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52. Entre bastidores

Sofia buscaba un vestido adecuado que la hiciera parecer una pianista profesional mientras que James ya tenía elegido su traje de pingüino desde hacía tiempo. Quería una imagen clásica y con su nuevo violín blanco que Sofia le había regalado por su cumpleaños, el último modelo, el conjunto era perfecto. Su traje negro contrastaba con el violín blanco y una pajarita granate, ya que Sofia le dijo que quería ir a juego con él y estaba segura de que un vestido de ese color con unos zapatos dorados era ideal, sin embargo, solo el color no era suficiente para elegir el modelo. Tenía varios vestidos para elegir, pero ninguno le convencía.

- ¿Y qué tal el que te hizo Lyon que te venía un poco grande en ese entonces? Quizá ahora te quepa- propuso James, ya que le encantaba verla vistiendo la ropa extraña pero bonita diseñada por Lyon. La hacían muy atractiva, como si viniera de otro mundo.

- Es verdad, ese en particular no era el más extraño, quizá lo hizo esperando que lo llevara en el futuro- lo cogió y se dio cuenta de que incluso tenía unos bolsillos bien escondidos. Encontró una nota y decidió leerla-. "Este vestido está diseñado para acompañar la melodía del piano, me inspiré en la Canción de la Vida". Vaya, ¿por qué será...?

Entonces se fijó mejor. Por fuera era granate, pero por dentro era dorado y cada pliegue que se movía dejaba entrever un poco de ese detalle secreto.

- Cambié de opinión, los zapatos serán negros y creo que un lazo negro en el cuello también iría bien con el conjunto. Y para el pelo...- planeó Sofia.

- Por una vez, déjatelo suelto. Ponte una diadema de laurel dorado y nada más- dijo James abrazándola por detrás mientras la miraba en el espejo, en ropa interior con el vestido delante para hacerse una idea de cómo le quedaría.

- ¿Suelto?

- Sí- respondió mientras le besaba el cuello-. Me gusta verte delante del espejo probándote vestidos sin ponértelos, al mirar el espejo parece como si estuvieras vestida, pero puedo verte desde atrás cómo eres realmente y eso... me enciende- se relamió los labios mientras le lanzaba una mirada peligrosa a través del espejo.

Sofia sintió un cosquilleo y supo que James tenía ganas de jugar y no la dejaría en paz hasta calentarla.

- Pero ahora no es buen momento... hay que prepararse y...- dijo sonrojada.

- Tenemos tiempo, ya sabes qué ponerte y no tardarás. Venga, si queda una hora y media para irnos... claro que da tiempo- descendió con los besos por su espalda y al llegar a la cintura, puso las manos en sus caderas, cubriéndolas.

Sofia dejó el vestido en un lado y se giró hacia él, dándose por vencida ante los convincentes y placenteros argumentos de su marido. Él continuó llenándola de besos mientras se iba aligerando la ropa con ayuda de ella hasta que no se podía aligerar más. Luego, él le desabrochó la parte superior de la ropa interior, notando con sus dedos cada forma del relieve, y asegurándose de que tuvieran su atención hasta que los gemidos de Sofia le hicieron querer subir la intensidad. Fue descendiendo con las manos hasta la segunda parte de la ropa interior, deslizándola hasta llegar al suelo, tras lo cual volvió a enderezarse y pegó su cuerpo al de ella. Entre besos y caricias fueron jugando de forma sensual hasta llegar a la cama, donde James la sentó sobre él y siguió besándola. El tacto apasionado de James hizo olvidar a Sofia completamente sobre el tiempo y lo que les esperaba. Se dejaron llevar como si fueran dos jóvenes enamorados sin responsabilidades. Era en momentos como esos que les venían las ganas de jugar, ya que el límite que les ponía el tiempo de sus deberes hacía que fuera más emocionante. Ir en contra de lo que les dictaba su conciencia les excitaba y cuando podían permitírselo, se daban el capricho de ignorarla.

- ¿Qué hora es?- preguntó Sofia en cuanto pudo respirar entre los intensos besos que le quitaban el aire.

- Olvida la hora, o si no, te retengo aquí el doble de tiempo- amenazó James, tumbándola.

- No lo harías...

- ¿Aún no me conoces?- le susurró él al oído antes de asegurarse de que no pudiera sacar otro sonido por su boca que no fuera de placer.

Sofia lo sabía. Claro que lo sabía. Pero era ese lado de James el que más le gustaba. Nunca sabía si podría salirse con la suya y era interesante descubrirlo cada día. Con James nunca era nada seguro, lo único seguro era que lo que sentía por ella y que no haría nada que realmente la molestara. Un rato después por fin se relajaban un poco, tumbados en la cama deshecha. Ambos jadeaban, pero a los pocos minutos, James, lejos de concluir, seguía con ganas de jugar.

- Aaaahh...- soltó Sofia al sentir de nuevo los labios de James en su piel, él sabía muy bien sus puntos débiles-. Creí que ya...

- No hay nada que indique el final, ¿entendido? Puedo seguir hasta cuando quiera, y lo sabes.

Sofia soltó un gemidito que intentaba ser de protesta pero iba cargado de lo que la hacía sentir James. Solo con sus palabras ya era capaz de ponerla roja y aumentar la temperatura. Si tenía que empezar a describir cómo se sentía con sus acciones tendría que inventar nuevas palabras para el vocabulario en cuanto a adverbios de intensidad y adjetivos sinónimos de placer. Pero el ingrediente secreto era lo mucho que se amaban. Siendo así, no importaba qué hacían juntos, siempre lo disfrutarían.

- Podría seguir... pero debo admitir que tengo ganas de verte con ese vestido... y tocar juntos nuestra melodía. Es otro de los placeres que tengo el gusto de compartir contigo- le dijo James al oído mientras deslizaba las yemas de los dedos por su piel, desde las piernas hasta su rostro, recorriendo todo su cuerpo hasta posarlos en sus labios y finalizar con un suave beso. Pero luego le cogió la cara repentinamente e introdujo su lengua entre sus labios en un beso que les dejó a ambos sin respiración durante unos segundos-. Además, podemos retomarlo al regresar a casa.

Sofia sintió su dedo introducirse en su ombligo antes de retirarse de su cuerpo y recibió un lametón en los labios poco después. Se sentía tan bien después de todo aquello que tuvo que estirarse un poco para desperezarse y volver a la realidad. James la vio vulnerable con los brazos en el aire y le hizo cosquillas en la cintura. Sofia ya estaba despierta del todo y decidió vengarse. Se echó subre su espalda y se abrazó a él con brazos y piernas mientras posaba sus labios en el cuello de James. Le tomó por sorpresa, ya que reaccionó con la piel de gallina.

- Muéstrame esas ganas de jugar cuando volvamos- la agarró para hacerla caer en sus brazos. La miró unos instantes y la estrechó contra sí-. Eres hermosa con o sin ropa, amor.

Ella se sonrojó y le abrazó también. Fueron a darse un baño rápido. Mientras Sofia terminaba de secarse, James ya se había vestido, y la observó atentamente mientras ella se ponía el vestido. Cuando aún iba por la mitad y estaba de espaldas, le pidió que cerrara los ojos hasta que le avisara. James se dio la vuelta, ya que le tentaba mirar si solo cerraba los ojos.

- Ya está. Puedes mirar.

Lo siguiente que vio James al girarse fue a una hermosa mujer dar un par de vueltas con su vestido que brillaba con la luz cuando se desvelaban los trozos dorados escondidos entre los pliegues del vestido y con esos zapatos y el lazo negro y su cabello suelto adornado por la diadema dorada de laurel mientras se movía ondeando con los giros... simplemente se quedó maravillado. Sabía que se había casado con una mujer hermosa, y en sus ojos solo su hija podía compararse a ella, pero en ocasiones como esa pensaba en lo mucho que se sentía atraído por ella, lo afortunado que era de tener un tesoro mayor que el que buscaba y cómo la amaba más que a nada en el mundo. Rose llamó a la puerta pero nadie contestó, por lo que abrió y vio a su padre mirar a su madre de una forma que no se podía expresar con palabras. Estaba completamente hipnotizado, y no era la primera vez, pero no solía mostrarlo en público, por eso a Rose ese momento le parecía una joya que quería guardar para siempre en sus recuerdos. James fue hacia Sofia y la cogió por la cintura mientras la alzaba y giraba con ella, mirándola a los ojos.

- Tú siempre serás la bella del baile para mí- le dijo mientras la bajaba y le daba un beso en la mejilla.

- Ya estoy lista- dijo Rose, tratando de captar su atención, aunque ella misma se había quedado deslumbrada por ese vestido y deseaba probárselo cuando creciera.

Sofia y James la miraron de pies a cabeza y sonrieron con ternura.

- Estás preciosa, flor- le dijo James mientras le sujetaba la mano por encima de su cabeza y la hizo girar. En ocasiones usaba ese apodo para ella de forma cariñosa-. Ya verás, vas a olvidarte de todos los vestidos bonitos y de cierto bicho insistente cuando escuches la melodía que será la pièce de résistance. Al fin y al cabo, está compuesta por los mejores compases y acordes de países de todo el mundo.

- Muy gracioso, papi, pero eso habrá que verlo- se rio Rose al oir la broma no tan broma de su padre con respecto a cierta persona a la que había mencionado como quien no quería la cosa.

- Espero que te haga coger más aprecio a la música- sonrió él-. Me gustaría tocar contigo también en algún concierto.

- Lo que ocurre es que no hay un instrumento que me llame la atención, aunque tampoco he visto a mucha gente tocarlos con pasión- replicó Rose.

- Hoy lo verás. Y cambiarás de opinión- le aseguró James.

- Me gustaría llevarle la contraria para molestarle, pero debo darle la razón- dijo Sofia sacándole la lengua a James mientras Rose salía al oir que Dani avisaba que ya era la hora. 

- Esta me la guardo- dijo él lanzándole una mirada felina-. A ver si sigues con ganas de llevarme la contraria cuando...- la acercó por la cintura y le sostuvo la barbilla.

- ¿... cuando?

- ... te deje sin energías y te estremezcas entre mis brazos... porque sabes que he dejado lo mejor para luego...- le lamió los labios y se besaron durante unos segundos.

Sofia realmente se había estremecido entre sus brazos al oir la amenaza y completamente consciente de que la cumpliría. Pero no había nada que deseara más que ver cumplidas las amenazas de James en la cama, por mucho que la agotaran todas esas intensas y maravillosas emociones que le transmitía.

- Habrá que ver de qué eres capaz- se atrevió ella a decir, aunque las consecuencias de provocarle podrían resultar "terribles".

- Atrévete a repetirlo esta noche y será lo último que puedas decir hasta que amanezca- le atravesó él con la mirada, aceptando el desafío.

A Sofia le recorrió un escalofrío. Era capaz de contenerse y "torturarla" sensualmente hasta ver que ella ya no podía más y entonces pasar a la acción de verdad. Era un arma secreta que James guardaba para las ocasiones en las que ella le provocaba y la hacía tragarse sus palabras hasta que solo podía admitirle todo lo que él le pedía por falta de claridad mental y fuerzas para oponerse. A James le encantaba poder recordarle todo lo que le había admitido mansamente una vez que ella se recuperaba y podía pensar más en frío. Se sonrojaba a más no poder y él regresaba a hacer las cosas de forma más relajada y con suavidad y dulzura hasta que le provocara de nuevo, pero el periodo de "paz" solía durar, ya que Sofia no sería capaz de aguantar tanta emoción de seguido.

Esa noche planeó vengarse como nunca, aún estaba encendido después de lo de esa tarde, no habría querido parar aunque se quedaran satisfechos, y lo hermosa que se veía no hacía más que aumentar sus deseos. Si su récord era tenerla despierta toda una noche, esa vez la tendría a su merced de noche, de día y de noche de nuevo. Sabía que ella estaba dispuesta a soportarlo, ya que se le notaba en las intenciones cuando le provocó de esa manera. Se relamía solo de pensarlo. Sofia le vio y le recorrió otro escalofrío. Empezaba a dudar al haber despertado al lobo. Recordaba la última vez y... solo de pensarlo se le ponía la piel de gallina y se estremecía. Las mariposas en el estómago no la dejaron en paz hasta que llegaron al auditorio. Tampoco la ayudó que durante el camino James le tocara la mano disimuladamente, haciéndola pensar todo tipo de cosas por la forma en que movía sus dedos en su palma. Una última mirada suya la dejó helada primero y con un calor insoportable después.

Salieron del coche y no se puso el abrigo, necesitaba desesperadamente sentir el aire frío del final del otoño. Vieron que Carl llegaba con Chris y este iba a acompañar a Rose. Eso les permitió enfriar un poco su cabeza y concentrarse en el concierto. Si lo hacían bien, su hija sería libre y podría ir al extranjero, donde ya no se preocuparían por Chris, pero tampoco les tranquilizaba lo que se encontraría Rose ahí. Crecía y maduraba, debían confiar en ella, y en que todos supieran que James no dudaría en comunicarse con sus contactos para deshacerse secretamente de quien hiciera falta. Se les escapó una sonrisa cómplice al pensar en ello, medio de broma medio en serio. Chris captó de reojo ese intercambio de miradas y le recorrió un escalofrío mientras pensó que eran tal para cual. Sofia debió de empezar a parecerse a James de tanto tiempo que pasaron juntos. No debía subestimar a ninguno de ellos.

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