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55. La despedida

Cada vez iba quedando menos para navidades y la despedida se acercaba. Chris y Rose habían aprovechado su tiempo juntos, caminando juntos a clases y quedando para estudiar y hacer los deberes. También tuvieron alguna cita los fines de semana o cuando tenían menos que estudiar, pero se acercaban los exámenes y no podían distraerse. El día que les dieron las notas, quedaron en una cafetería para celebrarlo. Al verse, Rose corrió hacia Chris, quien la abrazó y se dieron la buena noticia.

- ¡Todo sobresaliente!

- ¡Yo también!

Sonreían felices, aunque sabían que eso significaba que cada vez les quedaba menos tiempo juntos. Se sentaron a tomar un chocolate caliente con buñuelos de mermelada, una especialidad de esa cafetería en particular. Disfrutaban mucho comiendo juntos en las citas, casi tanto como pasar tiempo a solas. Les gustaba conversar comiendo y tomando algo, la comida les ponía de buen humor y tenían más ganas de reir y pasar tiempo juntos. Chris había mejorado sus galletas y de vez en cuando le preparaba algunas a Rose y se las llevaba cuando quedaban en su casa para estudiar.

Claro que, eso no era lo único que disfrutaban haciendo, la compañía mutua era su parte favorita. Como ya no tenían que preocuparse de las apariencias, de que no debían actuar así o pensar que era la última vez, ya no sentían presiones y estabilizaron el contacto físico romántico, de modo que ya no se descontrolaban, sino que sabían que en cualquier momento podrían retomarlo. No dudaban en mostrarse cariño o en jugar, haciendo alguna broma o travesura. Se sentían felices de poder llevar una relación abiertamente y sin remordimiento de conciencia, sabiendo lo mucho que se querían y se preocupaban el uno por el otro, sin tratar de adivinar lo que sentían o el porqué de sus acciones. Simplemente hacían lo que les gustaba.

Ese día, Rose invitó a Chris a una fiesta de navidad que a la vez era un baile de disfraces. Hacía tiempo que su familia quería organizarla y al fin habían encontrado la ocasión. De esa forma, también se despedían de Rose. A cambio, Chris la invitó a celebrar el año nuevo con él, lo que significaba quedarse a dormir. Rose se puso un poco nerviosa, pero después de poner algunas condiciones, accedió. Ya tenía en mente el regalo de navidad que le haría a Chris y tenía ganas de dárselo, pero para ello él debía ir al día siguiente a su casa. La fiesta sería en Nochebuena.

- Me alegro de que tus padres nos dejaran quedarnos los anillos- comentó Chris, cogiéndole la mano a Rose mientras dejaba la taza en el plato.

- A mí también, es como una señal de nuestra promesa- se sonrojó.

Chris se inclinó un poco hacia ella por encima de la mesa y Rose hizo lo mismo, entendiendo lo que quería. Se dieron un beso corto y rápido, tras lo cual volvieron a sentarse bien.

- ¿Crees que habrán mejorado su opinión sobre mí?- preguntó Chris.

- Sí, lo creo, ya no tienen esa mirada despectiva cuando hablamos de ti- bromeó ella-. Bueno, al fin y al cabo hiciste lo correcto y demostraste que yo te importaba de verdad, tomando la decisión buena.

- Cuando me acuerdo no me puedo creer que lo hice... Me siento mal por haberte hecho pasar por ello, no te lo merecías, no planeaba que llegara tan lejos, pero una cosa llevó a la otra, reaccioné por impulso y...

- Ya te disculpaste un montón de veces, es hora de que tú también te perdones.

- No sé, Rose, quizá debería acordarme para no volver a cometer estupideces que te hagan daño y nos alejen en vez de acercarnos. Debí dejarlo en un favor que me debieras por mentir y librarte del deseo desde el principio para que fueras libre. Quizá hubiéramos aprovechado mejor los deseos...

- Y yo creo que es mejor no poder usarlos más y que todo lo que hiciste se deshizo. Además, ¿qué deseas realmente?

- Tienes razón, hay deseos que no se pueden cumplir solos, y lo que yo deseo no es algo que pueda conseguir obligando a nadie, lo lograré por mis propios medios, haciendo lo correcto.

- Estás evitando mi pregunta- le recordó Rose.

- Quizá te diga lo que deseo como regalo de navidad.

- Eso no es un regalo...

- Será uno de los regalos- prometió Chris, besándole la mano-. Tengo ganas de verte vestida en el baile enmascarado... Y me pregunto qué me regalarás tú por navidad. Aunque no es necesario nada, soy yo el que te debe a ti, pero no niego que me gustaría, como recuerdo cuando no estés...

Esto último lo dijo en un tono más triste y Rose sintió que necesitaba animar un poco el ambiente o se pondría a llorar, ya que también le resultaba duro estar tanto tiempo sin verse.

- Claro que tengo un regalo inolvidable para ti- le aseguró-. Pero... ¿estás seguro de que no deberíamos vernos en vacaciones?

- Si te veo, no podré soportar estar sin ti tanto tiempo y solo verte entonces... se me hará más llevadero si nos acostumbramos a no vernos, pero podemos escribirnos cartas, ya lo sabes.

- Tienes razón... Debemos centrarnos en nuestras carreras... Pero te echaré tanto de menos...- admitió Rose.

- Disfrutemos el tiempo que tenemos juntos hasta entonces y luego centrémonos solo en nuestros estudios, así el tiempo pasará más rápido.

Sonrieron con una mezcla de amor, tristeza y esperanza, pero sobre todo sentían un peso en el pecho, sabían que no les sería fácil, sobre todo al principio. Regresaron a casa tomados de la mano. Chris acompañó a Rose y se despidieron hasta la fiesta. Se prepararon pensando en impresionar uno al otro. Rose eligió la temática de la Bella y la Bestia, mientras que Chris se decantó por la galante ropa de un príncipe de oriente. Dudó que le reconocieran al instante, sobre todo llevando su cabeza cubierta, pero pensó que era una buena oportunidad para ver si Rose adivinaba quién era.

Dani también había aprovechado para invitar a Raquel y por fin se verían. Ese baile era especial para todos, incluidos Sofia y James, ya que llevaban tiempo queriendo hacerlo. Se disfrazaron como aquella vez en la que aún no estaban juntos y les esposaron como parte de un juego. Ella se vistió de Odette y él de ladrón elegante. Revivir esos maravillosos momentos de su juventud les llenaba de ilusión, sobre todo porque ya nadie se interpondría entre ellos esa vez. James le había prometido una velada inolvidable y Sofia sabía que mantendría su palabra. No se refería solamente al baile, sino también a la noche que pasarían juntos como una celebración propia de navidad. No podría ponerle en duda después de la última vez en el concierto, James realmente se la tenía guardada la noche que volvieron del auditorio y no la dejó tranquila hasta la noche siguiente, cuando al fin pudieron dormir y recuperar energías. Varias semanas después, tomándoselo con más calma, volvían a tener energías de sobra para responder a una nueva provocación. Las miradas entre ellos lo decían todo. Disfrutaron más que nadie en el baile, fueron los primeros en salir al escuchar la primera canción y su ilusión se contagió rápidamente al resto de los invitados.

Dani no tardó en encontrar a Raquel e invitarla a bailar, conteniéndose al estar en público y llevar tanto tiempo sin verse, pero en cuanto se la pudo llevar a un lugar libre de miradas indiscretas, la abrazó y conversaron sobre todo lo ocurrido y no pasó mucho tiempo hasta que hablar de sentimientos les llevara a compartir un beso. Rose no lograba encontrar a Chris entre esa multitud, por lo que decidió salir un momento al jardín y respirar, después volvería a intentarlo. Detrás de ella, Chris la había visto salir y supuso quién era, por lo que la sorprendió por detrás con cosquillas en los laterales de su cintura. Rose se sobresaltó y supo de quién se trataba, por lo cual se dio la vuelta con una sonrisa para verle.

- Estás hermosa, mi bella flor- le susurró Chris al oído.

- La ropa que llevas te queda muy bien, quién lo diría. No me esperaba que alguien se vistiera así. Tenías que ser tú- le sacó la lengua Rose.

Chris la atrapó entre sus labios antes de que volviera a meterla y presionó sus labios en los de Rose, que se ruborizó al instante.

- Ya sabes lo que puede suceder si me sacas la lengua- le advirtió Chris con un tono juguetón.

- Yo también quiero la tuya- se atrevió a decir Rose.

Chris no se lo esperaba y se sonrojó levemente, aunque empezó a subir la temperatura en el ambiente a pesar de ser invierno. Se acercó a ella de nuevo y le dio lo que quería.

- ¿Así que quieres mi lengua? La tendrás.

En un beso repentino, introdujo su lengua entre los labios de Rose, de forma que apenas le dejó tiempo de reaccionar. Aunque ella ya se sentía en la luna, él siguió deslizando la punta de la lengua por su cuello, hasta su escote. Rose estaba roja y tuvo que apartarle, temiendo ser vistos y al mismo tiempo no queriendo avanzar tan deprisa.

- Yo solo quería besarla, no me dejas...- dijo Rose, a lo que Chris sacó la lengua y ella hizo lo que le pidió que le permitiera, produciendo cosquilleos a Chris.

- Me gusta tener la iniciativa contigo, pero también me excita que lo hagas tú- le dijo Chris mientras Rose le ponía un dedo sobre los labios y mirando alrededor.

- Shhh... no digas eso aquí...

- Es verdad, cuando estemos solos en vez de decírtelo, te lo demuestro- le miró con picardía y ganas de jugar-. Vamos a jugar... digo a bailar mientras.

Rose se sonrojó y aceptó. Bailaron juntos el último baile y cuando todos se marcharon, Rose le llevó a su habitación. Chris miró curioso la decoración y se percató de lo que eso podría significar. Tendría que dejar sus ganas para luego, quería disfrutar del regalo de Rose.

- Así que una pasarela de moda... ¿Y qué me mostrarás?

- La ropa que Lyon diseñó para mi madre... me viene a medida y pensé que te gustaría verme con ellos. También te hice galletas y bollos de crema- señaló la mesita.

Chris sonrió y la abrazó. Le encantaba ese regalo, los diseños de Lyon le intrigaban y poder ver a Rose con ellos le creaba curiosidad y expectación. Algunos eran hermosos aunque extraños y otros atractivos hasta el punto de hacer perder el control a un ser humano común. Esperaba no ser tan común, ya que no quería asustar a Rose. Si Lyon podía controlarse con Sofia y jugar con ella dentro de unos límites y solo escribir sus pensamientos, él también podría, llevaba haciéndolo mucho tiempo. Antes de separarse de ella, decidió pedirle un favor.

- Preferiría que la ropa atractiva que muestra más piel la dejaras para el futuro... ya sabes... cuando nos casemos.

- No pensaba usarla ahora...- se sonrojó Rose, entendiendo a qué se refería Chris-. Cuando nos casemos... tienes mucha fe en nuestra relación aunque estemos separados tanto tiempo.

- Porque sé lo que quiero, y te quiero a ti. Ese es mi deseo. Claro que eso incluye tener una carrera profesional digna de ti para que cuando aceptes solo haya que poner fecha a la boda, sin preocuparse de cómo viviremos.

- ¿Entonces tu deseo es que nos casemos?- Rose estaba más sonrojada aún, el corazón le latía fuerte y sintió un cosquilleo en el estómago.

- Sí, aunque si lo tuviera que formular literalmente como lo he pensado sonaría más bien así: quiero que seas mía, para siempre.

Ella lo miró a los ojos. Estaban madurando, pero aún les quedaba. Lo que decía parecía tan convincente que empezó a creérselo, pensando que realmente no había otra alternativa, acabarían casándose y viviendo juntos el resto de su vida.

- Y pensar que antes nos parecía tan extraño que pudiéramos ser pareja...- recordó ella.

- Y ahora no puedo imaginarme que no lo seamos.

- Chris... si eres capaz de volver a decirme esas palabras cuando regrese... si vuelves a pedirme que sea tuya con esa mirada, lo seré y no habrá vuelta atrás, así que piénsalo bien.

- Sé lo que quiero, Rose. No cambiaré de opinión. Ve preparando el vestido de novia cuando vuelvas.

Rose sintió mariposas en la tripa. La mirada de Chris mostraba lo serio que estaba al decir esas palabras y le gustaba verle tan decidido en cuanto a su relación con ella. Sonrió y asintió, dándole un beso corto en los labios antes de ir a cambiarse y dar comienzo a la pasarela de moda. Vestido tras vestido, traje tras traje, Chris cada vez reafirmaba aún más lo que pensaba de ella, lo hermosa que era y lo afortunado que era de ser su prometido. No quería que nadie le quitara a su dulce Rose, no se imaginaba no poder tenerla delante, abrazarla y besarla, escucharla y probar sus galletas. Su sonrisa, sus gestos, toda su forma de ser, todo le enamoraba más y más. Con el último vestido, Chris decidió darle también su regalo a Rose. Fue hacia ella y le puso una tiara sobre la cabeza mientras le besaba la mano con una reverencia.

- Eres mi princesa. Te ves hermosa con todos esos vestidos, pero tú eres bella en esencia, no importa qué te pongas, solo hace que destaque más lo que ya tienes. Si me embelesas con tus encantos, ¿cómo quieres que no me den ganas de secuestrarte y llevarte conmigo?- dijo Chris medio en broma medio en serio.

- Puedes hacerlo en año nuevo- bromeó Rose, siguiéndole la corriente.

- Te aseguro que no te soltaré de entre mis brazos hasta que no pueda más.

Esa noche se despidieron para dormir cada uno en su casa, pero unos días más tarde en año nuevo, Chris cumplió su palabra. Le sirvió a Rose las galletas que preparó, mejorando la receta y añadiendo chocolate, sorprendiéndola. Ella también quería estar entre sus brazos hasta cansarse, por lo que lo convirtieron en un juego y desde que entró en la habitación llevada por Chris en brazos, comiendo las galletas en su regazo, no se separaron ni un segundo. Chris reclamó la continuación de esa noche en el baile y Rose aceptó encantada, recordándole las condiciones. Fue una noche inolvidable para ambos, otra de esas noches de juego en las que disfrutaban juntos con besos y caricias hasta quedarse dormidos abrazados con menos ropa de la que habían llevado a la cama, para descansar más cómodamente, y también sentirse más cerca con el tacto de la piel.

A la mañana siguiente, Rose despertó con las suaves caricias en la cabeza que Chris le daba. Al verla despertar, la estrechó contra sí, asegurándole que no la soltaría durante un buen rato. En el desayuno Rose volvió a sentarse en el regazo de Chris mientras él trataba de darle de comer pero le acababa manchando la cara. Se rieron, aunque Rose obtuvo su venganza también, manchando la cara de Chris con pastel. Fueron al baño a lavarse la cara y se vistieron. Salieron a dar un paseo tomados de la mano, pensando en que dejarían de verse en unos días, hasta dentro de mucho tiempo. Llegaron al parque y se sentaron en ese banco en el que tantas veces se habían besado. Chris la sentó en su regazo y la abrazó, tratando de reprimir las lágrimas. A Rose también le era difícil. Se vieron cada día hasta que llegó la mañana en la que Rose se marchaba y no pudieron evitar despedirse entre lágrimas en el aeropuerto.

- No olvides que te quiero, estaré esperando tu regreso y te escribiré siempre que pueda- le dijo Chris, sin soltarla de entre sus brazos.

- Te quiero mucho, Chris, no dejaré de pensar en ti...

Sofia, James, Dani y Raquel les dejaron solos después de despedirse para que puedieran decirse adiós sin presenciar la triste escena. Sofia abrazó a James, triste por no volver a ver a su hija hasta que fueran a verla en las vacaciones de verano. James tenía ganas de llorar también, pero estaba más preocupado por su esposa, en consolarla y alentarla. Raquel estaba feliz de poder ver a Rose de nuevo y aliviada de que las cosas con Chris salieran bien, ella les veía como una buena pareja desde que les vio juntos. Estaba tomada de la mano con Dani y se sentía afortunada de que ellos al menos pudieran verse en vacaciones y ya no estaba tan triste por esperar unos meses, comparado con los años que Chris y Rose pasarían separados. Al volver la cabeza, les vio besándose mientras se rodeaban con los brazos. Siempre quiso verles así, pero no esperaba que fuera en un momento triste para ellos, una despedida tan importante. Casi podía experimentar cómo se les rompía el corazón al tener que decirse adiós. Al tener a Raquel a su lado, Dani empezó a entender lo que era desear pasar más tiempo con alguien y no querer despedirse, por lo que admiró la valentía y la decisión de ambos y empezó a apreciar más su oportunidad de no tener tan lejos a Raquel, desde luego, aprovecharía mejor el tiempo con ella, pues era valioso. Chris y Rose se separaron con mucho esfuerzo y trataron de sonreir, aunque sus mejillas estaban cubiertas de lágrimas.

- No es un adiós, es un hasta luego- le recordó Rose, viendo la mirada dolorida de Chris.

- Ten cuidado de que no te vea, de lo contrario te secuestraré y no te dejaré ir nunca más.

Rose se rio un poco con ese comentario. Incluso en momentos como ese Chris era capaz de sacarle una sonrisa.

- Eres mi amor- le respondió alzando la mano con el anillo y girándose para irse cuanto antes sin mirar atrás, pero volvió la cabeza una vez más antes de desaparecer por la puerta de embarque, viendo que Chris también había alzado la mano del anillo, señalando su corazón con una mano en el pecho.

- Eres mi único amor- murmuró Chris aunque ella ya no podía escucharle.

Era la primera vez que escuchaba esas palabras de ella y le conmovieron, haría lo posible por volver a escucharlas, esperaría su regreso y se las haría repetir las veces que hicieran falta. Y sobre todo, quería que esa vez, ella pudiera escuchar su respuesta. Muchas veces se imaginaban cómo sería su reencuentro, pero podían suceder muchas cosas en esos años, ¿qué sorpresas les aguardarían?



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