruzados detrás de ella.
Rose estaba roja de vergüenza, había sacado conclusiones precipitadas sin investigar antes, y Chris la había ayudado a seguir en la confusión a propósito para reirse con sus reacciones.
- No, ninguna. Está todo perfecto.
- Así me gusta- dijo Chris acariciándole un poco debajo de la barbilla, cosa que le hizo cosquillas a Rose-. Ve a dormir, gatita. Estás cansada. Y cuidado no te equivoques de dormitorio, que si te pillo en mi cama no sales más de ahí.
Ella sintió mariposas en la tripa y protestó:
- Ya te gustaría que me equivocara. Buenas noches- dijo apartándose y entrando a su habitación.
- Mañana vendré a despertarte- le avisó él.
- Sin entrar- advirtió ella.
- Llamaré a la puerta como un caballero, no me subestimes- sonrió Chris, marchándose a su dormitorio mientras Rose cerraba la puerta del suyo y se echaba en la cama.
Se quedó un poco pensando en cómo había sido el día y el viaje con Chris, sobre todo esos últimos momentos de vergüenza y confusión. Se durmió enseguida imaginando cómo sería el día siguiente. Esperaba que en ese viaje ocurriera algo romántico entre ellos después de la semana "normal" que había pasado. Y si no, al menos hablaría con él para saber qué le pasaba. Aunque le daba la impresión de que empezaba a ser de nuevo el Chris de siempre. Pero una caricia no le bastaba. Aunque no quería darle a Chris la satisfacción de tener sus labios cuando deseara, se admitía a sí misma que sí lo echaba de menos y al menos quería ver en él esas intenciones, saber que aún se sentía atraído por ella. Y sí, quería conseguir algún beso antes de volver a casa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro