69. Plan de navidades
Al día siguiente a la hora de comer, Rose volvió a intentar hablar con Chris sobre el tema de las navidades, pero no le vio de muy buen humor, por lo que no mencionó nada.
- ¿Querías decirme algo?- le preguntó él.
- Solo que... bueno aparte del trabajo no pasamos tiempo juntos y...
- Estoy preparándome para los exámenes de fin de semestre, cuando los acabe iremos a algún sitio- respondió Chris.
- ¿Y cuándo es el último?
- En enero.
Rose suspiró. ¿Era buena idea decirle lo de navidad si no podía quedar antes de que terminaran los exámenes? No estaba segura. Chris la vio algo desilusionada, pero no había mucho que pudiera hacer para cambiar la situación. Él mismo tenía demasiadas cosas encima, ni siquiera había tocado el piano en las últimas semanas. Compaginar estudios, trabajo y aficiones no parecía apenas posible. Agradecía que al menos pudiera ver a Rose en el trabajo porque de lo contrario no sabía de dónde sacaría el tiempo. Aun así, ella quería verle fuera del horario laboral y no le gustaba tener que negárselo. Él también quería pasar un rato con ella, pero ¿en qué otro momento del día?
- Rose, si quieres, un día de estos que no haya mucho lío, en vez de comer aquí podríamos ir a algún sitio, para variar- le propuso.
- Me encantaría- sonrió ella.
Chris sonrió también. Quizá podía aprovechar momentos del día como ese para hacer que fueran un poco más especiales. Algún día podría invitarla a cenar a su casa y se motivaría para terminar pronto de estudiar para pasar un rato con ella antes de dormir... O durmiendo. No le desagradaba la idea, pero lo cierto era que parecía algo injusto hacer cosas de pareja sin serlo porque él no quería. Pero aún no había tenido la oportunidad de ver a Rose demostrando serle fiel. ¿Ser fiel a alguien que no quería ser su novio? No tenía mucho sentido. Esperaba ganar sin arriesgar. Lo normal era probar su lealtad en una relación, fuera de ella no tenía ningún compromiso ni obligación. Pero sabía que Rose se esforzaba por recuperarle, por lo que no hacía falta arriesgarse. Sonaba cómodo para él, pero a cambio intentaría no actuar como si fuera su novia, sino su empleada, amiga de infancia y señorita por la que sentía algo. Sabía que se estaba complicando con todo ello, pero aún no era capaz de entrar en una relación. ¿Funcionaría?
Chris empezó a adelantar el horario de trabajo para poder marcharse antes y estudiar antes de clases. Rose tenía más tiempo libre por la tarde y quiso buscar algo para hacer. Entonces recordó que tenía un arco y unas flechas desde hacía unos años cuando fue con su padre a una tienda que descubrió en una cita con Thoma.
- ¿Quieres ir a montar a caballo?- le preguntó Sofia, viéndola salir con ropa de deporte.
- ¿Vais ahora?- preguntó Rose viendo también a su padre salir con la ropa de montar.
- Ahora- respondió él.
- Me gustaría ir a practicar tiro con arco. Me vendrá bien estar en campo abierto. ¿Tienen dianas?
- Creo recordar que había una zona así, pero en otro lado. Puedes usar los árboles o las hojas de diana- James se encogió de hombros.
- Me llevaré unas tablas de madera y otros materiales. ¿Me esperáis?- preguntó Rose.
- Date prisa.
Rose corrió volviendo a su habitación y cogió lo que necesitaba para fabricarse sus propias dianas, tras lo cual fue al coche con sus padres. Cuando llegaron al lugar, empezó a llover. Rose salió y cogió al arco y las flechas.
- Vine a hacer tiro con arco y lo haré, no me asusta un poco de agua.
Sofia y James se miraron y sonrieron, decidiendo salir un poco con los caballos a pesar de la lluvia. Luego tendrían que limpiarlos bien del barro, pero al menos no habrían ido para nada.
- Te echo una carrera hasta el pie de la montaña- retó James a Sofia.
- Prepárate para perder- rio ella colocándose con el caballo a la par con James.
Rose dio la señal y los caballos salieron disparados. Cuando dejó de verles entre los árboles del bosque, empezó a colocar las dianas y marcó algunos troncos y hojas. Fue caminando y disparando flechas, adentrándose en el bosque. Le quedaban un par de dianas cuando vio a sus padres regresando. Parecían divertirse mucho. Le hubiera gustado poder hacer ese tipo de cosas con Chris. Echaba de menos la adrenalina y la emoción, aparte de la que la hacía sentir algunos días que la cogía desprevenida con algún gesto que la sonrojaba. Quería vivir una aventura o hacer algo más interesante que hacer cosquillas a la máquina de escribir y terminar con los dedos engarrotados cuando estaba demasiado tiempo escribiendo. Por el momento, su mayor reto era lograr que Chris le diera un día libre.
Cuando se acercaba a la úlima diana, notó que el suelo se había ablandado y había mucho barro. Retrocedió, cambiando de dirección. En ese momento, pisó una trampa y de pronto se vio envuelta por una red que colgaba del árbol, a dos metros de altura. Si no fuera por la distancia hasta el suelo, hubiera cortado la cuerda con una flecha. Llamó a sus padres, pero estaban lejos. Se quedó un rato pensando en cómo arreglárselas para salir de ahí. Intentó impulsarse para que la red se balanceara y sacó una mano para agarrar una rama. Cada vez se balanceaba más fuerte hasta que se agarró a la rama con una mano y luego la otra. Subió una pierna a pesar de que la red se lo dificultaba y casi lo consiguió, pero resbaló y se soltó. Con el peso de Rose tirando hacia abajo de golpe, la cuerda se rompió y cayó con la red en el barro, que era más blando de lo que pensaba. Entonces se dio cuenta de que el terreno estaba cediendo y aterrizó en un hoyo.
Se quitó la red de encima y trató de escalar de vuelta de todas las formas posibles, pero resbalaba y caía. Se fue formando el barro y cada vez le costaba más sacar las piernas. Estaba cansada, por lo que acabó por quedarse sentada en el barro, abrazando las rodillas. Trató de gritar pidiendo ayuda, pero cuando un tronco se desplomó sobre la entrada del hoyo, supo que ya nadie la oiría. Al menos verían su arco cerca si pasaban por ahí buscándola. Tuvo que pasar la noche ahí. Se quedó dormida a ratos. No hacía tanto frío como fuera, pero estaba mojada y necesitaba secarse cuanto antes. A la mañana siguiente, con un poco más de energías aunque tenía hambre y sueño, trató de moverse y entrar en calor. Volvió a gritar pidiendo ayuda varias veces. Las horas pasaban y nadie parecía haber pasado cerca siquiera.
Sofia y James se habían pasado toda la noche buscando a su hija, pero en la oscuridad apenas sabían por dónde iban y el bosque era grande. Por la mañana regresaron a la entrada del bosque y trataron de volver a recorrer el camino que Rose habría hecho practicando el tiro con arco. Siguieron las dianas hasta el final, pero no la encontraron. Llamaron a Dani para que fuera a ayudarles. Este recibió una llamada de Chris pidiendo una buena excusa para que Rose no se presentara al trabajo. En cuanto la recibió, no tardó mucho en recoger a Dani y dirigirse al bosque. Entre todos siguieron buscando a Rose en los alrededores de las dianas. Chris pensó que era extraño ver ese árbol caído cerca de la última diana. Esperaba que no hubiera aplastado a Rose, eso hubiera sido su peor pesadilla desde que la salvó seis años atrás de ese árbol alcanzado por el rayo. Le pareció escuchar algo.
- ¿Rose?
Volvió a oír algo. Se acercó al tronco.
- ¡Rose!
- ¿Chris?- se oyó una voz débil.
Este trató por todos los medios de quitar el tronco de en medio, pero no era tarea fácil. Fue a buscar a los demás y juntos lo levantaron por un lado y lo apartaron. Entonces se descubrió el hoyo y Chris fue el primero en abalanzarse sobre él y tratar de meterse para sacar a Rose.
- No entres... Quedarás atrapado en el barro- dijo Rose mirando hacia arriba, poniéndose de pie.
Chris se tumbó en la hierba y metió los brazos, adentrándose boca abajo hasta el abdomen para alcanzar a Rose. Ella alargó los brazos hacia él, pero no era suficiente. Chris decidió entrar de un salto. La abrazó, luego le quitó su abrigo mojado y le puso el suyo.
- Has venido... ¿no tenías trabajo?- preguntó Rose.
- No iba a dejar que te escaquearas, necesito a mi secretaria- le sonrió Chris dándole un beso en la frente, tras lo cual la subió hasta que alcanzó las manos de James y Dani.
Una vez sacaron a Rose, ayudaron también a Chris a salir y fueron a casa a darse un baño lo antes posible. Chris fue directo al trabajo después de asearse y Rose hizo lo mismo, aunque temió enfermar tras pasar la noche en esas condiciones. Apareció en el despacho de Chris con el abrigo en la mano para devolvérselo. Él se levantó y la empujó por los hombros hacia la puerta.
- Vete a casa.
- No, estoy bien, vine a trabajar- protestó ella.
- No estás bien, vete a casa.
La sacó y cerró la puerta. Rose entró por la puerta de su propio despacho, pero Chris lo oyó y fue a regañarla de brazos cruzados.
- ¿Qué te he dicho?
Rose se quedó a medias de quitarse el abrigo y sentarse. Le miró con cara de esperar a que cambiara de opinión.
- No me pongas esa carita- dijo Chris acercándose a ella y cogiéndole las mejillas- si no quieres que te la coma.
Rose sintió un escalofrío seguido de mariposas en la tripa que no tardaron poco en irse. Enrojeció y a Chris le pareció demasiado adorable como para no aprovechar la situación.
- Muy bien, quieres trabajar pero yo no quiero que estés en el despacho por si enfermas... Será mejor que hoy trabaje desde casa y tú te vienes conmigo. Así habrá una cama cerca por si la necesitas.
Fue a por sus cosas y al regresar vio que Rose seguía en su sitio con el abrigo cayendo por los hombros, no muy segura de si tomarle en serio. La cogió de la mano y salieron. Cerró con llave y la llevó al coche, tras lo cual no se detuvo hasta llegar a casa. Rose estaba aún algo confundida y no podía pensar con claridad. Se sentía algo débil, pero no quería preocupar a Chris. Él se dio cuenta de que Rose estaba reaccionando con cierta lentitud y sabía que no se encontraba bien, pero dada su cabezonería, le consintió el capricho. Además, quería ver cómo se las iba a arreglar o si iba a estar torpe de la forma adorable que solo ella tenía. Fueron a su habitación y Chris le puso una silla en el escritorio delante de él para que trabajaran juntos.
- ¿Y la máquina de escribir?- preguntó Rose.
- No la necesitas hoy. Me ayudarás con el proyecto de navidad.
- Ah... Navidad...
- ¿Ocurre algo?
Rose miró a otro lado mientras dejaba su abrigo en el perchero e iba a sentarse. Aún no había podido pedirle aquello. Chris pensó que no pasaría nada por tomarse un rato para charlar, sobre todo después de lo sucedido. No quería darle mucho trabajo a Rose ese día. Pero la haría recuperar el tiempo otros días. Fue a sentarse al sillón y le indicó que se sentara en sus rodillas. Rose le miró y se sonrojó.
- Ven.
Ella se acercó y se quedó de pie delante de él, algo nerviosa. Por una parte, era hora de hablar del tema, y por otra parte, le daba vergüenza hacer aquello en horario laboral (y fuera de él). Chris insistió con la mirada y ella se sentó. Él rodeó su cintura con los brazos para evitar que se levantara.
- ¿Qué quieres?
De nuevo esa pregunta directa. La ponía aún más nerviosa.
- Me preguntaba si... no podíamos tener libres las navidades y celebrarlas juntos... o al menos el día de antes o después de navidad...
- Tendremos libre el año nuevo.
- Pero... no es lo mismo...
- Tienes tiempo libre cuando salgas de trabajar.
- Pero no da tiempo para una cita en condiciones- se le escapó a Rose y se llevó la mano a la boca.
- ¿Así que quieres tener una cita conmigo en navidades?- insinuó Chris con una sonrisa pícara.
Rose asintió sin mirarle. Tenía demasiados nervios como para alzar la mirada.
- Estaremos juntos en el trabajo, es una cita de oficina- bromeó Chris.
Rose quiso levantarse, indignada, pero Chris la volvió a sentar riéndose y se echó hacia atrás en el sillón, haciendo que Rose se apoyara en él.
- Lo siento, Rose, pero hay que estar ahí y asegurarse de que todo funciona. Es el día que más ventas hay y si me dejas solo con todo eso no vendrás más al trabajo.
- ¿Me despedirás?- se entristeció Rose.
- ¿De qué me sirve si no estás ahí cuando más lo necesito? Y también será una compensación por faltar a la inauguración.
Rose tenía la cabeza apoyada en el pecho de Chris, oyendo sus latidos. No podía enfadarse con él estando en sus brazos ni sentía que él lo estuviera mientras le acariciaba el pelo. Era una de las discusiones más pacíficas que había tenido.
- Haré lo que mi jefe me ordene, pero me hubiera gustado asistir a un baile enmascarado contigo.
- Eso se puede hacer después del trabajo. Y la cita la tendremos en año nuevo. ¿Te parece?- propuso Chris.
- Está bien... pero ya no habrá ciertas decoraciones, ni el árbol en la plaza, ni ciertas cosas en las tiendas, ni el menú especial de navidad de una cafetería que me gustaba de aquí del barrio... Ni podré decir feliz navidad ese mismo día, ir a patinar... y luego está esa noria que ponen...
- ¿Pero acaso ya tenías el día entero planeado?- se rio Chris.
Rose enrojeció y no dijo nada. Sintió un beso en la cabeza y no pudo evitar sonreír.
- Olvídalo. No hagas planes. Ese día se hace lo que yo diga.
- Vale...
Chris notó en su voz que se había puesto de morros y le agarró los labios entre sus dedos, tirando un poco de ellos para molestarla.
- Por mí puedes alargar estos morros todo lo que quieras.
Volvió a incorporarse y Rose se separó un poco de él. Cuando giró la cabeza para mirarle, se encontró con su cara delante de la suya. Chris mordió con sus labios los morritos de Rose en un instante sin darle tiempo a reaccionar y en un segundo ya estaba bajándola y volviendo al escritorio. Rose se quedó confusa, aún asimilando lo que acababa de pasar.
- Venga, tenemos trabajo- le dijo Chris.
Rose se levantó y fue a sentarse al escritorio, en frente de Chris. Trató de concentrarse y comenzar a hablar sobre el proyecto. Tomaron apuntes, hicieron listas y calcularon presupuesto, gastos y beneficios. Una vez se metía en materia, Rose era bastante eficiente y Chris estaba complacido con su trabajo. Gracias a ella había adelantado mucho trabajo y tenía muchas reservas por su labor publicitaria. Se estaba planteando agradecérselo en navidades, ya que eso era lo que ella deseaba, pero como no estaba seguro de qué podía surgir, no quería que Rose se hiciera planes ni ilusiones. De esa forma, sería una sorpresa.
No hubo ningún percance y terminaron las horas de trabajo sin que tuviera que cuidar de Rose. Se alegraba de que estuviera bien, pero antes de llevarla a casa, le sirvió té con pastelitos para recuperar energías. Luego se despidieron en la puerta del jardín de Rose y Chris se fue a la universidad. Ambos se quedaron pensativos sobre lo que harían en navidades. Por el momento lo único seguro era el baile por la noche, después del trabajo. Rose fue a hablar con sus padres sobre su idea y comenzaron a organizarlo, mientras Chris empezó a buscar la forma de acabar pronto el trabajo el día de navidad y así llevar a Rose a esos sitios que ella quería. Pero ya que era "una cita", tenía que tener algo especial, una sorpresa planeada por él que fuera a gustarle y no viera venir.
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