7. Descubrimiento
Thoma estaba esperando a Rose llevando un ramo de rosas en la mano. Ella se sonrojó y se lo agradeció con un beso en la mejilla. Se dirigieron al teatro a ver la función que quería ver cada uno: El lago de los cisnes y Hamlet. En el teatro también había ballet, no solo obras de teatro y musicales.
- Algún día tenemos que ver una ópera de Mozart- bromeó Thoma.
- Vuelve a mencionar la ópera y será lo último que digas- bromeó Rose fingiendo disgusto.
Se rieron y conversaron un rato antes de que empezara el ballet. Thoma se sorprendió de que le gustara, creyó que sería aburrido, pero entre la historia y los increíbles movimientos ágiles de los bailarines al ritmo de la música, estuvo bastante entretenido. Por su parte, Rose no sabía si le iba a gustar Hamlet, con todo ese lenguaje antiguo, pero a pesar de no comprender todo, fue bastante interesante. Aprovecharon el ramo de rosas para tirar flores a los actores felicitándoles. Al salir del teatro, se estiraron un poco disimuladamente, ya que habían estado varias horas.
- ¿Vamos a comer algo?- propuso Thoma.
- Claro. La próxima vez, elijamos algo que no sea trágico, se me quitan las ganas de comer- rió Rose.
- Es cierto, ambas eran trágicas... Tenemos gustos parecidos.
- En verdad no es por ser trágico, simplemente me parece interesante el tema de la historia y los personajes.
- Me pasa igual. Qué pena que tan buenas historias tengan ese final- comentó Thoma.
Fueron a un restaurante a comer y Rose le comentó sobre el baile que organizaban sus padres en navidad. Thoma aceptó la invitación contento.
- En verdad... mis padres también organizarán un baile... en una semana por... mi cumpleaños y... me preguntaba si querías venir y ser mi pareja de baile. Al menos para alguno de los bailes.
Thoma estaba sonrojado. No sabía cómo pedírselo de la forma más apropiada. Al final tendría que esperar a su cumple y quién sabe, quizá ella aceptaría ser su novia oficialmente. Rose aceptó encantada. Se sentía muy bien con Thoma y estaba dispuesta a ir a un baile o a diez con él. Era un muchacho de buen físico y agradable rostro. No entendía que se juntara con Chris, eran polos opuestos. Aunque quizá por eso Chris estaba tan empeñado en que ella no jugara con los sentimientos de Thoma, porque era un buen chico y no se lo merecía. Ella no pretendía jugar con sus sentimientos, le agradaba mucho Thoma.
Después de comer, fueron a pasear por la ciudad y Rose se detuvo frente a un escaparate. Un arco y unas flechas captaron su atención y memorizó el nombre de la tienda para mencionárselo más tarde a su padre. A Thoma le sorprendió un poco al principio, pero viendo la personalidad de Rose, no era tan raro. Tenía curiosidad de cómo haría un papel de lucha en la próxima obra. ¿Podría verla con pantalones o vestida de chico? En su imaginación, toda la ropa le venía grande, por lo que no pudo evitar reírse. Seguramente le quedaría mejor de lo que imaginaba.
Poco después regresaron a casa, ya que todavía tenían deberes para el día siguiente y no los habían empezado. Ambos llevaban una sonrisa en el rostro que agradó a sus padres. Thoma y Rose hacían buena pareja. Los padres de Thoma estaba contentos con Rose por preocuparse por su hijo y lograr que despertara, además de que Thoma siempre llevaba una sonrisa cuando se trataba de ella. Por no mencionar que era una Wishingwell, heredera de una familia de multimillonarios. Por su parte, James y Sofia preferían a Thoma mil veces antes que a Chris. Pero su hija no dejaba de relacionarse con él. Por lo menos, empezaba a estar en mejor compañía y quizá no se haría demasiado amiga de Chris.
- ¿Qué tal tu cita?- preguntó Sofia a su hija en la cena.
- Fuimos al teatro y me invitó a su cumpleaños la semana que viene.
Empezó a explicarles cómo fue el teatro y lo que comieron en el restaurante para que el cocinero de la casa tomara nota. Se la veía muy contenta con todo. James y Sofia podían estar ya algo más tranquilos por fin. Le dieron permiso para ir al cumpleaños y Sofia le dijo a su hija que irían a por un vestido la semana que estaba por empezar. Rose estaba muy animada. Luego le contó a su padre sobre la tienda y le pidió ir con él lo más pronto posible. James accedió, interesado también en esa tienda.
Al día siguiente después de clase, Rose fue a casa de Chris a "hacer los deberes" según contó a sus padres por teléfono. Estos no estaban muy entusiasmados con la idea, por lo que la dejaron con la condición de que a partir de entonces sería Chris el que tendría que ir a casa de Rose para "hacer la tarea". Rose así se lo comunicó a Chris, quien no vio inconveniente. Al fin y al cabo, descubriría más cosas en casa de Rose que en la suya. Se sentaron en dos sillones frente a frente, con una mesita de por medio y Chris se dispuso a contarle lo que descubrió sobre la isla.
- Al parecer, la isla custodiaba dos cajas y en su interior había dos objetos capaces de conceder cualquier deseo. Aún no sé qué objetos son, pero tienen que estar juntos para funcionar. Deben pertenecer a dos personas y que estas mantengan esos objetos en contacto para que se pueda pedir el deseo. Los objetos cambian cada vez que se pide un deseo. No entendí muy bien la descripción, ya que estaba escrita en una columna pero estaba en mal estado y era bastante ilegible. Para acceder al sistema de seguridad de la isla una melodía llamada "Canción de la Vida" era la clave. La isla reaccionaba ante la canción, pero además la letra daba las instrucciones sobre la isla y las trampas, acertijos y cómo llegar a la caja. Ahora la canción ya no nos interesa, los objetos fueron encontrados y los tienen tus padres. Es tu turno averiguar qué hicieron con ellos y qué son.
- Vaya esto es muy interesante...
- También quisiera saber qué pasó realmente con tus padres en ese viaje para que mi padre se vengara de tu padre... Él no quiere hablar mucho de ello. Dice que Sofia le fue infiel pero no estaba obligada a serle fiel. No entendí muy bien eso- prosiguió Chris.
- Oye Chris, tu madre...
- No me la menciones, Rose.
- Solo quería saber qué hizo que Carl se casara con ella tan poco tiempo después de que mis padres se casaran.
- Fue un matrimonio por conveniencia, nada más.
Eso explicaba que tratara de quedarse con todo pero acabó en la cárcel donde murió por una enfermedad que se contagió de los prisioneros. Chris no quería hablar de su madre porque estaba avergonzado de lo que hizo y lo peor era que heredaba sus genes. Pero no quería ser como ella.
- Y bien, ¿tratarás de sacar información a tus padres y me contarás?
- Lo intentaré...
- Rose.
Ella sintió un escalofrío. De nuevo esa pausa después de su nombre. Chris fue hacia ella y le alzó la barbilla, haciendo que le mirara directamente a los ojos.
- No se te ocurra ocultarme nada de lo que descubras.
Ella asintió, aunque no muy convencida. Chris la conocía y decidió tomar medidas al respecto.
- Si me fallas será en un lugar más visible- le dijo rozándole la marca del cuello con la yema de los dedos-. O menos visible... según...- su mirada se detuvo en varios lugares de su cuerpo, haciendo que Rose reaccionara por instinto yendo a darle una bofetada.
Chris le detuvo la mano a tiempo.
- ¿Qué crees que estás haciendo? Si no te detuviera y me tocaras, conoces las consecuencias, ¿verdad?
Rose tragó saliva, dándose cuenta. Solo quería dejar de estar en esas situaciones con Chris. Aunque por otra parte, era lo más entretenido que le sucedía durante el día. Era extraño, pues lejos de querer que aquello terminara para siempre y librarse de él, lo que quería era aprender a jugar a su juego.
- Alguna vez te lo merecerás y no tendrás derecho a vengarte- protestó Rose-. No es justo que no pueda defenderme.
- Muy bien, si te hago algo yo primero, puedes defenderte. Pero sabes que reaccionas a la mínima cosa y tengo que pararte los pies- dijo Chris cada vez más cerca de sus labios-. Eres traviesa y debo castigarte...
- ¿Qué haces ahora?- reaccionó Rose apartándole la cara.
Chris se dio cuenta de lo que su cuerpo hacía por impulso y se apartó.
- Ya que estás aquí, ayúdame con unos problemas de matemáticas- dijo yendo a por los cuadernos.
Rose se quedó un tanto confusa. No entendía qué acababa de pasar y esa reacción tan extrañamente tranquila y fría que tuvo después, aunque juraría haber visto asomarse un poco de color en las mejillas de Chris. Decidió olvidarlo y se pusieron a hacer la tarea. Chris le explicó el movimiento de los planetas y ella le ayudó con las matemáticas.
- Tienes que saber matemáticas para calcular el universo- le chinchó Rose.
- Pues entonces tu ya deberías entenderlo muy bien- se la devolvió Chris.
Se rieron, dándose cuenta de que eran iguales en eso. Hacía mucho que no podían reírse tranquilamente como en los viejos tiempos. El buen ambiente regresaba, pero era muy frágil.
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