65. Una lección
Al día siguiente, Chris llegó más pronto al trabajo, pues tenía curiosidad por saber si Rose realmente había madrugado para hacer las copias. Entró a su despacho y dejó las llaves sobre la mesa, tras lo cual abrió la puerta que daba a secretaría. Vio a Rose con la cabeza apoyada en los brazos, sobre la mesa. Estaba dormida. Se acercó sigilosamente y le apartó un mechón que le cubría el rostro. Le hubiera gustado volver atrás en el tiempo y desear que no se pudiera ir de su lado, o haberse negado a no verse en todo ese tiempo... O ir al futuro cuando ya todo ese ambiente extraño y la distancia entre ellos ya no fuera un problema y pudiera volver a dar y recibir cariño sin barreras.
Miró sus labios, tan rosados, suaves y carnosos como siempre. Los echaba de menos, casi podía recordar cuando los tenía entre los suyos. Se mordió el labio inferior, encontrando dificultad para resistirse aún sabiendo que habían sido besados por otro. Quería hacerlos suyos. Empezó a pensar en una forma en la que pudiera hacerlo sin que Rose lo asociara con sentimientos e intentara pedir explicaciones o convencerle de volver a estar juntos, aunque lo segundo era atrevido hasta para ella. Debía de haber alguna forma sin que afectara a su relación laboral de siempre, apenas había empezado la lección que le quería dar.
Rose abrió los ojos y se desperezó, estirándose un poco mientras volvía a cerrarlos. Cuando miró a su derecha, se asustó tanto al ver a Chris apoyado en la mesa con los brazos cruzados y enarcando una ceja con mirada interrogante que se cayó hacia atrás con la silla.
- ¿Qué hora es?- fue lo primero que preguntó mientras intentaba bajar las piernas del asiento e incorporarse.
- La hora de trabajar- respondió Chris, agachándose a su lado, sin intenciones de ayudarla a levantarse.
Rose estaba roja de vergüenza. No solo la vio dormida y estirándose, sino además en esa postura patas arriba con la silla en el suelo. Si no fuera Chris, ya la habrían despedido, estaba segura. Le estaba costando apartarse de la silla, sobre todo con Chris mirándola.
- Agradecería que no miraras...
- Y yo agradecería que volvieras a tu trabajo. Cuando lo hagas puedes empezar a pedir cosas.
Chris seguía mirándola con una sonrisa divertida. Parecía una tortuga al revés intentando volver a ponerse en pie. Lo malo de una falda ajustada era la poca movilidad que ofrecía. Lo bueno... las vistas.
- ¿Podrías ayudarme... por favor?- le pidió ella en voz baja, entre dientes.
- ¿Cómo? No te he oído. Creo que has dicho una palabra extraña- dijo Chris poniendo la mano en la oreja, dispuesto a escucharla.
- Te estoy pidiendo ayuda... por favor.
- Vaya, creí haber oído mal, ya que es algo que no pensé que dirías delante de mí- le restregó Chris, tendiéndole la mano.
Ella cogió su mano, pero con esa postura seguía siento incómodo y se cayó de nuevo antes de lograr despegarse completamente del respaldo de la silla, golpeándose la espalda. Chris vio que no tendría más remedio que cogerla en brazos.
- Agárrate a mi cuello.
Rose lo hizo con mucha vergüenza y Chris la levantó lentamente hasta erguirse. No le pesaba ni le costaba mucho, solo quería disfrutar esos segundos un poco más. Volvía a tenerla entre sus brazos, sintiendo su cuerpo en contacto con el suyo propio. Si hubiera un lugar cómodo cerca, hubiera sido tentado para llevarla ahí y no dejarla ir. "Te voy a dar otra tarea...", pensó que le diría. Cuando se dio cuenta, se había sonrojado con sus fantasías y la sentó sobre el borde de la mesa, tras lo cual apoyó sus manos a ambos lados de las piernas de Rose. Ella sentía su corazón dispararse al estar en sus brazos y luego verse arrinconada entre sus brazos en la mesa, tan cerca de ella.
- Vas a seguir causándome problemas, ¿verdad?
No apartó su rostro del de ella, que estaban a tan solo centímetros de distancia. El intercambio de miradas duró hasta que alguien llamó a la puerta. Chris la dejó en paz y fue a abrir. Rose sentía cómo su respiración se había vuelto irregular y su pulso estaba al límite. Se bajó de la mesa y levantó la silla mientras Chris dejaba pasar a alguien en su despacho. Miró por la puerta abierta entre las habitaciones y vio a una mujer a la que Chris saludó de forma bastante informal: con una mano rodeando su cintura y un beso en lo que parecía la cara, pero no vio bien qué parte de la cara.
- ¿Tú por aquí?
- Vine a verte, ¿no debí?
- Prefiero que nos veamos fuera del trabajo- respondió Chris-. Aquí no podemos...- le susurró algunas cosas al oído y ella soltó una risilla traviesa.
Rose miraba ya sin disimular su sorpresa. ¿Quién era esa? Sin darse cuenta, la miraba con desagrado y ellos lo captaron de reojo, disimulando. Sonrieron, intercambiando miradas cómplices.
- Te veo luego, Tessa. Y te diré lo que quieres saber.
- Te estaré esperando, no tardes mucho, ¿sí?- dijo ella poniendo voz de morritos.
- En un rato voy- respondió Chris mientras la acompañaba a la puerta.
En cuanto salió, Chris regresó con Rose y le cerró la boca con suavidad, poniendo los dedos índice y corazón debajo de la barbilla. Tenía una mirada penetrante y una sonrisa apenas perceptible. Su semblante indicaba que estaba satisfecho con su experimento.
- ¿Has oído hablar del disimulo?- le preguntó sin apartar los dedos de su barbilla y apoyando también el pulgar bajo el labio inferior de Rose.
- ¿Era... tu novia?- preguntó ella sin poder disfrazar su tono de decepción.
- Quién sabe, no hace falta tener una relación para eso, ¿no?
- Parecía...
Apartó la mirada, entendiendo por dónde iba.
- ¿Importa si era mi novia o no? Ya no tiene nada que ver contigo.
Rose se apartó y se excusó con que tenía que ir al baño, pero Chris sabía lo que le ocurría y le sujetó la muñeca para que no se fuera. Ella intentaba ocultar su rostro, pero él no quería dejarla en paz.
- Rose, mírame.
Ella no se movió, por lo que Chris la acercó y le giró la cara. Sus dedos quedaron mojados enseguida por las lágrimas que corrían por las mejillas de Rose.
- Aunque seas mi jefe, no puedes negarme ir al baño- dijo ella, soltándose en cuanto Chris la dejó y se marchó corriendo.
A pesar de que su plan inicial era castigar a Rose besando a esa mujer delante suya para que supiera qué se sentía, no fue capaz y la saludó con un beso en la mejilla, pero desde una perspectiva que no se viera con claridad. Aunque lo que él presenció fue mucho más doloroso, no fue capaz de hacerle lo mismo a Rose. Con solo unas indirectas y evitando el tema ya le había causado el llanto, si hubiera ido más lejos seguramente hubiera sido tarde para volver y ella ya no se recuperaría. Rose era sensible y sabía que no hacía falta hacer mucho para que la afectase. No podía hacerle lo mismo que vio con ella y ese... ese... Actor. Aunque se lo mereciera, él mismo se hubiera sentido aún peor haciéndole daño, por lo que no le serviría de mucho. Aún no acababa ahí la cosa, por lo que necesitaba que se le pasara pronto.
Rose regresó de nuevo unos minutos después y cogió unos papeles que le entregó a Chris sin mirarle.
- Los 10 párrafos.
- Vaya, así que viniste temprano para hacerlos- comentó él-. Hazme un par de copias de esta lista de ideas que hicimos ayer- le mandó mostrándole la hoja.
Rose la cogió y fue a hacer las copias. Regresó con ellas media hora más tarde. Chris las guardó y se levantó del asiento de su escritorio.
- Acompáñame.
Fueron a la sala del teatro, donde había gente practicando en el gran escenario para el musical. Una de esas personas era la mujer que había ido al despacho antes. Se acercó a ellos y preguntó si ya podía conocer la respuesta de Chris.
- Director, ¿tengo el papel?
- Eso lo decidirá ella, que es quien tiene la experiencia suficiente como para saber si fue una buena actuación- dijo refiriéndose a Rose, dejándola sorprendida-. ¿Qué te parece, fue creíble?
- Sí- admitió Rose-. Eres una buena actriz.
- Ya la has oído, le debes tu papel- le guiñó un ojo Chris.
La mujer se acercó a estrechar la mano a Rose, agradeciéndole el trabajo. Esta la miraba sonriendo a falta de saber qué otra expresión poner, aunque no estaba del todo feliz.
- Lo que viste antes era su audición- le explicó Chris mientras regresaban.
- ¿Haces siempre así las audiciones?
- ¿Y qué tiene de malo?
- ¿Seguro que es profesional? ¿Y si alguna empieza a tener sentimientos y...?
Rose se calló al ver la cara de Chris. Era exactamente lo que esperaba que dijera y ella había caído.
- Una actriz debe poder interpretar cualquier papel separando sus sentimientos del de su personaje, ¿no crees?- argumentó Chris.
- Esa es la teoría... Pero tú no eres actor, ¿qué papel interpretas?
- El de director que quiere molestar a su secretaria.
Rose enrojeció al instante. Se quedó sin palabras. Intentó decir algo, pero había sido tan directo que no sabía ni cómo responder.
- Tenías que haberte visto la cara entonces.
- ¿Por qué haces esto?- preguntó Rose con un deje de dolor en su voz.
- ¿Por qué?
El tono de Chris se había enfriado y su mirada se ensombreció. Le sujetó las muñecas contra la pared del pasillo en un repentino movimiento y fijó sus ojos en ella de forma que Rose no se atrevió a hablar ni a moverse. Reconocía esa parte de Chris. Hacía tiempo que no veía ese lado, y le daba escalofríos que hubiera regresado, ya que nunca acababa bien cuando se ponía así.
- ¿De verdad tienes las agallas de preguntar por qué?
Rose tragó saliva. En realidad lo sabía. Lo sabía muy bien. Lo había intuido, pero pensó que quizá Chris realmente había superado esa fase, había madurado y estaba dispuesto a actuar como un adulto razonable. Sin embargo, para ello antes tendría que haberla perdonado, lo cual dudaba que hubiera sucedido y menos si ni hablaron, ni le contó lo ocurrido, ni le pidió perdón.
- Lo siento- musitó-. No preguntaré.
- Eso no es por lo que deberías estar suplicando perdón... o piedad. No sé con qué derecho crees que puedes cuestionar un procedimiento que apliqué cuando tú lo debías de hacer todos los días... teniendo novio o no, tú me dirás.
Rose bajó la mirada, sin poder soportar esos ojos acusadores.
- Tienes razón- dijo, tratando de no enfadarle más para que la soltara y dejaran el tema al menos por ese día, pues un pasillo no era su lugar ideal para hablar de un tema tan delicado.
- Ah, ahora tomas la postura humilde... ¿Será que admites tu culpa?
- Preferiría no hablar de esto aquí... o ahora.
- Muy bien, lo hablaremos en mi casa, cuando te atrevas a venir una noche- dijo Chris cogiéndole la cara para que le mirara a los ojos-. Y no te hagas planes para irte pronto cuando vengas.
Rose sintió un cosquilleo recorrerla de pies a cabeza. No estaba segura de a qué se refería Chris con eso ni qué intenciones tenía, pero por el momento no había fecha límite, por lo que no quería darse mucha prisa.
- Entendido- respondió con voz temblorosa.
- Sé que eres inteligente y vendrás preparada para lo que se avecina- remató Chris.
- No hay forma de estar preparada para eso- dijo Rose nerviosa.
- Me pregunto dónde está esa confianza que tenías ayer con la que te atreviste a sacarme la lengua cuando te dejé en casa- provocó Chris con tono irónico, viendo que Rose se encogía-. Venga, vuelve a sacármela.
- ¿Me viste?
Chris enarcó una ceja. Normalmente hubiera sido algo divertido, pero el ambiente que les envolvía difícilmente dejaba lugar para tonterías.
- Sácala.
- No, no lo haré más.
- Es una orden.
Rose le miró unos segundos y, a pesar de que la expresión de Chris no daba tanto miedo como antes, vio que iba en serio. Iba a hacerlo cuando oyó pasos a punto de doblar la esquina.
- Viene alguien...- dijo ella.
- No me importa. Aquí soy yo quien manda.
- Por favor... Sigamos en otro momento, a solas... Cualquier otro momento que quieras. Lo haré, lo prometo.
- Muy bien, recuerda lo que acabas de decir- susurró Chris en su oído.
Soltó una mano y con la otra se la llevó a una habitación y cerró la puerta hasta que se dejó de escuchar los pasos. Era un almacén y estaban bastante apretados. Rose tenía delante el pecho de Chris, casi pegado a su rostro y la ponía nerviosa estar tan cerca recordando lo que acababa de suceder. Chris estaba dudando si aprovechar para continuar o si esperar a otro momento. Quizá ya la había asustado bastante por ese día, ya habría tiempo para hacer más cosas. Cuando abrió la puerta y salieron, ella se fue rápidamente a la secretaría. Mientras caminaba tras ella sin perder de vista el movimiento de sus caderas subiendo los escalones, se arrepintió de no haber aprovechado. Hubiera sido el momento perfecto para volver a probar sus labios sin implicar romance. Pero ¿podría haberse detenido en un gesto? Una vez que la volviera a besar, ya no habría vuelta atrás. Le costaría mucho más controlarse. Mucho más que antes.
La dejó en paz unos días, centrándose en mandarle tareas necesarias que se le habían empezado a acumular y le enseñó brevemente lo que le era nuevo. No volvió a sonreír, ni tan siquiera irónicamente. Rose entendió que debía ir a hablar con él pronto, ya que estar así la intimidaba bastante y apenas se atrevía a preguntarle dudas al ver la seriedad de su rostro. Notó la frialdad más que antes, sin saber que era la forma en la que Chris se esforzaba por controlarse. Tenía miedo de ir de noche a su casa.
- ¿No puede ser una tarde?
- Tengo clases hasta la noche. No hay otro momento. ¿Has decidido ya cuándo?
- Puede...
- Te espero mañana por la noche.
Rose estaba atónita. ¿Cómo había adivinado sus intenciones? Cada vez Chris la sorprendía más. La conocía demasiado bien como para que le cogiera por sorpresa con su comportamiento. Verla boquiabierta le sacó una leve sonrisa a Chris, apenas perceptible. Esa noche se iría a dormir pronto, para recuperar las horas de sueño que perdería al día siguiente. Rose pensó lo mismo. No sabían cuánto tiempo podría durar ni en qué acabaría todo. Podrían acabar peor que antes... o podrían superar por fin esa barrera.
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