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71. Cita de Nochebuena

Al día siguiente, Rose llegó un poco tarde al trabajo. Se había quedado terminando de empaquetar el regalo de navidad de Chris, que era el último que le quedaba. Ya tenía los de su familia, Raquel y Hellen, que también vendría a la fiesta con Leo. No solo eso, sino que además en el desayuno, antes de irse, Sofia la retuvo para ultimar los detalles del baile enmascarado. Cuando entró al despacho, Chris la esperaba medio sentado en el escritorio de ella en vez del suyo. Rose pensó que estaría molesto por su tardanza.

- Lo siento, me dormí tarde y esta mañana tuve que...

- Me pregunto qué te quitó el sueño- insinuó Chris-. ¿Soñaste con lo de ayer?- bromeó.

- ¿Y por qué iba a soñar con algo factible?- se la devolvió Rose, dejando el abrigo en el respaldo de la silla, junto a Chris.

- ¿Ah sí? Enséñame cuán factible es entonces- la retó.

Rose se acercó a su rostro lo suficiente como para hacerle creer que le besaría, pero se quedó a un centímetro de sus labios. En cambio, le miró a los ojos con una sonrisa pícara.

- Tenemos trabajo, ¿no?

Le movió la corbata de su sitio y se apartó, empezando a ordenar el escritorio. Chris la miró con interés mientras se colocaba la corbata.

- Ahora me vienes con prisas, ¿eh?

- Cuanto antes terminemos, antes podemos irnos...

- ¿Adónde quieres ir?- le preguntó Chris al oído sorprendiéndola desde atrás.

Rose se detuvo y apretó el folio entre sus manos, calmando los nervios.

- Pues a algún sitio para... la... cita...

- La cita ya ha empezado, y llegas tarde- le dijo Chris poniendo su mano sobre la de Rose para evitar que siguiera arrugando el papel.

El corazón de Rose dio un salto. No se esperaba aquello para nada y no entendía muy bien a qué se refería Chris, ¿cómo iba a empezar la cita si tenían que trabajar?

- ¿Y el trabajo?

- El trabajo hoy consiste en averiguar que todo ha salido bien, así que vamos a ver el musical de navidad por el que tanto hemos trabajado, ¿te parece? Solo tienes que llevarte una libreta para apuntar alguna cosa que se pueda mejorar si quieres. ¿Vamos?

Rose se giró para mirarle y agradecérselo con una sonrisa.

- ¿Y luego?

- Sorpresa.

- Pero ¿me llevo el abrigo?

- Sí.

Fueron al palco de honor y se sentaron juntos. Chris lo había reservado solo para ellos o más bien, no dio la opción de venta de billetes ahí. Rose observó que el teatro estaba lleno y sintió emoción. Miró a Chris y vio su sonrisa de satisfacción.

- No podía ser menos, contigo como mi secretaria y organizadora. Estoy orgulloso del trabajo que has hecho, y quiero que veas el fruto de tu esfuerzo- le dijo Chris entrelazando los dedos de su mano derecha con los de la izquierda de Rose, seguido de un beso en la mejilla.

Ella se sonrojó, tanto por el cumplido y el reconocimiento como por el gesto de Chris. No sabía qué decir. Le sonrió y miró al escenario. Debía admitir que le había gustado bastante. El musical tenía muchas razones para ser un éxito.

- Has elegido buenos temas- le dijo Rose a Chris.

- Bueno, Andersen da para mucho y la Reina de las Nieves me pareció adecuado para navidades.

- De sus cuentos una de mis favoritas es...

- ¿La sirenita?- adivinó Chris.

- ¿Cómo lo sabías?

Chris sonrió y le guiñó un ojo. Rose estaba sorprendida, no recordaba habérselo contado. Iba a protestar cuando de repente le pareció ver una cara conocida entre el público, mirando en su dirección. Trató de fijarse mejor, pero ya había girado la cabeza y no distinguía dónde le había visto.

- ¿Ocurre algo?- preguntó Chris al verla atenta a otro sitio que no era el escenario.

- No estoy segura... Creí ver...- sacudió la cabeza y miró al escenario-. No es nada, serán imaginationes mías.

Chris frunció el ceño. No logró ver nada interesante entre el público, pero tenía una sensación extraña que no le dejaba tranquilo. Cuando terminó y aplaudieron, alguien fue a buscar a Chris a la salida para decirle que le necesitaban entre bastidores antes de la siguiente actuación. Rose se quedó en la recepción, sentada en uno de los sofás, esperando a Chris.

- ¿Rose? ¡Ya me lo parecía a mí!- dijo una voz que captó su atención.

Ella se levantó y cuando le vio venir, instintivamente abrió los brazos para recibir el saludo de cierto profesor que conocía muy bien.

- ¿Cómo va tu relación?- preguntó él antes de separarse del abrazo y mirarla.

- Todavía...- iba a responder ella cuando ambos se dieron cuenta de la presencia de Chris.

Rose se apartó con brusquedad, pensando en una explicación al ver la mirada fría de Chris. Denis comprendió de quién se trataba al ver la cara de Rose.

- Creo que no nos hemos presentado, me llamo Christian- dijo él extendiendo la mano.

- Me llamo Denis, encantado de conocer al novio de mi antigua alumna. Ah, no, perdón, no recordaba que ya no lo eras- dijo Denis con una sonrisa fingida.

- Ah, sí, el profesor corrupto... Oí hablar de ti. Actualmente soy su jefe, que no te extrañe si está conmigo la mayor parte del tiempo, necesito a mi secretaria.

- Ya veo, así que el trabajo es lo único que os mantiene juntos. Pues eso significa que Rose está disponible si vuestra relación es estrictamente profesional.

- Tan profesional como lo fue contigo- replicó Chris.

- Diriges un auditorio y sigues sin saber nada sobre actuar.

- Eso se lo dejo a los "profesionales" y su "ética". Y de hecho no dirijo solo uno.

La tensión en el aire se podía palpar y Rose se sentía algo incómoda. No esperaba que tuviera que presenciar su encuentro. Más que continuar con la cita, quería escapar de ahí o que se la tragase la tierra y salir cuando todo se hubiera calmado. Quizá podía hacer algo al respecto.

- Chris, le debo a él la decisión de haber regresado- intervino Rose.

- Y también la de dejar la relación, ¿no?- replicó él.

- Si tanto te importa, ¿por qué no vuelves a tenerla?- insinuó Denis.

- Eso no es asunto tuyo.

- Ya, resulta que lo es, ya que si no tiene novio y el que tiene el potencial no la quiere, pienso volver a cortejar a Rose, esta vez en serio.

Aquello fue la gota que colmó el vaso. Rose estaba pálida. No le estaba gustando nada esa situación, ya que más que poner celoso a Chris y que se diera más prisa en tomar una decisión, podía acabar peleando con Denis y volviendo a su inicial frialdad con ella. Chris no era de los que actuaba en sangre caliente, al menos no con frecuencia, él solía decidir según lo que ya tenía en mente, no según las circunstancias. Si había decidido no salir con ella, no lo haría por mucho que le provocaran. Solo podía empeorarlo.

- No te mereces a Rose- gruñó Chris con una mirada furiosa.

- Nos están mirando, vamos fuera, por favor- pidió Rose.

- La señorita tiene razón, conversemos en otro lado- apoyó Denis.

- Yo sí que te voy a dar conversación- dijo Chris crujiéndose los dedos.

- No esperaba otra cosa- replicó Denis.

Una vez salieron fuera, Rose hizo un intento de escabullirse.

- Creo que me necesitan para los preparativos del baile enmascarado... Debería irme- se excusó Rose.

- Tú te quedas aquí, no ha terminado tu horario laboral y mi secretaria no se puede ir hasta que su jefe se lo permita- dijo Chris llevándola a un banco y haciendo que se sentara. 

Rose suspiró, resignada. Estaban de nuevo en ese parque en el que tantas cosas habían sucedido. También fue ahí donde Chris y Lawrence pelearon.

- ¿En serio vais a empezar a pegaros puñetazos por un asunto que no resolveréis igualmente porque también depende de mí y de otras cosas?- protestó Rose con la barbilla apoyada en una mano-. ¿Por qué no hacéis una apuesta o algo?

- No es mala idea- dijo Chris, frotándose las manos.

- Cierto. Te propongo un trato. Este baile enmascarado del que habláis... Tenemos altura y pelo parecidos, si no hablamos, con la máscara no será fácil distinguirnos a la primera. El que obtenga un beso de Rose gana. Si tú ganas, os dejaré en paz, para lo que sea que intentáis hacer aunque no lo entienda. Si yo gano, no te impondrás entre Rose y yo ni intentarás nada con ella en el trabajo.

- ¿Quién dice que seguirá con su trabajo?- se molestó Chris.

- ¿Se puede saber qué culpa tengo yo en vuestro trato para quedarme sin trabajo?- protestó Rose levantándose-. Que yo recuerde ya tomé mi decisión, esta apuesta es innecesaria.

- Si es la única forma de perderle de vista, acepto- dijo Chris estrechando la mano a Denis.

- Vale, ¿a quién le importa mi opinión? Al fin y al cabo soy la razón de la apuesta- se cruzó ella de brazos.

- Recuerda la norma, ni una palabra durante el baile- dijo Denis metiendo las manos en los bolsillos y marchándose.

- Como si necesitara hacer trampas para ganar- le fulminó Chris con la mirada.

Denis le lanzó un beso al aire a Rose y ella se despidió con la mano. Chris se la cogió y la miró serio unos instantes, luego le besó la mano y la acompañó al coche. Parecía como si hubiera cambiado de humor de repente. Rose estaba en guardia, aún un poco pálida, ya que Chris podía ser impredecible.

- Vayamos a comer a ese sitio que querías- propuso Chris sonriendo de forma algo inquietante. Se notaba que lo estaba intentando, pero no terminaba de sentirse tranquilo con la situación.

Chris dejó el coche en el aparcamiento del establecimiento y entraron. Rose estaba encantada con la decoración de las calles y el interior, el ambiente festivo se notaba en todas partes y era su época favorita del año, aparte de su cumpleaños. Pero en navidad era como si todos celebraran cumpleaños. Mientras esperaban el pedido, Chris miraba a Rose, pensando en muchas cosas, planteándose cómo continuar con el plan. No tenía prisas, pero con un rival de por medio, empezaba a tener más motivos para adelantarse.

- ¿Qué ocurre?- preguntó Rose sonriendo.

- ¿Por qué os encontré abrazándoos?

- Porque hacía tiempo que no nos veíamos. ¿Tan raro es?

- No es tu amigo de toda la vida, es la causa de que nuestra relación acabara. ¿Cómo crees que me siento?

- Pues a pesar de todo le tengo cariño, tomó la decisión de aconsejarme que volviera contigo y lo aprecio mucho, le preocupó que estuviera triste más que la oportunidad de estar conmigo. Vas a tener que hacerte a la idea de que no es un joven cualquiera para mí.

- Si tanto le aprecias ¿por qué no te quedas con él?

- Te repito que aprecio que me animara a volver contigo, ¿vale? Eres tú quien no quiere estar conmigo- dijo Rose levantándose-. Denis tenía razón, ¿por qué no quieres volver conmigo pero intentas impedir que otros lo intenten? Eres egoísta.

Salió fuera y Chris fue tras ella. Se escondieron tras la esquina de un callejón estrecho y él se aseguró de tenerla sujeta contra la pared.

- El trato era que me demostrarías que ibas en serio con lo de serme fiel. Solo entonces podré recuperar mi confianza en ti.

- Pero dijiste que ya no seríamos novios...

- Y yo te dije que el tiempo lo diría.

- Pero no me estás dando la oportunidad... Y te pones a hacer tratos con la gente como si yo fuera un objeto.

- Jamás te consideré algo así, el objetivo de la apuesta es que él deje de intervenir. No te merece.

- Y quedamos en que yo no te merezco a ti, somos iguales...

- ¡No sois iguales ni de lejos! Tú no te aprovecharías de alguien de esa forma, él te corrompió, no al revés, solo necesito ver que no volverás a dejarme por lo que diga alguien... Sobre todo cuando no hice nada para merecerlo, al menos desde que empezamos a salir en serio...

- ¿Temes que te deje de nuevo?- se dio cuenta Rose.

- Sí, que te fueras de mi lado y me dejaras solo siempre fue mi mayor miedo, por eso cometí el error de pedir ese deseo, pero cuando te di libertad acabaste dejándome de todas formas... Yo ya no sé qué hacer contigo, ¿qué funciona...?

La voz de Chris se entrecortó por causa de las lágrimas que corrían por sus mejillas. Rose no pudo evitar que empezaran a salirle lágrimas también. Sentía el dolor de Chris. Aunque la perdonara, el miedo no le había abandonado. Le había soltado las manos, por lo que Rose las usó para abarcar el rostro de Chris entre sus palmas.

- No, Chris, esta vez no hiciste nada mal, fui yo quien lo hizo mal, igual que tú no volverías a cometer ese error del deseo yo tampoco volvería a cometer este... Por favor confía en mí, no volveré a dejarte, cuando lo hice me di cuenta de que me dolía tanto como si me faltara una parte de mí.

- ¿Me quieres, Rose?- preguntó Chris poniendo sus manos sobre las de Rose, que aún estaban sobre sus mejillas.

- Mucho más de lo que imaginas, siento mucho haber tenido que pensar en dejarlo para darme cuenta, y la distancia solo hizo que me diera cuenta de que te necesito cerca, ya que no nos hace ningún bien estar separados, tanto física como emocionalmente. Para mí es insoportable...

- Al fin comprendes cómo me siento...

Se miraron unos instantes y Chris se inclinó para besarla, pero Rose se apartó y se secó las lágrimas.

- Nos habrán traído la comida- se excusó, regresando.

La verdad era que no quería darle a Chris lo que él quería sin que se arriesgara al compromiso. Quizá se daría más prisa en decidirse si no se lo ponía tan fácil. Chris estaba algo confuso con la actitud de Rose. A veces quería besarle y a veces no. ¿A qué estaba jugando? Un momento... ¿jugando? Se secó las lágrimas y sonrió con picardía, caminando tras ella para entrar de nuevo al restaurante. Muy bien, si se lo iba a poner difícil, solo tenía que subir de nivel y estar a la altura para arreglárselas y salirse con la suya.

Se acercó por detrás del asiento de Rose y le hizo cosquillas, haciendo que se sobresaltara. Luego se inclinó para susurrarle:

- No me olvidaré de que te has escapado dos veces. Solo se van añadiendo a tu cuenta.

Le mordió el lóbulo de la oreja disimuladamente y regresó a su asiento. Rose sintió un escalofrío y Chris vio que estaba roja cuando la tuvo delante tras sentarse. Ella intentó ignorar el suceso comenzando a comer y Chris hizo lo mismo. De vez en cuando se miraban y cada vez sonreían un poco más. Lejos de apartarles, los problemas que surgían resultaban en una mayor cercanía y fortaleza. Superar momentos así juntos les unía más. Aunque no les gustaran mucho los problemas, lo cierto era que cuando los superaban, estaban mejor que nunca y valía la pena aguantar.

Después de la comida, fueron a la plaza para ver el árbol de navidad gigantesco y bellamente decorado que habían colocado en el medio. Rose estaba emocionada, estaba feliz de poder ir ahí con Chris y se le notaba en el rostro. Él, por su parte, disfrutaba de esos momentos antes de la tensión del baile, aunque también tenía ganas de ver a Rose con un vestido bonito y bailar con ella, y robarle un beso antes de que Denis se le acercara.

- ¡Mira, Chris!- señaló Rose bajo el árbol.

Había unas tiras de papel de colores en las que la gente escribía sus deseos y las ataban al árbol. Rose fue a coger una.

- Dicen que si una pareja escribe por un lado y por el otro cada uno el mismo deseo, se cumplirá y su amor durará para siempre- le explicó sonrojada-. Ya sé que no somos...

- Está bien, no soy supersticioso, pero prefiero intentar todo que nada- bromeó Chris sacando su pluma estilográfica del bolsillo y escribiendo en un lado.

Le dio a Rose la pluma para que también escribiera por el otro lado sin mirar y lo ataron a una rama del árbol.

- ¿Deberíamos mirar?- preguntó Rose.

- Creo que no hace falta- dijo Chris tomándole la mano y paseando con ella por las calles.

Entraron a algunas tiendas y una en especial les llamó la atención a ambos. Era una tienda dedicada a la música y había recuerdos de todo tipo, desde instrumentos en miniatura hasta broches, pinzas de pelo, botones de plata con formas musicales y mucho más. Chris se compró un cronómetro y Rose se quedó mirando unos botones para Chris. Le parecía buena idea coserlos a una chaqueta que llevara en un concierto algún día. Decidió ir otro día sin él para darle la sorpresa. Estaba feliz de haber encontrado ese sitio.

- Rose, mira qué hora es- le dijo Chris mostrándole un reloj de arena. Al ver su cara echó a reír-. ¿Cómo? ¿No lo ves? Son las seis ya.

- ¿Cómo lo sabes?- se sorprendió Rose-. ¿Las seis? ¡Tenemos que irnos o llegaremos tarde al baile!

Cogió a Chris de la mano y corrieron de regreso al coche. Él sonreía al verla tan activa. Esa era la Rose que conocía, animándose con un árbol decorado y dándose prisa por llegar a un baile, y de sus favoritos. Se le notaba lo mucho que disfrutaba esas fechas. Pero su parte favorita fue en la que Rose le confesó cómo se sentía. Quería escucharlo de nuevo. Antes de dejarla en casa e irse a la suya para prepararse, volvió a preguntar:

- Rose, ¿me quieres?

Ella pensó que quizá ese era un buen momento para consentirle un poco y le dio un beso corto en los labios.

- Te quiero, Chris- le sonrió.

A él solo le dio tiempo a sonreír antes de que Rose saliera y se fuera deprisa a su casa. Chris tardó un poco en reaccionar. No se esperaba ese beso tan repentino. Incluso se había sonrojado un poco. Aquello era una invitación, le devolvería el beso en el baile enmascarado, de eso estaba seguro. Ya sabía que Rose le había elegido a él, pero realmente quería darle una lección a ese tal profesor y dejarle claras las cosas de una vez por todas. De hecho, era conveniente que se hubiera presentado, la victoria sabía mejor cuando podía restregársela a su rival.

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